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La ahijada de mi papá

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La ahijada de mi papá, Cami, siempre fue como mi amiga quizás no hablábamos mucho, pero la veía mucho de chica. Ahora de más grande no tanto, pero me llamó la atención cuando mi padre me dijo que vendría a casa a ver unas pelis. Porque habíamos perdido contacto. Bueno fui con mi marido a la casa de papá y ahí estaba esta morocha con un vestidito cortito y pantis negras. Divina porque su cuerpo ya no era el de una nena más bien se había acomodado bastante con unos pechos pequeños y una curvatura en su cintura, pero estaba bien después de todo mi cuerpo también había cambiado con los pechos más grandes, pero sin el vestido nunca me gustó así que llevaba jean.

Llegamos y comimos todo muy normal con las presentaciones pertinentes y las anécdotas de pequeñas hasta la llegada del postre casi, yo más bien diría que el postre era ella, pero bueno la cosa es que en un momento estaba contando sobre un evento y me agarró de la cara poniendo sus labios sugerentemente cerca de los míos y me pareció que quería besarme por la forma en que me miraba, pero no lo hizo. Yo me reí y en realidad ya estaba empezando a verla de otra forma, ya no era la Cami de siempre, era ella. Cada comentario que hacia subido de tono hacia que mi entrepierna se mojara y cerraba las piernas instintivamente... la forma en que me miraba hacia que mi mente la imaginara conmigo en el cuarto. Esta más que claro que yo buscaba el roce y no dejaba de mirar sus labios carnosos, de hecho, casi a propósito pasé por su lado yendo a lavar los platos y levantando un poco el culo, cosa que funcionó porque lo miró.

Mi marido nos miraba y me decía al oído cuanto le calentaba que hiciera eso, que jugara y eso me ponía más. Hasta que en un momento que traje más cerveza comenzó a contarme que había ido a una fiesta que por el alcohol que había bebido no sabía ni como había terminado con la camisa desabotonada mostrando su sostén y la pollera levantada. Yo me reí, pero en mi mente se pasaba su cuerpo desnudo... su piel... era muy excitante y presionaba más mis piernas casi para contener mi propio flujo. Y en un momento de la noche en que mi padre y mi marido se fueron a dormir.

Fui con Cami al baño... comenzamos casi como jugando a besarnos, pero luego el juego era cada vez más húmedo. Empecé a besar su cuello, su barbilla y la presioné contra la pared rozando nuestros pechos. Ella entrelazó sus dedos en mi cabello y me presionaba más contra sí. Mis manos levantaron su vestido y acariciaron su muslo. Ella se rio de los nervios, pero continuamos acariciándonos entre la ropa. Metió su mano en mi pantalón y notó mi humedad. Me sacó la remera que ya sobraba dejándome en sostén y comenzó a lamerme todo el torso. Yo acariciaba su cabeza haciéndola frotarse más contra mí. Llevé mi mano a su entrepierna rozando sus pantis negras que estaban empapadas y no pude evitar bajarlas un poco. Ella no llegaba a gemir, pero suspiraba y su sonido me hacía arder aún más.

Abrimos la puerta y la llevé a mi cuarto. Le arranqué el vestido junto con las pantis y comencé a lamer su vulva pequeña y depilada. La lamía primero despacio y cada vez más fuerte intercalando un dedo juguetón de por medio. Ahora si gemía como una puta y apretaba mi cabeza contra su concha hundiéndome y moviéndome de arriba abajo. Mis manos inspeccionaban debajo de su sostén sus pezones erizados. Saboreaba su flujo que cada vez era más y sentía sus piernas apretarse contra mí. Comenzó a tener un espasmo y acabó en mi cara dejando sus jugos sin dejar de apretar mi cabeza contra sí. Yo seguía lamiendo y metiendo mis dedos que al momento eran tres. La lamí hasta que volvió a acabar. Luego me recostó, me bajó los pantalones hasta las rodillas y me cogió con sus dedos mientras besaba mi boca. Me dio vuelta y comenzó a lamerme el culo mientras seguía el juego de sus dedos en mi concha y eso me enloqueció, tanto que me hizo llegar a un orgasmo mojándola toda. Luego nos desnudamos y juntamos nuestras conchas rozándolas con ganas, sintiendo la humedad de la otra y nuestros clítoris se encontraron en un juego pasional de caricias hinchándolos y endureciéndolos más. Su cara de excitación me volvía loca al verla y sentirla acabar sobre mi vagina... y quería que me besara. Presioné su cabeza contra mí hasta llegar a un orgasmo en su lengua.

Luego nos vestimos, la despedí y como necesitaba una pija adentro fui al otro cuarto le arranqué los pantalones a mi marido y me empalé en él hasta volver a acabar y sentir su leche dentro mío.

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