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38.2 El relato de María

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Cuando despierto no me puedo mover, Rafael está abrazándome por detrás como quedamos anoche, siento su fuerte erección en mis glúteos, separo su brazo de mí, no le quiero despertar, pero abre sus ojos:

—¿Tienes que marchar ya?  –vuelve a abrazarme para retenerme junto a él.

—Es mi horario, tú puedes quedarte hasta que lo desees y luego cerrar la puerta sin más, o pedirle al padre de Rayhan que la cierre. Duerme y déjame levantar.

No me atiende y también se levanta, va al baño a descargar la orina que atormenta su vejiga, yo voy detrás de él para lavarme la cara y afeitarme.

Después de desayunar un té con leche y galletas, me despido de Rafael.

El día está más triste que ayer, hay más nubes, aunque ahora no llueve. Miro a mi alrededor buscando al padre de Ray para pedirle que cierre la puerta cuando Rafael marche, como no está visible me acerco al local donde es seguro que esté.

Durante el viaje comienza a llover con fuerza, la velocidad del automóvil y el viento que hace estrellan el agua contra el parabrisas e impiden una visión clara de la carretera.

Salgo de una reunión un poco molesto por la actitud de André con el jefe del laboratorio, me dirijo sin más hacia mi despacho dejándoles en su discusión cuando suena mi móvil, sufro un estremecimiento por el horrible presentimiento que me viene a la mente.

Es Raúl el que me llama y me quedo sin aliento, esperando sus palabras que no llegan, creo que solloza y tiene la voz estrangulada, se cuáles van a ser sus palabras y la congoja me atrapa, me estruja el corazón hasta quitarme el aliento.

—Daniel, me ha pedido María que te llame.  –no es necesario que siga hablando y además no puede, soy yo el que tengo que consolarle, me levanto de la mesa ante la mirada asustada de Elie y me voy a los aseos.

**********

 

Resumen de lo que Raúl me transmite de María, relatado en primera persona.

Lo inevitable estaba aceptado por todos, habían sido unos días de horrible sufrimiento y era un esfuerzo constante el no llorar nuestro desconsuelo. Excepto Ana, toda su familia estuvimos con él esa noche, nuestro padre, los tíos y Gonzalo con sus abuelos.

Nos sonrió antes de que volvieran a dormirle definitivamente y pidieron que saliéramos, cuando nos invitaron a entrar de nuevo yacía tranquilo en la cama, como si estuviera en su sueño del que pudiera despertar en cualquier momento.

Estuvimos algunos minutos sin hablar, cogía la mano de Gonzalo que temblaba más que yo. La tía quiso cumplir con su última obligación, como madre nuestra que siempre había sido y nos pidieron que volviéramos a salir de la habitación, le iban a lavar y vestir por última vez, quedaron solos la tía y Gonzalo con un enfermero que les ayudaría.

Nos retiramos a las habitaciones que nos habían dispuesto allí mismo, en la residencia de los abuelos de Gonzalo, alguien se compadeció de mí para que después de mis lágrimas me durmiera durante unas horas.

Me bañé y fui al salón principal, la abuela de Gonzalo se levantó para acogerme entre sus brazos, estábamos toda la familia, también la mujer de mi padre y Borja que hablaba de pie con papá y el tío.

Las palabras me llegaban sin entender a veces su significado, pero estaba claro que la persona que organizaba todo en ese momento era Borja, y papá y el tío solo asentían a lo que él les decía.

Quise ver a mi hermano y la abuela de Gonzalo me llevó a otro salón, estaba muy iluminado, lleno de flores cuyo olor mareaba un poco a pesar de estar algunos de sus ventanales entreabiertos con las cortinas movidas por el viento.

Gonzalo estaba sentado en un lateral del salón, con su cabeza baja, la elevó al notar el ruido de la puerta y vino hacia mí, abrazados fuimos donde descansaba mi hermano. Le veía muy hermoso a pesar de los desastres que la enfermedad había marcado en su rostro. Lucía como un príncipe dormido y se me oprimió hasta hacerme daño el corazón, los brazos de Gonzalo evitaron que cayera al suelo.

En el programa de Borja estaban decididos, para ser cumplido en su integridad, los pasos que a partir de ese momento se seguirían. Mañana jueves nos trasladaríamos a España, papá quería que reposara en el panteón familiar. El viernes sería el funeral y el sábado ocuparía el lugar que le correspondía como uno más de nuestra familia en su lugar de descanso.

**********

 

—Lo siento Raúl, lo siento, nos veremos entonces. –tuve que consolarle sintiéndome morir por dentro, corté la comunicación y las lágrimas irrumpieron, estuve mucho tiempo llorando hasta que Elie vino a buscarme, tuve que explicarle lo que pasaba.

Cuando me serené pasé al despacho de André, aún parecía enfadado por la discusión que mantuvo en la reunión. Volví de nuevo a contar lo que tanto me dolía y su actitud cambió, su tono se volvió amable olvidando el anterior tan arisco.

—Voy a pedir dos días de vacaciones en personal para este jueves y viernes, tengo que regresar a España.  –se me queda mirando y parece violento.

—No necesitas cogerlos de tus vacaciones, vete y no hay más que hablar, además… —calla un momento mientras me mira fijamente.  –Tengo instrucciones para ti, la reunión de marzo en York comienza el lunes, tienes que estar el domingo a la noche en el hotel.

La noticia cae como un mazazo sobre mí, justo en este momento tengo que participar en nuestro encuentro que pensaba sería a mediados o finales de mes.

—Seguramente tendré la comunicación en mi coreo que aún no he podido mirar.

—Habla con personal y arregla con ellos el problema de los viajes para coordinar los vuelos que debes coger. Lamento lo de tu amigo y esta fatídica coincidencia de fechas.  –después de hablar de otros temas, sobre todo el pasar a Elie todo lo pendiente que tengo, para que ella lo lleve hasta mi vuelta.

—Si lo prefieres cuando resuelvas tus asuntos con Recursos Humanos puedes marchar si lo deseas.

En realidad, prefiero seguir en la oficina, necesito este tiempo para organizar mis cosas y recoger a la tarde las reservas de mis vuelos, en R.H. tenían ya preparada mi marcha a York para el domingo, pero partiendo de Lille y tenían que efectuar cambios que no me podrían entregar hasta la tarde.

Llamé a Nico, y claro, era su obligación y deseo acudir al funeral, habló de reservar un hotel y le rogué que no me hiciera eso, que se hospedara a la casa de mis padres donde sería bien recibido, como siempre.

—Por favor, Nicolás mis padres se sentirían mal viendo que no vas a su casa.  –mi ruego surtió su efecto, sabe lo que le quieren y él se encuentra muy bien con ellos.

—Anularé la reserva de Dunkerque y dejaremos para otra ocasión la visita, los carnavales allí son eternos, creo que duran hasta abril.  –intentaba ser intrascendente y superficial para hacer que olvidara el problema principal.

También llamé a mis padres, mi madre ya conocía la noticia y temía comunicárselo a mi padre.

Recogí toda la documentación que precisaba, reservas de vuelos y la que tenía que llevar para la semana en York. Bendita Elie que estuvo en todo, y algo que faltaba me lo enviaría por mail.

No tenía vuelo directo y debía ir hasta Charles De Gaulle en Paris para hacer mi transbordo, le comunique mi vuelo a Nico para ver si conseguía un pasaje para el mismo.

Tuve que realizar muchas llamadas y mi móvil estaba caliente por el uso tan intenso que sufría. También le entregué una nota al padre de Ray para que se la hiciera llegar a su hijo, donde le explicaba que no iba a estar la semana próxima.

Creo que tanta actividad me ayudó a sobrellevar el momento ya que me dejaba muy poco tiempo para pensar y Nico consiguió un pasaje como deseábamos.

**********

 

Había dejado mis maletas sin terminar de preparar, no tenía mucha prisa ya que mi vuelo partía a la tarde, disponía de toda la mañana para, sin prisas, terminar de ultimar el equipaje, como siempre había que llevar de todo, en U.K. no obviaban el protocolo.

Y recibí la llamada de Ray.

—Siento lo de tu amigo, me hubiera gustado estar esta noche contigo y luego pensé que igual desearías estar solo. A veces no sé cómo acertar y hacer lo correcto.  –se le notaba pesaroso.

—Has hecho lo adecuado, gracias por tu sentimiento amigo mío.

—¿Cuándo tienes que estar en el aeropuerto?  —me sentía abrumado por su interés.

—El vuelo es a la tarde, ahora estoy preparando las maletas.

—Estaré ahí para llevarte.

—¡Ray!, por favor, tienes clase, puedo arreglarme solo.

—Lo sé, pero estaré ahí, llevaré algo de comida para que comas antes del viaje.

—Puedo salir en un momento y comer algo, o hacerlo en el aeropuerto.

—No hay otra opción, llevaré algo que prepare mi madre.

Nos despedimos ya que era inútil discutir, cuando quería tenía una personalidad muy fuerte. En lugar de ser mi amigo amante, resultaba mi hermano mayor, en este caso se trataría de mi hermano menor.

Cuando me quise dar cuenta tenía a Rayhan en la puerta, entró y parecía un vendaval, muy activo me abrazó con dulzura y beso mi cara, no debía ser momento para expresiones más calurosas.

El olor de la comida preparada por su madre era para abrir el apetito a un león ahíto, ¡qué buena mujer! Algún día tenía que ir a visitarla y conocer a su familia, pero nunca me había invitado y tampoco conocía sus costumbres.

—Deja eso Daniel, lo recogeré yo cuando traiga el coche de vuela.  –no me permitió ni recoger la mesa.

—Termina de prepararte mientras llevo las maletas al coche.  –y así una orden tras otra.

La comida ha estado buenísima, aunque como todo lo que prepara su madre muy fuerte y como colofón su té tan delicioso. La lluvia, aunque suave nos ha acompañado durante toda la mañana, la he sentido incesante golpeando en los cristales.

Enseguida llegamos a Lille—Lesquin, no le permito que se quede a esperar mi vuelo y una vez que me ha dejado con las maletas fuera del coche me despido de él, tengo que usar como excusa el que tiene que recoger el estudio, todo lo que he dejado fuera de su lugar y no quiero que su padre termine odiándome, viendo como su hijo no puede ayudarle en su trabajo y abandona las clases por mí.

En Charles De Gaulle tengo que utilizar el móvil para localizar a Nicolás, he facturado mi equipaje para que vaya directamente a España y estoy libre de bultos más o menos. Su abrazo resulta íntimo y de muy profundo cariño, en todo momento su mano no abandonará mi cintura o mis hombros durante las dos horas de espera, deambulando por la terminal hasta poder embarcar.

Cuando llegamos es de noche y no le he permitido a mi madre que venga a recogernos. Nos esperan con la mesa preparada para comer algo ligero como cena. A mi padre cada vez que le veo me parece mayor, aunque no lo sea según él, la noticia de la muerte de Al sin duda le ha afectado.

—¿Preparo una habitación para Nico?  —estamos los dos solos en la cocina, Nicolás y mi padre se han quedado hablando en el salón, le está enseñando como manejar un nuevo aparato que le han instalado los de la TV por cable.

—Dormirá en mi habitación.  –se me queda mirando.  –Mamá, sigo querido a Nico, es un amigo y no sucede nada.  –viene hacia mí y me abraza.  –No os quiero ver sufrir y tengo miedo de lo que pueda suceder.

—No te preocupes lo nuestro va muy bien y sabemos el lugar que ocupamos.  –suspira con cara triste.

—Espero que la muerte de Ál, además del dolor que representa su pérdida, no venga a complicar más las cosas.  –me siento en la necesidad de transmitirle la tranquilidad que yo no tengo y creo que no resulto convincente.

—Todo aquello está ya lejos, pasó y está superado, no tienes que inquietarte.  –vuelve a suspirar otra vez.

—Os voy a deshacer las maletas, tú vete al salón para estar con ellos.  –no creo que sea buena idea lo que acaba de decir, Nicolás quiere marchar mañana con sus padres después del funeral en el que van a estar y yo lo tengo que hacer el domingo.

—Es mejor que se queden abiertas en la habitación de estudio y cogeremos lo que necesitemos, además tengo ropa aquí, igual no tengo que sacar nada.

Nos lavamos la boca y vamos a la cama, no dejo de observar que Nico conserva el slip para meterse entre las sábanas cuando a él le gusta dormir sin ropa. Yo lo hago con un pantalón corto de dormir, se queda mirando a la pared, donde colocaron la rosa de cerámica que encargaron hacer para adornar aquel hueco. En el espejo se refleja la imagen de la silueta del chico y la chica desnudos de la cabecera de la cama.

Me apoyo en mi codo para mirarle, aparenta estar serio y yo sonrío pasando mi mano por el vello de su pecho, luego inclino la cabeza para besarle muy suave el pezón de su tetilla.

—¿Apago la luz?, ¿quieres descansar?  —no desvía la mirada de la figura de cerámica y luego se vuelve hacía mí y me besa en la frente.

—Como tú quieras.  – apago la luz y paso mi brazo por encima de su abdomen, mi pierna la coloco sobre las suyas buscando su calor y el roce de sus pelos, y mis ojos se van cerrando sintiendo el olor de su cuerpo y su colonia.

Me despierto varias veces, el sueño de Nico es intranquilo y no deja de moverse. Debían de haber pasado varias horas y me despertó su aliento que quemaba mi cuello, sus labios se posaban cálidos al final de mi pelo, su mano izquierda pasada sobre mi pecho me oprimía contra él y una gran dureza se apretaba en mi trasero.

Quedé con los ojos abiertos, sentía sus dulces y tiernos besos en mi cuello y su respiración agitada, su pene pulsaba, palpitaba como si tuviera vida propia apresado por la tela, los pelos de su pecho acariciaban mi espalda y mi falo respondía al estímulo de su deseo.

Llevé mi mano hacia atrás y acaricié su verga por encima de la tela, está estaba mojada de la abundancia del pre semen que expulsaba, metí mis dedos por el borde del slip y su cabeza envuelta en su prepucio salió liberada, la envolví en mi mano y la froté con su precum, conseguí deshacerme de mi pantalón y ahora nuestras pieles estaban en contacto directo.

Se quitó el slip y pegó su cuerpo al mío, rozaba con su enorme verga mis glúteos, la tenía muy caliente y muy dura, toda ella húmeda. Su mano a veces acariciaba mi cadera, metiendo sus dedos en el hueco que formaba mi hueso con el vientre produciéndome un agradable cosquilleo, o subía por mi costado hasta mi tetilla y la acariciaba, a veces con pequeños pellizquitos que arrancaban sordos suspiros de mi pecho.

Llevé mi mano a su polla, me estremecí al cogerla entre mis dedos, fui deslizando el pellejo de su prepucio liberando del todo su glande y deslicé mi mano hasta su base para enredar sus pelos en mis dedos y pasarlos por su arrugado escroto, donde sus testículos se mantenían prisioneros, tan gordos y pesados, envueltos en la seda recia de sus vellos.

Elevé mi pierna y él aprovechó para meter su verga entre mis muslos, pegando a lo largo del perineo, golpeando su mojado glande con mis testículos que apartaba a su paso.

Comenzó a follar mis muslos, yo movía mis caderas para permitir que a veces su falo rozara mi ano en su camino y otras le permitía entrar hasta poder sujetar su verga por delante de mi dónde sobresalía, como si yo fuera poseedor de dos pollas una debajo de la otra.

Me tenía muy excitado con deseos de que me follara el culo, de que se me metiera dentro, de que me regalara esa barra de carne que parecía hierro fundido y maleable, de sentirme roto y poseído.

—Fóllame Nicolás, métela en mi culo, por favor, dámela ya.  – me era costoso el hablar por mis suspiros y deseos incontrolados que dominaban mi cuerpo y mi mente.

Continuó jugando, con su verga, pero ya no era suave, la metía con mucha fuerza y la deslizaba por mi periné y mis muslos como si estuviera metiéndola por mi ano.

Humedecí mis dedos y los llevé hasta mi entrada, la desfloré con ellos y los dejé dentro, sus golpes de cadera forzaban mi mano a entrar en mí y parecía que me estaba follando con mis dedos.

—Por favor, por favor Nico métela.  —ya suplicaba y lloraba por tenerle dentro de mí.

Ahora atendió mi ruego, levantó con fuerza mi pierna dejando expedito el camino a mi entrada, necesitó de mi ayuda para que llevara su verga hasta mi ano y la embocara, tiré mi culo hacia atrás y me arrancó un grito cuando su glande entró y quedó aprisionado por los anillos de mi ano.

Mi mano sostenía su verga mientras me iba penetrando, se iba deslizando en ella hasta que hizo tope con los vellos de su base, la retire para que pudiera entrar y tomar posesión de mi recto. Quedé empalado y nuestros cuerpos eran uno, unidos en ese momento de deleite pleno.

Comenzó a entrar y salir de mí muy despacio, notando como la corona de su glande rozaba las paredes de mi recto y llevándome hasta el cielo. Los vellos de su pecho se pegaban a mi por el sudor que emanábamos, luego sus entradas se hicieron muy fuertes, se debió de cansar de la postura y giró mi cuerpo, enterré mi polla en las sábanas y cubrió mi cuerpo con el suyo, estaba encima de mi entrando y saliendo con fuerza, dominado por su peso suspiraba y veía como apretaba mi verga contra el colchón en sus entradas profundas. A veces se dejaba caer sobre mí para recuperar la respiración y volvía a sus ataques.

Tiro de mis caderas para colocarme de rodillas, con mis manos sobre el colchón y las piernas abiertas para él, lo agradecí porque liberaba mi polla que me dolía de frotarla contra la sábana. Sus testículos habían perdido la dureza de la bolsa y ahora colgaban libres golpeando en los míos con fuerza.

Me sentía muy feliz y veía la posición muy erótica, cuando se apoyaba con el pecho en mi espalda y empujaba sus caderas como si fuera un toro cubriendo a su hembra, deseando cumplir con la naturaleza que le mandaba fecundarla para que la vida siguiera.

Era un momento sublime, sentir sus fuertes, aunque finas manos sujetar mi cintura y caderas, tirando hacía él para entrar y empujando para sacar su polla.

Sin palabras y sin retirarse me dio la vuelta, mis piernas parecían un molinete para adaptar mi cuerpo a sus deseos y posicionarme según su capricho le pedía, y ahora le tenía de frente, con mis piernas recogidas, entrando tan profundo que me causaba un dolor que toleraba y no me importaba sentir. Si él disfrutaba así de mí, estaba bien, yo también lo gozaba.

Notaba como a veces se agarrotaba como si fuera a verter su simiente y entonces paraba un momento para venir a besar mi boca y luego continuaba, me tenía loco y quería correrme, mis pies se retorcían hasta parecer que se me iban a romper los tendones.

Sin avisar comenzó a ponerse rígido, estático y me penetró soltando su primer chorro de esperma, entraba y salía entre espasmos secos y cada vez que se metía expelía un nuevo reguero de su semen que mi vientre recogía.

Me hubiera encantado ver su rostro en ese momento sublime de mi fecundación, quise acompañarle en sus últimos momentos y acaricié el frenillo de mi glande con saliva, no hizo falta más estímulo para que me contrajera en una angustia que me mataba, hasta que pude expulsar mi primer trallazo de leche que sentí caer en mi cuello, mi orgasmo me llevó a un éxtasis insoportable y que al vaciarme pude ir calmando.

Abracé su cintura con mis piernas y le apreté contra mí, mis manos acariciaban el vello de su baja espalda, donde comienzan a nacer sus hermosas nalgas y reía loco de alegría besando su cuello y lamiendo su oreja.

—¡Gracias!, Daniel.

—¡Calla!, ¡calla!  —y volvía a besarle, ahora en la boca para que guardara silencio.

Quería disfrutar de sentirme lleno de él, de su verga que la sentía en mi estómago atravesando mi cuerpo y su simiente fecundando mi vientre. Pleno de sentimientos hermosos hacia él, le quería y era el hombre que me lo había enseñado todo.

—Eres tan generoso y te entregas de una forma tan total.

—¡Cállate ya!, no digas eso.

Lo decía él que era tan bueno, que me entregaba su amor sin ser correspondido, con una generosidad sin límites, cuidando siempre de mí sin esperar nada a cambio, con una entrega total que me agobiaba a veces.

 

Merecía ser amado como nadie, —(Nicolás deseo amarte y no puedo, convertir mi inmenso cariño en amor, desearía que fuera así, que de mis labios pudiera salir esa mágica palabra. Le quiero, pero él merece ser amado—).

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