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Una juventud madura (IV): Pasión de venganza

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Desperté de mi sueño y todo parecía ser normal. La luz de la luna entraba por la ventana como también una brisa de aire frío que resbalaba por mi trasero y me ponía la piel de pollo. Algún ruido me había hecho despertar, pero con las luces apagadas solo podía ver un poco de suelo cercano a la ventana y algunos muebles.

Una voz se acercó a mi oreja, una voz que deduje desde un principio que era David.

 -Fran, me has fallado- dijo susurrándome de forma directa.

-¿Pero qué dices? -pregunté sin saber por dónde iban esas palabras.

-Yo te lo enseñé todo y tú te has estrenado antes con Edu que conmigo. Yo quería ser el primero- dijo aumentando el volumen de la voz.

-David, ya lo hemos hablado antes y me has dicho que no estabas enojado, además quiero descansar. -le aclaré.

David no contestó, pero noté como se levantaba y salía de la habitación y yo volví a caer rendido sobre las sábanas. Ese tiempo de descanso no duró mucho. Una sacudida de la cama me hizo volver del mundo de mis sueños a la realidad. Sentía como algo me estiraba de las manos y de los pies, inmovilizándome todo el cuerpo.

La lamparilla se encendió y en su interruptor se encontraba David. Fue en ese instante cuando pude ver que me encontraba boca abajo, atado de las manos y de los pies por cuerdas, atadas a cada una de las patas de la cama.

David se acercó a mí y con cara de enfadado y al mismo tiempo de niño llorón me susurro:

-Yo quería ser el primero, pero como no puede serlo, me he reservado el segundo puesto-

Entonces entendí que la noche iba a ser muy larga.

Sacó de una bolsa el vibrador que yo había utilizado para penetrarle el día anterior y le echó un buen chorreo de lubricante. Le pedía por favor que recapacitase y que no lo hiciera, pero en vez de eso se situó sobre la parte inferior de la cama donde quedaban mis piernas abiertas y mi culo libre para quien quisiera tomarlo, y empezó a acercarme el pene de plástico hacia el culo. Apreté las nalgas como nunca había hecho, pero él seguía acercándose.

-Cuanto más lo cierres, más te dolerá -dijo el rubio de David– Disfruta de ello.

Fue entonces cuando entendí que si le dejaba hacer lo que quisiera con mi cuerpo sin oponer resistencia el dolor iba a ser menor, así que dejé mi cuerpo inerte y muerto, y él metió el vibrador dentro de mí a poco a poco. Sentía el culo adolorido. El recto me escocía con cada mete saca del plástico y mi cara daba los síntomas del dolor. Mi intención era no gritar y así me pude mantener. David aumentaba el ritmo y lo disminuía constantemente hasta que sacó todo el vibrado y gateó hasta mi cabeza rozando su pene erecto por toda mi espalda. Puso sus piernas por encima de mi espalda y su pene por debajo de mi cabeza. La cogió con las dos manos e introdujo su pene en mi boca metiéndomela hasta la campanilla y produciéndome algunas arcadas. Sus manos ya no hacían falta una vez dentro. No podía salir por ningún lado así que se centró en el movimiento de cadera. Me sentía como una muñeca hinchable que le meten el rabo por todos los sitios.

Seguidamente pasó las piernas por debajo de mis brazos y se situó en mi torso empezando a lamer mis pezones, incluso mordiéndolos suavemente y a continuación bajó más y más lamiendo mis abdominales aun poco marcados hasta llegar a mi pene. Allí empezó a lamerlo hasta que se hizo grande. Continuó unos 5 minutos succionando y pasado ese tiempo me puso lubricante en el rabo y se incorporó con sus piernas rodeando mi espalda y su culo en mi instrumento y lo metió dentro. Me agarró del culo con los pies y empezó a moverse como un gusano metiéndola y sacándola y produciéndome una erección que culminó con una corrida en sus sienes.

Una vez acabado, quedó tumbado bajo mí abrazándome, aún con el pene metido durante un tiempo hasta que me bajó la erección y salió mi pene de allí de forma natural. Seguidamente se incorporó otra vez en el sitio de partida, pero esta vez, metió de golpe su pene largo y gordo entre mis nalgas haciéndome pegar un chillido de dolor y tumbado sobre mí abrazando mi torso empezó el movimiento de dentro saca. Gritaba de dolor con cada penetrada diciendo:

-Por favor, para. Por favor. Por favor. Por favor… -Yendo de cada vez a menos hasta callarme.

Lágrimas caían por mis mejillas sin ningún llanto ni ninguna reacción semejante. Era una marioneta que no tenía vida y que no sentía dolor, pero el placer vino poco a poco y las lágrimas cesaron. Gemía y gemía sin parar. David me soltó los pies poniéndome boca arriba con las piernas sobre sus hombros y siguió penetrándome.

-Sigue, sigue, más rápido, más duro -gritaba erecto y excitado– Métela más, métela más.

Me puse de lado con una de mis piernas levantada hacia la cabeza de David y la otra estirada en la cama para que él pudiera introducir más y más su pene.

Era tal mi excitación que se me tensaron todos mis músculos y me corrí sin hacer falta ningún roce o contacto con mi pene.

David seguía con su movimiento de mete saca hasta que su aliento se aceleró desmesuradamente hasta acabar en una abundante eyaculación en mi hermoso trasero que en apenas 7 horas había sido desvirgado dos veces por dos chicos que para mí eran los más hermosos del mundo y que me ponían cachondo.

Al desatarme las manos David, nos fuimos al baño y nos dimos una ducha masaje los dos juntos, él sentado y yo sentado sobre sus piernas, torso con torso y con su pene bajo mi culo. Tenía ganas de más así que lo empecé a besar mientras el hidromasaje hacía su función. Con mi mano derecha empecé a tocarle la punta del pene y a rozarle con mis dedos produciendo otra erección. Notaba como su punta tocaba mi culo y sin lubricar ni previo aviso me deje caer sobre él penetrándome. David me cogió en brazos y me tumbó en el suelo del hidromasaje y cogiendo el mango de la ducha que era recto acabando en bola y que servía para masajear, empezó a metérselo en sus sienes al mismo tiempo que me metía su grande en el ano. Los dos gemíamos y los dos estábamos muy calientes, me encantaba ver como salía agua del culo de David como una regadera y cada vez estábamos más calientes. Cambiamos los papeles yo con el mango de la ducha y él con mi pene. Al meterme ese mango sentí como masajeaba todo mi ano y al meterlo y sacarlo se producía magia, eso sin contar el roce del culo de David con mi pene, que me hacía rozar las estrellas. Finalmente, la calentura que llevábamos acabó en otra corrida en el culo de David y él en su torso.

Nos lavamos, nos secamos y volvimos a la cama donde cambiamos las sábanas y dormimos. Dormí abrazado a David por las manos y por los pies toda la noche, y a la mañana siguiente, temprano, desayunamos en la cocina en la mesa central donde había unas sillas altas y delgadas que se adaptaban a las posaderas de quien se sentara y más si esas posaderas iban desnudas como iban las de David y las mías.

Hablamos de todo lo que había sucedido esos días y acordamos que quedaba en secreto. Que cuando quisiéramos repetirlo solo tendríamos que llamarnos y vernos.

Nos fuimos directamente de la cocina al sofá y tumbados uno sobre el otro nos besamos y nos acariciamos las horas restantes a la espera de que mi madre viniera a buscarme. Pasado ese tiempo nos levantamos y nos vestimos con la ropa con la que habíamos llegado a casa que aún seguía tirada por el suelo y justo al sonar el timbre y ver a través del interfono que era mi madre, Nos besamos y nos despedimos.

To be continued (Continuará)

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autor: EXCAR-PRODUCTION

 

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