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Primera visita de una pareja a un local de intercambios

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Mario entró en casa como cada tarde, cansado tras una jornada tensa de trabajo y sin muchas ganas de hablar, por lo que se fue directamente a la habitación para quitarse la ropa de trabajo y mientras se aflojaba el nudo de la corbata, saludó a Silvia con un lacónico:

—Hola cariño, ya estoy en casa.

Silvia desde la cocina contestó igualmente de forma mecánica, como cada tarde. La verdad es que, a pesar de llevar poco tiempo casados, la vida conyugal había caído en una rutina que poco a poco se iba haciendo evidente para ambos, aunque no dijeran nada al respecto quizás por miedo a provocar desavenencias que pudieran derivar en discusiones con consecuencias imprevisibles.

Lo cierto es que Mario a pesar de la vida rutinaria seguía enamorado y procuraba demostrárselo cuando se presentaba la ocasión, pero sentía que tenían que introducir novedades en su relación, sobre todo en sus relaciones sexuales. Novedades que aportaran un punto de excitación.

Tiempo atrás, tuvo conocimiento sobre la existencia de los locales de intercambio y aunque en un principio rechazó la idea de compartir a su esposa con otro hombre, aun cuando eso significase mantener relaciones sexuales con la esposa de otro, lo cierto es que una vez superada la primera fase de rechazo, comenzó a barajar la idea de hacer una visita a uno de esos locales como simple observador. Una noche, aprovechando la pausa publicitaria durante la emisión de una película que estaban viendo, comenzó a plantearle a su esposa la posibilidad de hacer una incursión a un local de intercambios.

—Hoy un compañero del trabajo me estuvo explicando el funcionamiento de los locales de intercambio. No sé si tú sabes lo que son.

—¿Locales de intercambio? ¿Eso que es para intercambiar cosas?

—Ja, Ja. Nooo. Son unos establecimientos, tipo Pub, que abren generalmente por las noches hasta altas horas de la madrugada, que están cerrados y sólo admiten a quienes cumplen unos criterios concretos. A ellos acuden sobre todo parejas para tomar algo en un ambiente sugerente de semioscuridad y si lo desean y encuentran alguien afín, pueden hacer un intercambio de pareja.

—¿Cómo? ¿Te refieres a follar con un desconocido?

—Bueno, puede ser con un desconocido o con un conocido si son parejas que se conocen las que acuden juntas. Y no necesariamente tienen que follar. La cosa se puede quedar en juegos morbosos o simplemente follar cada uno con su pareja en la misma cama. El límite lo pone cada cual.

—No sé si sería capaz. La verdad es que en principio no me seduce la idea de acostarme con otro así, sin más, a los diez minutos de conocerlo.

—Ya te he dicho que no es necesario que te acuestes con nadie, pero ¿no te gustaría ir un día de estos y ver un poco que se cuece en estos sitios?  No es obligatorio enrollarte con nadie, puedes ir a tomar una copa como el que va a un bar.

—No sé... Déjame que lo piense que no lo tengo claro.

—La verdad es que a mí me excita la idea, aunque sólo sea por estar metido en ese ambiente. Una vez visto, podemos decidir si damos un paso más.

Una vez puesta la semilla, Mario comenzó a visualizar una visita a un Pub inventado y la excitación fue inmediata. La verdad es que cada vez le seducía más la idea y no pasó mucho tiempo hasta que una noche, antes de irse a la cama, volvió a sacar el tema de la visita al Pub.

—¿Has decidido algo respecto a la visita al local de intercambios?

—Hay algo que me tiene desconcertada sobre ese tema. ¿Realmente tienes tantas ganas de follarte a otra que estás dispuesto a que me follen a mí a cambio?

—No es así. La idea no es follar con otra o con otro como objetivo. La idea es buscar un aliciente sexual en nuestra relación. Yo en principio lo único que busco es meterme en ese ambiente primero para conocerlo y en segundo lugar porque me atrae respirar ese ambiente, que, aunque no lo conozco, me lo imagino y tiene que ser muy excitante.

—Pero ya vas con la idea de llegar hasta donde haga falta o hasta donde te pida el cuerpo y es posible que yo no quiera llegar tan lejos.

—Silvia, tú no tienes que hacer nada que no quieras. Nadie te lo va a pedir y si alguien se dirige a ti con alguna propuesta, tú puedes negarte con educación. En estos sitios, el respeto es una norma de obligado cumplimiento y nadie te va a insistir si te niegas la primera vez. Además, lo que hagamos, lo haremos juntos y tendremos que estar los dos de acuerdo. Allí no se entra cada uno por su lado buscando guerra. Vamos en pareja y en todo caso, hablaremos con otra pareja y ya veremos lo que surge.

—Parece que sabes mucho tú de estos sitios para ser novato…

—Mujer, es que desde que me habló mi compañero del tema me interesé mucho y me puse a investigar. En Internet hay mucha información.

—¿Y cuándo quieres que vayamos?

—No sé, podíamos ir el sábado. Los sábados sólo autorizan la entrada de parejas que es lo que nos interesa en principio. Además, el domingo no hay que madrugar y si estamos a gusto podemos estar hasta el cierre.

—Vale, el sábado vamos.

Mario estaba impaciente por que llegara el sábado y a medida que se aproximaba el día, la excitación iba en aumento. Silvia no manifestaba ninguna emoción al respecto, aunque también sentía una mezcla de excitación y curiosidad.

El sábado por la noche salieron como hacía tiempo que no salían, ambos acicalados como para una fiesta. Silvia estaba preciosa, con un vestido azul escotado que realzaba los pechos y se ajustaba al talle dejando adivinar un cuerpo escultural. Mario también iba muy atractivo con lo que formaban una pareja llamativa.

Decidieron ir a un local que les recomendó su compañero de trabajo llamado Encuentros en Madrid además de por la recomendación, por el hecho de quedar lejos de su residencia por aquello de la posibilidad de encontrarse con alguien conocido.

Nada más entrar, se situaron en la barra, aunque la verdad es que la barra estaba casi vacía. Luego se darían cuenta que la barra es un sitio de paso, para llegar, pedir una consumición y adentrarse en los habitáculos interiores.

Como quiera que era la primera vez que entraban al local, el Relaciones Públicas, les dio la bienvenida y les ofreció acompañarles en una visita por todas las dependencias para que conocieran el establecimiento y lo que se podía hacer en él. Ellos aceptaron con gusto el ofrecimiento y el Relaciones Públicas comenzó el tour con una primera sala amplia llena de sofás, lámparas y demás objetos de decoración.

—Como es temprano y todavía no hay mucha gente, podemos ver el local tranquilamente y se lo enseñaré todo. Esta sala es una estancia amplia donde pueden sentarse a tomar algo y pueden entablar conversación con otras parejas en un primer contacto o si lo desean se pueden mantener al margen simplemente observando. Aquí lo normal es permanecer vestido mientras no se decida llegar a algo más íntimo.

Aquella sala tenía varias puertas que daban a otras dependencias y el Relaciones Públicas tomó una de ellas seguido por la pareja.

—En esta sala tenemos el jacuzzi, donde pueden entrar libremente y tomar un baño mientras conversan con otras parejas que se encuentren aquí. Dentro de la misma sala tienen un vestidor con taquillas donde pueden dejar la ropa y tomar una toalla si lo desean. Lo normal, después de pasar por la sala anterior es venir aquí a desnudarse y dejar la ropa en una taquilla antes de entrar a cualquier otra dependencia. Por el resto de local es obligatorio permanecer desnudo.

En el vestidor había una puerta que comunicaba con otra estancia. el Relaciones Públicas tomó esa salida y les explicó.

—En esta sala hay una pista de baile central y alrededor hay varios reservados que para dar cierta intimidad cuentan con cortinas y como podéis ver, dentro de cada reservado hay una cama muy grande donde tienen cabida dos o tres parejas.

Aunque la luz en la pista de baile era muy tenue, había una puerta que comunicaba con lo que el Relaciones Públicas llamó el cuarto oscuro, que para evitar que una vez abierta la puerta dejase pasar un mínimo de luz, tenía una gruesa cortina una vez pasada la puerta, tras la que había una pequeña pista de baile en una oscuridad absoluta.

—Aquí —dijo el Relaciones Públicas— pueden entrar a bailar en grupo y como ven, el morbo está en tocarse en la oscuridad sin saber quién te toca ni a quien tocas.

De allí pasaron a otra sala, llena de colchonetas y con agujeros en una de sus paredes.

—Esta sala es para relaciones sexuales en pareja, en grupo o entre dos parejas. Los agujeros de la pared comunican con un pasillo al que tienen acceso los chicos y como ven, los hay a una altura de metro y medio, para que puedan mirar y otros están a poco menos de un metro por los cuales pueden introducir el pene y desde esta sala si lo desean pueden hacer una mamada o masturbar al chico que ofrezca su pene. Si no quieren ser observados, pueden meterse en un reservado de la pista de baile. Como ven, hay mucho donde elegir y espero que pasen una buena velada y regresen con frecuencia.

Regresaron a la barra y después de despedirse del Relaciones Públicas, Mario y Silvia entraron en la sala de los sofás y se sentaron en uno de ellos.

—¿Qué te parece? —Dijo Mario

—El local está muy bien, pero lo principal es la gente que venga. Para que esto funcione también tiene que gustarte la compañía y no parece que haya mucha clientela.

Lo cierto es que no habían visto a nadie en todo el local, salvo a dos parejas de mediana edad que venían juntas y que estaban sentadas en la misma sala de los sofás.

—Es muy pronto todavía. Mi compañero me dijo que esto no empieza a ponerse a tono hasta pasadas las once de la noche.

—Si es así, no falta mucho.

Efectivamente, poco a poco fueron entrando parejas, unas solas, otras en grupo y se fue llenando la sala al punto de no quedar mucho sitio para sentarse, pero de igual forma, cuando ya estaba casi llena, fueron desapareciendo por la puerta del jaccuzzi hasta no quedar casi nadie.

—¿Qué hacemos? Tenemos que entrar a alguna de las salas o nos vamos a quedar solos —Dijo Mario.

—Vamos a empezar por el jaccuzzi. No damos un baño y ya veremos.

Entraron el vestidor y después de desnudarse y guardar la ropa en una taquilla, tomaron una toalla y se metieron en el jaccuzzi después de dejar la toalla en un banco. En el jaccuzzi había dos parejas, que aparentemente no estaban juntas. Una de ellas era de unos 50 años y se notaba que no era la primera vez que venían al local por su gesto relajado. La otra pareja en cambio estaba como más en guardia. Tendrían unos 35 años, más o menos como Mario y Silvia y aunque ella tenía un aspecto un poco aniñado, era muy guapa. El jaccuzzi era muy grande y tenía un escalón en la pared interior de forma que, sentándose en el escalón, el agua podía llegar más o menos al medio pecho. Aunque en esa posición no se podía ver, se intuía un cuerpo menudo pero armonioso.

Al principio nadie dijo nada o en todo caso la conversación fue cada cual, con su pareja, pero pasado un tiempo, Mario se acercó a la chica y comenzó a conversar.

—Hola, ¿Qué tal? Me llamo Mario y mi pareja es Silvia. ¿Sois nuevos o ya habéis venido antes?

—Hola. Yo soy Rocío y él es Iván. Es la segunda vez que venimos, pero la verdad, es como si fuera la primera porque vinimos entre semana y no estuvimos mucho rato. Sólo para conocer el sitio y después de tomar una copa nos marchamos.

—¿Ya tenéis experiencia en esto del intercambio? Nosotros es la primera vez que venimos a un local de estos.

—Hemos estado en otros sitios. No es que seamos muy expertos pero alguna experiencia sí que hemos tenido.

—¿Y cómo se inicia un intercambio?

—Bueno, ya lo estamos iniciando —intervino Iván— lo primero es conversar un poco y si hay feeling, poco a poco se va subiendo el tono.

—Entended que nosotros nunca hemos hecho nada de esto y podemos parecer un poco reticentes, pero es la falta de experiencia. Además, tampoco queremos el primer día llegar al máximo —Dijo Silvia.

—No te preocupes, nosotros tampoco hemos llegado a la penetración en el intercambio. Lo que hemos hecho es jugar un poco.

Continuaron charlando y después de un tiempo, Iván hizo una sugerencia.

—Podemos sentarnos cada uno junto a la pareja del otro, las chicas en el centro y los chicos en los extremos, y suponemos que cada uno está con su pareja.

—OK —Dijo Mario.

Una vez sentados en esa posición, Mario puso el brazo encima de los hombros de Rocío y comenzó a acariciarle el muslo, mientras no perdía de vista a Silvia y Iván. Sintió una punzada de celos que enseguida se convirtió en excitación cuando vio cómo Iván tomaba en su mano un pecho de Silvia y acercando hacia arriba el pezón, se lo metió en la boca succionando a lo que Silvia respondió cerrando los ojos con cara de evidente placer.

Mario fue subiendo la mano por el muslo hasta llegar al sexo de Rocío mientras esta abría las piernas para facilitarle el acceso. Comenzó a acariciar el clítoris y ella daba algún gemido de placer, cosa que notó Iván, que ya estaba totalmente erecto.

Pasado un rato en estos juegos, Rocío propuso cambiar el escenario.

—Yo creo que aquí estamos un poco limitados por el agua. Podríamos cambiar de escenario.

—¿Qué os parece la pista de baile? Luego ya decidiremos donde acabamos.

—OK, vamos.

Salieron del jaccuzzi y entraron en la pista de baile donde había dos o tres parejas bailando desnudos, aunque más que un baile, era un continuo sobe. La posición de una de ellas, era con la chica dándole la espalda al chico mientras el chico desde atrás, le sobaba los pechos con una mano y el sexo con la otra. Había otra pareja que dejaron de bailar y ella se puso de rodillas delante de él comenzando una felación y, por último, dos hombres tenían a una mujer entre ambos sobándole pechos, culo y sexo mientras la mujer sobrante de la doble pareja estaba sentada en uno de los bancos situados alrededor de la pista observándolos y masturbándose.

Mario y Rocío se pusieron a bailar enseguida mientras Silvia e Iván se sentaron en un banco continuando los juegos del jaccuzzi. Al poco rato, Mario y Rocío salieron de la pista dirigiéndose al banco donde estaban sus parejas.

—¿Qué os parece si entramos en el cuarto oscuro? –Propuso Mario

—¡Vamos!

Se adentraron en la habitación oscura y al instante se dieron cuenta que había más gente por las risitas y susurros que escucharon. Al menos debía haber cuatro o seis personas ya que no es normal que en este cuarto entre una sola pareja lo cual no favorece el juego que se presta en esta situación.

En un espacio con ausencia total de luz, cuando das unas pocas vueltas pierdes totalmente la orientación y si además dejas de tocar por un instante a quien te acompaña habiendo más personas en el mismo espacio, ya no estás seguro de a quien vuelves a tocar.

Cuando entraron en el cuarto en principio cada pareja se abrazó y comenzaron a sobarse en una especie de baile, pero no pasó mucho tiempo hasta que Mario notó que alguien le acariciaba el culo. Sin dejar de tocar a Rocío con una mano, fue subiendo por la mano que lo acariciaba hasta tocar los hombros y la cabeza de quien le tocaba hasta darse cuenta de que era una chica. Igualmente bajó la mano hasta el culo acariciándolo. Tenía un culo espectacular y desde que Mario comenzó a tocárselo, se giró para ofrecérselo más ostensiblemente, ofrecimiento que Mario no despreció ni por un momento pues bajó la mano por toda la raja explorando el ano y llegando a acariciar el sexo desde esa posición.

Por su parte Rocío cuando vio que Mario estaba en otros menesteres, se desentendió de él y movió los brazos explorando el vacío hasta tocar un torso musculoso. En principio, por instinto, retrajo el brazo, pero quien fuera al que había tocado le agarró de la mano suavemente y se la llevó al miembro erecto el cual Rocío agarró y después de frotarlo en vaivenes de masturbación, se agacho introduciéndoselo en la boca.

Silvia e Iván estaban juntos acariciándose mutuamente cuando una mano se posó en el culo de Silvia mientras que a su vez agarraban a Iván de la mano para llevarla a unos pechos pequeños y duros. Dándose cuenta de que una pareja los estaba invitando a unirse a sus juegos, se giraron y encontraron la posición óptima para sobase mutuamente los dos hombres con las dos mujeres y viceversa.

Pasada más de media hora dentro del cuarto oscuro, fueron saliendo hasta que los cuatro se encontraron de nuevo en la pista de baile. Se sentaron en uno de los bancos de alrededor de la pista de baile y comenzaron a contarse cada uno su propia experiencia.

—Oye, el cuarto oscuro es lo más excitante que he experimentado hasta la fecha. ¿No os parece? —Dijo Mario.

—La verdad es que es el súmmum de la relación con un desconocido. No llegas ni a verlo y ya le estás haciendo una mamada —Respondió Rocío con una risita.

—¿Le has hecho una mamada a alguien? —Preguntó Iván.

—Un tío me cogió la mano y me la puso sobre la polla. Tenía una polla espectacular y no pude resistirme. El cabrón se me corrió en la boca.

—Eso me hubiera gustado verlo —Contestó Iván.

—No te preocupes que lo podemos repetir con luz.

—¿Y tú que has hecho? Porque supongo que algo habrás hecho –Preguntó Silvia a Mario.

—Lo que he podido. Una tía con un culo impresionante me provocó y estuve a punto de follármela, pero lo más que conseguí fue meterle los dedos por el coño y por el culo. Cuando intenté follármela no me dejó.

—Habíamos quedado en que hoy no se follaba…

—Ya, pero cuando estás en plena faena, lo que te mueve es el instinto.

—Y tu Iván, ¿qué has hecho?

—Bueno, aparte de toquetear por aquí y por allí, poco más. La verdad es que te calientas, pero no pasas de ahí.

—Vamos a meternos en un reservado, que te voy a dar consuelo para que Rocío vea que no es la única que consigue que se le corran en la boca.

—Eh! Que yo todavía no he conseguido correrme tampoco –Dijo Mario

—Si consigues que yo me corra, le daremos gusto a Iván para que vea como se me corren en la boca.

—Eso está hecho.

Se metieron en uno de los reservados que estaba libre y echados en la cama, ambas parejas comenzaron un 69 con las chicas arriba.

Mario le abrió el sexo a Rocío y comenzó a chuparle el clítoris mientras le introducía el dedo pulgar por la vagina con movimientos circulares y de abajo arriba. Rocío enseguida comenzó a gemir.

Por su parte, Iván hizo lo propio con Silvia de manera que ambas mujeres gemían mientras sus parejas auténticas escuchaban sus gemidos excitándose más con la idea de que otro hombre estaba en una relación sexual con ella.

Después de un tiempo en esos juegos, Rocío tuvo un orgasmo incluso con eyaculación, expeliendo un chorrito de líquido que le dio a Mario en la nariz, chorreándole hasta la mejilla y entrando en parte en la boca. Mario se sorprendió gratamente con esta eyaculación, lo cual no había visto antes ni en Silvia ni en mujer alguna. Rocío se descabalgó y se tumbó boca arriba exhausta, cerrando los ojos y relajándose todavía con alguna convulsión.

Poco tiempo después, Silvia también llegó al orgasmo y tras descansar un momento se puso de rodillas entre las piernas de Iván y comenzó una mamada lenta y profunda y poco a poco fue aumentando el ritmo hasta que, con un espasmo, Iván se corrió saliendo parte del semen por la comisura de los labios. Iván giró la cabeza para ver que estaba haciendo Rocío y vio como ya había comenzado la mamada con Mario y con la respiración agitada por el orgasmo reciente y la excitación de ver a su mujer haciendo una felación, se sorprendió de que estuviera reanudando la erección cuando ya había comenzado a decaer. Cuando Mario se corrió en la boca de Rocío, Iván miraba la escena masturbándose.

—Bueno, al final creo que nos hemos corrido los cuatro, ¿no? —Dijo Silvia

—Pues sí, y yo puedo decir que he tenido un orgasmo como hacía tiempo que no tenía y no es por menospreciar a Iván, pero Mario es un artista del cunnilingus.

—Será por el ambiente, porque yo también he llegado al orgasmo con Iván más pronto y con más espasmos que nunca. Esto hay que repetirlo.

—Vale, pero la próxima vez hay que follar. La mamada está muy bien, pero el instinto animal lo que te pide es copular.

—Ya veremos, todo se andará.

Pasaron por el vestidor y después de vestirse salieron del local despidiéndose después de compartir los móviles y quedando en llamarse para concertar una nueva visita en un futuro.

Mario y Silvia una vez en el coche camino de casa, comenzaron a hablar sobre el resultado de la visita al Pub.

—Cariño, que te ha parecido la experiencia. –Dijo Mario

—Hemos tenido suerte con Iván y Rocío, pero podía haber sido un fiasco con otra pareja que no encaje tan bien.

—Bueno, en tal caso, si la cosa no pita te despides de ellos educadamente y vuelves a cambiar de objetivo. Ya has visto lo fácil que es contactar.

—Cariño, no sé si te ha quedado tinta en la pluma, pero a mí esto me ha calentado a tope y lo que tengo ganas es de que cuando lleguemos a casa echemos un polvo. Lo mismo que la mamada, el cunnilingus está muy bien pero donde se ponga un buen polvo...

 

—Ya se me está poniendo dura…

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