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Playa Uva

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Al fin podíamos coincidir. Mi mujer podía escaparse unos días y yo ya tenía todo ordenado. Unas vacaciones después de un año y solos. Sería la oportunidad que tanto necesitábamos. La promesa era que dejábamos atrás el trabajo al subir las escaleras del avión. Teníamos meses postergando fechas. Para ella, y para mí era relativamente fácil coincidir los espacios libres; con Lucrecia y Samuel la cosa era diferente. Sus vacaciones rara vez cuadraban con las nuestras y entre ellos mismos, y debían buscar con quien dejar a sus hijos. Los cuatro estábamos un poco desesperados por escaparnos. Cuando llegamos a Cumana ellos ya estaban en el aeropuerto esperándonos con su carro. No teníamos que entrar a la ciudad. Salíamos del aeropuerto con destino a la playa. Directo a Río Caribe, y de ahí a Playa Uva. Conseguimos un pequeño chalet entre la montaña y la playa. Nos quedaríamos ahí, los cuatro, desde el jueves hasta el domingo en la tarde.

Paramos en Carúpano para comprar las cosas que nos faltaban. Ya veníamos con varias botellas, pero creo que los cuatro coincidíamos en que no estaba mal que sobrara que beber. Había para todas las horas y todas las ocasiones. desde prosseco, vino, ron y vodka. Serian cuatro días en que nos liberaríamos de todo.
La llegada fue perfecta. Eran poco más de la una y el dueño del chalet nos esperaba con la llave y nos invitó a bajar a la playa y comer. Pescado a la brasa y mucha cerveza fue lo que abrió el tan ansiado descanso.

Ellos salieron corriendo y tomaron la habitación de arriba y nosotros la de abajo. Ambas con camas king. El lujo estaba en el piso de madera, las alfombras bajo la cama, los baños llenos de detalles y los ventanales hasta el techo en cada cuarto.

El viernes yo hice el desayuno. Desde ahí empezó la interminable conversación. Siguió en el pequeño jacuzzi que estaba en el deck con vista al mar y luego las primeras copas que empezaron a las 11 am a subir los ánimos. Una cena en la playa con emparedados y unos cócteles con frutas nos tuvo hasta que la humedad de la playa nos corrió. Salimos con las sandalias llenas de arena y la fiesta siguió en la sala de la casa. Un gran sillón en forma de "L", con una mesa ovalada tipo Bau Hansen, que enseguida nos empezamos a imaginar cómo llevárnosla a casa. Un poco de música y los tragos nos fueron poniendo cada vez más picaros.

Juegos de doble sentido y confesiones juveniles nos llevaron a una pregunta que le dio otro sentido al viaje. "¿Estarían dispuestos a un intercambio de pareja?" Pregunte yo. Mi mujer se sonrojo y movió la cabeza negando de manera ambigua, como diciéndome que solo a mí se me ocurriría algo así.

Samuel se quedó viendo a Lucrecia sin saber que decir mientras ella levantaba el vaso y fuerte declamo "Claro que sí, y con ustedes más"

Nos reímos. Los tragos se botaron. La fiesta siguió. El tema vario, pero al cabo de media hora la euforia bajo y volvió el tema. Lucrecia dijo que ellos lo habían pensado muchas veces y que desde jóvenes lo tenían como una fantasía.
Mi mujer se acercó y enseguida metió su mano entre mi camisa para sobarme el pecho. Miro a Lucrecia y ella se acercó. Le dijo que me abriera los botones. Me beso y Lucrecia hizo lo que Lucia le había dicho. Se alejó de mí y le extendió la mano a Samuel. Él se acercó. No hablaba, pero no negaba a nada. Mi mujer me besaba, él también la besaba en los brazos. Los cuatro estábamos muy juntos. Lucia se acercó a él y lo beso. Lucrecia en vez de imitarla, bajo, me abrió el pantalón y empezó a mamarme el guevo. Lucia sonrió y siguió el juego. Samuel seguía parado mientras veía impresionado como su mujer me lo mamaba, y cuando entendió lo que pasaba, Lucia tomaba su guevo con su mano, abría la boca y le miraba a los ojos mientras se lo metías todo hasta el fondo.

La excitación de él fue tal, que la levanto y la volteo. Le tironeo con fuerza el short hasta bajárselo. Dejo su blusa mientras su culo quedaba al descubierto y le hizo poner las rodillas en el borde del sofá. Agarro su guevo y se lo metió desesperadamente mientras le tomaba con fuerza por la cintura. Lucia jadeaba y gritaba casi en mi cara mientras me decías que Samuel tenía un guevo divino y que le gustaba como la cogía. Lucrecia se levantó y se desnudó. Termino de desvestir a Samuel mientras lo acariciaba y veía su guevo entrar en la cuca de mi mujer. Los cuatro estábamos desnudos. A Lucia solo le colgaba la blusa blanca abierta que dejaba ver sus tetas pequeñas y blancas que se bamboleaban mientras Samuel la penetraba con mucha fuerza.

Unos minutos antes estábamos listos para dormir y ahora sabíamos que la noche sería muy larga.

Así fuimos intercambiando. Yo me cogí a Lucrecia, me cogí a mi mujer. No sé cuántas veces lo hicimos y eran solo las doce. Nos fuimos a bañar y decidimos irnos a dormir.

Estando Lucia y yo acostados, nos dimos cuenta que queríamos más y cuando subimos, ellos estaban saliendo desnudos de su habitación para ir a la nuestra. Su cama fue el encuentro para que al final los cuatro cogiéramos sin tabú.
Lucrecia le pidió a Samuel se pusiera en cuatro: "Mi amor complacerme en algo que siempre he querido y nunca pensé sucedería. Confía en mi" le dijo mientras nos hacia una seña. Ella se sentó frente a él, recostándose del respaldar de la cama y le tomo su cabeza para que le mamara la cuca. Miro a Lucia y empezó a mamarle el culo. Luego yo me puse detrás de él, lo penetré suavemente y Lucrecia le pidió se relajara. Que se dejara.

Él se resistió al principio, pero ella le pidió que quería verlo. Era su fantasía.
Yo fui el primer hombre que lo penetraba y luego de unos minutos él mismo me pedía lo hiciera con más fuerza.

Lucrecia lo acariciaba y se masturbaba. Le decía que le excitaba ver como lo cogían. Mi mujer le susurró al oído, aunque todos lo escuchábamos " Samuel, después quiero tú le hagas lo mismo a mi marido" Él asintió y yo me sonreí.

Nos venció en la madrugada el cansancio y el alcohol.

 

Nos fuimos quedando dormidos. Despertamos cuando el sol invadió la habitación. Nos dimos una ducha y decidimos bajar a la playa. Unas cervezas y sin pisar el agua, ya con ganas de volver a estar encerrados los cuatro en la casa hasta el domingo.

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