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Mamada al viejito

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Hola, soy Marina, una mujer casada y algo curiosa en cuestiones de sexo, y eso me ha llevado a hacer algunas cosas que otras esposas no harían; considero que no soy una mujer hermosa, ni voluptuosa, ni modelo o algo parecido, solo soy una mujer normal, una más del montón, o de las tantas que deambulan por las calles de cualquier ciudad.

Todo comenzó por la curiosidad y el morbo que sentí cuando leí un relato que me llegó a mi cuenta de correo y se trataba de una chica que narraba el placer que tuvo al ser cogida por un grupo de ancianos entre ellos su propio abuelo y empecé a pensar e imaginar que de verdad son unas personas que nadie voltea a mirar y son tratadas como estorbo, sin embargo su sabiduría y ganas de vivir la vida están ahí latentes, no tan vigorosas en sus cuerpos físicos, pero si en su imaginación y empecé a urdir mi propia historia y como me daría mis mañas de dar placer así fuera por una sola vez a un viejito o dos o tres, no lo sabía.

Comencé a mirar por los alrededores del lugar donde vivo, a las personas conocidas y maquinando cual sería mi víctima para mis deseos que me hacía calentar y humedecer, un buen día hablaba con una amiga quien cuida a una pareja de abuelitos, ambos esposos y me pidió el favor que le ayudara a buscar un reemplazo por un día ya que tenía que asistir a un juzgado para una audiencia de fijación de la cuota de alimentos para su hijo, le dije que si era muy pesado eso y averigüé todo, me ofrecí de voluntaria a hacer ese trabajo atendiendo las instrucciones de mi amiga, luego de la aceptación de los empleadores.

Llegué muy puntual a las 7 de la mañana y estaban aún en la cama, era una pareja adorable de unos 75 años en promedio, les llevé el café a la cama y les preparé el desayuno, tomaron sus medicinas y se dispusieron a ir a la ducha, la señora era un tanto más joven y se fue a la bañera sola, mientras tanto le ayudé al abuelito a escoger la ropa que se pondría ese día; cuando salió la doña me dijo que lo ayudara a bañar ya que no podía hacerlo solo, esa era una de las tareas que me entregaron, no protesté y me dijo que la otra muchacha lo ayudaba también.

Entramos a la bañera y se quitó la bata y quedó totalmente desnudo, se tapaba lo más que podía con sus manos para que no le viera un pedacito de carne flácida que tenía escondido allí, me acerqué y lo tranquilicé diciéndole – Ya he visto algunos de esos, así que no es el primero – no te preocupes, por mí no hay problema. se acomodó en una silla, empecé a echarle agua tibia con una tasa tenían para ese servicio, lo enjaboné y cuando llegué a su entrepierna, el abuelo estiró una mano y me agarró mis nalgas, yo retrocedí un poco, pero el muy morboso sólo sonrió, le hice señas, le decía que le iba a decir a su mujer, ante lo cual colocó su dedo en los labios para que me callara y volvió a cogerme una pierna, pues yo me tranquilicé, le eché algunas tasadas de agua entre su entrepierna y eso le dio valor, se levantó y me dio un abrazo y pues de sola calentura y con el fin de saber algo de mi fantasía me dejé llevar y nos besamos, le cogí su verguita, flácida y encogida, la apretaba con mi mano y el viejito me besaba mi cuello y buscaba mis tetas, me hizo un poco de presión en mi nuca, entonces supe que quería que se lo mamara, sin pensarlo me dejé llevar, empezando a propinarle una mamada que el viejo parecía disfrutar, se le fue parando lenta y gradualmente hasta que alcanzó cierta rigidez, yo le apretaba sus testículos y se los masajeaba, al rato de estar en esas sentí como el viejo se venía en mi propia boca, unas cuantas gotas de leche aguachenta, no tan espesa como la de mi marido, no la tragué y opté por escupirla en sus piernas y mezclada con mi saliva fue escurriendo por sus huesudas piernas, mientras su verga comenzó a desinflarse casi inmediatamente.

Lo terminé de bañar y salimos para que se vistiera, durante el día todo transcurrió de forma normal con mis quehaceres, no hubo reclamo de parte del viejito, mucho menos de la doña, cuando esperábamos a la hija del matrimonio para hacerse cargo de la cuidada, la doña muy seria me dijo: muchas gracias por el baño de mi viejo, sabes? hacía mucho no recibía tanta atención de parte de una muchacha, quedé perpleja y un tanto apenada, creí que se me iba a abrir el mundo y me tragaba entera, pero ella me tranquilizó cuando dijo que lo había visto todo pues habían instalado una ventana secreta detrás del espejo del baño,  para precisamente saber la forma en que eran cuidados, pero que no me preocupara que no había evidencia de nada, me fui sin hacer comentarios y hasta la fecha no he vuelto a hacer reemplazos allá, ni le he preguntado si mi amiga hace lo mismo o no en esa casa.

 

Este relato es totalmente verídico, sé que tiene errores de narrativa, pero bueno, es mi primer relato que escribo, si os gusta ruego envíen comentarios positivos o negativos a [email protected], trataré de responderlos.

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