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El Taxi

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Hola a todos, mi nombre es Claudia Morales, tengo 19 y vivo sola en un departamento en el centro. Trabajo como camarera en un Café Bar llamado “Las Torres” que queda al norte.

Una noche después de salir del trabajo, subí a la calle principal para tomar el autobús que me dejaría cerca de casa, era día de pago por lo que decidí más bien ir y beber unas cervezas en un bar de rock cercano propiedad de una buena amiga mía. Como a eso de las 3 de la mañana, pensé que ya era hora de irme a casa. A esa hora ya no pasaba el autobús así que me tocó tomar un taxi.

Salí al frente del bar que queda en toda la principal y paré uno que venía desocupado, el conductor era un hombre joven que me inspiró un poco de desconfianza, pero ni modos, tenía que llegar a mi casa de algún modo u otro.

Le dije que tomara la principal hacia el sur para llegar al centro y dar vuelta en la 24 para llegar a la Avenida Caracas, él dijo que no había problema y continuamos. Acto seguido puso los seguros de emergencia en todas las puertas y bajó por donde le dije, pero siguió derecho hasta la Calle 13 y continuó hacia el occidente de la ciudad.

Yo le dije que a donde me llevaba, estaba aterrada, me estaban secuestrando y como el taxi tenia vidrio de seguridad no podía hacer más que golpearlo, no se detenía, a esa hora no hay nada de tráfico, estaba llorando y no hacía sino gritar, pero me cansé de hacerlo y me resigné a mi suerte.

Poco después, en un paraje desconocido el taxista se detuvo, bajó los seguros y se cambió para el asiento de atrás mientras otro hombre subía por el otro lado. Pronto ambos empezaron a manosearme mientras yo trataba de gritar, pero no podía, estaba horrorizada, luego el otro tipo empezó a quitarme la blusa mientras el taxista me besaba y tocaba mi vagina por encima del jean. En un instante estaba con mis pechos al aire, mis pezones totalmente duros y lubricando como una perra maldita.

El taxista chupaba uno de mis senos mientras el otro hacia lo mismo, ya no tenía jeans, ni cachetero, estaba desnuda, gemía como una  quinceañera imbécil ya resignada a su suerte, esa noche ya casi de madrugada, estaba viviendo una experiencia que muchas mujeres han vivido pero que no han sabido disfrutar, una violación es tener sexo de repente con un hombre que nada que ver, no lo conoces, no sabes quién es, donde vive, que hace en el día, solo quiere tener sexo contigo a la fuerza, esta excitado porque sabe que tiene el control en esa situación, en ese caso lo único que hice fue relajarme y disfrutar.

De un momento a otro me encontraba mamándoselo al taxista mientras el otro tipo me lamía la vagina, lo hacía tan bien, estaba súper mojada, y luego se cambiaron los lugares, el otro tipo me metió su súper verga en la boca y el taxista acomodaba la suya en mi vaginita para luego penetrarme con fuerza y ganas.

Los dos me penetraban por mis dos orificios inferiores, me clavaban y yo no podía hacer nada más que esperar a que todo terminara, en cierta forma, pero mientras ellos disfrutaban de violarme a voluntad, yo pensaba en que tal vez esta sería la única experiencia de este tipo que tendría en mi vida, así que decidí más bien hacerme a la idea y disfrutarla.

Pronto los dos se vinieron al tiempo mientras yo llegaba a un delicioso orgasmo, se vistieron, el taxi arrancó y me dejaron a seis manzanas de mi casa. Desde ese momento, por lo general los viernes, siempre salgo y espero un taxi, siempre…

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