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La amiga golfa de mi vecina tan zorra

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Después de haber follado lujuriosa y lascivamente a la zorra depravada de mi vecina Mayka, me llamó por teléfono. Me contó que fue a visitar a su amiga Isabel, que se acababa de divorciar de su tercer marido porque estaba harta de él y se había tirado la muy golfa, a todos sus compañeros de oficina, incluido el jefe. Ella le contó a la muy fulana de su amiga como nos lo habíamos montado y ya que se lo había contado todo con pelos y señales, quería follar conmigo en casa de mi vecina. Me dijo que se llamaba Isabel y que era morena y sensualmente morbosa con una buena delantera y un glotón culo que invitaba a petarlo y entaponarlo a base de bien y que saldría contento después de haberla follado. Me dijo que me pusiera un tanga, ya que era una ramera lasciva del carajo y que los hombres así la ponen muy cachonda.

Acababa de salir de la ducha pues me disponía a tumbarme relajadamente pues acababa de venir del gimnasio y me había dado una buena paliza, me afeité y estaba con la toalla atada a la cintura cuando me disponía a secarme todo y llamaron a la puerta, era mi vecina Mayka.

— Hola tesoro, quiero presentarte a mi amiga Isabel, sé que te gustará y pasarás un buen rato con ella — me dijo

— Anda y ponte ese tanga que a mí me vuelve loca que a buen seguro a ella también — finalizó. Me vestí con la camisa que tanto me marcaba el torso, el tanga sexy, los vaqueros que marcaban mi sexo, y finalmente los zapatos negros y me fui a la puerta de enfrente que era donde estaban estas dos zorras libidinosas.

Estaba nervioso por conocer y follarme a la amiga de mi vecina que no sabía si le gustaría. Llamé y el sonido del timbré cortó de golpe todos mis nervios y me empecé a relajar. Vino a abrirme Mayka.

—Pasa, cariño pasa, ven a conocer a mi amiga Isabel.

Nos dimos dos castos besos en la mejilla y me presenté:

— Me llamo Ricardo, quiero conocerte íntimamente.

Isabel era una mujer madura de unos 45 años con unas buenas tetas, un culo algo gordo y con una cara de golfa que me encendió. Mi amiga Mayka no mentía, pues destilaba sensualidad, morbo, lujuria y vicio. Llevaba un caro vestido muy ceñido que parecía que le iba a estallar, con una falda casi hasta media pierna y mostraba unos pitones que destilaba lujuria. Isabel tenía el pelo negro azabache, unos ojos negros que destilaban fuego, unas pestañas y cejas que me ponían cachondo. Todo rematado por unos zapatos de tacón de aguja que alzaban su culo y tetas y me ponían nervioso.

Mayka fue a por unos whiskies y mientras tanto Isabel y yo empezamos a charlar.

—Así que se acaba de quedar Ud. divorciada, seguro que pretendientes no le van a faltar — le dije yo.

—Así es —repuso ella —pero ahora no me quiero atar a nadie y quiero disfrutar de la vida y de las compañías masculinas y por eso estoy aquí —terminó.

En eso llegó Mayka con los whiskies y nos cruzamos unas miradas de fuego, porque ambos sabíamos lo que pasaría. Ellas se pusieron a hablar de sus cosas y yo las miraba a ambas e Isabel no me quitaba ojo la muy puerca porque había venido a follar conmigo.

—Bueno, os dejo que me tengo que ir a unos recados — dijo Mayka.

—vale, ven cuando termines que aquí estaremos esperando.

Mayka se fue no sin antes darme un morreo que encendió a su amiga Isabel, a ella también se lo dio igualmente y me puse todavía más cachondo. Mayka cogió sus cosas y se marchó a la calle.

Cuando ya se fue, la muy puta de Isabel se sentó en mis rodillas y me empezó a hablar como si fuese una fulana.

—Hola muñeco, me ha hablado la guarra de mi amiga Mayka y quiero tener con urgencia lúbrica todo tu salvaje machismo dentro de mi cuerpo.

— Así es golfa mía, quiero follarte, petarte y taladrarte para finalmente hacerte un soberbio traje de lefa y hacer de ti una zorra libidinosa más zorra que tu amiga Mayka —le dije yo.

—Así es, la ramera de mi amiga, me contó cómo eres con ella y quiero probarte yo también, cabrón —Me dijo ella.

Me llevó a la habitación de Mayka y se empezó a desnudar, lo hacía lenta y libidinosamente para darme más morbo. Se quedó con toda la lencería puesta para que yo la mirara como una zorra en celo. Llevaba un corsé, un sostén, un tanga que resaltaba sus nalgas, y unas medías muy ajustadas y los zapatos de tacón de aguja, todo el conjunto en negro. Ella me pegó un morreo que me dejó exhausto y me la puso dura de golpe. Me desnudó lenta y lascivamente hasta que vio mi tanga y me lo empezó a lamer. Me empujó sobre la cama y ella a continuación se dirigió felinamente ante mí y empezó a ronronear de lujuria, morbo y vicio. Yo me abrí de patas y ella empezó a lamer y lamer mi tanga y yo creí estar en un paroxismo sexual, en el 7º cielo.

Mi polla empezaba a ponerse dura de tanto lento lametazo y yo gruñía de lujuria. Me pidió que me pusiera a cuatro patas y comenzó a lamer mi ojete y eso hizo que me pusiera más y más cachondo, no le importaba lamer la tirilla del tanga, pues eso le daba un punto más morboso y eso me hacía aparecer como si fuese su propio actor porno, su macho privado. Yo resollaba, soplaba, bufaba y jadeaba y eso me gustaba y me apretaba los huevos con sus manos y lamía y lamía sin parar mi oquedad anal. Mi paroxismo sexual aumentaba y parecía que me bullía la lefa en mis cojones y mi rabo se ponía más duro si cabe. Me quitó lateralmente el sexy tanga que llevaba y se le acercó a sus narices a olerlo y todavía llevaba impregnado los olores de mi postrer polvo con la zorra de su amiga Mayka. Aprovechando que estaba impregnado de su saliva mi ojete, cogió su dedo medio y con él me empezó a follar el ojete. Yo jadeaba, gemía, gamitaba y berreaba como un semental en celo y mi rabo se puso todavía más curvo y duro.

Me volví a tumbar y ella se desnudó casi por completo, dejándose los zapatos de tacón de aguja y sus lascivas medías negras de zorrón. Se sentó sobre mi rabo ya muy muy enhiesto y yo la agarré sus magníficas tetazas de zorrona, profería unos lascivos insultos sexuales que parecía que estuviese follando a una cerda de sucio puticlub de carretera y eso me ponía más y más cachondo. Después de esta viciosa sesión de montada sexual, se retiró la muy guarra se metió todo mi enhiesto cipote en su sensual bocaza de fulana y de ella salía toda la saliva caliente, pues ya estaba más cachonda y con furor uterino y no podía de tanta lubricidad a la que estábamos sometidos. Yo moría de placer de esta salvaje mamada y ella seguía y seguía y me mordía los cojones, pues sabía que eso me ponía sicalíptico y muy desenfrenado y yo parecía una lasciva máquina sexual de resollar, soplar, bufar y jadear y creía morir de puta lujuria. Ya paró de tanto trabajarme y ahora quería que yo la taladrara por donde a mí me apeteciese.

Se puso a cuatro patas, la agarré de las nalgas y comencé a comerla su ojete y la muy cerda no paraba de gemir, jadear, bufar, resoplar y resollar y estaba en un paroxismo sexual pues tenía los ojos en blanco de puro deleite carnal. Me insultaba nuevamente y soltaba por esa repugnante bocaza de golfa depravada los más impúdicos insultos que a ninguna mujer en celo la había oído y eso me puso más salido. Ella seguía y seguía profiriendo insultos sexuales con un fuerte lenguaje de zorra de burdel barato, yo le así con fuerza mis manos a sus gordas nalgas y con el rabo más duro que una piedra, le di un fuerte envite y de un sordo golpe le clavé mi cioptón en todo su hirviente coñargón de zorra. Sintió como le clavé todo mi rabo, pero la muy puerca seguía chillando como si mataran a una cerda.

La saqué mi duro carajo y se la clavé toda en el ojete, ya que mientras la horadaba el coño la iba dilatando lenta y lascivamente su ojete. Se la fui metiendo poco a poco y me decía que la hacía sentirse una buscona barata y eso me ponía más y más cachondo. Nos mirábamos follar en el espejo de la guarra de Mayka y pensábamos que nos diría si nos viese así. La daba sin parar mil empellones dentro de su ojete, hasta que se lo saqué y mientras lo hacía, Isabel berreaba como una cerda en celo. Después de este soberbio enculamiento a la que la sometí, la muy marrana se volvió a meter todo mi carajo en su lasciva bocaza. Me la volvió a comer con golosona fruición sexual y yo no paraba de gemir, jadear, bufar, resoplar y resollar. Me apretó con fuerza los cojones y me los mordía porque me ponía más cachondo, me hacía daño, pero no me importaba porque estaba más y más salido y notaba como me ardía la polla dentro de la sucia bocaza de Isabel, me siguió mordiendo y magreando las pelotas y ya no podía aguantar y la exploté toda mi lefa que ella a medias tragó y a medias expulsó.

Yo me quedé rendido de este polvo tan magnifico, ella estaba a mi lado y me sonreía malévola y pícaramente con restos de mi lefa en su sensual bocaza de guarrona. Sus oquedades sexuales echaban humo y yo había perdido toda la fuerza por el rabo de tanto metisaca. Nos levantamos, me llevó al cuarto de baño y allí nos dimos una ducha, momento en el cual, llegó mi vecina Mayka. Mientras nos duchábamos, todavía Isabel, me hizo otra sicalíptica mamada y me dejó más relajado si cabe. Salimos a recibir a Mayka con los albornoces y nos preguntó que que tal nos había ido. Isabel se quedó satisfecha del repaso que le había dado a ella, yo también, pero casi no podía articular palabra, pues me había dejado muy relajado y ahora quería sentarme.

Yo me despedí muy satisfecho del polvazo fenomenal con esta golfa y ella me prometió que el siguiente sería en su casa y que posiblemente habría sorpresas. Yo me vestí, me dirigí a mi casa, pues la mamada me dejó muy relajado y ahora quería tumbarme. Hemos quedado ya para otro día. Nunca olvidaré este polvo con esta divorciada tan fantástica y tan zorramente libertina, me gustó más que la ramera de mi vecina Mayka.

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