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La evolución de Ana (1)

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Consultando Internet descubrí algo de lo que había oído pero que no me había llamado particularmente la atención: el cruising. Leí en qué consistía y me atrajo. En varios de los artículos se decía que se practicaba en lugares abiertos, al aire libre en los pinares de un pueblo cercano a la capital en que vivo, lo que lo hace especialmente agradable y pensé que podía tratar los inicios de la rutina en la relación que mantengo con Juan algo más de un año. Parecía interesante tener aventuras sin ataduras con personas distintas, con emociones y actitudes nuevas, así que me decidí y una mañana salí del trabajo a darme una vuelta por los pinares y pude ver que efectivamente por allí se cocía algo de manera muy discreta. No hice nada porque iba de observación, pero tomé buena nota.

Días después volví al pinar no a mirar sino a participar, aunque sin vestirme de mujer; me entraron tres tíos, pero no me gustaron y no pasé a mayores. En todo caso los tíos eran más bien maduritos, bastante bien educados, de buen nivel y que no se andaban con bobadas, desde el principio decían bien claro lo que buscaban.

Una semana después y dado que estaba libre en el trabajo me acordé del asunto del pinar, estuve pensando que hacer y decidí lo que más me gusta, vestirme de golfa y salir así por primera vestida fuera de casa. Estuve pensando cómo hacerlo para no llamar la atención al conserje ni a los vecinos con los que pudiera cruzarme. Decidí ponerme una blusa negra trasparente de encaje, tanga, liguero y medias negras y en una bolsa de deporte metí mi estrecha minifalda, un sostén negro con relleno, una caja de condones, barra de labios, pañuelo para la cabeza, toallitas higiénicas para limpiarme si llegaba el caso, leche desmaquilladora y unas botellas de agua. Encima me puse un chándal y me di sombra negra de ojos que oculté bajo unas gafas negras de sol. Bajé al garaje bastante excitado como suelo ponerme cuando me visto de mujer y conduje hasta el pinar. Llegué a media mañana, busqué un lugar apartado me bajé del coche me quité el chándal, me puse el sostén, la minifalda, me pinté los labios de rojo y me puse el pañuelo rosa a la cabeza anudado como un campesina rusa y a todo esto con un buen bulto en el tanga que no había bajado desde que me vestí en casa.

Ya llevaba bastante rato y veía que no se iban a cumplir mis expectativas y las ganas se iban diluyendo, cuando apareció un coche con un tío que me pareció que era lo que iba buscando. Era mayorcito, con algo de aspecto de pueblerino y, por lo que parecía, no muy alto. Aparcó paralelo a mi coche y me miró con cierta timidez. Pasado un rato y sin que la situación cambiara, decidí tomar la iniciativa. Le sostuve la miranda y le tiré un beso soplando en la mano y sonriendo, el tío me devolvió la sonrisa, pero todavía tardó un poco en bajarse de su coche y venir hacia mí.

Pude ver que mi valoración inicial era buena, más bien bajito, con aire de paleto, pero con buen nivel fácilmente dominable por mí. Yo me subí un poco la falda (tampoco tiene mucho para subir), para que se me viese la parte alta de los muslos. Se puso en la ventanilla de mi lado:

“Hola, buenos días, que ¿tomando un poquito el sol?” me dijo con voz un poco temblona denotando que estaba bastante nervioso, lo que añadía un plus positivo a mi selección.

Yo ya había hecho mi elección y echándole una mirada un tanto provocativa le contesté.

“Pues si chico, ya llevo un rato, pero no encuentro ningún amigo que quiera darme lo que yo a él”

“¿Y qué le quieres dar? Me pregunto con sonrisa un tanto picarona. Era el momento que poner las cosas en su sitio y no perder el tiempo así que:

“Pues quiero darle gustito” y siguió la conversación por el mismo camino. “Y qué clase de gustito es ese” me eché a reír y le dije sin contemplaciones:

“Pues ya sabes el que se da con la manita o con la boca porque de momento con otra parte ni hablar y, eso sí, siempre con goma”

“Pues me parece muy bien, si quieres nos hacemos amiguitos”

“Genial, ¿Por qué no entras en mi coche?” Dicho y hecho, entró en mi coche y cuando se sentó pude notar que ya venía empalmado. Se quedó un poco parado cuando me vio entera y se dio cuenta del pedazo de travesti que se había ligado.

Le puse la mano acariciándole suavemente el cogote y le dije “Oye ¿qué gustito quieres que te dé y cual vas a darme tu?”

“El que tú quieras, no estaría mal empezar con la mano y acabar con la boca si no quieres que follemos”

“Lo de follar ya veremos otro día si me gusta lo que me das hoy, por cierto, yo soy bastante besucona, pero de momento sin lengua, ¿de acuerdo?”

“De acuerdo eres muy convincente”

Como vi. que el tío no tomaba ninguna iniciativa y yo ya tenía ganas, decidí tomar el mando.

“Oye, ¿no quieres magrearme?, te advierto que tengo ganas y que dispones de un par de tetitas que no tienen nada que envidiar a muchas tías, de verdad”

El tío seguía cortado, todo lo que se le ocurrió fue tocarme el sostén por encima. Ya me estaba fastidiando con tanta timidez con lo que le dije:

“¿Porque no me quitas el sostén y me magreas como es debido? Tengo ganas de notar las manos de un hombre, que llevo mucho rato esperando y ya estoy cachonda”

Estas palabras parece que le animaron, me desabrochó el sostén y yo me lo quité. Pudo ver que estaba bien depiladito y me empezó a sobetear y a chuparme las tetas. Yo empecé a suspirar y a acariciarle el pelo, al poco y le cogí una mano y se la puse en la zona de los muslos entre las medias y el liguero y tocándome el tanga. Esto parece que le animó definitivamente, me abrazo y buscó mi boca para darme unos besos bien atornillados, eso si, sin lengua. Empezó a perder la timidez y a tocarme el paquete por fuera, yo ya estaba bastante cachonda así que me fui a su bragueta y con algo de su ayuda, porque la erección que tenía era importante, le saqué la polla fuera del pantalón. Era de un largo normal pero no muy gruesa y sin fimosis o sea para mi bastante apetecible así que no me pude contener y le descapullé y del di un par de besos en la bellota y empecé las caricias por el tronco y subiendo para luego descapullarle lo que daba lugar a suspiros de placer “Ahhh que manos tienes cachondona” las caricias se ampliaron a los huevos y a la zona del perineo. El tío empezaba ya descontrolarse y la tenía ya bastante húmeda; me levanto la falda y metió la mano debajo del tanga y me frotaba y pajeaba con energía con unas manos bastante ásperas pero que me proporcionaban mucho gusto, yo también estaba bastante cachonda y la polla me asomaba por la parte superior del tanga, el tío se agachó y me frotó con la lengua en el ojito. Visto cómo iba el asunto nos pusimos los condones para no tener que parar cuando estuviésemos a punto de derramarnos, lo que ocurrió por su parte sin necesidad de chupársela, solo siguiendo con las caricias y una suave pajita, le vino un orgasmo fuerte y largo con mucho jadeo y una buena corrida.

Ya más tranquilito se quitó el condón, se limpió con las toallitas que le di y nos ocupamos de mí que no me había corrido y tenía una buena erección. Él quiso hacerme una paja enseguida, pero yo le dije que esperara a que se volviese a empalmar porque tenía una polla que me ponía y no quería perderme el gusto de chupársela y correrme con un buen calentón.

Así que empezamos a hablar de lo que más gusto nos daba mientras yo le acariciaba los huevos y le daba dos o tres meneítos y le descapullaba. Me confesó que a él lo que le gustaba era la penetración anal; le dije que a mí también me gustaba, pero no había traído lubricante y que sin esa ayuda me podía hacer daño además habría que buscar un sitio más discreto y cómodo que en el coche.

Al poco tiempo de esta charla, se le empezó a poner morcillona, le pregunté qué cuanto tiempo llevaba sin correrse y me dijo que por unas razones o por otras más de un mes, pero además nunca había estado con un travesti que estuviera tan rica como yo. Le pedí que restregara sus bajos contra mis tetitas, lo hizo y logró una buena erección así que empezamos de nuevo el toqueteo.

Lo primero que hice fue ponerle un condón porque estaba deseando comerle la polla, se la cogí por el tronco con una mano y con la otra le acariciaba los huevos y el perineo y empecé a cogerle el capullo con los labios bien engrasados con el carmín rojo y a subir y bajar frotando con la lengua el ojito, el chico suspiraba y jadeaba de placer.

“Que mamada más rica – me vas a sacar la leche para dos meses, no te pares por favor que me vas a volver loco”

Yo no podía hablar porque la polla me ocupaba toda la boca, pero seguía chupando y sobando y acariciando los huevos. Mientras, me acariciaba las nalgas y yo notaba sus deseos de meterme el dedo ya que la polla se lo había prohibido. Llegado un momento se puso como tenso y empezó a derramarse de forma bien abundante

“Ahhhh, Ahhhh que gusto más grande, toma todo, mi vida” mientras yo notaba como se llenaba el condón de su leche calentita.

Le dije “Ahora te toca a ti darme un buen premio porque creo que me lo he ganado por partida doble”

“Es verdad me has hecho disfrutar dos veces como pocas veces he tenido tanto gusto en mi vida”

Dicho y hecho se agachó y se metió mi polla en la boca y empezó una mamada que, a decir verdad, demostraba que tenía experiencia. Con la mano que no me sujetaba la polla empezó sobarme los huevos y las nalgas acercándose a la rajita del culo, cuando lo noté me terminé de bajar el tanga me abrí más de piernas y le dije: “Anda méteme el dedo que lo estás deseando y yo también” no se lo tuve que repetir, me metió el dedo en el culo y siguió con la mamada consiguiendo que me corriera enseguida porque ya llevaba un buen calentón.

Nos limpiamos y nos fuimos a casa no sin antes quedar otra vez para hacerme una penetración anal. Como no era cuestión de darnos teléfonos quedamos que iríamos al mismo sitio cuando pudiéramos como hoy, los jueves a las 12 del mediodía. Nos despedimos y adiós.

Por motivos de trabajo no pude ir las dos semanas siguientes el día y hora acordados. Eso no quiere decir que no fuese otros días y ni ligase, pero no fue nada tan satisfactorio como el primer día.

Por fin el tercer jueves pude acudir a la cita a la hora acordada y la verdad es que estaba cachonda desde el día anterior. Pensaba que después de dos plantones no vendría, pero a las 12 en punto allí se presentó mi chico. No dimos unos besos de bienvenida y él se lanzó a desabrocharme y quitarme el sostén y a chuparme las tetas. Le dije que había traído lubricante anal para hacer lo que él tanto deseaba así que empezó a desatarse como un borrico.  Me la quería clavar de cualquier manera “Oye, hay que buscar un sitio discreto y que nos permita hacerlo relajadamente además quiero que me trates con más delicadeza, como a una damita” Nos movimos un poco más adelante y encontramos una zona de matorrales muy adecuada.

Otra vez se puso muy burro y a mí me salió, sin haberlo preparado con anticipación, pero pensando que debía pagar por el gusto y las ganas “Ya que he venido por ti para que disfrutes, me gustaría que tuvieses un detalle conmigo, que me hicieras un regalito”

“¿Qué es lo que querrías?”

“Cincuenta euros estaría bien” le contesté, pensando que me iba a mandar a paseo. Pues no fue así, sacó la cartera y me dio un billete.

Nos bajamos del coche, fuimos entre los matorrales, solo me quité el tanga, pero seguí con liguero, medias y falda arremangada y nos estuvimos magreando un buen rato. Yo me lubriqué  un poco y le pedí que me metiera un dedo, cosa que hizo de inmediato y estuvo jugando y haciéndome cosquillas en el ano hasta que ya bien calientes, le puse el condón, me di bien de lubricante y me puse a cuatro patas con las piernas bien abiertas  para que me penetrase lo más fácil posible porque suponía que me iba a doler así que le rogué que me la metiera solo un poquito, que diera tres o cuatro meneítos y la sacara casi toda dejando dentro la puntita  y luego volviese a meterla hasta que doliese.

Además, le dije que me acaricia las nalgas porque es una zona que tengo de piel muy suave y es agradable para los dos lo que era para mí muy placentero con sus manos asperotas.

Mi chico me montó a lo perro; bien lubricado y haciendo lo que le había indicado, me relajé cuanto pude y empezó a clavármela a lo que yo le ayudé abriéndome con una mano mientras él lo hacía con otra, dejando el ano bien descubierto, después empezó a restregarme el capullo contra el ano, lo que me puso bien cachonda. Aunque estoy acostumbrada a que mi novio Juan me lo haga con frecuencia cuando empezó a penetrarme me dolió bastante, pero en dos o tres intentos:

“Ay para un poquito que ya me duele, pero dame unos metisacas cortitos. Sácala hasta la bellotita”

“Métemela otra vez suavecito. ¡¡Ayyyyy que gustito me está dando ya!!”

En tres o cuatro metidas noté sus huevos en mis nalgas ¡ya me la había metido entera y estaba gozando!

Una vez metida toda y empezado el meneo, el dolor disminuyó hasta convertirse en gusto. El meneo duró un buen rato, lo que nos permitió dedicarnos frases que expresaban lo que estaba pasando:

“Con esa polla que tienes me vas a reventar, me ha dolido, pero ahora gozo como una perra”

“Que apretado tienes el culo y que gusto me das, se nota que te follan poco”

“No te corras todavía que me parece que yo también voy por el buen camino”

“Ya empieza a venirme el gusto-me dijo moviéndose más deprisa- Toma zorra lo que te has merecido” me dijo cuándo se corrió agarrándome la polla por delante y babeando y mordiéndome en la espalda”

Una vez corrido y cuando y se le salió le dije que yo me había quedado a medias. Lo entendió y mientras yo le acariciaba la cabeza me hizo una buena mamada.

Después de hablar del tema nos despedimos y quedamos como siempre a las 12 los jueves (ya os contaré en otra ocasión en que terminó la cosa).

Cuando volvía a casa reflexionaba sobre lo que había pasado; pensé que eso de prostituirme por diversión tenía más morbo que lo había pensado al principio y que cumplía con mis perspectivas de huir de la rutina que ya empezaba a notar con mi novio.

Después de ocho o diez días me volvieron a apretar las ganas así que me vestí como siempre, con el chándal por encima y me marché al pinar bastante excitada, no se me pasó en todo el camino, así que cuando llegué estaba muy mojadita. Me fui a mi sitio favorito, me quité el chándal, me ajusté bien las medias y el liguero, me puse la falda y el sostén, me pinté los labios y me senté en el coche a esperar. No tuve que esperar mucho hasta que llegó el primer “amigo” que por suerte era de mi gusto. Después de las frases intrascendentes de entrada, la conversación derivó a cuestiones más íntimas hasta que me acordamos que le haría una chupadita y le dejé que me tocara los muslos y la polla por encima del tanga para que se encelara bien.

“Bueno cielo, donde quieres que lo hagamos, ¿en los matorrales o el coche?” me dijo. “ Casi mejor en el coche y desde luego con goma-le contesté- pero antes quería decirte algo” con la boca seca le dije “Es que me gustaría que tuvieras una atención conmigo” El tío se quedó un poco cortado porque entendió lo que quería decirle y me contestó “Yo creía que por aquí  era solo intercambio” “Pues ya ves, esto es lo que hay” “¿Y cuánto seria?” me preguntó “Por una chupada y un buen magreo serán treinta euros y se incluye si quieres hacerme una paja o mamármela”  “Bueno, no es caro, vamos a hacerlo en el coche”

Me dio los treinta euros, me magreó a fondo terminando de ponerme cachonda y yo le hice una buena mamada acompañada de gruñidos y jadeos simulados y algo exagerados por mi parte, pero con buenos resultados. Se corrió bastante pronto y cuando acabó dijo que no quería hacer nada más y se marchó.

Mi primera experiencia directa como puta no había salido mal. He seguido practicando muy de vez en cuando y la mayoría de las veces me sale bien, seguramente porque estoy bastante rica y los encelo dejándoles tocar un poco al principio y tampoco pido mucho, pero en algunos casos el tío se cabrea y me insulta, pero es un buen método de evitar la rutina.

La verdad es que nunca había esperado tener tanto éxito con los hombres ni que estuvieran dispuestos a darme dinero por hacerme disfrutar. He aprendido formas nuevas de disfrutar y conocido toda una colección de pollas de distinta forma y tamaño unas espectaculares y otras realmente ridículas ya os contaré mis experiencias otro día. Naturalmente cuando me entra un tío que me gusta, la faena es “gratis et amore”. Lo que nunca sospecharíais es lo que hago con el dinero.

(9,10)