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45.2 Convivencia de cuatro

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Después de la extraordinaria follada que Gonzalo me dio nos duchamos y terminamos rendidos, nos acostamos mirándonos con ternura y amor sin hablarnos, me puse de espaldas a él y me abrazó colocando su pubis en mi culo y su mano acariciando mi pecho abrazado por detrás. Después de un tiempo besaba mi hombro, ronroneando mimoso.

-¿No te molestará que te llame de esa manera, puto y zorra, cosas así? –no dejaba de pasar sus labios por mi piel y sonreí sin que me viera.

-Gonzalo sabes que no, muy al contrario, me excita y todo eso quiero ser para ti, y más cosas aún que se te ocurran, no me ofendes mi amor.  –Nico me las decía algunas veces, cuando su pasión le desbordaba y buscaba expresiones que lo excitaran, tampoco me molestaba. Si cuando él me las decía no me injuriaban, ¿cómo me iba a ofender lo que él quisiera ver en mí?

Así me dormí, con sus brazos abrazándome y su polla dando calor en mi culo, un poco estrechos en una cama tan pequeña pero no importaba, me sentía muy a gusto.

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Me despertaron las caricias de sus labios en mi cuello. Giré mi cabeza y se elevó para besar mi mejilla.

-¿Sabes que no te has movido en todo el tiempo?  -bostecé placenteramente, se estaba tan delicioso.

-¿Tenemos que levantarnos?  -me hizo cosquillas en el vientre pasando con delicadeza sus uñas.

-Ya ha habido alguien que ha tocado la puerta, si quieres nos quedamos y hacemos otras cosas en lugar de ir a correr.  –o sea que ya nos habían llamado, salté de la cama y sin esperarle fui hasta el baño.

Me alcanzó el sonido de su carcajada antes que él.

-Ahora no corras, puedes sufrir un accidente.  –comencé a lavarme los dientes y escuchaba el potente chorro de orina caer en el inodoro.

Encontré a Lorian en el pasillo vestido para correr, le saludé y llegué hasta el salón, busqué con mi mirada el Bois de Boulogne a lo lejos, el día estaba claro y el sol luchaba por ganar espacio a las nubes en el cielo.

-Alan no podrá venir, tiene que acompañar a Tristán en algún acto y he quedado para comer con ellos, podemos ir despacio ya que nadie nos espera.

Me dejé llevar, corriendo detrás de ellos, hasta que llegamos al Palacio de Congresos y luego cogimos a la izquierda hasta llegar a la Av. de Gandhi, Corríamos por los caminos interiores del parque hasta que llegamos al río, seguimos su curso durante un tiempo y emprendimos la vuelta.

Nos duchamos y vestimos antes de desayunar lo que había comprado Nico y preparado Lorian que estaba ya en la cocina cuando llegamos. Pasé al otro lado del mostrador y le sujeté de la cintura dándole un beso en la mejilla.

-Hueles igual que Nico, sería imposible distinguiros a oscuras.  –era normal, continuaba usando la misma colonia que él, estreché mi abrazó pasando mis manos por su pecho.

-Qué cosas dices, si somos tan diferentes. ¿Me dejas que te ayude?  -cogí con mi dedo un poco de mermelada de naranja y la llevé a mi boca.

-Me refería exclusivamente a la colonia que utilizáis, puedes ir al salón y preguntarles a los señores donde quieren el desayuno.  –efectivamente, estaban los dos entretenidos, leyendo la prensa y comentando el escándalo surgido el jueves con un renombrado político español del partido en el poder.

Tenía conocimiento sobre sus ideas y preferencias políticas, y ninguna de los dos, coincidían con las mías. Eran ecuánimes en sus comentarios y lamentaban que estuvieran ofreciendo ese vergonzoso espectáculo a Europa y al mundo.

-A ver, los señores de la casa, dejen de hablar de los políticos. ¿Dónde preferís desayunar para que os sirvamos?  -se pusieron de pie al momento y Gonzalo me oprimió con sus brazos cuando llegó hasta mí.

-Desayunamos en la cocina y así no tendréis tanto trabajo.  –Nico me sacó la lengua haciéndome burla con gesto gracioso.

Durante el desayuno volvieron a hablar de lo que terminaban de leer, aunque la noticias estaba en todos los medios ya que parecía que en Francia importaba más lo que sucedía en España que sus propios problemas.

-¡Ayy! Chicos, dejad ese desagradable tema, estamos aburriendo a Lorian.  –éste me miró abriendo sus ojos, mostrando que a él no le importaba en absoluto de lo que estuvieran hablando.

-A mí no me importa y tampoco me aburre, pero no entiendo los problemas que tenéis en España, no estoy al día sobre esos asuntos tan fundamentales para vosotros.  –habíamos terminado con los bollos y las tostadas y se pusieron a recoger las tazas.

-Vosotros podéis volver al salón, Daniel y yo nos encargamos de recoger esto. –se miraron entre ellos y se retiraron dejándonos solos.

Acabamos de recoger y nos sentamos uno enfrente del otro en el pequeño comedor. Comenzamos a contarnos nuestras pequeñas y grandes confidencias.

-Alan ha reservado el restaurante, podemos ir dando un paseo y así disfrutar del día, no hace calor para poder pasear con tranquilidad. –me miró y en sus ojos se veía una dulce y exquisita calma que los hacía más hermosos.

-Tristán insiste en separarse de su mujer y Alan no lo está pasando bien, se culpa de estar rompiendo una familia y no se da cuenta de que ya estaba descompuesta antes de que él apareciera.

Durante el camino hasta el restaurante Casa Luca continuó explicándome las vicisitudes que Alan estaba viviendo, y que según su opinión tenía que haber continuado con su trabajo, sin dejarse regalar la vida por Tristán, que se lo había dicho a él, pero que ya estaba hecho y ahora había que aceptarlo.

Le veía a Lorian interesado y preocupado por nuestro amigo y esto me dejaba tranquilo, me demostraba que Alan no estaba solo.

La mesa la reservó en el interior del restaurante, en el fondo, hubiera preferido la terraza y poder contemplar, al final de la Av. Marceau, el Arco del Triunfo. Es un restaurante de comida italiana y como a mí me gusta esta comida, pues muy bien. Tuvimos que esperar muy poco tiempo su llegada. Noté que a Gonzalo le encantaba Alan, ¿a quién no?, y estuvo muy agradable durante la comida atendiendo la charla de Tristán.

La comida y los cafés nos llevó más de tres horas en una agradable tertulia, nos despedimos para volver a casa, habíamos quedado a una hora determinada para acudir al lugar donde Tommy había decidido llevarnos, acordándolo con Nico, en esta ocasión Alan y Tristán estarían con nosotros en la fiesta.

Cuando llegamos a casa nos fuimos a nuestra habitación para descansar y prepararnos para la noche, Gonzalo se sentó en la butaca cercana a la ventana, me arrodillé ante él y coloqué mi cabeza sobre sus rodillas abrazado a su cintura. Pasó su mano por mi cabeza revolviendo mi cabello.

-Te amo Gonzalo, te amo, te amo.  –elevé la mirada y acaricio mi mejilla, pensativo.

-No termino de entender que tu amigo tenga ese amante, pienso que es muy mayor para él.  – le sonreí y bajé mi cabeza para morderle la pierna.

-Es el amor, quizá esté tan loco por él como yo lo estoy por ti.   –abrió sus piernas y me cogió de los brazos tirando de mí.

-Ponte de pie, o mejor siéntate aquí, te vas a dañar las rodillas en esa posición.  –me señalaba sus piernas para que me sentara en ellas.

-Estoy muy a gusto así, no tienes que preocuparte.  –a pesar de todo, me senté como él quería y abracé su cuello colocando mi barbilla en su hombro.

-¡Oh! Daniel, que niño eres.  –sus brazos me apretaban muy fuerte y sujeté su cara entre las palmas de mis manos, comencé a comerle a besos, me sentía locamente enamorado.

Era un momento tan romántico, tan bello y tierno compartiendo nuestro aliento y besándonos sin cansancio con besos incandescentes y eternos. Comenzó a sacar mi camisa del pantalón y meter sus manos para acariciar mi pecho, los besos se volvían apasionados.

Le levanté y le llevé de la mano hasta la cama y comenzamos a quitarnos la ropa el uno al otro, nuestras caricias nos llenaban de pasión, las manos no dejaban de explorar los cuerpos y acariciar cada rincón y curva que encontraban.

Nos tumbamos para comenzar a mamarnos el pene disfrutando de nuestros sabores y la suavidad de nuestras vergas, sentía a Gonzalo deseoso de hacerme el amor y meterse en mí, comenzó a masturbar mi pene con una mano y con la otra a penetrar mi culo con sus dedos, se abría camino empujando con suavidad y lamiéndolos para humedecerlos.

Comencé a jadear de placer cuando los tuvo dentro, y jugaba a follarme con ellos, metiéndolos hasta llegar al lugar donde lograba que, de mi verga, fluyera un río de precum. Chupaba de la punta de mi glande cuando se llenaba de flujos y suspiraba también. Algunas veces se estiraba para que fuera su lengua la que llevara mi precum hasta la entrada de mi culo y allí lo metía con su lengua.

-Me matas de placer, quiero que me la metas.  –me era difícil hablar y articular las palabras, el placer me llevaba y solo sabía gemir, sollozar del placer que me daba.

Volvió a meter su lengua y forzó ni ano para entrar con ella, subió un escalofrío que corrió por toda la columna obligándome a tirarme hacia atrás.

-Mi amor, por favor, vas a conseguir que me corra y no quiero.  –había sacado su verga de mi boca y convulso la apretaba entre mis manos.

No podía soportar una caricia más, mi excitación era extrema y tenía que buscar aire jadeando.

Se separó de mí y se preparó para penetrarme y darme su trozo de caliente y dura carne, la metió lentamente y sin dolor, y al poco tiempo le sentía entero en mi interior. Me abandoné al inmenso placer que me daba y solamente le miraba hacer con mis manos en sus tibios costados rozando su piel.

Su rostro estaba encima del mío y cada vez que sacaba su miembro bajaba para besar mis labios, otras los absorbía chupando de ellos. El fuego me consumía.

-¡Qué bien me la metes!  Se siente tan rico y sabroso. -se detuvo para meter su lengua en mi boca.

-Fóllame, más, más, dame tu leche, Gonzalo, eres maravilloso cómo me haces disfrutar, sííí, síí.  Más, más.  –se excitaba más y más y cada vez me daba más rápido, dejé mi ano relajado para que entrara y saliera. Nos deshacíamos en amor y el sudaba por el esfuerzo dándome fuertes embestidas que llegaban al fondo de mi ser.

Sentí cuando se iba a correr, su pene se puso más rígido y más gordo, gritó metiéndome todo con un golpe seco que resonó.

-¡Tomaaaa!, te voy a llenar la tripa.  –me corrí en ese momento, sentí llegar mi orgasmo y elevé mis caderas cerrando con fuerza mi culo atrapando su polla. Nos estábamos corriendo a la vez y detrás de su espasmo llegaba el mío en interminables olas de lujurioso placer.

Sentí la grandeza de ese orgasmo, era la primera vez que eyaculábamos los dos a la vez, que mi esperma regaba mi vientre por fuera, en el momento en que su semen preñaba mi vientre.

-No la saques Gonzalo, déjamela por favor.  –reía besando mis labios.

-No la iba a sacar, viciosa, no quieres más que mi polla.  -no paraba de besarme y se movía demasiado.

-Tonto, te quiero a ti y como parte de ti a tu verga, no te muevas por favor.  –deseaba centrarme en las sensaciones que me llegaban de mi ano al palpitar su miembro regado por el bombeo de su corazón.

Después de tanto amarnos y cuando me quejaba de lo poco que había durado, nos abrazamos continuando tumbados y abrazados, era tanto nuestro amor que creo nos salía por los poros de la piel.

Nos limpiamos y salimos a encontrar a nuestros amigos que estaba en el salón, ya preparados para salir a comer algo ya que Nico y Gonzalo tenían hambre.

Tommy nos llevó a una disco en la que había reservados particulares, tenía concertado uno para nuestro grupo y se podían ver desde él las pistas de baile.

Bajamos a bailar, Gonzalo no es muy bueno para esto, en realidad es bastante malo igual que Nico y pronto se retiraron, quedaban los amigos de Vincent y él mismo, algunas de las chicas bailaban estupendamente y era una delicia bailar con ellas.

-¿Qué tal te va con Gonzalo?  -Lorian me hablaba al oído, abrazando sus brazos mi cuello mientras bailábamos. Sabía a lo que se refería, pero me hice el ignorante.

-Muy bien, es muy detallista y me avasallan en su casa con tantas atenciones y regalos.  –apreté su cintura con mis manos en un gesto de complicidad.

-¡Qué no me refiero a eso!  -introdujo su pierna entre las mías frotando mi entrepierna en una alusión directa.

-Lo sé Lorian, pero me vas a poner rojo, es divino, maravilloso.  –me dejé llevar y besé sus labios.

-¿Tan bueno como Nico?  -su pregunta estaba a rebosar de picardía.

-Tú y yo sabemos muy bien como hace el amor Nico y lo hemos pasado muy bien con él, es un gran amante, no hay duda, pero con Gonzalo es diferente. –ahora era él el que me besaba a mí.

-Cuéntame algo, por favor, para aprender.  –reímos los dos y le estreché contra mi pecho.

-Es todo muy diferente, no tiene la experiencia de Nico conmigo y puede ser más áspero, pero eso no es un problema, su aparato reproductor no está nada mal, diría que muy bien, y lo excepcional es como me siento en sus brazos, es como si me fundiera en él y le perteneciera, como si cada átomo de mi cuerpo fuera suyo y se unieran llevándome a sentir su propio placer. Es grandioso y difícil de explicar Lorian.  –me besó muy tiernamente en la comisura de la boca.

-Debe tratarse del amor que sientes, tienes mucha suerte de poder sentir y vivir esos sentimientos tan intensos.  –bailábamos muy unidos, sin deseos sexuales de cualquier tipo, solo sintiéndonos muy queridos el uno por el otro abrazando nuestros cuerpos y dándonos algún beso.

Nos separaron dos chicas amigas de Vincent tirando de nuestros brazos, habíamos descansado y volvimos a retomar el ritmo y bailar suelto, sin pareja que te lleve, cerré mis ojos y pensé solo en la música dejándome llevar por ella.  Unas manos sujetaron mis caderas para moverlas y llevarlas hacia atrás obligando a inclinar mi cuerpo, pasaron a mi cintura y mis movimientos se unieron a los de otro cuerpo que llevaba el mismo ritmo.

Supe que no podía ser Nico o Gonzalo, se trataba de alguien que sabía bailar y mandaba. Su aliento muy caliente golpeaba en mi cuello al lado de mi oído.

-Podemos seguir el baile en un reservado donde están unos amigos y puedes tener lo que quieras.  –me separé y giré mi cuerpo para ver de quien se trataba.

Era un chico de unos treinta años con un cuerpo escultural que no dejaba de moverse, me miraba con una sonrisa provocadora en su boca, y el poder de su entrepierna lo había podido notar en mi culo.

-Estoy acompañado y no necesito lo que puedas tener en tu reservado. –mi respuesta fue un cortés rechazo a su invitación, pero no se dio por vencido.

-Te advierto que todo es de primea calidad, la coca y las pollas que puedes encontrar son de lo mejor y se te puede pagar por un buen servicio.

Volví a negarme divertido de su ocurrente grosería, la sonrisa no abandonaba su boca y estoy seguro de que conseguiría pronto su propósito. Busqué con la mirada a Lorian al que perseguía otro tipo parecido.

-Voy a ver cómo están nuestros muchachos, seguramente estarán aburridos.  –no sabía si Lorian me escuchaba, marché hacia nuestro reservado y el hombre que me había pretendido intentó sujetar mi mano sin conseguirlo.

Nico y Gonzalo estaban de pie con una bebida en sus manos acompañados de Alan y Tristán, creo que no se trataba de la primera copa que tomaban, dos chicas muy bonitas y jóvenes estaban a su lado y se los comían con los ojos. Cuando me acerqué a ellos Gonzalo me sujetó del talle, me acercó a él y beso mi frente, me ofreció un pañuelo para que retirara mi sudor.

Las chicas reían nerviosas entre ellas y se retiraron sin hablar hacia el largo mirador de cristal, allí se sentaron con otros muchachos invitados por Tommy o su hermano.

Pasé mi brazo por la cintura de los chicos y los estreché contra mí, cualquiera de ellos valía más que el guapo muchacho del baile que quería tener algo conmigo antes o después de pagarme con su droga de primera. Me puse de puntillas para besar en los labios a Nico y morder deseoso los de Gonzalo que me apretó posesivo contra él.

Era muy tarde y me encontraba rendido, había subido Lorian y después de descansar nuestros muchachos bajaron a bailar con nosotros, ninguno parecía tener prisa por marchar, ni se acordaban de que mañana era domingo y nosotros teníamos que volver a Lille y Londres.

Pudimos estar un ratito juntos los cinco, recordando viejos tiempos y Alan me preguntó discretamente por Evans. La información que le transmití se refería sobre todo a sus logros en el trabajo, donde el grupo de socios de Lucas y apadrinado por éste, dejaban en sus manos la seguridad de sus negocios, que estaba muy bien y le veía feliz y contento.

Teníamos pocas horas para dormir y el correr ese día no podría ser. Quería dejarle solo en la cama y utilizar la otra para mí y fue imposible, me abrazó y no aflojó su fuerza hasta que se durmió, tan profundamente que no sintió los besos llenos de ternura que mis labios depositaban en su rostro antes de cambiarme a la otra cama.

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Habían pasado las once de la mañana cuando desperté al día siguiente, sin abrir los ojos busqué con mis manos su cuerpo y no lo encontré, tropecé con los bordes de la cama y recordé donde me encontraba.

Desnudo como estaba me senté en el borde de su cama, Gonzalo estaba de costado tapado con la sábana y enseñaba su brazo izquierdo y su hombro, me incliné para besarle y resopló colocándose boca abajo.

Estaba afeitándome sin prisas, había lavado mi boca y la máquina de afeitar ronroneaba dulcemente en mis mejillas, había dejado la puerta abierta para que el ruido fuera despertándole de su sueño.

Parsimonioso fui cepillando las rejillas de los restos de pelos, para guardarla en mi neceser de baño, donde iría retirando mis cosas a medida que las utilizara por última vez.

Apareció abriendo su boca de una forma exagerada y pasando sus manos por su pecho y abdomen.

-¿No sabes estar en la cama descansando?  –me abrazó y noté su aliento muy fuerte por la bebida de la noche.

-No se te ocurra besarme hasta que te hayas limpiado la boca, hueles a alcohol que da miedo. –no me hizo caso y giró mi cabeza para aplastar sus labios contra los míos.

-Así me sabe mejor, tienes la boca tan fresca que contrasta con la mía.  –su barba comenzaba a pintar de rasgos duros su cara al marcarla con su profunda negrura, le hacía ver muy sexy y me seducía al mirarle su atractivo, si no fuera porque me raspaba la piel hasta destrozármela, le pediría que la llevara siempre.

Se separó para apuntar con su pene al inodoro y tuvo que esperar unos segundos a que su conducto se abriera, para dejar de un amarillo profundo la azulada agua que había en el fondo del retrete.

Comenzó a excitarme el ver su fuerte chorro como se estrellaba, salpicando en el agua azulada que se iba convirtiendo en verde. Me puse ligeramente rojo por la vergüenza que sentía al desear agarrar su polla y ser yo el que dirigiera su meada y jugar con ella, me hacía parecer un niño que no puede prescindir de su juguete.

Me metí entre los cristales de la ducha y abrí el grifo del agua fría, lo soporté un segundo y tuve que subir el termostato para no comenzar a gritar, las gotas de agua helada parecían cuchillos que rasgaran mi piel.

Un momento después las manos de Gonzalo acariciaban mi espalda pasando por mis omoplatos.

-Siempre protestas por mi delgadez y no ves la tuya, ¿qué es esto que veo aquí?  -se inclinó para comenzar a besarlos y subir para pasar sus labios a mi cuello.

-¿Te has espantado de mi polla?, la has mirado y escapado para meterte debajo de la ducha. –dirijo mi mano para apoderarme de lo que acaba de nombrar. ¡Woow! Me vuelve loco de deseo carnal.

-Me excitas demasiado, te deseo y creo que vas a pensar que soy un ninfómano y pervertido.  –me abraza aplastando nuestros miembros entre nuestros abdómenes.

-Me encanta despertar esos deseos en ti. Quiero que seas un pervertido y lascivo para mí, que seas igual que yo y sintamos los mismos deseos. Cada vez que te veo se me empina y quiero estar en tu interior, ¿te das cuenta? A veces es un tormento aguantarme.  –su boca no dejaba de besarme y movía con fuerza sus caderas para pasar nuestros duros penes prisioneros entre los vientres.

-Me apetece mamarla cada vez que miro tu entrepierna, y tenerte dentro y más cosas.  –muerdo con fuerza una de sus tetillas colocando mis labios entre mis dientes para no dejarle marcas.

Me colocó de espaldas y se puso en cuclillas detrás de mí, acercó mi culo a su cara y dio un terrible mordisco que me hizo gritar y me excito más de lo que estaba.

Abrió los cachetes de mi culo y sentí su escupe acertando con precisión en mi ano. Acarició la entrada y comenzó a meter un dedo, luego metió otro y se arrodilló para estar más cómodo y llevar su lengua a mi ano.

Estuvo lamiendo un rato y cada ver me sentía más excitado, mi cuerpo temblaba convulso, no quería ni podía esperar más.

-Dame tu polla, métetela ya, no aguanto sin tenerla dentro.  –no me hacía caso y era su lengua la que me daba placer.

-¡Fóllame!  -mi grito salió ahogado por mi mano que estaba siendo mordida por mi boca.

-Fóllame, párteme en dos. –ahora eran súplicas.

Se puso de pie y abrí mis piernas para que entrara entre ellas, incliné mi pecho para presentarle mi culo sumiso y entregado, para gozar de su hombría que golpeaba en mis nalgas.

Metió dos dedos en mi culo y los retiró, colocó su pollón en mi entrada y me penetró hasta el fondo sin piedad. Era lo que yo quería y le estaba pidiendo, pero no puede evitar un hondo quejido de dolor y que las lágrimas cayeran por mi cara.

Instintivamente llevé mi mano para sujetar su cadera y que no se moviera, así le tuve unos segundos aspirando profundamente hasta que el dolor pasó, y comencé a mover mis caderas en suaves círculos para hacer que mi ano y recto se adaptaran a su polla.

Cuando lo notó y quité mi mano dejándole que se moviera comenzó a salir y entrar en mí con suavidad en un principio. Mis primeros suspiros y jadeos le indicaron que estaba preparado para él.

Cuando la metía podía sentirla en lo más hondo de mi ser, apoyé la cabeza en la pared y llevé mis manos hacía atrás para cogerle las nalgas, cuando la metía tiraba de él para que entrara más y que nuestros cuerpos fueran uno, unidos y viviendo por el cordón umbilical que era su verga unida a mi vientre.

Colocó su pecho en mi espalda y desplazó sus manos para agarrarse a mis pechos y acariciarlos mientras los amasaba y tiraba de mis pezones, los estrujó mientras aceleraba sus movimientos.

Mis gemidos y sollozos eran incontrolables y si nuestros amigos pasaban por el pasillo, seguro que los escuchaban, Gonzalo emitía sonidos roncos que mitigaba besando mi espalda.

No nos importaba que se nos oyera y creo que Gonzalo no se daba cuenta, solamente cumplía su función de montarme como un macho dominante, llevando su verga hasta el fondo de mi vientre.

-¡Dame!, ¡dame! Sí, sí, fuerte, Gonzalo, fóllame.  –y él continuaba tomándome con fuerza, logrando que me sintiera poseído de mil demonios lujuriosos.

Los espasmos sacudían muy fuerte mi cuerpo, como si estuviera recibiendo descargas eléctricas y él tiraba con fuerza de mi cintura hacía sí, me sentía poseído, dominado, como una hembra cumpliendo la función de apareo demandada por el macho, por su fuerza bruta que hacía que mis nalgas se estrellaran rebotando sus testículos contra ellas.

-Me voy a correr, Daniel, me voy a correr.  –quería su leche en mi boca, saborearle y sentirle.

-No, en la boca, por favor.  –sacó su pene rezumando flujos, me arrodillé y la metí en mi boca toda ella, hasta hundir mi nariz en el vello de su pubis.

Me sentí invadido de oleadas de placer y sin tocarme, y antes de que él se corriera, comencé a sentir los orgasmos que me llegaban, eyaculando mis chorros de esperma en sus piernas, fueron una sucesión de ellos y momentáneamente dejé de mamar su polla que él sacaba y metía en mi garganta.

Quedé muerto de placer, con el cuerpo arrodillado y temblando como implorando piedad que él no estaba dispuesto a conceder, y follaba mi boca sujetando mi cabeza con ambas manos entrando en mi garganta hasta que reventó y me llenó a rebosar de su leche.

Le dejé hacer y que me follara como quisiera, era, me sentía en ese momento su hembra y estaba en su pleno derecho, después de lo que me había hecho sentir y gozar tan brutalmente. Con mi dedo índice acariciaba la entrada de su ano que se encogía evitando que pudiera entrar, y lo apretaba haciendo fuerza para que el resto del semen saliera de su pene.

Descargó casi toda su leche en mi garganta y lo último en mi boca, lo degusté y lo tragué todo, me encantaba su sabor y no dejé una sola gota de lo que iba fluyendo mientras jugaba con mi lengua sobre su glande, sintiendo su suavidad y calor en mi lengua. Levanté mi mirada para encontrar la suya, rodeé la corona de su glande con mis labios y aspiré profundamente, tuvo un estremecimiento y la saqué de mi boca.

La tenía en mi mano sintiéndola dura y húmeda y comencé a darla besos, hasta que tiro de mis sobacos y me levantó para enfrentarme a su mirada y a la sonrisa que adornaba su rostro tan amado.

-Gonzalo, te amo, te quiero voy a hacer todo lo posible para que no me dejes nunca.  –me abracé convulso a su cintura besando su pecho.

Sujetó mi cara con sus manos, como cuando me follaba la boca, pero ahora era para depositar con dulzura sus labios sobre los míos y apretar con los dientes el inferior tirando de él.

-¿Y quién te ha dicho que vaya a dejarte? ¡Nunca!, ¡nunca!, me escuchas.  –su tono parecía molesto, pero también una autentica y genuina intención de cumplir lo que decía.

Lloré de felicidad sin que él se diera cuenta, aprovechando que mis lágrimas se las llevaba el gua que nos caía sobre las cabezas.

Cuando terminamos de prepararnos y salimos de la habitación Nicolás leía la prensa en el salón y Lorian estaba en la cocina.

-También nosotros terminamos ahora de levantarnos y de desayudar, Lorian está en la cocina y os preparará el desayuno.  –Nico se puso de pie para acompañarnos a la cocina. Lorian estaba recogiendo sus servicios y nos recibió con una radiante sonrisa.

-Hay bollos para desayunar y tostadas, os apetece alguna otra cosa. –esperaba nuestras órdenes para comenzar a trabajar.

-Para mí un zumo de frutas nada más, es muy tarde y casi la hora de ir a comer.  –Gonzalo estuvo de acuerdo y bebimos un vaso de zumo de naranja y sin más salimos para pasear y buscar un restaurante donde comer.

Avanzamos por la Av. Foch hasta llegar al Bois de Boulogne, lo cruzamos paseando mientras hablábamos y atravesamos el Sena, al otro lado encontramos varios restaurantes y escogimos Les Marines de Suresnes. Como su nombre indica su especialidad son los pescados y maricos, y para mí lo que viene del mar y de los ríos conforman mis platos favoritos.

Pasamos unas horas estupendas, con una prodigiosa comida y la mejor compañía, pero teníamos que emprender la vuelta, tomamos un taxi que nos llevó a la casa de Nico para recoger las maletas, y se puso intransigente para llevarnos a la Gare du Nord, le supuso más trabajo que si hubiéramos cogido un taxi, los veinte minutos del trayecto se convirtieron en treinta, fue sin embargo emocionante poderles despedir en el último momento.

Recosté mi cabeza en su hombro y cerré los ojos hasta que salimos de Paris, luego cogí su mano para llevarla a mis labios, se la besé y él retiro algo de humedad que me había quedado pasando sus dedos.

-Cuando venga mi madre tendré que organizar una comida o cena, para despedirme de mis amigos y la gente que he conocido estos meses.  –me miraba atentamente como si no me conociera.

-Tengo ganas de que pase el tiempo que te queda en Francia y comenzar a vivir juntos. Deberías pedir la incorporación a tu nuevo puesto para primeros de Julio.

Así seguimos hablando de lo que teníamos que hacer las semanas próximas y que llegarían antes de que nos diéramos cuenta. Llegamos a Lille, la hora del trayecto trascurrió como si fuera un segundo.

Había flores frescas en el jarrón, Ray las había dejado el viernes, como postrera y amistosa forma de decir adiós. A partir de ahora tendría que ocuparme de todo lo que él se encargaba de hacerme.

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