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36.1 El padre de Rayhan

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Cuando esta mañana salía para el trabajo, después de haber desayunado con Ray un maravilloso té, que no sé de donde podría haberlo sacado, lo primero que vieron mis ojos fue a su padre, imponente con su cuerpo de gigante, a un costado de mi coche y mirando fijamente a la puerta del estudio.

Tuve un ligero sobresalto causado por la sorpresa y la fijeza con que miraba a su hijo. Se podría pensar que estuviera enfadado por haberse quedado a dormir en mi casa, pero contrastaba con su forma de comportarse cuando en otra ocasión había sucedido lo mismo.

Descarté que fuera ese el motivo de su severa mirada, y quedó como una incógnita en mi cerebro que tendría que resolver en algún momento, preguntando a Ray o continuando observando.

Su saludo fue cortés como siempre y cuando salía por el portón, en el espejo retrovisor, les veía hablando agitando las manos como si su charla fuera más una discusión.

Había tenido pesadillas, no recordaba los posibles motivos salvo que era calmado por los brazos de Ray que me apretaban y sus tiernas palabras y tibios besos.

El día fue transcurriendo sin novedades importantes hasta que a la tarde recibí una llamada de mi mentor en Barcelona. Estuvo preguntándome por mis trabajos y cómo se me resolvían las dudas. No podía decir nada negativo, esa era la verdad y por mis explicaciones entendía que quedaba conforme.

El motivo principal de su llamada no era para interesarse por mi  proceso de aprendizaje, quería que me fuera preparando porque debía pasar algunos días en Barcelona, tienen allí una planta piloto que hacen las mismas pruebas que nosotros y deseaba que hablara con los responsables de la planta, según él, para intercambiar pareceres.

Asumí que debía ir como es lógico, pero le dije que lo iba a consultar con mi jefe. No le gustó mucho mi iniciativa y respondió que eso ya estaba hablado y que esperara las órdenes sobre la fecha en que debía estar allí.

Me despedí esperando recibir sus instrucciones y a la vez me dije que debía hablarlo con mi jefe aunque él ya lo supiera. Sigo pensando que esas dos personas no se llevan bien.

Continuaba esquivando la llamada que ya tenía que haber hecho a Nico, para informarle del estado de Ál y no podía retrasarla mucho más, tenía derecho a saber y así se lo había ofrecido antes de marchar.

Tenía dos asuntos sobre los que pensar de momento, preguntar a Rayhan sobre la actitud de su padre, por si tenía algo que ver conmigo y buscar la manera de  comunicarle a Nicolás lo de Ál.

Aproveché el que Ray saliera a recoger mis cosas al coche para decirle que quería hablar con él en privado. Saludé a Denís que estaba mirando algo en su ordenador, Ray se puso su anorak y salimos a la calle. El mejor lugar para poder hablar era en el local de herramientas. Como iba serio y aún no le había dado un beso me miraba cohibido sabiendo que algo raro pasaba.

-Ray, tu padre no estaba hoy como es normal en él, ¿sucede algo que yo deba saber, que me competa? –se debía de creer que era otra cosa la que le iba a preguntar porque sonrió aliviado.

-No tiene que ver contigo, para nada, me habías asustado viéndote tan serio. –se acercó y me abrazó dándome un beso fugaz en los labios porque retiré mi cabeza.

-No te vuelvas a poner tan severo conmigo, creía que se me salía el corazón porque hubiera hecho algo que no te gustara.

-¿Y entonces por qué discutíais esta mañana?  -se me queda mirando apartándome de él pero sujetando mis brazos.

-No discutíamos, es solamente que no quiere que vaya con algunos chicos del barrio, no le gustan.  –me suelta y mete las manos en los bolsillos de su anorak.

-¿No puedes atender lo que te pide?, tendrá motivos para que te diga que no andes con ellos.  –está pegando pataditas a algunas ramas que hay en el suelo.

-Daniel, si casi no los veo, no tengo tiempo, estudio, le ayudo en su trabajo y todo el tiempo restante estoy con Denis y contigo. Tiene miedo de todo lo que me pueda pasar y no soy un crío.  –parece frustrado y le abrazo.

-Bueno, pues no pasa nada, si es así no tienes que preocuparte. ¿Quieres que hable yo con él, con tu padre?  -no me contesta de palabra pero niega con la cabeza como si estuviera hablando de un caso perdido.

Volvemos al estudio, trabajamos cada uno en lo nuestro tomando una de esas tazas de té tan rico que Ray prepara. Quiere volver a quedarse a la noche en el estudio para acompañarme y dormir en mi cama.

-No Ray, cuando es necesario no me importa, pero antes has dicho que tú no eres un crío, yo tampoco.  –no vuelve a insistir y un rato más tarde se marchan.

Y como al toro hay que cogerle por los cuernos, voy al lavabo para mojarme la cara y llamo a Nico.

-¡Hola!, ya estoy aquí.  –suena un ¡ufff! de tranquilidad.

-Y acabas de llegar en este momento.  –e inmediatamente.  –perdona Daniel, estaba inquieto, no quería llamarte pero ya no podía aguantar más, creía que te había pasado algo malo.

Una vez que termina con su disculpa le digo suavemente, si eso pudiera ser explicado así, el estado de Ál y todo lo sucedido en Londres. Hay un espacio de silencio.

-¿Cómo estás tú?, tenía que haber estado a tu lado. –Nico está preocupado por mí más que por mi amigo.

-Sí, ahora lo sé, tenías que haber estado allí conmigo. Rayhan me fue a buscar a la estación y pasó la noche a mi lado y estoy bien.  –un silencio.

-Puedo coger unos días de fiesta y estar ahí.  –le noto preocupado pero no hay motivo.

-Mira Nico, Ray quería quedarse también aquí pero no es necesario, cometí un error pero ahora tengo que volver a mi rutina.

Hablamos un poco más y le adelanto que en unos días tendré que ir a Barcelona y nos despedimos.

-Llámame cuando sepas algo de Londres, que no me coja de sorpresa si hablo con Carlos. Cuídate Daniel.

Le ha faltado el “te amo” en su despedida.

**********

 

El saludo del padre de Ray es como siempre, amable y atento, permanece a mi lado mientras entro en el coche, su gran volumen impone en un principio, luego te vas dando cuenta de que es sencillo y afable, conmigo diría que casi cariñoso, tiene ese algo de Ray que intimida y a la vez despierta atracción y simpatía hacia su persona.

Antes de comenzar las reuniones de trabajo hablo con André mi jefe, es cierto que ya conoce la noticia pero creo que le gusta el que se lo haya consultado y pedido su aprobación.

Me dice que cuando sepa la fecha y el programa hable con administración, para que me preparen los billetes de avión y la reserva del hotel.

Al mediodía llamo a Rafael para saber si va a estar en la piscina. Se alegra de saber que estoy aquí, pero -que ya me vale el no habérselo comunicado antes-, una reprimenda sin importancia que me llevo, tengo la opción de cortar la comunicación y me despido.

Es a la tarde cuando recibo un correo de Barcelona, me esperan el lunes en las oficinas que tienen en la ciudad, tengo que viajar el domingo para estar allí  ese día a primera hora. Paso una nota a Administración para que realicen las reservas que necesito.

A la tarde encuentro a Rafael en recepción, como siempre está alegre comiéndome con los ojos, me pregunta por el viaje y le pido hablar con él en la cafetería, quiero decirle lo que hay referente a Ál pero mirándole a la cara, en una conversación seria.

Le ha impresionado y su proverbial espontaneidad y sencillez para reír y hablar de cosas sin importancia y banales se ve mermada. Es un ser lleno de vida y a veces es inevitable que se le escape alguna broma y luego me mira avergonzado, le sonrió para animarle.

Cuando llegamos al portón y mientras la puerta se abre, me mira para despedirse.

-¿No quieres que hablemos y estemos un rato juntos? –a mi mismo me extraña mi ofrecimiento, coloco mi mano sobre su muslo y le acaricio esperando su respuesta.

-No lo sé, con lo de tu amigo no tendrás ganas de nada.  –alargo mi mano para llevarla a su entrepierna y aprieto su bulto.

-Estar un rato juntos no quiere decir necesariamente que tenga ganas de tu pene o que no sea prescindible, pero podría ser que lo quisiera y entonces no habría problemas, déjame que sea yo quien decida.  –entramos en el patio y dejamos el vehículo, sale Ray a la puerta, no hace falta que me ayude está Rafael y es suficiente, lo hace viniendo con un paraguas porque se ha puesto a llover.

Colocamos mis cosas y nos despedimos de Rayhan, Denís llegará en un momento. Antes de llegar a su casa tenemos que parar en una cafetería para guarecernos de la lluvia que cae en ese momento pero llegamos mojados, como cuando salimos del agua en la piscina hace poco tiempo.

Tiene que dejarme un chándal suyo mientras el mío se seca colocado encima de un radiador de calefacción, trae una toalla y seca mi cabello con delicadeza, nos llega la música de alguna de sus compañeras que la tiene a un volumen excesivo.

-Te comería ahora mismo.  –en lugar de responderle ahora soy yo el que seca su cabeza y le ayuda a desprenderse de la ropa mojada, preocupado en atenderme a mí él continúa con su ropa húmeda. Sujeto su rostro con mis manos y beso sus labios.

-Venga, ponte algo de ropa, te vas a quedar frío. –me tiendo en la cama y le miro mientras se cambia, podía haberse quedado desnudo y meterse en la cama, pero no, se pone unos pantalones y camisa y se tumba a mi lado. Me giro hacia él y acaricio su mejilla con el dorso de mi mano.

-No habría nada malo en que hiciéramos el amor, mi amigo está muy mal y lo siento no sabes de qué forma, pero le quiero a él que está enfermo y te quiero a ti que estas sano. Somos seres humanos que no terminamos de acostumbrarnos al dolor, a la muerte, y lo rechazamos aterrorizados, forma parte de nuestra esencia, de nuestro ser. Necesitamos del calor y el cariño de los que nos rodean para sentirnos vivos, y de los besos y caricias  y del sexo, que cuando es una muestra de amor que se nos entrega para mitigar el dolor es el mejor signo de vida.  –he hablado muy despacio, buscando las palabras en mi cerebro. Dejo de hablar un momento para mirarle, nuestras miradas se cruzan, está pensativo.

-Mi amigo es de esta forma y él piensa de esta manera, el mejor homenaje que sus amigos podemos hacerle no es llorarle, lo haremos y mucho, pero nunca le agradaría que por su causa dejáramos de vivir nuestras vidas con todo lo bueno que se nos ofrece.

Le besé con cariño infinito y con ternura recogí con mis labios un par de lágrimas que rodaban por sus mejillas.

-¿Quieres venir mañana a la disco?, voy a visitar a mi amigo. –se queda un momento dudando.

-Lo siento voy un poco retrasado y tengo que preparar un trabajo, ¡ya me gustaría ir!, pero de verdad no debo.  –parece genuínamente sincero.

-No creía que tuvieras tanto interés por tu trabajo, me alegra, si tienes otras obligaciones no vengas.

-Aun no me conoces, tengo muchos rincones ocultos, querido mío.

No ha habido sexo pero nos hemos querido, nos hemos besado con delirio y al final hemos reído jugando y revolviendo la cama, retozando como dos jóvenes cachorros de león.

Me presta un paraguas que pide a una de las chicas y no le dejo que salga a la calle, Los chicos están preparados para marchar cuando llego al estudio,  escucho música mientras hago mis deberes antes de meterme en la cama.

**********

 

Reina una intensa niebla, el padre de Rayhan me abre el portón y pienso que debo tener prudencia. Hay trozos del recorrido que están libres del blanco manto a veces impenetrable y que obliga a conducir despacio.

El trabajo es muy intenso y me esfuerzo las horas que paso en la planta, al parecer motivo de mi viaje a Barcelona, analizo una vez más todo el detalle de los procesos en pruebas. En los jardines quedan aún restos de nieve helada que no termina de desaparecer por las bajas temperaturas.

Cuando llego de vuelta a casa Ray viene a mi encuentro pero no sale del estudio, debe habar estado realizando algún trabajo de mantenimiento y está en la calle. Permanece conmigo mientras me preparo para vestirme de calle y me prepara dos rebanadas de pan con queso extendido, me pela dos mandarinas y un yogurt, como si cuidara a un chiquillo. Me lavo la boca y voy a la sala para trabajar un poco. Ray se ha puesto a mirar un tocho de fotocopias y ahora me mira.

-Estás muy guapo.  –le saco la lengua.

-Ya me lo has dicho otras veces, muchas.

-¿Y qué? Es la verdad.  -voy donde él para besarle.

-Ahora vamos a trabajar un poco, antes de que me vaya, ¿no va a venir Denís?

-Luego vendrá, necesito un chico guapo a mi lado en algún momento del día.

Sonrío entendiendo su indirecta pero me enfrasco en lo mío sin responderle.

Es la hora de mi marcha y Denís no ha llegado, cuando entro en la disco voy directo a las mesas del fondo, saludo a los que están allí y en la barra pregunto por Evans, no ha bajado aún y está en su casa o los pisos superiores. Decido esperarle abajo mirando el espectáculo y como la sala se va llenando.

Estoy bebiendo el agua con agujeritos que me han puesto y alguien sujeta mi brazo.

-¡Hola, Telmo!  -éste me da dos besos y se sienta a mi lado.

-Invítame a tomar algo, se supone que debo entretener a los clientes, tenerlos contentos y que consuman.  –suelta una suave risita.

-Lo que tú quieras.  –llamo al barman.  –Esto parece un poco desangelado.

-Es pronto aún, no ha venido tu amigo Rafael.  –mira atentamente los alrededores.

-No podía venir hoy, tenía que preparar algún trabajo, ¿te gusta ese chico?  -permanece en silencio y luego bebe de su vaso.

-¿Y qué importancia tiene? No, no me gusta, es gracioso y me hace reír. Los de mi condición estamos para dar placer, un puto no debe tener sentimientos o lo pasaría mal.

Quiere parecer irónico e intenta esconder una amargura terrible.

-Dejarte follar por el cliente que pague tus servicios, hacer lo que te pida, lo que sea y que a él le deje satisfecho para que vuelva otra vez aunque sea el mayor hijo de puta.

-Lo siento, de verdad que lamente haberte provocado a hablar.  –sujeto su mano que ha dejado el vaso sobre la barra.

-Tú no tienes la culpa de nada y también hay clientes que no miran solamente el que ellos lo pasen bien, como ese otro amigo tuyo, el poli, el madero.

-Si te estás refiriendo a Faustín no es amigo mío, es un simple conocido.  –me mira fijo y aprieta mi mano.

-Me dio la impresión de que es amigo tuyo, una vez te nombró y me pareció que siente por ti una profunda admiración. No tienes que hacerme caso, no tengo datos objetivos y el no es muy hablador. -se levanta del asiento.

-Creo que debo comenzar mi trabajo, me están haciendo señas.

-Telmo,¿ y tú?…, ¿qué tal con Faustin?  -se queda unos segundos pensativo.

-Como cliente es de los mejores, no es tierno, a cambio no me pide cosas raras y me hace disfrutar, tiene un pene prodigioso, es de los pocos que se preocupa del puto que está montando.  –una sonrisa cruda, de odioso sarcasmo ensombrece su rostro tan bello, otra vez la amargura le come por dentro. Se va a alejar y le retengo sujetándole, le atraigo para envolverle en mis brazos y besar con afecto su mejilla.

Deseo que todos sean felices, todo lo que me rodea y es imposible, unos sufren de una forma, los demás de otra manera. Cuando Evans viene donde mi, escondo mi cabeza en su pecho en el abrazo que me da.

-A ver qué es lo que te sucede ahora.  –pasa su mano por mi espalda y me da palmadas suaves.

-Nada, nada.  –creo que me van a saltar las lágrimas y me contengo.

-Venga Daniel, aquí hay que venir a divertirse, de otra forma te voy a prohibir la entrada, no has notado que tenemos un nuevo pinchadiscos, tú que tanto te gusta bailar, creía que te darías cuenta y que te gustara, es muy bueno.

Me ve decaído y se acerca a Paul que se encuentra cerca para habla con él.

-Tengo que subir, luego nos vemos, entretente y pásalo bien.  –se marcha y Paul se coloca a mi lado.

-Tengo que cumplir el mandado del jefe, vamos a bailar.  –me resisto en un principio, él insiste y tira de mi brazo arrastrándome tras él.

Al principio mi baile es obligado y guiado por sus fuertes manos que sujetan mi cintura o caderas, o abrazado a mí moviendo mucho su cuerpo para animarme. Me fuerzo a no pesar en nada y dejarme llevar por la candencia que me marca, sintiendo la sensualidad de sus manos que acarician mis costados, sus vueltas para colocarse delante de mí y mostrarme los pasos que quiere que de.

Es una máquina bailando, suda y me sonríe de vez en cuando.

-Así me gusta que te muevas, levanta un poco más tu culo, los brazos se te ven muertos. Sí, así, estás divino. –ahora hemos sincronizado y nuestros movimientos son armoniosos, me fijo en él y lo bien que se mueve provocándome para que le siga y me olvido de todo hasta que sudoroso me abraza.

-Genial, has estado increíble. -se deja llevar y sus labios buscan los míos en un beso de compañeros que disfrutan de la danza.

Evans me acompaña un trozo del trayecto hasta que él cree que me deja en lugar seguro y antes de llegar a la Grand’ Place.

-¿Lo has pasado bien?  -me aferro a su brazo para que sepa cuál es mi contestación.

**********

 

Durante la mañana me llaman de personal para que recoja la documentación de las reservas que me han hecho del viaje del domingo y quedo con André mi jefe en vernos más tarde,  para saber si tiene algún consejo que darme u orientación de lo que me puede esperar en Barcelona.

Le quita importancia toda y me pide que no me preocupe, que Joel es mi mentor, pero él es el que debe realizar el informe que le llegará al final, ¿es posible que termine perjudicándome a mí la antipatía que se tienen?

Al mediodía, antes de comer, llamo a Rafael pasa saber de sus intenciones y quedamos en vernos en la piscina.

-¿Vas a ir a nadar?  -le pregunto directamente sin saludos intermedios.

-¡Ayy!, te preocupas por mí, comienzas a quererme.  –y suelta una risa algo vulgar.

-Iré, te estaré esperando como siempre. Gracias por tenerme en tu mente y corazón. –recita con aire cirquero e histriónico.

-¡Para, para!, solamente te llamaba para decirte que voy a llegar un poco tarde, puedes comenzar sin mí, tengo que hacer alguna compra.

-Ya me parecía a mí. No soy digno de tu atención. –continua actuando y poniendo voz plañidera.

-Tengo que seguir trabajando, ¿no hacéis nada en tu facultad?

-El martes me elogiabas y hoy me denigras, ya dejo de decir tonterías, no te enfades y ya estoy en casa, terminé mis clases.

A la mañana hubo algún banco de niebla, todo fue sin importancia y ahora, a la tarde, estamos como ayer en mi viaje a la fábrica, hay algunos momentos que siento miedo cuando no puedo ver nada. Cuando salgo de hacer mis compras no ha mejorado la situación y el tráfico es un peligro.

Cuando me voy a meter en el agua le observo un momento como nada, está mejorando mucho, se nota las prácticas que hace y el tiempo que emplea, en la calle de su izquierda va el niño prodigioso, no tienen comparación y me deleito mirándole, el resto de las calles están ocupadas y me meto en la de Rafael. Cuando nos cruzamos paso debajo de él y elevo mi mano para pasarla por su pecho, ya sabe que estoy ocupando su calle, para que tenga cuidado cuando nos encontremos de frente.

-¿Cómo fue el baile ayer?  -estamos en los vestuarios cogiendo nuestras toallas y champú para irnos a las duchas.

-Me olvidé de todo, me llevó a bailar tu amigo Paul y me di cuenta de que baila muy bien.  –me azota con su toalla.

-Ese no es mi amigo, lo es tuyo.  –se que le iba a molestar mi comentario.

-Hablé con Telmo, con mi amigo Evans y baile que era lo que quería.  –se entretiene hablando con otro nadador, uno de la cuadrilla de muchachos que está ahora solo.

Cuando llegamos al estudio las luces están apagadas y no se ve a Ray por parte alguna, tengo una nota sobre la mesa para decirme que ha ido a recoger a Denís y no volverá. Tenemos que hacer dos viajes para llevar todas las cosas al estudio.

Rafael va sacando lo que he comprado mientras lo voy ordenando.

-Te gustan las flores, siempre veo el florero con ellas.

-Son cosas de Ray, me conquistó con las flores y sigue siendo así.  –me acerco y paso la yema de mis dedos por la seda de su gran pétalo blanco, tres hermosas calas o lirios de agua, aspiro su agradable perfume, ocupan toda la boca del búcaro y con su tallo tan largo temo que el peso le venza y caiga.

-¿Son hermosas verdad?, pero son de invernadero y huelen menos, no es tiempo del lirio de agua.  –Rafael se acerca por detrás, pasa sus brazos por mi pecho y apoya su barbilla en mi hombro.

-Como tú Daniel, así de hermosas son.  –sus manos se posan sobre mis pectorales y besa mi cuello, me gira hasta encontrar mis labios y los lame aplastándolos después con los suyo que están muy calientes. Ronroneo mimoso mientras acaricia sobre la chaqueta del chándal mis tetitas.

-Creía que íbamos a tomar un té o algo para poder hablar. -consigo musitar en su boca.

-Eso puede esperar pero mis deseos por ti no.  –se aprieta contra mí, nos separan las telas de nuestros slips y los chándales, pero noto el calor que me llega de su prominencia ya erguida y dura que me aplasta sobre mi abdomen.

Llevo mi mano a mi trasero y tengo que apartarlo para poder métela y sujetarle su bulto. Tiro mi cabeza para atrás y suspiro del gusto que siento al tener su pene en mi mano, el sentir su turgencia y calor a través de la tela.

Se la aprieto y la froto como puedo y el mete las manos por debajo de mi chaqueta y pellizca con suavidad mis pezones.

-Quiero mamártela, si seguimos así no voy a llegar. –me suelta y me doy la vuelta para comenzar a retirar nuestra ropa, en unos segundos estamos desnudos. De pie nos abrazamos, juntando nuestras agarrotadas vergas de donde salen ya las secreciones como muestra de lo cachondos que estamos. 

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