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45.1 Primaveral París

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La nota que encontré de Ray era para decirme que se marchaba de la ciudad, además de relacionar lo que había gastado atendiendo mi coche, su padre Anwar y su tío habían llegado a un acuerdo, podrían tenerle en su casa, estaban mirando su ingreso en la universidad para no interrumpir sus estudios.

Anwar me lo explicó a su forma, ampliando algunos detalles de cómo estaba solucionándose su acomodación. Era un hombre que después de tantos años en Francia la sentía como su país, agradecía la oportunidad que tenía de poder mantener a su familia ofreciéndole una vida mejor y no deseaba que sus hijos cayeran en las redes del proselitismo radical.

Mi jefe estuvo contento toda la mañana y le vi distendido en las reuniones, total ya tenía una fecha para dar a su superior del inicio de las pruebas.

Al medio día Gonzalo me comunicó que estaba ya en España y se quedaría hasta el martes a la tarde. Le recordé que visitara a mis padres, no me dijo nada sobre que tuviera alguna noticia de mi trabajo en U.K.

-Iré a visitarles hoy a la tarde y he quedado ya con ellos, mañana me sería imposible. Cuídate amor mío.  –y no dejó de decirme cosas bonitas como cualquier otro enamorado. Todos somos iguales en ese aspecto.

Decidí salir para pasear y poder pensar con tranquilidad. Despacio y mirando a la gente que caminaba igual que yo, llegué hasta los jardines de Dutilleul y Foch y me acerqué hasta las Galeries Lafayette, pasé el tiempo mirando los escaparates y al público curioso que devoraba con su vista lo que exponían.

No había llamado a ninguno de mis amigos, quería estar solo y mirar con detalle las hojas finales del informe de seguridad que me entregó Borja.

El resumen era simple y fácil de entender. Venía a decir que la peligrosidad era la normal en cualquier otro ciudadano en mi situación. En una escala del uno al diez, estaba en el dos en territorio francés y se elevaba un punto en Londres, suponiendo un riesgo similar al evaluado para Gonzalo. No había riesgos que implicara tratamientos especiales de protección y observancia, podía sentirme tranquilo.

Entendí el que Borja no estuviera preocupado ni le concediera importancia, lo único serio y comprometido del informe había sido lo referente a mi vida privada.

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Al día siguiente hablé con Rafael, en la cafetería después de nadar, y entendió lo que Gonzalo quería de mí encontrándolo normal.

-Yo actuaría de la misma manera, es lógico que quiera tenerte cerca, aunque solo fuera para vigilarte. –su cínica sonrisa hizo que me sonrojara.

-Tampoco soy un crápula pervertido que viva una vida libertina.  –no le hablaba en tono de reproche, sabía que lo suyo era una broma.

-Pero estas muy bueno y eres una tentación.  –sujetó mi barbilla con su mano y besó ligeramente mis labios, imaginé al fotógrafo de turno tomando imágenes del momento y volví a ponerme rojo.

-De verdad Daniel, necesitas un hombre a tu lado que te atienda y te mime, pienso que él se ha dado cuenta de eso y como puede tenerte persigue su objetivo, yo haría lo mismo, tendrás que ceder en algunos aspectos y a cambio obtendrás otras ventajas.

Miré al suelo meditando sobre lo que él había observado, y pensando en sus razonamientos tan maduros que yo también compartía.

-¿No te habrá molestado lo que te digo?  -me miraba preocupado, o lo aparentaba, sujetando mi brazo.

-Por Dios Rafael, sé que todo lo que me digas, aunque sea en plan de broma, es y será como un amigo, me siento querido y estimado por ti.  –pasó su brazo por mi hombro hasta que llegamos al coche.

Gonzalo me había dicho que pudo estar con mis padres, le acompañó Carlos y estuvieron comiendo con ellos en su casa, mamá no les dejó que se marcharan de vuelta al trabajo sin darles de comer, e imagino que quería estudiar a mi adorado chico, verle sus reacciones.

Llamé a mi padre, quería saber cómo había sido el encuentro. Carlos había servido de catalizador para lograr que todo fluyera con suavidad, y dentro de su singular prudencia la notaba más confiada. Hablaron de nuestros planes, aunque ya los conocían por mí, y parece que a Gonzalo no le ponían tantas objeciones.

-Quiero que me digas unas fechas para ir a ayudarte, cuando sepas y concretéis tu viaje a Inglaterra me gustaría estar ahí, serán muchas las cosas que tengas que hacer.  –mi madre como siempre cuidando de todo lo mío.

-Mamá, ¿cómo has visto a Gonzalo? Me dijo que te tenía miedo, y aunque en broma, algo de verdad habrá.  –la risa de mamá llenó el teléfono.

-¡Hijo, por Dios! ¡Qué cosas se os ocurren! Confiamos en él, tu padre y yo, tú sabes que siempre le hemos querido como a un hijo y ahora vuelve a ser lo mismo. Si tú estás contento para nosotros es suficiente, tú sabes lo que tienes que hacer y cómo.

Todo estaba resultando como deseaba. Me daba cuenta de que todas las personas próximas conocían lo que sucedía entre nosotros, entendían que debía estar con él. Nuestros amigos, de una u otra manera, veían que mi traslado a Londres para vivir una nueva vida al lado de Gonzalo era lo que debía suceder.

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Ayer hizo mucho calor y hoy no estaba más frío el tiempo, el día transcurrió sin novedades de importancia aparte de que tuve que ir a la depuradora y el paseo me encantó, sentir el sol en mi rostro y contemplar la explosión de la primavera, convertida en adelantado verano, resultaba muy agradable y elevaba mi estado de ánimo.

A la vuelta me detuve en la primera planta de las oficinas y antes de subir a mi despacho me preparé un té con hielo, André mi jefe estaba en aquella sala, habían terminado una reunión hacía un momento y se había permitido un relax.

Se levantó de la mesa donde hablaba con otros compañeros y se me acercó, me preguntó sobre mis observaciones y de los resultados de mi visita, se le notaba muy raro mirándome con tensa curiosidad.

-¿Cuándo me vas a decir que te marchas?  -hubo un primer momento de sorpresa por mi parte, pero supuse que seguramente le habrían dicho algo de las oficinas centrales de York.

-Perdona André, se tanto como puedas saber tú y ahora pareces conocer tú más, o sea que si quieres explicarte te escucharé.  –me miró y creo que se sentía algo molesto.

-Me han pedido información sobre ti y cómo va tu programa de formación, fíjate que al principio llegué a pensar que te habías quejado sobre cómo te atendemos, y al final me dicen que van a enviar a otra persona en tu puesto, que te han destinado a otro lugar de trabajo. Sospecho que Joel pueda tener algo que ver.  –parece que las antiguas rencillas con su compañero vuelven a aflorar.

-André, no puedo explicarte las causas de mi marcha, aún no, pero no quiero que pienses que Joel tenga algo que ver. Solamente sé, igual que tú, que le han enviado a Bristol y que le gustaría que colaborara con él, pero te aseguro que no es allí donde me llevarán y no sé nada seguro de momento.  –se queda un momento en silencio y después sonríe como si todo estuviera olvidado.

-Bien, si tiene que ser así no podemos oponernos a las órdenes de arriba. No olvides que antes de marchar tienes que estar un día con mi familia, aunque sea para despedirte.  –espero que no vuelva a insistir sobre lo que él cree un problema, que a su hijo Jean le gusten los chicos, en ese instante recreo su bonita cara de niño en mi cabeza.

-Tengo que buscar un día, pero iré a comer, aunque le llevaré a Vivianne un invitado más e igual representa mucho trabajo para ella.  –está terminando su café y le llaman para la siguiente reunión.

-Sabes que todos estarán encantados de que vayas, los chicos y mi mujer. Ahora si no tienes algo importante que hacer acompáñame a la reunión antes de ir a comer.

Quiero llamar a Gonzalo para decirle la noticia que terminaba de comunicarme mi jefe, parece que alguien en R.H. de York está empezando a trabajar.

-Tus padres estuvieron encantadores, les pedí que cuando estés instalado en Londres vengan unos días, tu padre se negó en rotundo a hacer ese viaje, pero a tu madre la vi interesada y dijo que ella sí que vendrá.

Sobre mi nuevo puesto de trabajo, me aseguró que en breve se pondrían en contacto conmigo para impartirme instrucciones, pero que no me preocupara.

Me desconcertó lo que me dijo a continuación, Carlos había hablado con Nicolás por teléfono estando él delante, y al saber que estaban juntos le pidió que le pasar la llamada.

-He hablado con Nico, nos invita este fin de semana para pasarlo en París, lo siento, no me pude negar, pero si tú no quieres puedo llamarle y dejarlo para otra ocasión.  -pensé un momento y la verdad no teníamos otras cosas que hacer y quizá a Gonzalo le gustaría visitar la ciudad.

-De acuerdo iremos, será un bonito fin de semana, dicen que París en primavera es delicioso, estaremos bien. A la noche no te llamaré si llego tarde a casa, iré a bailar con Rafael. –ya habían acordado que nos encontraríamos y aunque ya estaba todo decidido no me importaba.

Tenía que aprovechar el tiempo que me quedaba, ahora tenía a Paul como compañero de baile y después no tendría una pareja tan buena y que supiera sacar lo mejor de mí y de mi cuerpo en la pista. Como siempre lo pasé muy bien bailando y hablando con Evans y Telmo.

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Estaba conversando con Elie, notaba que ella ya sabía o había escuchado algo sobre mí marcha, pero creo que era mi jefe el que tenía que dar la noticia y decidí reservarle ese derecho. Mirábamos por la ventana el hermoso día de primavera que se había presentado, con alguna nube como el de ayer y con más calor, Daban ganas de salir al jardín y disfrutarlo en la calle al aire libre.

Al fin llegaron noticias de York. Me enviaban un mail de la oficina de R.H, era muy escueto adjuntando el borrador de mi nuevo contrato para que lo leyera y les hiciera llegar mis observaciones. Dejaba mi proceso de formación, ya no tendría que pasar los dos años que me faltaban entre Holanda, España o U.K., iría directamente a trabajar en las oficinas de Londres, en el departamento de recursos industriales y proyectos.

Había poco que reseñar y que fuera diferente al anterior contrato, sobresalía el tema de mi salario que se duplicaba o algo más, pero daban los datos en cifras brutas y tendría que esperar a la primera nómina para conocer el resultado neto real.

Mi fecha de incorporación en el nuevo puesto sería el primero de junio, si con ello no creaba problemas en la fábrica de Francia, me concedían una semana de tiempo libre para el traslado y antes de comenzar mi trabajo debería pasar allí una semana, para tomar contacto con el nuevo puesto.

Los gastos de viajes y establecimiento en el nuevo lugar eran de su cuenta, igual que lo fueron cuando viene a Lille, parece que estaba todo encarrilado y me quedaba un mes y medio de estancia en Francia, uno de trabajo en la fábrica.

Después de comer André me dijo que quería hablar conmigo. Había recibido un mail indicándole mi traslado y rogándole que fuera preparándolo todo, y evitar cualquier problema en la transición. Estuvo de acuerdo en que marchara después de la primera semana de junio y que acordaríamos la que tenía que pasar en Londres como ellos ordenaban.

De lo que quería hablarme, sobre todo, era para pedirme que colaborara con Elie y ésta tuviera conocimiento de todo en lo que me ocupaba. Repasaríamos los asuntos, el de la depuradora estaba claro que ella no podría ocuparse al mismo nivel que yo, y del resto no tenía por qué preocuparse, Elie sabía todo el detalle y algunas cosas las dominaba mejor.

André estuvo muy discreto y aunque se mostró extrañado de que me hubieran cambiado el programa no me pregunto ni realizó la menor alusión a lo raro de la situación, se limitaba a cumplir órdenes. Después de haberle dicho que Joel no tenía nada que ver con el affaire, ahora podía constatarlo al ver que mi destino era Londres y no Bristol.

A pesar del aire acondicionado del coche, hacía mucho calor, estábamos a mediados de abril y parecía verano, llegué a la piscina cansado, antes de ir a nadar le pedí a Rafael que tomáramos un té helado, claro que lo de él fue una cerveza,

Quería contarle las noticias que me acababan de llegar como un chismoso cualquiera. Era difícil interpretar su cara, se quedó triste y alegre al mismo tiempo y empezó a realizar muecas, creo que, para ocultar la tristeza, me puse a reír y por una vez fue él el que se levantó para tirar de mí hacia los vestuarios.

Me dispuse a preparar mis cosas para el viaje de mañana a París y llamé a Gonzalo, no quería que olvidara llevar ropa de deporte y le remití la propuesta del nuevo contrato de trabajo para que lo leyera.

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Me asombré cuando a la mañana encontré en el patio a Rayhan y Anwar, se acercaron hasta mí mientras metía mis cosas en el coche.

-¿Ha sucedido algo grave?  -mi pregunta iba acompañada de un gesto de preocupación, nunca había visto a Ray a esas horas en la urbanización.

-Me marcho Daniel, solamente he venido a despedirme, tengo que coger mi tren al mediodía.  –su cara era de una pena terrible y no me importó que estuviera su padre delante, me eché en sus brazos abrazándome a su cintura.

Estuvimos así un par de minutos, sin hablar, sin decir una palabra, sintiéndonos mutuamente, aspirando su dulzón olor a hombre poderoso siendo un niño, todo estaba dicho y era necesaria su partida, creo que Anwar supo que debía girar su cuerpo mirando las distintas zonas ajardinadas para que yo elevara mi rostro y Ray besara con delicadeza mis labios.

-Te llamaré Daniel, para saber de ti y espero estar pronto de vuelta, antes de que te marches en septiembre.  –sentí una punzada de dolor, pero se lo debía, tenía que saberlo, aunque no le gustara.

-Se ha adelantado mi partida y será en junio cuando me vaya.  –ahora no le importó que su padre lo viera, me sujetó, y el beso representó la expresión del dolor más profundo, expulsando en él la rabia que su corazón sentía en ese momento.

Cuando me desasí de él intentó volver a sujetarme, Anwar le agarró del hombro abrazándole contra él, en un intento vano de atrapar para sí mismo el dolor que rompía a su hijo. Les miraba alejarse a través del espejo retrovisor del coche, Anwar pasando su brazo por los hombros del muchacho.

Debía ser sincero con Elie ya que mi jefe no le decía nada y le conté lo necesario que debía conocer sobre mi marcha, también lo que André pretendía de ella. Todo se volvía melancólico y mi humor se arrastraba por el suelo, las despedidas me aplastaban.

El día resultó triste, llevé la pena de la despedida hasta el punto de que Gonzalo se percató de mi estado de ánimo cuando nos encontramos en el tren, cogí el que venía de Londres a París donde él venía.

Intenté sonreír alegre, corresponder a su entusiasmo con el mío, y mi rostro sonreía, y otro era mi estado de ánimo interior que él ya reconocía al mirarme a los ojos.

El beso del reencuentro fue muy tierno, y alborozado comenzó a hablarme de nuestros planes de futuro, proyectos que me alejaban de lo que quería, aunque lo que más quisiera y con el que debía estar fuera con él, tampoco era para llorar, esto iba a suceder de todas las maneras unos meses más tarde siguiendo el programa establecido.

Le expliqué la partida de Ray y el dolor de su despedida. Se quedó quieto y callado, y pensé que podría haber dicho algo que le hubiera molestado. Intenté cambiar de conversación y que volviera a lo que me estaba hablando.

-Todo esto no importa sigue contándome, ¿cómo ha quedado mi escritorio?  –sujetó mis manos para llevarlas a sus labios.

-Daniel, a mí me interesa todo lo tuyo y si para ti es importante, lo es para mí también. Tú quieres a ese muchacho y te apena separarte, lo entiendo, a todos nos sucede lo mismo, pero así debe ser y debes pensar que es lo mejor para él y lo que tú querías para apartarle del peligro.  –acariciaba mis frías manos ente la suyas tan cálidas y fuertes en un acto que transcendía la simple caricia, era como si al tener mis manos de esa forma protegiera toda mi vida.

-Me gustaría tener poderes para evitar todo lo que te pueda hacer sufrir, pero esta despedida se hubiera producido un poco más tarde, de otra manera, pero era inevitable.  –refugié mi rostro en su pecho, tenía razón en todo, pero el dolor es así y tenemos que soportarlo hasta que nuestro corazón lo asimila.

Tenía mucha suerte de tenerle conmigo, de tener a tanta gente, amigos que me querían y que lo pasarían mal con mi partida, debía rescatarme a mí mismo y estar para ellos alegre.

Llamé a Nico para que no se desplazara a buscarnos, podíamos coger un taxi que nos llevara a su casa en Foch, era mejor que nos esperaran allí. Estaba él solo, Lorian seguía con su carga de trabajo, pero como dijo Nico, loco de alegría y luchando deseando superarse.

Su abrazo fue muy cálido, tanto el que me dio a mí como el de Gonzalo. Él no se atrevía, pero yo besé sus labios. Dejamos el equipaje en el pasillo y pasamos al salón para hablar y contarnos cosas que ya nos habíamos dicho antes por teléfono.

Según es él, tan comedido y suave, se alegraba de lo que Gonzalo le decía sobre nosotros y le refería todo lo nuevo que desconocía. Estoy totalmente seguro de que se alegraba por nosotros, por mí.

Llegó Lorian como un vendaval de frescura, espontaneidad y alegría y después de los primeros momentos de charla conjunta, no le interesaba otra cosa más que saber sobre el vestuario que me están comprando y si Wes estaba preparado para saber aconsejarme.

Le volvía loco el saber que estuve horas probándome cosas y quería conocer el detalle de todo.

Nico nos había destinado una habitación de dos camas, como la que tenían en un principio Lorian y Alan, lo cierto es que no recordaba si había otra habitación de una cama parecida a la suya. A mí no me importaba dormir en una cama pequeña con Gonzalo, así le tendría más cercano.

El plan era salir a cenar, y después de acompañarnos hasta la puerta de la habitación nos dejó solos, mejor hubiera sido que se hubiera quedado.

Cuando se cerró la puerta comenzó a mirarme de arriba abajo y a comerme con los ojos, se acercó y se colocó enfrente de mí.

-Estás muy bello y tienes el guapo subido, si a París le favorece la primavera, a ti te sienta de maravilla.  –me sujetó y sentía sus dedos como apretaban mi cintura, me había ablandado el corazón lo que acababa de decir además de ponerme rojo.

Le ofrecí mis labios y en lugar de besarme enterró su rostro en mi cuello.

-Quiero hacerte el amor Daniel, me vuelves loco y todo el viaje estaba esperando el momento de estar solos.  –muerde delicadamente mis labios, aunque le noto nervioso.

-No tenemos tiempo amor mío, lo dejaremos para luego, también yo te deseo.

Intento separarme de él para no calentarme más de lo que me tiene, antes tengo que gozar de sus besos que no deja de darme en la cara. Me giró para colocar su bulto pegado a mi culo, me dio una cariñosa palmada en él que no me dolió antes de frotarse excitado.

-No, ahora no cariño, quiero disfrutar de ti con tranquilidad.  –decía la verdad, pero también hubiera querido quedarme allí, abrazado de esa forma tan posesiva por sus brazos. Puso cara de fastidio, incomodado, pero cuando le abracé volvió a sonreír.

Nos lavamos la boca, me encontraba bien con la ropa que llevaba, no me cambié y solamente abusé de la colonia, llevaba un pantalón, que, aunque no me ajustaba mucho, marcaba mi culo y muslos al caminar sin abrigo y con una entallada chaqueta. Había visto la mirada de agrado en Lorian cuando nos encontramos y me sentí confiado en seguir gustando a mi hombre.

Cogimos un taxi que nos llevó a un restaurante árabe en el que ya había estado o era muy parecido, los asientos eran bajos y resultaban ligeramente incómodos al tener las piernas recogidas. Probé un bocado de cada platito que iban sacando, era poca cantidad, pero un sin fin de platos.

Nico no dejaba de mirarme y eso me violentaba un poco, hasta que se dio cuenta y comenzó a alternar su mirada entre todos. Gonzalo les hablo de nuestros proyectos, en realidad de los suyos, aunque yo estuviera directamente involucrado.

El gesto de Nico no era precisamente de alegría, pero lo disimuló con una ancha y generosa sonrisa. Empezó a hablarle del estudio de arquitectos donde trabajó en Bristol y Lorian quería hablarme de ropas y moda.

-Te necesité a mi lado para tener tu consejo, me mareaba tanta prueba y medidas. -se reía con ganas cuando le explique cómo me atendían los serios dependientes y Wes.

A partir de ese momento dejamos de hablar de cosas serías, y todo fue un reír de las locas aventuras de Lorian en su trabajo, de las anécdotas vividas, le encantaba pasar horas posando sin cansarse y siempre colaborando. Recuerdo cuando pensé que las cámaras amaban el rostro de Alan y que Lorian era más vulgar y estaba resultando al revés.

Me sentía muy dichoso con ellos y sobre todo de ver a Gonzalo comer olvidado ya de sus tristezas, cada semana que pasaba se le notaba como mejoraba e iba cogiendo cuerpo, quería enormemente a los tres chicos que tenía conmigo cenando, pero de distinta manera.

Después de cenar paseamos una media hora antes de coger un taxi que nos devolviera a la Av Foch, mañana saldríamos a correr por los lugares de siempre, pero ahora todo era más risueño, comenzaban a mostrarse los verdes retoños despertando a la nueva vida, el comienzo un nuevo ciclo vital, un nuevo nacimiento, una nueva experiencia que terminaría también cuando se cumpliera su tiempo.

Nos despedimos para ir a dormir y al verle desnudo pegué mi pecho a Gonzalo sintiendo su tibio calor, y el roce del pelo de su pecho cosquilleó mis tetillas que se pusieron erectas.

-Tenemos que darnos una ducha rápida.  –fue un ruego y una orden a la vez, necesitaba ir al aseo para prepararme para él.

Cuando salí del baño tenía el móvil en la mano, ¡dichosos aparatos!, abracé su espalda, echó su mano libre hacia atrás para pegarme a él y poco después se giraba. Coloqué mis manos en su cintra y él las posó sobre mis hombres. Mi respiración se iba haciendo pesada mientras me miraba.

Mis manos en su cintura la apretaban, su profunda respiración y nuestra piel en contacto me encendían, sus ojos mirándose en los míos y su deliciosa sonrisa me hechizaban. Le veía tan guapo, varonil y exquisito.

Coloqué mi cabeza en su pecho y cerré los ojos para sentir solamente su tacto y olor, abrazado por él, tan cerca que sentía su respiración en mi cuero cabelludo soplando, su pene en mi estómago y sus manos que bajaban por mis costados hasta llenarse con mis nalgas apretándolas.

Estreché su cintura y di un paso de baile que acompañó. No me esperaba que esas palabras salieran de su boca.

-Siento pena por Nicolás, le he quitado lo que más quiere y lo lamento, pero yo también te quiero, te amo Daniel. –levanté mi cara para que nuestros alientos se fundieran. Le hubiera dado las gracias por su grandeza de corazón, no le notaba para nada celoso, más bien con una conmiseración hacía nuestro amigo que me rompía el alma, pero el momento era otro.

Me dejaba llevar por una música inexistente y que sonaba solo en nuestros corazones.

-Gonzalo yo te quiero tanto, te amo de tal forma que no sabría explicarlo.

Terminé de hablar y puso sus labios sobre mi cuello y me besó como poseído, descendió para besar mi hombro, bajando la intensidad y más despacio. Sabía lo que se hacía y me llevaba a la muerte, no tenía la experiencia de Nico para saber mis puntos erógenos clave, pero su instinto le guiaba y sabia donde tenía que aplicar sus labios para hacerme estremecer.

Me besaba con terrible ternura y delicadeza, sus labios sobre mi piel me transportaban a mundos inimaginables, a un plácido y sosegado placer.

Se acercó a mi oído para besarlo y hablarme muy suave.

-Soy un egoísta, lo sé, pero no quiero compartirte con nadie. Daniel quiero que seas solamente mío, que me pertenezcas en cuerpo y alma.

No le puede responder, sus dedos acariciaban mi espalda y subían y bajaban acariciando sin parar mientras sus labios continuaban besando y lamiendo mi cuello y mi hombro.

No me daba oportunidad de contestar, no podía ni quería y me dejaba llevar por las sensaciones placenteras de sus manos ahora estrujando mis culos, con suavidad y mimo primero y luego un poco más brusco sobándolos queriendo hundir allí sus dedos y dejar su marca.

Su enorme falo se apretaba contra mi vientre queriendo hacer un agujero nuevo en mi ombligo, lo oprimía con descaro como si follara mi abdomen. Una de sus manos amasaba mis tetitas y la sustituyó por su boca. Bajo su cabeza para besarlas y morderlas mientras yo gemía como loco. Ido ya en mis deseos más consistentes.

Mordió uno de mis pezones y me hizo gritar de dolor, lo compensó con lamidas y besos, acariciaba su cabello y le dejaba que jugara mordiendo y lamiendo mis pectorales, solamente gemía y suspiraba de gusto. Mis piernas me temblaban y me sentía mareado hasta el punto de caer, pero sus brazos me sostenían.

No paraba de gemir más y más fuerte con sus pellizcos hasta que subió y cerró mi boca metiendo su lengua y jugamos con ellas, aunque yo necesitaba morder algo y me aferré de sus labios con mis dientes.

Me llevó a la cama y caímos sobre ella, muy juntos ya que era pequeña, mi mano fue hasta su polla para cogerla, la miré y volvió a enamorarme su negrura que contrastaba con el resto de su piel, bajé hasta ella y me miraba con su único ojo del que escapaba una lágrima muy densa.

Elevé mi mirada y nos miramos a los ojos, cogí su verga con mis dos manos y comencé a pasar mi lengua por ella, por la punta de donde manaba el agua milagrosa que me gusta sentir en mi lengua, la apreté contra mi pecho para otorgarle todo mi cariño y me la metí en la boca.

De sus labios se escapaban suspiros de gozo, se lo estaba haciendo a su gusto.

-Así, sííííí, chupa.  –me hacía parecer un tragón experto y en realidad sí lo era.

-¡Qué bien lo haces, Dios cómo la tragas, me encanta, me gusta!

Se la chupaba con pasión loca, se la comía como si fuera un majar para mí, dulcemente la revolvía en mi boca y aplastaba su glande tan tierno y jugoso.

Disfrutaba de su verga, pero también quería, necesitaba que él lo hiciera a su vez, que disfrutara el máximo de mi boca, de mí.  Masajeé sus testículos y al mismo tiempo la metía toda ella en mi garganta, era tan larga como la de Ray y Nico, la sentía tan gorda llenar mi boca, tan enorme que tenía que esforzarme por tragarla como a él le gustaba para follar mi garganta.

No pudo más y comenzó a eyacular, su primer trallazo entró por mi garganta hasta el estómago y el resto en mi boca donde sentía temblar su polla a medida que descargaba su semen golpeando en mi paladar y mi lengua.

Tragué toda su corrida y comencé a lamerla para limpiarla bien, lo estaba disfrutando al máximo.

-Ohh, síí, mi putito rico, lámela.

Cumplía sus órdenes, aunque no hubiera sido preciso, no estaba dispuesto a perder nada de su esencia. Golpeó con su polla en mis labios y me giró para colocar su boca al lado de mi sexo y sin más preámbulos comenzó a comérmelo.

Grité ante la impresión, el glande me dolía de la tensión de su piel, la humedad de su boca lo calmó y comencé a disfrutar, coloqué mis manos sobre su cabeza y a la vez que acariciaba su cabello le apretaba para que tragara más mi verga.

Notaba su polla otra vez tiesa en mi pecho y la busqué con mi mano y la estuve acariciando, estrechándola en mi costado, Gonzalo no se detenía en chupar cada vez más fuerte y llevó sus dedos a mi ano, lo tenía dilatado y metió dos de ellos en mi recto y comenzó a jugar, a meterlos y sacarlos hasta que se puso de rodillas entre mis piernas, colocó su dura y gorda polla en la entrada de mi culo y empujó para meterla, fue entrando poco a poco y al final, del placer de la metida, por poco me desmayo del éxtasis que sentía, mis gemidos no paraban de salir de mi garganta hasta parecer que estaba llorando.

-¿Te gusta?, verdad que  te gusta que te folle.  –sus palabras estremecían mis carnes, era tal su tono lujurioso que me enervaba.

-Sííí, mi amor me encanta y me vuelve loco, pero no pares, sigue. –abrazaba su culo con mis pies y le traía hacía mí, quería sentirle que me rompiera y causara dolor.

-Así me gusta, putito mío, el más lindo, pídeme que te folle.  –me tenía sin freno y control y haría todo lo que en ese momento me pidiera.

-Gonzalo, fóllame, jódeme macho mío, mete tu polla en mí, así.  –se le ponía más dura al escucharme y sus movimientos eran más violentos aún.

-¿Dónde quieres mi semen?, ¿quieres que preñe tu vientre zorrita?

-Quiero tu leche en mi vientre, échamelo ya, dame ya tu leche, toda dentro de mí.

Desvariaba y el placer me llevaba, le abracé pasando mis manos por su espalda y elevé la cabeza para ofrecerle mi boca, había perdido el norte y mordí su lengua, lo supe cuando emitió un quejido de dolor, pero no paro su beso ni saco su lengua de mi boca.

Era la locura total, su verga llenándome el culo y su lengua mi boca, pero no paraba ahí, se sostenía sobre su mano izquierda y la otra la metió entre nuestros cuerpos para amasar mi tetita y tirar de mi pezón.

Me cambio de postura, me colocó de rodillas con el culo hacía arriba y volvió a entrar en mi con fuerza, sentía su sudoroso pecho en mi espalda, sus brazos abrazando mi cuerpo tirando de mi hacia él, me montaba como un perro a su perra, con la espalda encorvada para proyectar su pelvis y entrar más en mi cuerpo.

Sus eyaculaciones fueron largas y abundantes, sus días de abstinencia le había cargado bien, después de unos instantes de vaciarse en mi estaba a punto de correrme por las sensaciones de su verga al entrar y salir arrastrando su simiente, tocó mi pene con su mano y fue suficiente para que apretara mi culo en una sucesión de orgasmos que extraviaban mis sentidos.

Parte de mi esperma cayó en su mano y la llevó a mi espalda donde lo esparció en suaves caricias, luego pasaba su lengua llevándose lo que quedaba, paladeando el sabor de mi semen.

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