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La evolucion de Ana (4)

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Ya llevaba casi dos meses teniendo relaciones a la vez con Juan y con Jacinto. Lo cierto es que no veía motivo para elegir, mi interés es puramente físico; quizá toda mi vida desde los 24 años he estado viviendo en varios países y eso me ha dificultado mantener relaciones largas. Por otra parte, estoy acostumbrado a mandar y me gustaría que alguien me mimase y adoptase el papel del macho y me hiciese sentir como una dama. Esto que al principio pareció que marchaba con Juan, al cabo del poco más de un año lo que al principio era atractivo, se va convirtiendo en rutinario y aburrido y se va llenando con la existencia de Jacinto y con algunos chispazos de las aventuras cuando decido prostituirme o tener una aventura puntual.

Jacinto ha introducido aspectos nuevos en nuestra relación, por ejemplo, me ha hecho modificar mi aspecto y en algunas ocasiones ya no uso el pañuelo anudado a la cabeza y me he comprado una peluca de melena rubia.

Hace un par de fines de semana, por ejemplo, cuando llegué a la casita-picadero en el campo y Jacinto me dio una caja que guardaba un precioso vestido color rojo, cuando lo vi se me aceleró el corazón y, de inmediato, me encerré en el cuarto de baño para maquillarme y estrenar el vestido para él.

El vestido como ya dije era rojo y hacia juego con mis preciosos zapatos con enormes taconees aguja que me hacen tener unas preciosas y sensuales piernas. Como no podía ser de otra manera el vestido tiene una minifalda dos o tres dedos por debajo de las nalgas y apretadísima marcando bien el culo. Por delante tapa todo el pecho, pero deja la espalda al aire hasta la cintura. Antes de salir del baño le dije que pusiera música suave y que se marchara hasta que yo le dijera. Primero salí y me miré en los espejos, la verdad es que se me veía buenísima y empecé a tener problemas con el bulto que se me notaba en la entrepierna al verme y notar el contacto con la tela. Al fin y con la luz de velas rojas, le dije que entrará, la verdad es que, con la peluca castaño, el vestido rojo, las medias negras y los zapatos rojos hasta yo estaba cachonda. Además, llevaba un liguero negro y un tanga de encaje blanco.

Entró y cuando se acostumbró a la poca luz me pudo ver de pie en medio de a habitación con las piernas separadas y los brazos en jarras, no pudo por menos que venir a por mí como un león. Yo, haciendo de calientapollas, le paré en seco y le dije que me apetecía mucho bailar algo suave. Ese tipo de música fue el que puso yo (que soy bastante más alta que él) le abracé por los hombros dejando que su cara estuviese a la altura de mis pechos, de esta manera el me sobeteaba la espalda. Por supuesto al poco tiempo me había levantado la falda por detrás y me estaba masajeando las nalgas y no tardó mucho en levantarme la tira del tanga y frotarme la rajita del culo. Yo le acariciaba la cabeza, le besaba y mordía las orejas y le morreaba con pasión mientras me apretaba contra su bulto. En un momento le dije que quería sentir su piel, así que nos separamos un poco y le quité los pantalones, pero le dejé el slip, así notaba sus muslos y liberé un poco su colita que ya estaba para reventar, pero yo quería calentarle más y darle el premio con un gran orgasmo.

Seguimos bailando (es un decir) y yo apretaba mis muslos contra los suyos y bajaba la mano y le frotaba el paquete sobre el slip y a veces por debajo, notando que ya estaba mojadito.

 “¿Qué me quieres hacer chochete? -que es como me llama cuando está bien caliente- que ya estoy loco por correrme”

 “Aguanta un poquito más que te voy a dar buen gusto, colita mía”

Siguiendo el baile y cada vez le frotaba más por debajo del slip, hasta que decidí sacárselo del todo y contemplar la erección que tenía, así que me arrodillé delante de él y le dije:

“Anda colita mía que te voy a dar tu premio”

Le descapullé bien y con toda la bellotita al aire la di unos lametones y como ya vi. que estaba a punto, le cogí al anillo del prepucio con los labios y se lo chupé como si fuera un helado. La respuesta fue casi inmediata suspiros, ayes y una tremenda eyaculación. Yo estaba también más que caliente así que le pedí que se pusiera a cuatro patas, lubriqué su culo y mi polla con su propio semen le restregué bien el anito para que pusiera cachondo y se la clavé sin contemplaciones. No le debí hacer daño porque me agradeció la enchulada sobre todo cuando me corrí con los consiguientes ayes y gritos, menos mal que estamos aislados en el campo.

Nos lavamos y yo me rehíce el maquillaje y me volví a poner el traje sin tanga ni liguero, pero con medias y zapatos de manera que daba todas las facilidades. Después de un rato de magreo tuvimos la idea de grabar en video un polvo bien completo así que nos pusimos toda nuestra ropita, él de señor y yo de putón con sostén, medias y liguero con taconazos y peluca y decidimos hacer como un señor que va a un burdel y se folla a su puta favorita y hacen todas las cochinaditas que les gustan a los dos. Así nos pajeamos, mamadas, 69, azotes con la mano y la fusta de los caballos y enculadas. Como el equipo lo permite, grabamos el sonido con toda la serie de gemidos, suspiros, frases obscenas, gritos a veces un poco exagerados de manera que la peli nos quedó bien guarra. Una vez grabada la proyectamos en el televisor y, como era de esperar nos cogimos un buen calentón y terminamos con la enculada uno enfrente del otro igual que en la película. Así acabamos el fin de semana.

Nos volvimos a encontrar a los tres fines de semana y después del primer polvo, Jacinto me dijo que el fin se semana anterior había ido al picadero con su amigo de la infancia Mariano, que también entiende y casualmente (eso dice) encendió el televisor y apareció la peli grabada y que no nos habíamos acordado de quitar. Dice que Mariano se puso como una moto y se masturbó allí mismo (parece ser que Mariano es un pajillero compulsivo) y estuvieron hablando de mí y de la posibilidad de montar un trío con Jacinto, Mariano y yo. Yo me cabreé bastante porque habíamos quedado en que la relación solo era entre Jacinto y yo y que no entrarían terceros así que nada de nada y que si insistía demasiado la relación se iba al garete.

Jacinto trató de convencerme argumentando que Mariano era muy buen tío, más bien pequeñito como él, muy limpio que desde su infancia eran amigos y se habían hecho muchas pajas mutuamente pero que nunca habían pasado a mas ya que, básicamente, a Mariano lo que le gustaba era mirar y meneársela y que, además tenía la polla más bien pequeñita de manera que si querría una enculada no me haría daño. Además, le había dicho que yo cobraba y le había parecido bien lo de los cien euros por una tarde.

Al final me convenció, pero le exigí que antes yo quería conocer personalmente a Mariano, así que llámale y si puede venir ahora, que venga y decidimos. Así lo hizo y me confirmó que se iba a duchar y en menos de una hora se presentaría. Así quedamos y justo a la hora vimos desde lejos el polvo que levantaba el coche, yo me metí en un cobertizo y esperé que a que llegase y entrase en la casa. Le vi. de lejos y la verdad es que estaba muy aceptable, o sea, que pasó el primer examen. La casa la habíamos puesto con las velas rojas y yo me había vestido lo más sensual que soy capaz, incluso me había pintado las uñas de rojo y perfumado en especial las orejas y la entrepierna.

Como habíamos quedado Jacinto y yo, esperamos un poco y yo llamé a la puerta y cuando entré Mariano se quedó como embobado, Jacinto le dijo:

“Aquí tienes a Anita, a ver si puedes con ella”

El tío me tendió la mano para saludarme, pero, naturalmente yo no se la di, más bien me apreté contra él y le di un beso en cada mejilla. Les dije que si querían tomar algo y preparé unas copas... La tomamos sentados en el sofá, frente al televisor yo en el medio y uno a cada lado. Ni que decir tiene que mí sentado y cruzado de piernas era más bien escandaloso y Mariano no me quitaba el ojo de la entrepierna viendo los tirantes del liguero y las medias y, en ocasiones una parte del tanga.

Después de un rato de charla aproveché que la mano de Mariano estaba al lado de mi muslo para cogérsela como con disimulo y ponérmela encima de la parte del muslo que dejaba al descubierto las medias; al principio hizo ademán de retirarla, pero yo se la apreté más y se quedó y empezó a acariciarme; me imagino que se puso a tono.

 “¿Porque no ponemos un poquito de música suave?” propuse “me encantaría bailar con mis hombres” Naturalmente me dijeron al unísono que sí. Me levanté puse música y le dije a Mariano que me hiciese el honor como invitado a iniciar el baile. El tal Mariano a poco se priva con tanta finura. Se levantó y le abracé bien apretado y empecé a bailar y restregarme bien. Miraba a Jacinto y me sonreía con una mirada cómplice. Después de un ratito de restriegue y de notar que ya estaba bien empalmado propuse volvernos a sentar. Pude notar el bulto en la bragueta de Jacinto. En tono de broma dije:

“Me acariciáis en una zona bien sensible, pero yo solo toco tela, os tenéis que quitar los pantalones y la camisa”. La orden se ejecutó de inmediato y mis dos machitos se quedaron en calzoncillos.

Les volví a proponer bailar (o restregarnos un ratito) cosa que aprobaron de inmediato, pero esta vez con Jacinto. Empezamos el meneito, metiéndonos las piernas y acariciándonos la espalda y la cabeza, con los correspondientes besos y mordisquitos, de vez en cuando nos acariciábamos los lados y bajábamos la mano acariciándonos el paquete por encima y por debajo del tanga.

Miraba a Mariano que se estaba acariciando el paquete, pero yo ya tenía pensada otra cosa más divertida para mí y para su primera corrida. Le senté a Jacinto y saqué a bailar a Mariano siguiendo la misma técnica, pero algo más suave porque la polla la tenía bien lubricada y estaba seguro que no iba a aguantar casi nada, además ya estaba jadeando. Le dije:

“Me vuelve loca tu paquete y me encantaría que tuvieses una buena corrida, ¿Cómo prefieres con la mano o con la boca?” No me contestó, pero me dijo que se lo hiciese en seguida, que estaba muy caliente.

Les senté a los dos, le dije que ya llegaba la hora y les quite a los dos el calzoncillo con lo que les dejé en pelotas y a continuación les pregunté quién me quería quitar el tanga, Jacinto dijo que ese honor de lo dejaba a Mariano como invitado que era. Mariano me quitó el tanga con mano temblorosa y bastante poca habilidad, se le notaba la falta de práctica.

Puestos los tres con los aparatos al aire y bien empalmados, me senté entre los dos y les dije que se apretaran contra mí y de esta manera cogí sus pollas, la de Mariano con la mano derecha y la de Jacinto con la izquierda y así empecé a masturbarlos a ambos a la vez. Naturalmente Mariano se me corrió al cuarto o quinto envite con un torrente de leche y los clásicos jadeos “Ay, ay, ay ay”, Jacinto también se corrió bastante rápido para lo que yo me esperaba. Cuando acabaron los dos, dije a Mariano que me había quedado con las ganas después de hacerse correr a los dos y que tocaba darme mi merecido y que eligiera lo mismo que les había ofrecido yo. Mariano dijo que tenía poca práctica en chuparla a lo que yo le dije que la poca práctica se mejoraba practicando así que me senté en el sofá con uno a cada lado.

 “Soy toda vuestra, hacedme lo que queráis pero que me dé gusto”

Empezaron acariciándome los muslos y besándome en la boca, en el cuello y metiéndome la lengua en las orejas. Jacinto que era el más experto porque me había comprado el vestido, me desabrochó la parte del cuello con lo que quedó al aire toda la espalda y el pecho con el sostén de encajo, de inmediato Mariano me empezó a magrear las tetas en tanto que Jacinto me chupeteaba la nuca y me hacía cosquillas en la espalda con suaves caricias.  La verdad es que me costó bastante correrme porque Mariano era bastante inexperto y no encontraba los puntos sensibles en el capullo.

Para seguir con la fiesta les propuse ver la película que habíamos grabado y, si nos apetecía hacer algo de lo visto. Pusimos la película con los dos machos en pelotas y yo con el minivestido, las medias y el tanga y al poco rato me bajé la parte delantera del vestido, me quité el sostén y así, especialmente Mariano pudo dedicarse a chuparme las tetas y mordisquearme los pezones. Acabada la película les pregunté que queríamos hacer. Jacinto propuso una mezcla y hacer a la vez encularme él y mientras tanto yo se la chupaba a Mariano. Así lo hicimos, yo a cuatro patas, Jacinto penetrándome por el ano y Mariano arrodillado delante de mí y yo chupándosela. El resultado fue estupendo para ellos dos que consiguieron unas buenas corridas y aguantaron bastante tiempo disfrutando.

Como siempre yo me quedé a medias y exigí me satisficieran como yo había hecho con ellos. Llegamos al acuerdo de que Jacinto me encularia pero solo con el capullito, así me trabajaba el esfínter que es o más sensible y yo podía apretarlo a voluntad. Mientras tanto Mariano podría grabarnos y meneársela si le apetecía.

Para hacerlo bien Jacinto se sentó en una silla cerca de la mesa, yo me senté sobre su polla dándole la espalda, me abrí de piernas abarcando a él y a la silla y apoyándome con las manos en la mesa. Así me la metió, pero solo la puntita como yo le había pedido. Así yo podía subir y bajar las nalgas entrándome y saliendo el capullo.

“Si mi vida asiiiiii, otra vez, asiiii que gustazo me das, todavía no te vengas”

“Por lo que más quieras esta vez métemela entera” -le rogaba de vez en cuando- “así, así que note tus huevos en mi culo”

Axial, con el ojete bien trabajado me notaba cierto escozor cuando lo apretaba, pero aun así estaríamos cerca de media hora follando, yo pidiéndole que me diera más caña y él diciéndome obscenidades que tanto me gustan cuando follamos:

“Toma polla zorra, toma polla que te estoy echando el mejor polvo que hayas soñado”

“Si mi vida si, pero no te canses y aguanta un poquito más que esto es maravilloso”

Yo tenía la polla que me iba a estallar, gozando como una perra, pero sin correrme. Por otra parte, Mariano filmó casi todo el polvo con una erección de campeonato, al final terminó meneándosela. Yo ya no podía más y le pedí que por favor me la meneara a mí también, manteniendo todo Jacinto dentro de mí me dio tres o cuatro meneos hasta que me corrí abundantemente y con enorme gustazo. Por mi parte le deje a Jacinto que hiciera lo que quisiera con mi culito hasta que también se corrió.

Cuando Mariano se fue me pasó de forma muy discreta un billete de cien euros, yo le dije a Jacinto que le iba a acompañar hasta el coche. Fuimos agarrados de la cintura y al llegar al coche le dije que si lo había pasado bien; me dijo que era la vez que más había gozado y que nunca lo había hecho con un travesti tan grandote como yo y que le encantaría volver a repetir. Le contesté que lo hablase con Jacinto. Le besé en la boca y me devolvió el beso, total que nos enzarzamos en besos y en vez de un beso de despedida fue una paja de despedida. Al llegar a casa Jacinto me dijo que había pasado y yo le contesté, que mirase como tenía la mano manchada de semen. Me dije que era una puta demasiado cariñosa.

Jacinto y yo nos quedamos toda la noche juntos y disfruté mucho porque yo tenía el ano muy sensible por todo el frotamiento recibido y cualquier maniobra que me hacía me daba enorme gusto

Lo cierto es que al día siguiente cuando me levanté tenía cierto dolor y escozor al sentarme, que me duró un par de días así que fue como si hubiese tenido la regla. Hablamos de lo que había pasado y le dije que había actuado como un auténtico chulo pero que al final a mí me había gustado y que me gustaría que me proporcionara clientes como el de hoy siempre y cuando él fuese mi protector y participase activamente. Ya os contaré en que acaba todo esto.

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