Nuevos relatos publicados: 12

Hermosas, ricas e inteligentes

  • 8
  • 14.530
  • 8,29 (24 Val.)
  • 0

Muy cierto es que éramos nosotros, cuatro chicos verdaderamente aplicados en el estudio, voluntariosos, y absolutamente decididos a superarnos máximamente siempre, y con un altísimo orgullo por nuestros estupendos resultados alcanzados en nuestra estudiantil vida.

Éramos, eso sí, humildes en nuestra situación económica los cuatro, ya que nuestra procedencia era, de barrios obreros y de condiciones muy modestas.

Cuando nos anotamos en aquel certamen organizado por un canal de T.V. juvenil en el cual se participaría por equipos formados cada uno por cuatro integrantes, y donde las competencias comprendían desde preguntas y respuestas hasta juegos de ingenio y habilidad, el entusiasmo nos colmó cuando en el desarrollo del mismo, íbamos superando escollo tras escollo cada encuentro que íbamos sosteniendo con los grupos que nos iba tocando enfrentar, hasta que por fin...¡llegó el encuentro final con el otro equipo para la final también como nosotros, clasificado! Y era éste, un grupo conformado por cuatro hermosísimas chicas, provenientes de un muy alcurnioso colegio de señoritas ricas, pero muy, muy ricas.

Recuerdo nuestros comentarios al conocer nuestras rivales y conocer sus antecedentes siendo ellas, multimillonarias que, además, parecían como extraídas de concursos de Miss Universo más que participantes de un certamen, así como aquél era. Comentábamos, recuerdo:

-"¡Éstas, para lo único que deben servir, debe ser para darles órdenes a sus sirvientes para que les sirvan todo en bandeja, y para gastar dinerales en todo cuanto se les antoje!" -Decíamos. Y, al verlas cómo en sus estéticas deslumbrantes verdaderamente eran, agregábamos con maliciosidad impar:

-¡"Y les vamos a ganar de principio a fin en todo- todo- todito, y les vamos a romper bien roto el culo también...claro que sí!!!" -Decíamos.

Y el tan esperado día de la final... ¡llegó!

Todo estaba dispuesto perfectamente ordenado según los juegos y demás instancias que comprendían toda esa gran final, y ahora, había una nueva sorpresa que le agregaba otro ingrediente más emocionante al enfrentamiento a darse:

Cada grupo podría utilizar un mecanismo tan osado como peligroso, que le permitiría poder hacer "caer en una trampa" al equipo adversario, consiguiendo, de lograr ello, bloquearlo de manera que no podría ya sumar más puntos, quedando el equipo que esto lograse, con todo el campo libre para sumar, sumar y sumar, sin que el equipo rival pudiese evitar la desastrosa debacle que esto acarrearía. Obvio: si esto se daba, era porque el equipo que había logrado entrampar al equipo contrincante, había sabido utilizar una harto difícil maniobra que era como prácticamente imposible conseguirla. Algo así como saber encontrar, una aguja en un pajar.

Cuando nos enteramos de esto, a los cuatro se nos cruzó la maliciosa idea de poder lograr tal suerte, excitándonos tanto en tal pensamiento, que las cochinadas pensantes en nuestras cabezas, nos hicieron volar en ideas que nos alborotaron las hormonas.

Y el momento de la finalísima, ¡por fin llegó! Y allí estaban ellas: ¡más hermosamente excitantes que nunca!!!

Exuberantes... sensuales... provocativas...

Minifaldas y top, y sus cuerpazos como de divas ahí apostadas frente a nosotros...

¡Nuestra fe en el éxito, era total!

Y comienza el primer juego, y ellas logran con mejor rapidez, vencernos en ese inicio.

-"No hay problemas"...-pensamos- "un traspié no es caída"...-pensamos-

Y prosiguió el juego, y otra vez, ellas consiguen ser más rápidas que nosotros... Cada triunfo significaba diez puntos, y el tablero electrónico marcaba ahora: 20 a 0.

Continuó el juego...ahora un ejercicio se mostraba en la pantalla, y cuando estábamos nosotros entusiasmados en el resultado final lograr, escuchamos el timbre que nos señalaba que ellas...ya habían resuelto con éxito el logro del mismo.

El tablero electrónico mostraba ahora: 30 a 0. Las miramos...y estaban riendo.

Los nervios, comenzaban a carcomernos como un fuego que se confundía entre la desesperación, y.… y.… sí: ¡y lo erótico!!!

Ir así perdiendo con aquellas chicas, ¡nos estaba poniendo en un estado que no lo habíamos siquiera puesto en la balanza de ninguna imaginación!

Y la continuación de aquella tan esperada final, prosiguió. Otro ejercicio fue planteado, y desesperados, arriesgamos un resultado que no fue sino, el error más grueso que pudimos haber cometido: fallamos, y al ellas dar su resultado era correcto, lo que nos restó diez puntos que se sumaron a los que ellas habían cosechado en su certera respuesta, indicando ahora el tablero por tal cosa: ¡50 a 0!

Sus manos tapaban sus bocas en el reír que no podían evitar, y hasta las animadoras del certamen -mujeres todas ellas-, también reían sin poder evitar tal cosa. Las erecciones, eran ya una fortísima realidad en nuestras genitales anatomías, que ocultábamos tras aquel tabique de decorado donde cada grupo se colocaba detrás, tapándonos hasta la cintura.

Y otro y otro juego volvieron a ganarnos ellas, y ya algunas carcajadas alguna dejaba escapar, mientras, muy sutilmente, alguna se animó a esbozarnos una muy velada mueca sornásticamente burlona, seguida de una sonrisa de idéntico carácter que nos ponía como en una hoguera de candente eroticidad furiosa.

Y aquello proseguía cual una constante tortura para nosotros en la cual ellas eran las sádicas torturadoras, y en uno de aquellos juegos… ¡NOS TIENDEN ELLAS LA TRAMPA, Y.! ¡CAEMOS!!!

Chocaban en el aire sus manos en festejo de risas y hacia nosotros miradas de mofas, y aquello era el show de goces para las mujeres que circundaban la televisación aquella.

La continuación fue entonces una continua cosa de triunfos constantes para ellas mientras debíamos nosotros permanecer estáticos contemplándolo impotentes, y atrás de aquel tabique...nuestras vergas eran mástiles queriendo romper nuestros pantalones.

Finalizada aquella aplastante victoria de ellas sobre nosotros, nos dirigimos a nuestro camarín donde encontramos a unas risueñas mujeres que nos mostraban las imágenes que desde una cámara oculta tras aquel tabique, nos mostraba lo que nuestros bultos genitales en el pantalón delataban. Y la extorsión chantajeante, vino de ellas inmediata:

-"Vamos a poner al aire estas imágenes durante todas las semanas siguientes como avances del programa, ¡salvo que ustedes acepten entregarse a sus vencedoras desde ahorita mismo para que ellas...” jueguen” con sus cuerpos! ¿Lo aceptan, o damos ya mismo la orden para que desde yá mismito, estas imágenes salgan al aire??? ¡Respondan YÁ!" - Y mientras esto terminaban de decirnos, con un dedo apuntaban el botón del celular que dirigiría la orden de eso al aire emitir, y.… no tuvimos alternativa:

-"Sí!!! lo aceptamos!!!" -Dijimos desesperados. Y ya... llamaron a nuestras vencedoras, que entraron con las más cochinas de sus risas dibujadas en sus hermosos rostros. Riéndose, nos dijeron mirándonos ahí delante de nosotros:

-¡Desnúdense!  -Las mujeres del canal de T.V., se marchaban riéndose y cerrando la puerta dejándonos con las chicas.

Obedecimos. Ellas, reían y hacían exclamaciones de gozoso asombro al vernos desnudos para ellas. Los cuatro estábamos atrozmente imbuidos en una furibunda sobreexcitación fruto de aquella paliza despampanantemente insólita que ellas nos habían dado, y gimiendo y hasta chillando como bichos así entregados a ellas, comenzamos a ser juguetes de sus manoseos y mil cosas que con nuestros cuerpos desnudos comenzaron ahí mismo a hacernos a los cuatro juntos ellas cuatro así una a cada uno.

Nos hacían cosquillas atroces al tiempo que nos masturbaban y mamaban y sus manos y pies recorrían nuestras desnudeces sensibles haciéndonos experimentar sensaciones despampanantemente eróticas que las sentíamos como mezclas locas de humillación y a la vez goces de placer bestial, y comenzaron a hacernos acabar a mares haciéndonos saltar verdaderos torrentes de leche que nos saltaban por la pija en el reír desprejuiciado de ellas que disfrutaban como alocadamente aquello que nos estaban ahí haciendo.

Y una y otra vez nos encendían haciéndonos entrar en esos éxtasis de excitaciones como demenciales, y desenfrenadas en sus deseos de poseernos en esa dominación a la que nos habíamos entregado de manera absoluta, nos disfrutaban dando riendas sueltas a sus más lujuriosas pasiones que en nosotros descargaban como las más impúdicas hembras en desmesurado celo avasallante.

Nos follaban bajando y subiendo con frenético cabalgar sobre nosotros como burros así empalmados. Gritábamos como marranos mientras sus carcajadas se entremezclaban en aquella orgía de nuestros gritos y suspiros y las alocadas carcajadas de ellas gozosamente triunfales, y aquello no era sino el comienzo de una insólita relación en la cual nos habían atrapado para hacernos de sus deseos, esclavos en adelante suyos.

Ya allá, acullá o donde fuere, nos llevaban para hacer de nuestros cuerpos, sus objetos de desenfrenos lujuriosamente desaforados.

Por los bosques o playas éramos sus desnudos caballos a los que montaban cual amazonas dominantes, y nuestras empinadas vergas inmensas eran el juguete de sus manos y bocas, coños y culos, tetas y axilas, y cuerpos y almas.

Ríos de leche vivían haciéndonos saltar pija afuera en medio de los más desesperantes orgasmos de locos pues locos ya nos habían ellas vuelto, y aquello no era sino una morbosa relación que habían ellas sabido conquistar con sus avasallantes inteligencias tan superiores a las nuestras.

Sí: harto merecido tenían ellas, el derecho de hacernos, lo que nos estaban haciendo.

¡Bien hecho! ¡Bien hecho, por haber querido nosotros subestimar a chicas hermosas, ricas, e inteligentes!

(8,29)