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La Profesora Liliana

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El 7 de septiembre de 1993 será un año para recordar porque resulta que fue el año en que ocurrieron los hechos que sucumbieron durante lo que sería la noche en la que tendría mi primera relación sexual.

Por esas épocas andaba como por 5 año de secundaria y, con tan solo 18 años, me encontraba supremamente preocupado ya que aún seguía siendo un hombre virgen, para esas fechas mis amigos de colegio ya se habían cogido a cuanta nena había del curso y de otros inferiores (y superiores) y yo todavía nada de nada.

Admito que para esas fechas era una persona tímida, tenía amigos, pero no es lo mismo, evitaba tener amigas mujeres porque me gustaban y eso de que eres amigo y luego quieres algo era para problemas, entonces mejor no…

Tenía un amigo que conocí en primer año de secundaria de nombre J.P., este individuo tenía 3 hermanas, todas más feas que un susto en ayunas. La mayor, de nombre Liliana, era nuestra profesora de Filosofía, yo ya la conocía de hacía tiempo y pues me caía bien, íbamos a su casa y jugábamos videojuegos con una consola NES que tenían (en esa época eso era lo más HI-fi).

Durante un recreo nos reunimos varios amigos y la “Profe” como llamábamos a Liliana, así como de manera clandestina, y planeamos una fiesta en casa de J.P. para el viernes en la noche. Pues cada uno puso una mini cuota y con eso compramos una canasta de cerveza y dos botellas de aguardiente. Llegó el dichoso viernes y todos nos congregamos en el departamento de J.P. que quedaba en el último piso de un edificio relativamente cerca al barrio donde vivo. Eran como las 7 PM y empezamos con las cervezas y el aguardiente, beba Genoveva como locos y fume como putas encarceladas, pues fue pasando la noche, el trago, la fiesta, el baile, Liliana y yo muy juntitos bailábamos casi todas las fiestas y cuando yo quería bailar con otra chica pues ella entraba en acción y no me dejaba, pero si otro amigo quería bailar con ella pues, hágale mijito porque quiero descansar. Estaba muy a gusto hablando con una amiga del mismo salón donde estaba yo, ella es lesbiana pero nadie sabía, una vez la vi en el baño de las mujeres besuqueándose con otra chica de un curso superior y no más desde la puerta uno se daba cuenta, ella me vio y dijo que haría lo que fuera con tal que yo le guardara el secreto, por eso la invité y de una vez tenía pensado cobrarme la cuentita aquella, pero no podía… Liliana no me dejaba solo ni un segundo, pero en un descuido tomé a Mabel (la lesbiana) y me la llevé para la cocina, y le dije: “Bueno nena, vengo por lo mío, págame lo que me debes”, ella me miraba de manera lasciva y me decía: “Yo no te debo nada, o acaso pretendes abusar de mi aquí en esta cocina”, a eso yo respondí: “Pues no más quiero que me dejes verte las tetas que si las traes bien buenas” tenía mi tranca a mil y Mabel quería algo conmigo también, me dijo: “Te las dejo ver pero con una condición… que tú me dejes ver tu cosa”, no lo podía creer, nos reíamos como si la cosa fuera de broma pero la verdad es que estábamos súper excitados: “Ta bueno, tú te la subes y yo me la bajo…”, dicho y hecho, Mabel subió su blusa junto con su sostén y yo bajé mi pantalón dejando ver mi ya demasiado pronunciada y brotada erección, la besé en la boca mientras manoseaba sus tetas y ella tomó mi verga con sus manos y empezó a masturbarme. Empecé a bajar y a besar su cuello mientras le quitaba la blusa y el sostén, Mabel gemía de placer como loca: “Lo haces muy bien, nunca había estado con un hombre, eres un profesional... ahhh… ahhh”, ese comentario casi me paraliza ya que, al parecer, Mabel no sabía que yo era virgen y que sería mi primera vez, pero no importaba, yo mamaba sus tetas como un loco desaforado mientras ella desapuntaba su pantalón, saca un condón y procede a mamar mi verga con muchas ganas antes de ponérmelo.

 “Ahora quiero que me la metas hasta la garganta, estoy muy excitada, tú me pusiste así, quiero que me hagas venir un millón de veces o si no… le diré a toda la clase que eres un fraude en la cama…” a lo que tuve que responder: “Y que esperamos…”. La puse contra la lavadora y se lo metí todo de en un solo movimiento lo que desprendió un grito de placer acompañado de un orgasmo, afuera la fiesta estaba en todo su furor, todo era la locura, se lo metía tal y como ella me lo pedía, ella gritaba y yo también, bajé hacia su vaginita un poco peludita pero rica y empecé a chupar como un ternero hambriento, su clítoris se alargaba y ponía duro, en ese momento ella empezó a decirme lo que tenía que hacer, como quien dice “me dio unas clasecitas” y yo muy humildemente las acepté ya que este arte del cunnilingus es dominio absoluto de las lesbianas experimentadas, ubicaba mi cabeza de muchas formas y le señalaba los puntos de placer máximo en la vagina y el ano, obedecí como buen estudiante que soy y le arranqué otro orgasmo acompañado de todo su amor el cual me bebí con todo el placer del mundo.

Volví a metérselo para seguir, mientras tanto ella me dijo: “Cuando te vayas a venir me avisas…okiss?”, asentí con la cabeza, seguí y al ratito no más le dije: “Me vengo, ahhhh, ahhh, ya ya…”, Mabel me empujó hacia atrás, me quitó el condón y empezó a mamármelo mientras lo masturbaba, mientras yo empujaba su cabeza contra mi hasta que me hizo venir, me vine todo en su boca y a medida que me salía ella lo trabaja, lo tragó todo, hasta la última gota, lo saco un momento y me dijo: “Mmmmm, tenía que probar a que sabe el semen, al menos una vez…” volvió a lo suyo cuando de repente abrieron la puerta de la cocina, era Liliana y nos sorprendió desnudos, por eso hay que tener precaución al cerrar la puerta cerciorarse que tiene llave. Estaba realmente furiosa, entró y cerró la puerta para que nadie nos viera: “Ando buscándote por todos lados, se me ocurrió venir a la cocina y que encuentro… a ti culeándote a esta lesbiana de mierda”, Mabel saltó a responder, pero Liliana la calló con un grito: “Tú te callas, puta, y te vas de mi casa no sé quién te invitó a venir, y tú ven conmigo, debemos hablar…”

Terminamos de vestirnos y fuimos a su habitación en el segundo piso, Mabel se fue, Liliana cerró la puerta con violencia, me empujó hacia su cama, saltó sobre mí y preguntó: “ Que estabas haciendo con esa puta lesbiana de mierda en la cocina de mi casa…” la mire con cierto sarcasmo y le dije: “Adivina… me la estaba culpando, o acaso no era lo que viste cuando entraste, además porque me haces preguntas, yo no te debo ninguna explicación de nada a ti, me voy a mi casa…”, ella seguía sobre mí y yo no podía moverme, en ese instante J.P. entró a la habitación y nos sorprendió…: “Hey, que pasa aquí…”, yo le contesté: “Nada… bueno, tu hermana quiere violarme y por su mirada creo que es mejor que nos dejes solos…”, pensé que en ese momento J.P. reaccionaria y me diría que me largara de su casa pero solo contestó: “Bueno, pero usen protección…”, se fue y detrás de él cerró la puerta de nuevo con llave, aun no me explico como hizo para abrir la puerta si ya estaba con llave, un misterio que nunca sabré.

Cerró la puerta y Liliana que me planta un besó de padre y señor mío: “Sabes a esa puta todavía…”, decía mientras se quitaba la camisa que llevaba puesta y dejaba ver sus exuberantes senos ya que no llevaba nada por debajo, me quitó la camiseta, bajó mis pantalones y empezó a mamarlo como una desesperada: “¡Todavía sabes a esa puta lesbiana, maldito!!!...” gritaba a cada momento, chupaba pero en vez de escupir tragaba, me provocó una gran erección de nuevo, se quitó su Jean dejando ver su coño depilado, de nuevo se montó sobre mí e introdujo mi pene en su vagina, subía y bajaba mientras gemía: “Tanto tiempo esperando este momento para ver esto, para verte culpando con esa lesbiana, pero si es una lesbiana!!!, maldición, me gustaste desde el primer momento en que te vi cuando eras apenas un niño, fantaseaba contigo en las noches, sabia acerca de tu virginidad porque J.P. me lo dijo, yo quería ser la primera en tu vida, ser la primera porque te amo, te amo…”, gemía, sollozaba, lo hacía con violencia, sentía en ese momento como si estuvieran violándome, la verdad fue algo extraño, la diferencia entre los momentos, con Mabel todo era ternura y besos, hasta amor pudo haber en ese instante tan delicioso, pero ahora me sentía como un ramero, le di la vuelta para quedar arriba y puse en práctica lo aprendido en la cocina, ni siquiera toqué sus tetas, solo lamí su vagina como me había enseñado Mabel, Liliana tomó mi cabeza y la hundió entre sus labios vaginales mientras la hacía venir, después de eso simplemente quedó tendida sobre su cama mientras yo me vestía: “Eres una debilucha, mírate no más, solo uno y ya estas agotada, con Mabel íbamos a hacerlo de nuevo cuando llegaste, tanta violencia para demostrar que no eres nada…”, abrí la puerta y salí de ahí sintiéndome súper mal, Liliana quedó ahí tendida llorando, avergonzada, abajo la fiesta estaba casi por terminar, las parejitas ya se habían organizado y concretando lo que yo ya había hecho, y dos veces.

En la puerta del edificio estaba Mabel que había regresado: “Ya hablaron?, como te fue…”, le dije: “Vámonos de aquí, esta fiesta ya me fastidió la noche…”. Invité a Mabel a mi casa, porque sabía que no habría nadie en ella, y en el camino le conté lo que ocurrió y lo mal que me sentía por ello, me dijo: “No hay problema, ya nuestra deuda quedó saldada, ahora déjame hacer que olvides ese incidente, este… espero que no te importe si invitamos a mi amiga, ¿eh??”

Sácatelas babuchas… lo que siguió esa noche mejor dejémoslo así… tal vez después me anime a relatarlo… algún día…

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