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Contacto en Murcia

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Durante mi estancia en Murcia, conocí un pub de intercambios donde tuve varias experiencias. Tengo que decir que, aunque yo a ti te cuente las veces que de alguna forma conseguí contactar, fueron muchas las veces que, por diversas circunstancias, no fue así. Días en que no entraron parejas, o por una abundancia de chicos, o simplemente por no darse el feeling necesario.

Te cuento que, dentro del pub, como suele ser habitual en estos locales, existe una zona de libre circulación y otra restringida a parejas o a chicos acompañados de parejas. Yo en principio, me situé en la barra para tomar algo y observar el ambiente, que es lo que hago habitualmente hasta que la Relaciones Públicas del pub, me indicó que podía entrar a la zona restringida, posiblemente por indicación de alguna pareja, que a veces le piden que de paso a alguna persona en concreto que ellos han visto, o simplemente le piden que de paso a un chico cualquiera.

La zona restringida, se divide a su vez en dos zonas, una habitación amplia cubierta de sofás alrededor, donde se puede estar vestido o desnudo, y otra zona donde está el jacuzzi y una habitación llena de colchonetas donde se producen las relaciones sexuales, y con taquillas metálicas para dejar la ropa. En esta última zona es obligatorio desnudarse, y por otra parte dadas sus características, no tendría sentido ir vestido.

Yo entré directamente a la zona del jacuzzi y después de desnudarme me metí en él, donde había una pareja con un chico, y otra sola. En principio, simplemente me limité a estar sentado en un extremo, sin sugerir nada a nadie y a la espera de que alguien me hiciera una indicación.

No pasó mucho tiempo, cuando la pareja que estaba sola me dijo que me acercase y me puse a la derecha de la chica, comenzando a acariciarle los pechos con mi mano derecha mientras ponía la izquierda en el borde del jacuzzi por encima de sus hombros. Ella a su vez comenzó a juguetear con mi pene por debajo del agua mientras que yo comencé a pasarle la mano por el interior de los muslos subiendo poco a poco hasta el sexo. Tengo que decir que el jacuzzi tiene un escalón por el interior todo alrededor que sirve de asiento, por lo que los tres estábamos sentados. Ella, al notar mi mano en sus piernas, las abrió lentamente como invitándome a subir hasta arriba, dejándome el sexo abierto para que le acariciase el clítoris, lo cual hice lentamente presionando con movimientos circulares mientras que la mano izquierda sustituyó a la derecha en las caricias a los pechos. Estuve un rato alternando las caricias en el clítoris con la penetración de un dedo primero y dos después en la vagina hasta que ella me dijo que me pusiera de pie. La profundidad del jacuzzi no es mucha, de forma que, si te pones de pie, los testículos quedan unos dedos por encima del nivel del agua con lo que una vez apoyado el trasero en el borde, ella se agachó frente a mí y comenzó una felación lenta y profunda mientras me acariciaba los testículos que hizo en unos segundos que la incipiente erección, probablemente debida a los nervios; subiera al máximo, al punto de tener miedo a eyacular, para evitar lo cual tuve que hacer verdaderos esfuerzos.

Llegados a este punto, ella me dijo que nos fuésemos a la zona de colchonetas y tras secarnos, no tumbamos en una de ellas mientras el marido permanecía observando sin tomar parte en nada. Ella permanecía tumbada boca arriba mientras yo le agarraba los pechos y le chupaba los pezones y poco a poco fui bajando hasta el sexo. Con suavidad, le levanté las piernas doblando las rodillas y abriéndolas hasta que el sexo se mostró abierto y jugoso. Comencé a pasar la lengua por el pliegue entre los labios mayores y menores, en círculo alrededor de la vagina. Posteriormente, comencé a acariciar el clítoris con la lengua con movimientos rápidos y lo abracé con los labios succionando y soltando, como si estuviera mamando de una teta, a veces mantenía la succión fuertemente y lo masajeaba con la lengua. Si recuerdas una carta en la que te mencioné una chica que decía “este si sabe lo que hace”, la chica era ésta. Mientras jugaba con el clítoris y la vagina, le mantenía agarrados los pechos con las dos manos apretándole los pezones con los dedos índice y pulgar y girándoselos como si fuesen unos botones de radio. Ella no paraba de gritar y no sé si tuvo algún orgasmo, aunque la lubricación era abundante. Cuando ella estaba casi en el clímax, me quitó la cabeza de entre sus piernas y poniéndose boca abajo, se puso hincada de rodillas con la cabeza sobre las manos en la colchoneta, invitándome a que la penetrara, lo cual hice, aunque con movimientos lentos en principio para ir aumentando el ritmo progresivamente hasta alcanzar el orgasmo, después de ver que ella ya lo había alcanzado. El marido estuvo mirando la escena sin intervenir mientras se masturbaba.

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