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La del vestido negro

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Ocurre, a veces, que la monotonía, los problemas habituales y normales discusiones y un día a día tal vez demasiado uniforme y plano, exponen a una relación normal quizá no al fracaso, pero sí a miradas frías, a sentimientos algo más distantes y poca comunicación... 

Era el momento de acabar con aquello. 

Desde que la conocía sabía que era una persona a la que le encantaba el morbo y la provocación. A mí no me importaba para nada, es más, reconozco que me volví como ella en este aspecto, sino peor, y lo que más me gustaba, sabía que hiciera lo que hiciera podía confiar en ella, engañarme no figuró nunca entre sus prioridades. 

Hacía un tiempo que no salíamos de noche, antes solíamos hacerlo viernes y sábados, también algún domingo, que era todo algo más tranquilo. 

Recuerdo que una amiga suya, que trabajaba de gogó en una discoteca nos dijo que por qué no nos pasábamos por allí una noche, que el ambiente estaba muy bien, aunque sólo fuera a tomar una copa, saludarla e irnos a tomar por culo (solía hablar así), pero que por lo menos pasáramos a verla, un día cualquiera. 

Era miércoles, y la semana no había sido mala, los nervios estaban aparcados y lo demás todo muy tranquilo. Decidí que era el momento de proponerle volver a salir, viernes, o sábado, o ambos días. Sabía que le haría ilusión tras semanas de no hacerlo y, además, era verano y viviendo cerca de la costa, con la marcha que había en aquella zona e incluyendo la propuesta de su amiga, aceptaría encantada.

Salir de noche era algo que la encantaba, en ese momento ponía en práctica casi siempre sus dotes más femeninas y además descaradas. Solía vestir bastante provocativa, con escotes muy sugerentes, algunas veces incluso exagerados, minifaldas excesivamente cortas, incluso algunas veces le encantaba de camino al coche o en el mismo pasillo de casa, llamar mi atención para enseñarme que esa noche no llevaba ropa interior, aunque eso hasta ese día no había implicado enseñar nada, la encantaba provocar, pero nunca enseñar descaradamente.

En el momento de proponerle salir ese fin de semana e ir a ver su amiga como opción no obligatoria, no puso ninguna pega, simplemente adiviné un brillo especial en su mirada de a quien le han prometido uno de los mejores regalos. 

Durante los días siguientes se la podía ver probándose esto, quitándose lo otro, cambiándose lo de más allá, haciendo mil pruebas para estar a su propio gusto el sábado, cosa que me gustó, porque se la veía especialmente ilusionada en hacer algo distinto a todo lo que hacíamos últimamente, que era casi nada. 

En cuanto a atuendo yo no me atreví a decir nada, nunca lo hacía y dejaba que fuera ella la que decidiera, llegó un momento en que suspiraba por aquello o lo otro, cuanto más exagerado mejor... Creo que me llegó a gustar más que a ella misma. 

Y llegó el sábado.... 

Yo me vestí como casi siempre, bien, pero nada especial, simplemente más guapo de lo que ya soy por naturaleza. Ella me sorprendió, pero poco. Vestido negro, elástico en la parte de abajo, muy ajustado y corto, casi más que cualquier minifalda que hubiera llevado hasta ese día. Arriba el vestido era muy abierto, un enorme escote en forma de inmensa U, obviamente para llevar algo más debajo, pero no, esa noche, como todas, ella decidía lo que ponerse, y yo, especialmente esa noche, no se lo iba a impedir. 

Me había pegado completamente ese morbo a veces casi enfermo que tanto me gustaba. Tenía sin embargo una gran curiosidad por saber qué había allí debajo, bajo sus escasos ropajes, así que intenté disimular mi mirada en sus grandes pechos, casi prefería que fuera una sorpresa desvelada en el momento que ella decidiera, que enterarme en ese mismo momento. No hizo ninguna falta. Tras los pliegues de la enorme U del escote se adivinaban sus pezones, y por supuesto quise obviar la pregunta sobre su parte inferior, respuesta que me pareció saldría por sí sola en algún momento de la noche.... 

El plan, en principio, era ir a ver un rato a su amiga, saludarla, estar un rato allí con ella y después irnos a la discoteca donde íbamos habitualmente, que era donde más nos gustaba estar. Así que, sin mirar entre sus piernas una vez en el coche, cosa que hubiera desvelado automáticamente el misterio, recorrimos los escasos minutos que nos separaban de donde trabajaba su amiga.

La chica nos advirtió que su trabajo allí era obviamente bailar, pero que al no haber tarimas altas ni jaulas estúpidas ni nada similar, bailaba en mitad de la pista, que ella estaba encantada porque había bastante seguridad, y que al tiempo le resultaba por momentos bastante excitante contonearse entre tantos tíos, que estaba encantada con ese trabajo, mucho mejor para su gusto que el de camarera de hotel, que eso de hacer camas y fregar suelos no era muy idílico para sus genes, que aunque no lo pareciera ese trabajo era muy seguro y aparte la pagaban muy muy bien, sólo por bailar. Nos aceptó que era lógico pensar fácil sobre eso, sobre su trabajo, pero que ella sabía lo que había y trabajaba muy tranquila. 

Entramos en el local, la amiga estaba allí, en mitad de la pista bailando sola, ya que aún era pronto y no había casi nadie. Salió corriendo de la pista y nos achuchó, tomamos algo allí, cuatro risas, vimos el ambiente, que era algo aburrido y nos fuimos a nuestro local de siempre, donde sabíamos que habría más calor humano seguro. 

Ella era de las que solía bailar casi todo el rato, le encantaba, independientemente de que yo estuviera con ella o no, y aquella noche era impresionante verla, una fresca, una de esas que van pidiendo guerra a gritos, vale, tal vez para mentes normales sí, para mí esa noche y otras tantas, obviamente no. Me encantaba ver cómo durante un breve momento se la veía un pecho, ya sabía ella cuándo sí y cuando no, sabía cómo y cuándo hacerlo, que básicamente era cuando le daba la gana. 

Fue poco después cuando descubrí lo de su ropa interior abajo. La elasticidad del vestido hacía que tras algunos movimientos se le fuera subiendo poco a poco, y ella lógicamente se lo iba bajando, hasta que hubo un momento que vio que la miraba fijamente, se fue acercando a mí, contoneándose sin tapujos, hasta que dejó que el vestido me mostrara lo que llevaba debajo... Nada...

De vez en cuando se acercaba para estar conmigo un rato, me tocaba descaradamente y ponía mis manos en su culo, seguía moviéndose y de repente tiraba disimuladamente de ellas hacia arriba, para enseñar lo que le apeteciera, a veces menos, otras más... El vestido hacía que fuera muy fácil aquello, incluso sin la ayuda de mis manos. 

Pudimos ver muchas miradas de sorpresa, otras, casi todas femeninas, de desaprobación, y muchas otras de deseo babeante... Estas últimas me gustaban especialmente, y aquella noche, más.

Eran ya las cuatro de la madrugada, entre toqueteos, subidas provocadas y estudiadas de vestido, salidas momentáneas de pecho, y cuando se acercaba desde la pista hasta mí con la parte baja del vestido dejando ver hasta donde ella quería, intuyendo yo que los que podían verla desde atrás tenían el placer de ver ese culo a ratos casi entero, confesándome al oído que estaba "chorreando como una perra", y hablamos de que ya estaba bien por aquella noche, pero que en realidad a ninguno de los dos nos apetecía ir a casa aún, entonces mi mente maquinó una idea para ella genial esa noche, ir de nuevo donde su amiga, donde dimos por hecho que habría mucho más ambiente que cuando llegamos a saludarla. Aceptó enseguida.

El local no estaba ni mucho menos lleno, incluso había menos gente que en el que habíamos estado, pero allí estaba su amiga, quizá una cómplice de una noche tan poco habitual pero sí especialmente excitante.

Nos saludó efusivamente de nuevo, tal vez sorprendida al no esperarnos y rápidamente tiró de la del mini vestido negro hacia la pista para que bailara con ella. Yo por supuesto no puse ni medio impedimento, y me quedé en la barra, divisando el excitante panorama, supongo que los pocos que quedaban en ese local imaginaron que las dos trabajaban allí, y sino poco me importó, la verdad. 

Podía verlas perfectamente desde donde estaba, a la amiga cada vez más pegada, incitando a la del vestido negro, y ésta enseñando deliberadamente lo que le daba la gana que, por la excitación de aquella noche en especial, y porque el alcohol ayudaba a tomar decisiones aquella noche, era cada vez más exagerado. 

La amiga, al principio, en lugar de intentar calmar las feromonas de la otra, no hacía más que provocarla todavía más, tocándola a ella y a su mínimo vestido, y provocando que casi nada quedara sin mostrar. 

No tardaron en aparecer los de turno, se acercaron a ellas unos chicos que llevaban rato merodeando la pista. Cada vez quedaba menos gente y decidí no moverme de donde estaba pasara lo que pasara. Los chicos empezaron a bailar alrededor y lógicamente cada vez más cerca, y ninguna de las dos parecía sentirse incómoda ni molesta, una porque era su trabajo, y la otra porque aparentemente le daba todo igual aquella noche, así que ellos cada vez acortaban más las escasas distancias hasta que estuvieron bailando encima, con ellas. 

La del vestido negro se tapó en ese momento víctima de un pequeño ataque de sentido común, y me buscó con la mirada. Hacía ya rato que, entre el manoseo de su amiga, y que el vestido no ayudaba a tapar mucho, se le había visto absolutamente todo por momentos. Al ver que me buscaba, le hice un gesto inmediato de "medaigualtodo", y ella sabía que lo dejaba todo en sus manos, que no soy un traidor y que no habría represalias por mi parte, que ella misma vería lo que hacía, a mí me encantaba el juego de esa noche y quería ver hasta dónde era capaz de llegar. 

La amiga, que se percató de todo, se pegó del todo a ella, provocando esta vez que a la otra se le viera absolutamente todo, escasos esfuerzos o ninguno hacía la del vestido negro por taparse nada. 

La conocía muy bien, su límite en la bebida, y sabía perfectamente que aquella noche no estaba ni mucho menos borracha, no había bebido ni una tercera parte de lo que solía beber, que ya de por sí no era demasiado, así que entendí claramente que lo de ese momento no era evidentemente producto del alcohol en exclusividad, con lo que habían decidido desde hacía rato que ella pondría el límite, sin más. Como desde hacía ya unos minutos no paraba de salirse un pecho, y ahora el otro, y si me giro me veréis el culo, y si me doy la vuelta mírame abajo y no te digo más, se acercó del todo uno de los chicos y empezó a bailar con ella... 

Me miraba de nuevo como buscando mi aprobación y le hice un último gesto ya definitivo. Fue entonces cuando ella se puso a bailar también con él, con el vestido traicionando cada dos por tres su cuerpo encantado de haberse conocido, y dejando a la vista y en primera y muy cercana fila del otro todo lo que se podía ver, es decir... TODO. 

La amiga a todo esto estaba detrás de ella, supongo que intentando controlar al colega un poco, complicado, y más aún cuando la otra se giró y le hizo un gesto para que se esfumara. También la amiga me miró y acepté, "lo que tu amiga quiera", pensé, en ese momento acercándome al borde de la pista para ver todo en primera fila...

Se apartó de ellos y los dejó bailando solos un rato, aquella tanto de culo como de tetas, de frente y de espalda, dándole todo igual... No tardó en quererla abrazar el amigo y en ese momento pensé que no se dejaría tocar, al principio el chico no se pasó, pero siguiendo los movimientos de ella y viendo su temperatura, no tardó en postrar las manos en su trasero, supongo que había visto ya que desprovisto de ropa interior... 

De sobra que lo había visto... 

El tío le manoseó el culo lo que quiso, aquella hacía ya rato que había dejado de bajarse el vestido, y poco tardó en acercarse un segundo amigo del otro por la espalda, viendo que cada vez había menos gente, para hacer lo propio y más. 

Cuando me cansé de ser mero espectador, junto con los camareros que tenían la suerte de estar pendientes del espectáculo, y sin los de seguridad, a los que la amiga gogó había enviado a hacer sudokus, me acerqué a la amiga, que me recitó aún sorprendida —No sé de qué va, cuando me la he traído a la pista me ha dicho lo de la ropa interior, y aún estoy flipando, la verdad es que me ha puesto cachonda hasta a mí cuando me ha pedido que le metiera mano y que dejara de taparla, que se le viera lo que se le viera dejara al vestido en paz, que cuando le diera la gana ya se lo bajaría ella... 

Entonces me puse a bailar con ella, algo escandalizada con lo que estaba viendo, y nos fuimos acercando disimuladamente a los otros tres. La amiga gogó haciéndome señas para que me girara a ver lo que estaba pasando y yo, antes de hacerlo, le pregunté si me seguiría el juego o si se cortaría. Aceptó el juego con ojos de cabrona y me dijo —Yo ya no entiendo nada tío, a mí ya me da igual todo, viendo a ésta y cómo me ha puesto, ya me da igual... 

Me cogió del brazo e hizo que me girara mirando a su amiga con los ojos como platos... Allí seguían, el que estaba detrás manoseando a lo bestia el culo con una mano, y con la otra, sus pechos ya completamente fuera del vestido, y el que estaba delante con la mano entre sus piernas con sólo tres dedos visibles. 

Me pegué a la amiga, la manoseé y morreé, la volví loca en un minuto, mientras el otro sacaba la mano de entre las piernas de la otra enseñando a su amigo la humedad vaginal en sus dedos... 

El que estaba detrás terminó de subirle el vestido hasta más arriba de la cintura, e hizo lo propio por detrás, introduciendo uno, dos, tres dedos en su húmedo coño, mientras el de delante tocaba a lo bestia sus pechos completamente fuera del vestido desde hacía ya mucho rato y morreándola sin compasión.

La cara de la del vestido negro era de placer total, de vez en cuando me buscaba con la mirada, pero no hacía ningún gesto de querer que aquéllos parasen. El manoseo de dos desconocidos en mi presencia, el espectáculo de su cuerpo prácticamente desnudo en una pista de baile prácticamente desierta, tan sólo ocupada por ellos tres, su amiga y yo, dos dedos explorando a lo bestia su vagina deseosa de mucho más, y otro a ratos morreándola y a ratos lamiendo sus pezones vilmente no hacían esperar un fin muy cercano...

Sin embargo y como ella decidiría cuándo ponía fin a aquello, punto que sinceramente yo ya desconocía, fue cuando entendió que aquellos dos estaban a punto de pasar a mayores, y entre eso y ver la escena paralela que habíamos montado su amiga y yo, decidió que ya estaba bien por esa noche, que había traspasado con mucho los límites que ella misma hubiera podido siquiera imaginar, y acercándose a mí con el vestido tapando tan sólo su cintura, me separó de su amiga y me abrazó con fuerza.

Aquellos se marcharon milagrosamente sin molestar y más viendo todo y sin entender nada, dejé a su amiga en paz, nos fuimos tras un buen rato y varios chupitos con la amiga, ninguna pregunta, ningún reproche y para casa...

Nunca volvimos a ver a su amiga al trabajo, y nunca se repitió ni de coña una noche así. Sí la vimos fuera de la discoteca, hablamos abiertamente de lo sucedido en más de una ocasión, y todo quedó en la coincidencia de los tres en que aquello había sido una noche increíblemente excitante para recordar siempre. 

Por supuesto que el resto de la noche con ella y en privado, después de la acumulación de imágenes grabadas en las retinas y situaciones vividas, fue más que irrepetible. 

FIN

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