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Me enamoré de una prostituta parte 2

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Había pasado una semana desde aquel encuentro con “la sexo servidora” con la que había estado, y me enteré por los anuncios clasificados que cerca de mi trabajo, a tres cuadras, había un lugar donde atendían y daban esa clase de servicios. A tanta mi calentura que decidí ir ahí y estar con una chica. Y al salir estaba decepcionado ya, aunque fue un buen rato no era lo que creía.

Ya que a pesar de haberme metido con una joven de unos 20-25 aproximadamente. El trato fue frío y nada especial. Aunque era más barato no logre sentir ese trato especial que me daba Andrea. Aún recuerdo su nombre. ¡Y cómo olvidarlo! La tenía presente todos los días desde que la había conocido. Eso era algo raro ya que uno no suele recordar los nombres de con quien ya estado en esas situaciones. ¡Y estar con esa chica la verdad no fue nada especial! Incluso al terminar la relación hasta se quejó de que no me podía venir y que se terminaba mi tiempo de 30 minutos y que me cobraría extra. Y me vine más a fuerzas que por gusto algo muy forzado. Y todavía me dijo regresa pronto cariño. ¡Qué va! ¡Nunca regresaría! ¡En la vida! En fin, decidí dejar de ir a esos lugares para no estar pensando y gastando el dinero en vano.

Pero esa mujer no me la podía sacar de la cabeza. En esos tiempos yo era soltero y no me importaba si tenía sexo o no, pero era algo natural en una persona sin compromiso andar buscando, andaba de bar en bar y ligaba a veces a veces no dependiendo de mi estado de ánimo y de la situación en sí. Esa noche logre ligarme a una mujer entre la treinta y algo, no muy bella, pero con muy buen cuerpo y eso si muy sexy. Total, no pasaría de una noche. Y la llevé a mi departamento y tuvimos sexo, pero nada especial. Creí que estaría muy bien y que repetiríamos, pero ni siquiera me pidió mi teléfono ni nada más. Así estuve durante un mes y me olvidé de Andrea. Total, un día en una plática de oficina escuché a un compañero decir que se había tirado a su propia suegra y que era una mujer madura, pero de muy buen cuerpo a pesar de su edad. Tal vez fanfarroneaba, pero aun así esas palabras hicieron eco en mi cabeza. Rayos tengo ganas de ver a esa mujer de nuevo, pero la situación no está para ir tan seguido así que mejor controlarse.

Así que me olvidé del asunto y seguí con mi vida normal. Pasaron varias semanas y conocí a una mujer en el trabajo, una clienta con la cual había hecho buena química y salimos, tuvimos una relación estable, buen sexo, pero nada especial. Cuando estaba con ella a veces venía a mi mente esa mujer madura que había conocido tiempo atrás. Y el sexo con ella era algo tranquilo y común. En el fondo deseaba que ella fuera como Andrea, si es que ese fuera su nombre real ya que lo dudo mucho. Ya cuando lo hacíamos a veces venía a mi mente ella y fantaseaba que estaba con Andrea. Me ponía como loco y hasta ella me decía que sentía que estaba ¡con otra persona! Eres otro, a veces te siento diferente. No hagas caso le dije a esa mujer llamada Alejandra, en fin, no podía decirle que pensaba en otra cuando estaba con ella.

Y así empecé a tratar de no pensar en ella y no podía. Era ya una obsesión. Ya tenía una relación estable, pero… no podía dejar de pensar en esa mujer. La verdad nunca había sido infiel pero mis ganas de ver a la madurita y la falta de interés paulatino de mi pareja hacia mí, me daban un buen pretexto. Y no pude más y decidí ir a visitarla de nuevo. 

¡Ya estaba ahí en la puerta de ella sin avisar y de nueva cuenta traía el corazón a mil! Parecía adicto esperando su droga, ¡en este caso ella! Sabía que ella ya se iría por la hora. Y toqué el interfono y me contestó una voz sexi y algo agitada. ¡Y ahí estaba escuchando su voz! ¿Si? ¡Vengo a servicio! dije yo. ¡Un momentito! ¡Dame unos minutos por favor! Mmm ¡qué raro! Seguro está con alguien y aquí hay un auto enfrente. Y pasaron casi 5 minutos. Y no salía y pasaron otros 5 minutos ¡y nada! Y en eso escuché con abría la puerta interior de ese obscuro y largo pasillo y escuché sus tacones que hacían ruido y eco en todo el estacionamiento de esa casa verde limón. Y ahí estaba de nuevo y con esa misma bata de baño y ahora lucía más sexy que la primera vez. Traía un negligé de color morado de nuevo, se notaba que le gustaba ese color y tacones negros de punta. ¡Qué visión!

¡Si pasa cariño! Y al entrar me reconoció y dijo: ¿Ya habías venido verdad? Si, le dije ¡hace más de un mes casi! ¡Oh qué bien! Dijo exaltada. ¡Dame unos minutos por favor! ¡Espérame aquí por favor no tardo nada! Dijo con esa voz sexy y ronroneante. Y me invito otra vez en esa habitación pequeña y cerró la puerta y pude escuchar como subía las escaleras a toda prisa y justo en la habitación de arriba pude escuchar el sonido de la puerta abriéndose y escuché como rechinaba la cama cuando alguien se acuesta. Y mi corazón sintió un vuelco y tuve una erección espontánea. ¿Cuernos dije yo? ¿Esperar? Aquí hay gato encerrado. Y me quité los zapatos rápidamente y subí las escaleras y me topé con tres habitaciones y el baño abierto y pude ver el famoso Jacuzzi del que me había hablado y estaba saliendo vapor. Claro lo habían usado. Y mi lado voyerista salió y decidí ver si se podía, y la puerta estaba cerrada, y sólo escuchaba leves quejidos de ambos. Pero escuché muy fingida su voz de ella. Y el tipo le daba como desesperado y se vino haciendo gran ruido. A lo que mi más bien me dio risa. Y él se empezó a vestir y decidí bajar despacio y así que bajé la escalera para evitar ser descubierto. Y en ese instante me volví a encerrar en la habitación. 

Bajaron la escalera, esos tacones hacían mucho ruido en toda la casa y eso me traía muy excitado. Al regresar ella a la habitación conmigo me dijo ¡ya cariño ven conmigo! Subí con ella y notó mi gran erección. Vaya veo que vienes con todo. (Y recurrí al chantaje) Pues sí, pero... la verdad es que ya me iba, porque estabas ocupada y no veía para cuando. Y ella dijo de inmediato. ¡No no te vayas! Ya sabes cómo es esto y te pido una disculpa. (vaya que tenía clase) no como las otras.  Era entendible en ese medio. (Ahora entendía por qué le tocaban. Y la buscaban, algo tenía esa mujer que volvía loco a cualquiera) y ya me había tocado sentirlo en carne propia.  Ya te voy a atender, pero primero déjame doy un regaderazo. Y le dije está bien. Y se metió a la regadera y yo la espiaba desde el pasillo ya que había dejado la puerta entreabierta. Que espectáculo era ver a esa hembra enjabonares los pechos, el jabón resbalaba por sus muslos y tallarse, ¡enjabonares su sexo ufff!! Regresó a los 5 minutos y me dijo ya estoy lista para ti: Bueno amor pues a lo que viniste que es a disfrutarme ¿o no? Empecé a sacar el dinero y dijo: después después ahora disfruta.

El atuendo que traías me parece muy sexy, pero. ¿Pero qué? Le dije soy fetichista y me excito más rápido si traes lencería. ¿No tienes ligueros? No mi vida ahora no tengo. Bueno no importa sólo vuélvete a vestir igual.

Y comenzamos a besarnos por todo el cuerpo y cuando se aproximó a mi cara yo me quedé perplejo ya que, me había besado en la boca y nunca había besado a ninguna sexo servidora con las que había estado, ya que ellas siempre me rechazaban y me decían. ¡Qué besos en la boca no, ni de chiste! Creo que todas eran iguales pero la verdad no me queje ¡al contrario! Así que la tomé entre mis brazos y la besé como desesperado. Y después me seguí hasta sus pechos y los lamía como un bebe sediento y eso le excitó mucho ya que dejo escapar un leve gemido y eso me dio luz verde para seguir comiéndome esos ricos pezones y gozar de esos senos talla 34-C ¡que tanto me gustaban! Empecé a bajarme hasta su abdomen y al rozar su tanga. Empecé a lamerla por arriba y suspiró levemente. Podía saborear esa tanga con encaje y seguí la silueta de la mariposa en su tanga negra, yo quise darle lengua, pero, me detuvo en seco y dijo: lo siento, ¡pero eso también se cobra aparte!  Mm y sabía pensé: está bien dijo ella, ¡Ya estoy aquí! Le contesté: Me metió la cara entre sus piernas y me empezó a apretar con sus muslos mi cuello con gran fuerza pareciera querer ahogarme entre sus piernas y entre sus nalgas y se movía al mismo tiempo que mi nariz hurgaba en su trasero. Se movía despacio cual teibolera o bailarina y esa tanga negra de seda con encaje era toda una delicia ya que no sólo olía a su perfume, sino que olía a su aroma natural y me encantó. Me movía sus nalgas despacio y sólo escuchaba sus gemidos al mismo tiempo que mi lengua recorría sus nalgas y se volteó y me dio a oler su sexo y pude disfrutar de esa nalgas respingonas y bien levantadas, me volvía loco la visión de su coño en esa tanga negra y ese negligé morado casi púrpura ¡era deliciosa! 

La volteé y seguí lamiendo por encima de la tanga y ese coño peludo y enrizado como el pelo de Andrea que era rizado. E incluso se me llegaban a atorar los dedos entre su pelo del pubis de tan peluda que estaba. Y me lengua empezaba a hurgar en su clítoris y jugaba fin él y lo lamia y lo mordía suavemente mientras ella se retorcía suavemente y podía percibir su olor natural y abrí sus labios y pude ver en oso su esplendor esa puchita peluda y jugosa. Y no pude más y mi lengua entraba y salía de esa cueva deliciosa y también mi lengua se resbalo hasta su ano y le quise dar lengua, pero ella me subió la cara y me la acerco a su puchita. Y me subí dame lengua rico y le empecé a dar rico y con más fuerza. Y de vez en cuando tenía que parar porque me llegaba a sacar los vellos de mi boca y lengua. Nunca me gustaron peludas pero esa cueva era incitante y tenía un fuerte olor a sexo y su sabor era dulce y salado a la vez. Y se excito tanto que en jaló mi cara en esa pucha y mi nariz llego a entrar como si fuera un pene y empezó a masturbarse con mi propia nariz. Fue algo extraño ya que nunca había hecho algo así, pero me excitó mucho y Empecé a dedearle con un dedo y después ya eran tres y subía se velocidad aquello y ella gemía cada vez más fuerte y puse sentir como lubricaba más y más. Podía ver su cara de vez en cuando y ya no injustificado tanto como la primera vez que estuve con ella.

Sus manos me adentraban y me jalaban los cabellos hacia su rica puchita, mi nariz se clavaba en esa selva y pude sentir sus jugos, como lubricaba ya que a cada metida de mis dedos salían empapados y hacia mucho ruido al sacárselos y metérselos, (Ahí no podía fingir orgasmos). Se paró y me la empezó a mamar como desesperada y lamía. Creo que en el fondo lo empezaba a disfrutar. Y mordía la verga despacio, nunca supe a qué hora me puso el condón. Me sorprendí por eso y de repente se paró se sentó en mí y se acomodó la verga y se la clavó en su puchita, pude sentir como se la ensartaba poco a poco hasta quedar profundamente ¡clavada en mi verga! Y fue cuando dejó escapar un leve gemido. Y dijo ¡uff!! Y me seguía clavando la mirada y sacaba la lengua y se mordía los labios. Empezó a cabalgarme despacio siempre viéndome a los ojos y ella seguía moviéndose con gran habilidad y empezó a subir el ritmo hasta que empezó a subir y a bajar cada vez más rápido y podía escuchar ese ruido que hace el látex ya lubricado, comenzó a gemir y a gritar cada vez más alto y más alto y se sentaba con fuerza y con furia en mi verga y me empezó a excitarme esa forma de clavarse tan duro en mi tranca y le decía al oído: ¡Uffff! ¡Ufff! ¡Que rico lúbricas! ¡Siento tu puchita bien calientita! Ahhhh! Y dijo: si papi. ¡Así me la pones!! ¡Aghjjj!! ¡Aghh! ¡Así así! ¡No pares! ¡Cógeme! ¡Cógeme! ¡Bien rico! Y eso me calentó y empecé a embestirla como nunca. ¡Así así! ¡cógeme rico! ¡Así así! ¡No pares! 

La tomé por los hombros y le mordía despacio cuello y hombros y ella hacía lo mismo. Nos comíamos prácticamente uno al otro y me clavaba los dientes en mi hombro y yo hice lo mismo, la sujeté por las caderas y la seguía embistiendo con fuerza seguía rebotando sus nalgas en mi verga y hasta pude ver como si flotara por el vaivén y me dijo: mmmm que rico. ¡Así! Y le veía como esas enormes tetas bailaban y se bamboleaban a cada metida y se las sobaba y estrujaba entre mis manos y atrapa sus pezones al mismo tiempo y ella seguía viéndome con esa mirada frívola y retadora. Ahora cambiemos de posición: Y sé en puso a cuatro parándome el culo. Se la clavé despacio, primero y después a subir el ritmo y la agarré por la tanga como si fuera una yegua y tomando las riendas se la clave con fuerza y pude sentir mis huevos chocando en sus nalgotas y el ruido que hacían al chocar. Y sentía que me venía, ¡pero aún quería más!  Así le levanté el culo y le metía la verga cada vez más rápido y duro y me puse de plano encina de ella y quedé arriba y ella abajo y su cara en la almohada y escuchaba sus gemidos ahogados ¡y eso me puso a mil! Decidí cambiarla de posición antes de venirme porque la visión era súper excitante y ese negligé negro y con tacones me prendía. La giré y me puse sobre ella y puse piernas sobre mis hombros mientras le daba en su panocha bien lubricada y parecía retarme, ya que no gemía ni hacia nada, y le dije: ah no sientes nada ¿eh? Y le abrí las piernas y ella me abrazo con sus piernas por encima de mi cadera. Y quedamos cara a cara y la besaba con gran desesperación y ella mordía mis labios y mis tetillas y me las mordía, las lamia con su lengua y me susurraba ¡que se la metiera más y más rápido! Y me metió la lengua en la oreja y me mordió el lóbulo despacio y me dijo al oído; ¿quieres sentir lo que yo siento cuando tu lengua lame en mi cosita? Y su lengua hurgaba en mi oreja y eso me hizo sentir escalofríos de la excitación. Y me decía ¡dame más rápido! ¿O que no puedes? ¡Y eso me prendió! Y que me retaba y ese juego ¡me gustó! Y le di con más fuerza y más rápido y la tomé por los hombros y empecé a cabalgar como si fuera a violarla y ella gemía ¡cada vez más y más! Y dijo: ¡no pares!  y su lengua estaba en mi oreja jugando y mordiendo. 

¡Y No puedo más! Y me vine dentro de ella y sentí como el preservativo ¡se llenaba de mi leche caliente! ¡Aghhh! ¡Ouggghh!  Mmmmm. Y lo sintió ya que en ese momento empezó a apretarme más y más y como si quisiera exprimir hasta la última gota de semen ¡y se empezó a mover como poseída! De adelanta. Y me clavaba las unas en mi espalda y me atraía hacía y ella. Y se movía hacia atrás y adelante hasta que ¡ya ni pude más! ¡Agghhhh! ¡Que rica venidota! ¡Uffff! Y se paró y me iba a quitar el preservativo y ella dijo espera cariño deja que yo lo haga. Está bien, y me retiró el condón con cuidado y me limpio con toallas húmedas.

Y dijo ¿qué tal papi te gustó?? Y yo le dije todo bañado en sudor: ¡Claro que si mi amor! ¡Eres toda una maquina sexual! Con todo respeto.  ¡Ya no puedo esperar a estar contigo la próxima vez! Bueno pues sabes dónde encontrarme y aquí te espero. pasa a ducharte cariño.    

Le pague y pensé que me cobraría extra por los besos, pero la tarifa sólo fue por lo que la relación y el extra. ¡Y yo no dije nada!  Si ella daba besos pues ¡por mejor! ¡Más rico! Y me fui con una gran sonrisa de satisfacción. 

Buena estrategia la suya pensé de regreso a casa. Ahora veo porque la buscaban tanto, sobre todo hombres maduros. Era la amante perfecta y discreta pues no me importaba ya que pensaba repetir la dosis al siguiente día.

Continuará...

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