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En un hotel...

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Hoy te contaré algo que me ocurrió hace mucho tiempo, cuando comenzaba en este mundillo. Me tendrás que perdonar este desorden, pero es que cuando me pongo a pensar en mis recuerdos, vienen de forma desordenada y es como te los cuento a ti.

No puedo situarlo exactamente en el tiempo, si fue antes o después de mis experiencias en María, pero sí que sé que fue por aquella época, cuando frecuentaba Torremolinos. En esta ocasión, ocurrió en una visita a Charleston, adonde en realidad sólo fui dos o tres veces, pero una de ellas, estando en la barra del local, después de dar un par de vueltas por la zona mixta, llena de sofás y pequeños habitáculos y comprobar que no había entrado nadie. Me situé en la barra, a la espera de que fuese un poco más avanzada la noche.

Estaba desde el principio, antes incluso de que yo entrase, una pareja madura, aunque ella tenía un aspecto algo juvenil, aun notándosele sus más de 50 años, pero bien cuidada y apetecible. El, probablemente pasaría de los 60.

No sé por qué, yo di por sentado que estarían buscando simplemente pasar el rato, charlando con el barman y quizás a la espera de contactar con algún matrimonio similar. El caso es que, siguiendo mi metodología, me senté en un taburete junto a ella y me limité a tomar mi copa mientras me interesaba por la conversación de el con el barman (ella no decía nada). Poco a poco, me fui integrando en la conversación hasta que el barman se retiró al entrar algún cliente más y yo seguí hablando con él y posteriormente con ella, desviando la conversación al terreno swinger, el intercambio y por fin los tríos. Ellos me dijeron que habían hecho algún intercambio, pero que lo que realmente les interesaba eran los tríos HMH y ya en ese punto, acordamos continuar la noche hasta llegar a algo, pero ellos sugirieron cambiar de local y nos fuimos a Kamelot entrando directamente en la zona de parejas, donde hay sofás, pista de baile y apartados con camas entre cortinas.

Nos pedimos una consumición sentados en un sofá con una mesita de centro, y ya entonces, ella se sentó junto a mi mientras que el marido se sentó frente a nosotros.

Después de un rato de conversación, la saqué a bailar a la pista semioscura, donde había otras tres o cuatro parejas. Me sorprendió que todo el mundo estaba metiéndose mano sin tapujos y me excitó ver a una de las parejas que bailaban, en la que ella estaba completamente desnuda mientras él le sobaba el trasero y los pechos. En unos sofás que rodeaban la pista de baile, estaba sentada una chica chupándosela a un chico de pie frente a ella, (bueno, lo de “chicos” es un decir, pues eran de mediana edad), más tarde, supe que ambas parejas estaban en intercambio. Toda esta atmósfera me produjo mucha excitación y nada más comenzar el baile, en realidad se convirtió en una sesión de sobe mutuo, metiendo mano incluso por debajo de las bragas para comprobar que estaba húmeda y también excitada.

Después del baile, volvimos al sofá junto al marido y entonces el propuso que nos fuésemos a su hotel, cosa que también me sorprendió porque allí teníamos camas con más o con menos reserva, pero accedí y nos fuimos en mi coche, ya que ellos no llevaban, hasta aparcar siguiendo sus indicaciones. Ya debían ser las tres de la mañana y pasamos por la recepción del hotel, aunque el recepcionista no mostró sorpresa ni hizo ningún comentario, ya debe estar acostumbrado a estas cosas.

Una vez dentro de la habitación, comprobé que era de dos camas individuales y mientras el marido se desnudó y se tumbó en una de ellas, ella se metió en el cuarto de baño. Así que yo también me desnudé y me tumbé en la otra cama hasta que salió del cuarto de baño con una especie de camisón semitransparente y sin nada debajo.

Ella sin decir nada, se tumbó en mi cama, (previamente yo me puse en un extremo dejando sitio para ella) y se quedó boca arriba mientras comenzó a sobarme el pene, todavía fláccido. Yo a mi vez, empecé a meterle las manos debajo del camisón y le sobé los pechos, apretándole suavemente los pezones erectos y bajando la mano hacia el sexo y comenzando un masaje en el clítoris tras lo que ella comenzó a dar pequeños gemidos.

Seguidamente, le levanté el camisón hasta por encima de los pechos para dejárselos al descubierto y comencé a chuparle un pezón mientras seguía masajeando con una mano el otro pecho y pellizcando el pezón. Ella mientras tanto, no dejaba de sobarme el pene que ya tenía erecto. Después de un rato en esos juegos, ella se incorporó sentada en la cama y se quitó el camisón quedándose completamente desnuda y me empujó suavemente para que me tumbase boca arriba inclinándose sobre mi sexo y empezando una felación de auténtica experta, lenta y profunda que me puso a cien. Yo tiré de una nalga de ella para que cambiase un poco de posición permitiéndome llegar a su sexo con un mano. En esa postura, yo estaba tumbado y ella inclinada perpendicular a mí de forma que con mi mano izquierda le iba introduciendo los dedos en la vagina y pellizcándole el clítoris mientras notaba como se iba lubricando cada vez más. Cuando me pareció que debía pasar un paso más adelante, le agarré una pierna para que cambiase de posición, situándola en posición del 69, con ella arriba y le abrí el sexo apartándole los pelos y descubriendo un clítoris grande y erecto como un pequeño pene que empecé a chupar aguantando la succión y dando al mismo tiempo movimientos rápidos de lengua. Ella dejó de chupar para ponerse a gritar en lo que supongo un orgasmo porque pasadas unas convulsiones, se relajó sobre mi retirándome el sexo de la boca.

Yo en ese momento miré hacia el marido, en la otra cama, que estaba observando la escena mientras se masturbaba.

Pasados unos momentos de descanso, me salí de debajo de ella, que quedó tumbada boca abajo con las piernas abiertas y poniéndome de rodillas detrás de ella, me puse el preservativo y cuando estuve listo, la agarré de las caderas tirando suavemente para que se pusiera hincada a cuatro patas, y pasándole la mano por el sexo, liberé la entrada de la vagina de pelos y la penetré al principio con suavidad y más tarde imprimiéndole ritmo a medida que ella gritaba y se corría de nuevo hasta que yo llegué al orgasmo.

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