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Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 64)

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A los lectores de mi novela. Faltan cuatro capítulos para el final. Si alguno desea recibirla en su correo en formato pdf completa y sin cargo alguno (y si el Medio lo permite) la envío a quien la solicite. Correo. [email protected] 

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Capítulo 64

Toda la prensa nacional elogiaba mi actuación en el programa Caldo Amarillo. Debo aclarar, que, del Pino tenía fama de "devorador de entrevistados".

Hubo algunos personajes a los que machacó dialécticamente; y que detrás de ella existía un equipo de periodistas de investigación que sabían de los mismos, tanto como ellos,

Fui durante unos días la estrella de moda en el País, y de todas partes me solicitan entrevistas. El haber dejado en evidencia a ese presentador de la radio y la televisión, fue un acontecimiento que alegró a miles de sus enemigos.

A partir de ahora me dijo Lopetegui, iba a ser el blanco de Agapito del Pino; que midiera bien mis actos, y que no hiciera nada que pusiera en entredicho a la alcaldesa.

La desaparición de mi vida de Ernesto, me supuso tal alivio, que me hizo ver el futuro muy claro, ¡más claro que nunca! "Mis niños" Héctor y Raúl, me colmaban de felicidad, sólo un hecho le ensombrecía; La Isla había sufrido nuevas sacudidas sísmicas, aunque de menos intensidad que la de que hizo un año por estas fechas, su papá Raúl, y su tía Margarita seguía colaborando en la reconstrucción de su País.

Pero acaeció otro hecho que me llenó otra vez de incertidumbre. La prensa daba una noticia que me impresionó.

Por una parte, me dejó muy preocupada, pero por otra me llenaba de esperanzas, ya que mi querido Raúl había sido elegido Presidente del Gobierno Provisional de La Isla, hasta que se eligiera un presidente a través de las urnas.

 

23 de Octubre de 1997

Golpe de Estado en La Isla

Aunque son confusas las noticias que llegan de la paradisíaca Isla del Caribe; se ha producido un Golpe Militar al mando del General Ovidio Ortega, militar progresista en el exilio por sus ideas de instaurar la Democracia en el País.

Ha sido designado como Presidente del Gobierno Provisional, el destacado industrial don Raúl de Pozo Ródenas, para que dirija la Nación hasta las elecciones legislativas en fecha que se designará conforme avanza la reconstrucción del País.

¡Por fin La Isla se iba a democratizar! Me acordé de mi pobre Adela (luego Darío por su cambio de sexo).  Su sueño de ser hombre se hubiera realizado en su juventud no en la casi vejez. ¡Mi nunca olvidada Adela, que en sus brazos supe lo que eran las dulces caricias de mujer!

¡Y tú, mi amada Margarita! ¡Cómo poder olvidar aquella relación lésbica que tuvimos en Río de Janeiro!

¡Raúl, mi gran amor! El que me hizo sentir el primer orgasmo.

...El que robó mi corazón por unos días en La Isla.

¡Dios mío! ¡Qué remembranzas más sublimes...!

No pude evitar derramar dos lágrimas.

Tuve mucho cuidado de que los niños de Raúl no vieran la tele en las horas de las noticias, ya que la foto de su padre salía en todos los medios.

 Llamé al Secretario General de mi Partido y Presidente del Gobierno José María Arranz para recabar información de la asonada.

--José Mari, soy Manolita.

--Hola Alcaldesa, me place escuchar tu voz.

--¡Oye!

--Dime Presidente.

--Que no he podido llamarte para felicitarte por tu actuación el otro día en el programa Caldo Amarillo. Estuviste genial, pero las pasé putas ¡Ay! disculpa el símil, creo que he mencionado la cuerda en casa del ahorcado.

--Tranquilo Presidente, que una ya está acostumbrada a que le llamen de todo.

 --Te decía, que las pasé canutas porque no tenía ni idea de ese affaire con ese tal Ernesto. No quería ni pensar si hubiera sido verdad la acusación. ¡No lo quiero ni pensar!

--Seré muy puta José Mari, pero muy decente para ciertas cosas que por las que una no pasa.

--Por eso eres la alcaldesa más votada de España. Dime que es lo que quieres, me figuro que me habrás llamado por otro motivo.

--Sí, Presidente. Necesito que me digas todo lo que sepas del Golpe de Estado en La Isla.

--Mira, precisamente de ese tema quería hablarte, porque sé que conoces muy bien el país. Deseo proponerte que seas agregada comercial de la Embajada de España, ya que embajadora no puedo, no posees carrera diplomática.

--¿Te parece poca carrera diplomática, el haberme acostado con las altas esferas del país? Dije con sorna.

--Tú siempre con tu sempiterno sentido del humor.

--¡Cierto! y además me une una estrecha relación con el Presidente Provisional, Raúl del Pozo. Hasta tal punto, que, sus dos hijos los tengo a mi custodia desde el terremoto del año pasado.

--Sí, algo de eso me comentó el embajador a la sazón allí. Mira, te puedo adelantar, que, vamos a reconocer como legítimo el Gobierno Provisional de Raúl del Pozo.

--Esa es una noticia maravillosa, Presidente.

--Y que el General Ovidio Ortega es de reconocido pensamiento democrático, y que nos da garantías suficientes para pensar en la pronta democratización de país.

--¡Qué bien, ¡qué bien! ¡Cuánto me alegro, sobre todo por “mis niños”! Pronto te comunicaré mi decisión sobre tu propuesta de ir agregada a la Embajada de España en La Isla. Un abrazo, José María.

--Otro para ti, Manolita.

Las noticias de Arranz me tranquilizaron, sobre todo por los niños, parecía que las cosas en la Isla se iban arreglando. Sólo era cuestión de dar tiempo al tiempo.

 

25 de noviembre del mismo año. 1997

 

Recibí una llamada de La Isla que me llenó de satisfacción. Después de arduas llamadas sin éxito a Raúl, las respuestas eran siempre las mismas:

El Presidente no se encuentra.

El Presidente no puede ponerse al aparato.

¡Por fin el Presidente de la Isla se preocupaba de sus hijos!

--¡Manolita...!

--¡Sí, Raúl, soy yo! ¡Pero por el amor de Dios! ¿Qué son tus hijos? más de un año sin saber de ellos. ¿Te parece bonito?

--¡Sé de mis hijos casi tanto como tú!

--Pero ¿qué dices?

--Qué van a un colegio llamado El Espíritu Santo. --Qué sacan muy buenas notas.

--Qué a Héctor le han operado de anginas y que se encuentra perfectamente.

--Qué Raulito es muy revoltoso y que te trae de cabeza.

--Los regalos que les haces para sus cumpleaños... Lo sé todo Manolita...

Quedé un tanto alucinada...

--¿Tienes un espía en Los Alcores?

--No Manolita, tu gran amigo José Antonio Barderas, es el que me tiene informado desde que te los llevaste.

--¿Y por qué no me lo ha dicho? ¡Joooo!

--José Antonio, al que contacté a través de nuestra embajada de Madrid, tiene el número de mi teléfono rojo. El golpe de estado se estaba gestando desde entonces, y era necesario llevar todas las conversaciones en el más estricto secreto.

--¿Cómo van las cosas por La Isla?

--Muy bien, muy bien...

--¿Qué es de Margarita?

--La he nombrado Ministra del Exterior; el equivalente a vuestro Ministerio de Asuntos Exteriores. Se halla en estos días en los Estados Unidos, ya sabes que Marga habla perfectamente inglés y francés, además del castellano ¡Claro!

Quedé con una extraña mezcla de angustia y felicidad. Raúl y Margarita se alejaban de mis sueños, y yo jamás sería un obstáculo para sus carreras. Todavía en La Isla, el atavismo estaba anclado en la mente de la mayoría de los Isleños; una vieja ex meretriz, nunca podría ser su primera dama.

--Manolita... ¿Sigues ahí?

--Sí, disculpa, durante unos momentos he recordado...

--Escucha Manolita; dentro de unas fechas visitaré España para que tu Gobierno refrende el mío. Ni que decir tiene, que mi embajador te enviará la pertinente invitación al evento.

--Raúl, ¿Cómo debo tratarte en los actos oficiales?

--De Su Excelencia, por favor Manolita.

--De acuerdo, Su Excelencia.

--Manolita, te encuentro algo rara, ¿Sucede algo?

--Nada grave, problemas derivados de mi cargo. Sabes que soy alcaldesa ¿Verdad?

--Lo sé desde el primer día que ganaste las elecciones, y que barriste a tus rivales.

--Ya. José Antonio, te tiene bien informado.

--José Antonio, y tú lo sabes mejor que yo, es un profesional como la copa de un pino, y mejor persona; hasta tal punto que le nombrado mi asesor personal, y vendrá para La Isla muy pronto.

--¡No… no me digas! José Antonio Barderas Basaldúa ¡me lo quitas!

--Sabes muy bien, que José Antonio es el mejor asesor económico que puedo encontrar, y a ti ya no te hace falta.

--Eso es cierto, Aquí ya cumplió. Además, José Antonio merece ese puesto, me alegro por los dos. Y le puedo garantizar a Su Excelencia, que sí, que es el mejor fichaje que has podido hacer.

--Manolita, en privado me puedes llamar como siempre, no hace falta que me llames Excelencia.

--Es para acostumbrarme, no quisiera fallar en el momento más trascendental.

--Obvio decirte, que me llevaré a los niños.

--¡Claro, claro...! Son tus hijos.

--La calma ha vuelto a La Isla, ya no existe peligro para ellos. Cuídate Manolita.

--Igual te deseo Raúl. (La voz apenas me salía por la garganta)

--Nunca olvidaré el gran favor que me has hecho Manolita, ¡te lo juro! ¡Ah! y mi más cordial enhorabuena.

--Sobre qué, Raúl.

--Me han pasado la cinta de tu actuación de ese programa... que no recuerdo el nombre.

--¿Caldo Amarillo?

--¡Sí, ese! Estuviste genial.

--Me limité simplemente a dejar en evidencia a un embaucador, nada más.

--Un beso, y cuídate.

Se me partió el corazón en mil pedazos, y me sentí más puta que nunca: pero una ramera rastrera. Todo aquello que representaba algo bueno en mi vida, se desvanecía como una tormenta de verano.

¡Qué sola me encontraba! No quería ni ver a los niños; el saber que pronto desaparecerían de mi vida, me partía el alma.

Llamé a Sonia casi desesperada.

--Dígame.

--Sonia soy Manolita, necesito que salgas inmediatamente para aquí.

¡Qué tono de voz pondría que se asustó!

--¿Te ocurre algo grave Manolita? ¡No me asustes, porfa...!

--Disculpa amor. Una llamada me ha arrebatado, pero ya pasó, cariño; deja todo y ven para Los Alcores inmediatamente, sin equipaje, sin nada, sólo ven con lo puesto. Aquí te vestiré como en un cuento de hadas.

No quise llamar a Lopetegui, ¡demasiados favores le debía! Y en este trance, dudo que me pudiera aliviar la pena.

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