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Diana, la borracha

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Anoche me encontraba en un bar departiendo con unos amigos, estábamos bebiendo unos tragos mientras charlábamos acerca de música, mujeres y algunos chistes. A decir verdad, esperaba que esa noche fuese como todas las noches… aburrida, llena de licor para después terminar pagando a una ramera para que pase la noche conmigo, dos relaciones, dormir y al otro día marcharme a casa solo sin siquiera despedirme de ella.

Resignado a mi suerte, decidí que esa noche sería como las demás, ya había escogido a una mujerzuela en un lugar llamado “Eclipse Total” un prostíbulo muy conocido en el sector. En ese momento llegó ella, Diana, mujer bajita, un poco caderona, enorme culo y grandes tetas, estaba tan ebria que el dueño casi no la deja entrar, pero aun así le cedió un asiento en la barra y se sentó dejando entre ver su exagerado, pero excitante escote.

Diana estaba tan borracha que no sabía de quien era vecina mientras tanto el dueño sacó su móvil y empezó a sacarle fotos a sus tetas, los demás nos reíamos porque hacia movimientos muy graciosos como acariciarse las tetas frente a todos y apretarlas de manera muy sexy, eso me excitó mucho y como yo estaba a su lado pues no podía perderme de nada de la faena.

Poco tiempo después Diana quería ir al baño, pero no podía permanecer de pie, así que el dueño me pidió el favor que la llevara hasta la puerta, eso hice, y en el camino no hacía más que manosearla por todas partes además de acariciar esas grandes tetas, estaba deliciosa y al salir del baño la besé y aunque se enojó un poco no le disgustó del todo.

Bebimos como locos mientras veíamos a Diana hacer el ridículo, mientras tanto tocaba mi pierna y yo movía su mano hasta mi pene para luego cerrarla y provocarme una erección de la madona, nos besábamos y destapaba su escote para que el dueño pudiera obtener unas excelentes fotos las cuales serían posteriormente publicadas en el sitio Web del bar.

Pasaron las horas y Diana estaba realmente perdida de la borrachera, ya se había caído de la silla dos veces, afortunadamente no se hizo daño, por lo que le dueño decidió que era mejor que se fuera a su casa. En vez de pedirle un taxi me dijo que la acompañara a la avenida principal a tomar uno, menos mal no quedaba muy lejos y la llevé casi cargada, íbamos por la acera y yo la veía que estaba ya muy beoda por lo que se me ocurrió llevarla más bien a otro sitio.

El área de moteles no quedaba muy lejos por lo que tomé a Diana y la llevé sin ella saber a dónde íbamos, entramos a uno que ya conocía donde iba con mis putas, pagué la habitación y la acosté en la cama, le quité los zapatos, la chaqueta, la blusa, el sostén y estando boca arriba comencé a acariciar esas grandes y hermosas tetas, hacia un poco de frio por lo que al rato sus pezones se elevaron majestuosos hacia el infinito y más allá, no aguanté más la tentación y empecé a chuparlos, los chupaba como si no hubiera un mañana, ella mientras tanto, entre dormida, gemía tratando de evitar a su vez que siguiera succionando sus senos cada vez con más fuerza. Por ultimo le quité los pantalones y las bragas, lamer su depilado coño fue la experiencia más maravillosa de toda mi vida, sabia a gloria, estaba delicioso, ella gemía de placer mientras su vagina se lubricaba cada vez más, a veces se despertaba para decir “No, para, basta…” pero aun así gemía como una perra en celo hasta que le provoqué un orgasmo mojando todo mi rostro.

Ya era hora de la acción, su rostro entre sueños y despierta me decía que ya era hora de la faena. Levanté sus piernas, las coloqué sobre mis hombros y de un solo empujón se lo metí hasta el fondo, Diana emitió un grito de placer que me excito tanto que casi me hace venir, se lo metía y sacaba mientras sus manos se posesionaban de sus senos al unísono grito de “Más, mas, mas…” mientras mi pene disfrutaba dentro de su vagina húmeda y caliente mientras un susurro salía de sus labios “Adentro… adentro… ahhh”, no me aguaté más y eyacule cumpliendo así su deseo y como no me puse condón, mi semen le salía de a poquitos por entre sus labios vaginales.

Yo sudaba como loco y el rostro de Diana dejaba ver pequeñas gotitas de sudor en su labio superior acompañada de una tímida sonrisa de satisfacción mientras me decía “Me violaste, me hiciste el amor sin pedirme permiso, eres un violador…) hasta que se quedó dormida un rato. Mientras tanto yo aproveché para revisar su bolso y ve que traía (una cartera con dinero, el cual tomé, un teléfono móvil, cosméticos).

A la mañana siguiente me levanté, ella se despertó sin recordar nada de lo ocurrido, salimos del motel, nos despedimos sin siquiera intercambiar números telefónicos.

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