Nuevos relatos publicados: 6

El encargo de mi Jefe (segunda y última parte)

  • 16
  • 40.754
  • 9,59 (85 Val.)
  • 0

A la mañana siguiente estaba ella en la sala cuando me levanté, aún se veía molesta, le pedí disculpas y se me quedó mirando, después de una pausa me dijo:

–no he podido dormir, me siento frustrada de no poder tener relaciones donde termine como debe ser durante años, tanto me has dicho que si quiero lo haga con otro que lo he decidido, quiero ser la puta de quien sea, de tú jefe, del amigo de tú jefe, de alguien que me llene y me haga sentir placer, te amo, pero necesito un macho que me coja a su gusto y que no termine hasta que me deje satisfecha, si me tengo que coger a diez para encontrarlo lo haré, ¿estás de acuerdo?

No supe que decir, la vi tan molesta y frustrada que lo único que pensé es que era por mi culpa, asentí.

—Estas seguro? No quiero que después te arrepientas y me estés reclamando, si aceptas no te puedes echar para atrás.

—Estoy de acuerdo —le dije— tú no te arrepentirás? Quiero lo mejor para los dos.

Lo pensó un momento, sonrió.

—seguro no te vas a arrepentir?

—Si tú no lo haces, yo tampoco.

—Cuanto me vas a pagar?

—Qué? —Sonreí— ¿todavía te tengo que pagar?

—En esta ocasión sí, necesitas una puta y las putas cobran, ¿cuánto?

—Mil pesos.

—No, habías dicho tres sin anal, quiero seis porque le voy a dar el culo.

Sin querer me empalmé.

—y si no te lo pide?

—No le voy a preguntar, yo solita me voy a clavar, si voy a ser puta lo seré y de sobra, vas a tener unos cuernos grandes como te los mereces cabrón —estaba altiva excitada y eso me excitó más, se dio cuenta— Pinche puto, te excita que se cojan a tu vieja ¿verdad? —sonrió maliciosamente— me vas a comprar ropa para ese día porque quiero estrenar y verme como la puta que quieres que sea y ya vete a trabajar que vas a necesitar dinero para pagarme —se dio la vuelta y entró a la recamara.

A medio día me habló por el celular, me dijo que saldría de compras que buscara que comer porque en la casa no habría y me colgó.

Ni hablar pensé, acepté y ahora me aguanto, al llegar a la casa por la noche estaba contenta, me dijo:

—mira lo que me compraste!  ¿Qué te parece?

¡Estaba bellísima! y sí, parecía una puta, traía unos tacones altísimos rojos, un putivestido entallado azul que resaltaba sus nalgas con un generoso escote que apenas cubría media chiche, gargantilla, pulseras y aretes dorados, labial rojo, se veía preciosa y excitante.

—¡Te ves divina! —y me acerqué para besarla.

—No, tú te aguantas puto, no tienes derecho, esto es para el que me va a coger mañana, así que no estés chingando, si quieres saca tu chingaderita y mastúrbate, pero esto ya no es solo tuyo, querías socio ¿no? Ahora te aguantas.

En ese momento pensé: si de todos me aguanto, me toca cada mes porque yo no puedo cogérmela como se debe, si alguien más puede dejarla satisfecha lo menos que puedo hacer por el bien de los dos es aceptar y todos contentos.

Se me quedó mirando como adivinando mis pensamientos, se dio la vuelta y fue a la recamara, ver su culo en ese vestido me empalmo de nuevo, regresó y me mostró una esclava pequeña dorada, me dijo:

—mira, yo te amo, pero definitivamente lo necesito, me excita y me hace sentir como una jovencita, cada vez que vaya a hacerlo me voy a poner esta esclava en mi tobillo, será la señal de que este culito otro lo disfrutará, pero para que sepas que aun así siempre seré tuya, ¿está bien? —y me sonrió.

—Está bien —respondí.

—Bueno, ya que le diste el sí a mi vestido te aviso que mañana pagarás el salón, maquillaje y peinado ¿ok?

—Ok.

—La persona llega a las 8 de la noche, lo llevo a cenar y alrededor de las 930 o 10 lo dejaré en el hotel, ahí empieza tu trabajo, no me hagas quedar mal —sonreí.

—Aquí, el único que queda mal eres tú menso —y me sonrió.

—Me avisas cuando vayas a llegar.

—Ok, ¿quieres que te avise cómo es?

—No, no me digas nada, quiero que sea sorpresa —y sonrió como una niña.

Al día siguiente todo fue conforme a lo planeado, pasé por ella y ya me estaba esperando con un abrigo sobre lo que sabía que había debajo, no le vi la esclava y se dio cuenta, extendió su mano y me la dio.

—toma —me dijo— por esta ocasión quiero que tú me la pongas, sabrás que después de ponerla ya no seré exclusiva de ti y que no habrá reclamos ni arrepentimientos así que si estás seguro.

Y levanto su pie colocándolo sobre la silla, la miré, estaba radiante, hermosa, yo estaba seguro de lo que hacía y al verla así supe que ella también lo deseaba, coloqué la esclava en su tobillo y le di un beso en la mejilla.

—suerte —susurré, al verla caminar hacia el coche me volví a empalmar, como me excita pensé, demasiado.

Subimos y me dijo:

—¡estoy nerviosa! —puso su mano en mi bulto— pinche estás caliente, tranquilo, en un rato más se cogen a tu esposita y por todos lados —sonrió de nuevo, la acompañé al cuarto, al dejarla pensé, que suerte de ese cabrón, espero le de aguante.

Fui al aeropuerto, estaba cerca, llegué 10 para las 8 y esperé, bajaron los pasajeros, yo traía un letrero con su nombre y de pronto vi avanzar una persona hacia mí, como de 1.70, bien vestido, de unos cincuenta y tantos años, un poco gordo, típico hombre de negocios, me saludó y se presentó conmigo.

—hola soy Arturo, tú debes ser José.

—sí —respondí.

—qué bueno que llegaste temprano —me dijo— ya queremos llegar al hotel.

—¿Queremos? ¿Qué?

Se volteó y a su lado estaba otro hombre, como de mi edad, más robusto y alto, debía medir 1.80 más o menos.

¿Este quién es? Pensé, probablemente vieron mi cara de sorpresa.

—Te presento a Jorge es un socio de negocios, como me aviso Ricardo que no estaría pues lo invité para que me acompañara.

Yo estaba en shock, mi empalme desapareció y la preocupación se apoderó de mí, ¿y ahora donde hospedo a éste? Me fue muy difícil encontrar habitación en el hotel que me indicó mi jefe, estaba lleno ¿y ahora?

De nuevo Arturo me dijo:

—no te preocupes por la habitación nos quedaremos en la que ya reservaste, sólo pediremos una cama sencilla más.

¿Y ahora qué hago? Mi esposa se va a enojar pensé, tanto que nos costó decidirnos ¡para que de pronto llegue y le diga que se salga porque vienen dos!

—¿Nos vamos? —preguntó él.

—Está bien acompáñenme —subimos al coche y le dije a Arturo— quiero ofrecerle una disculpa, solo reservé una habitación, pero si gusta les busco otra en otro hotel.

—No, para nada, ahí está bien y más sabiendo el regalito que nos dejó Ricardo ahí —sonrieron maliciosamente.

¿Qué? ¡Pinche jefe ojete, ya le había avisado que era el regalo!

—Quieren que los lleve a cenar?  

—No, gracias tomamos unos bocadillos en el avión y no tenemos hambre, ¿qué tal esta la muchacha? —me preguntó sonriendo.

—Bien —contesté secamente.

No supe que más decir, el tiempo en llegar se me hizo corto, se bajaron del auto, me pidió la llave y dijo:

—déjanos aquí, mañana te veo a las 9 de la mañana en el lobby gracias.

Y los vi entrar al hotel, tomé el celular y llamé a mi esposa.

—Sal de ahí —le dije— ese cabrón trae un invitado.

—¿Qué? ¿No venía solo?

—De último minuto invitó a un amigo, no me avisaron.

—¿Y les dijiste que estoy aquí?

—Ya lo sabían, el cabrón de mi jefe les dijo cuál era su regalo.

—¿Entonces los dos saben que solo estoy yo? —dijo sorprendida.

—Sí, por eso te digo que te salgas, te espero en el carro.

Hubo un silencio.

—espérame en el carro —me dijo— pero no sé a qué hora saldré, si los dos esperan una puta la tendrán, esto te costará más caro —¡y colgó!

Estuve afuera dos horas caminando y dando vueltas, tenía una erección que no se quitaba imaginando lo que le estarían haciendo y al mismo tiempo preocupación, subí al carro y no sé a qué hora me quedé dormido.

Desperté como a las cuatro, aún nada, cerca de las 5 salió, bajé del carro y me apresuré a recibirla.

—¿cómo estás? —pregunté.

—Me quedé dormida, fue agotador.

Nos subimos al carro.

—¿todo bien? —pregunté ansioso.

Me miró, sonrió y dijo:

—más que bien, me dieron tan duro que mis gritos los debieron escuchar en todo el piso, estoy adolorida, vámonos necesito dormir, después te platico.

En la recamara se quitó el vestido, no traía ropa interior, olía a sexo, y recostándose me dijo:

—ven tócame.

Estaba hinchada y pegajosa.

—no usaron condón? —pregunté.

—jajaja después de la primera hora nadie pensaba en los condones —me dijo, me dio un beso tierno en la boca— ahora sí puedes presumir que eres un semental al menos los cuernos los tienes y bien puestos, ¿quieres que te platique? —sonrió maliciosamente, claro que sí ya estaba excitado de nuevo— pues límpiame con tu lengua donde me clavaron, no tengo fuerzas ni para bañarme —al ver que no me movía tomó mi cabeza, abrió sus piernas y la puso en su conchita aun chorreante— vamos chupa putito que te gustará lo que vas a escuchar.

—“Después que me llamaste estaba muy nerviosa, no sabía si salir corriendo o esperar a dos tipos que no conocía para que me cogieran, pero me dije que ya estaba ahí y que lo haría de la mejor manera, en eso la puerta se abrió y entraron, muy amablemente se presentaron Arturo primero y después Jorge, deben haber visto mi nerviosismo, me dijeron que probablemente no sabía que eran dos y que se disculpaban por eso que era realmente hermosa y si no tenía problema querían pasar un rato agradable conmigo, ¿cuánto te pagaron pregunto Arturo? tres mil dije, sacó tres mil y los puso en el tocador, después de eso se desvivieron en elogios de lo buena que estaba y muchas cosas más que terminaron por tranquilizarme, pidieron una botella al cuarto, tomamos unos tragos, pusieron algo de música y Arturo me sacó a bailar, pegó su cuerpo al mío y me tomó de las nalgas, subió mi vestido hasta la cintura, Jorge estaba atrás de mí.

Arturo comenzó a besarme y acariciarme, metió su mano a mi conchita e introdujo dos dedos, estás mojada putita me dijo, eso me excitó más y empecé a moverme apretando sus dedos, sentí entonces las manos de Jorge bajar mi tanga y me hizo abrir las piernas, estaba ya chorreando y gemía de placer metió su lengua en mi culo que rico me chupaba, mientras, Arturo se quitó la ropa y pude ver su  enorme verga, me agarró de la cabeza y me dijo chúpamela putita apenas me cabía en la boca pero estaba tan dura y caliente que me excitaba más, Jorge se desvistió pero no podía verlo solo sentí su verga queriendo penetrar mi conchita, ponte condón le supliqué, se separó y se puso un condón de los que llevé burlándose de que si con una caja nos iba a alcanzar, se acercó de nuevo y me tomó de la cintura jalando mis caderas con fuerza, la metió de un golpe solo atiné a pujar sentí que me abrió de más y su verga la sentí tan ajustada a mí que me encantó, empezó a darme como bestia y yo con la verga de Arturo en mi boca a cada empujón me hacía tragármela más aunque no me cupo ni la mitad de ese tronco, muévete chiquita, me dijo Jorge y empecé a apretarlo y moverme como más podía nunca había sentido algo así, estaba tan excitada que no tardé en correrme, el siguió dándome fuerte.

Arturo me sacó la verga de mi boca y se sentó en la cama se puso un condón y le dijo a Jorge préstamela ya quiero cogerme a esta puta, Jorge se salió y pude ver su verga, no era tan grande como la de Arturo, pero mucho más grande que la tuya, pensé, este gordo me va a partir, se acostó en la cama y me dijo montate perrita, estaba yo temblando los dos eran muy grandes, me subí a horcajadas apoyando mis manos en su pecho, él tomó su verga y la puso en mi conchita no me entraba! ¡Sentí como poco a poco me ensanchaba mi conchita y me penetraba esa enorme cabeza!

No pude evitar un grito, me enderecé y me deje caer despacio sobre su tranca hasta que mis nalgas tocaron sus muslos, no podía moverme, que cosa más deliciosa, empezó entonces él un mete y saca, primero despacio durante un rato, de pronto se detuvo pero para entonces yo quería más, empecé a moverme como una verdadera puta primero como podía con toda su tranca dentro de mí, nunca imaginé tener algo tan grande penetrándome hasta el fondo, después me la sacaba hasta su cabeza y me dejaba caer lentamente hasta tocar sus huevos, empecé despacio hasta darme de sentones lo más rápido que podía, sentía como se deslizaba todo su tronco dentro de mí, cada vez que me dejaba caer era tan delicioso que no podía dejar de hacerlo, ya no gemía, gritaba sin importarme quien me oyera, al diablo todos pensé, aaaaah! me corrí de nuevo y caí sobre su pecho deshecha, me besaba mientras me acariciaba mis tetas.

Jorge se montó detrás de mí y abriéndome las nalgas empezó a meter su miembro en mi culo, ya no tenía fuerzas para negarme solo quería seguir siendo poseída por esos machos, sentí la presión de su miembro tratando de abrirse espacio en mi culo apretado, me dolía, le dije que tenía un lubricante en mi bolso, lo vació abundantemente en mi culo y lo metió primero con un dedo luego dos mientras yo besaba a Arturo y el acariciaba mi espalda diciéndome lo exquisita que estaba, Jorge volvió a presionar con su verga mi entrada despacio murmuré me la fue ensartando hasta que sentí sus huevos en mis nalgas aaaah! aaaaah! se quedó un momento así, sentí un gran morbo, empecé a moverme despacio, me gustaba sentirme poseída así, estar a merced de lo que ellos quisieran hacerme, el empezó un mete saca cada vez más rápido empecé a gritar de nuevo, era ya una muñeca de trapo en sus manos, sentí como me inundaba algo caliente mi culo y lo apreté para ordeñarlo todo, se lo merecía.

Arturo no se había movido, me seguía chupando las tetas diciéndome lo rico que cogía, me levantaron y me pusieron frente al espejo del tocador y apoyé mis codos en él, Arturo intentaba meterme su tronco en mi culo pero por su altura se le dificultaba, espérame le dije, me puse las zapatillas levanté más mi cola y bajé mi cabeza hasta apoyarla sobre el tocador, tomándome  con fuerza de las caderas empujó y me entró la cabeza poco a poco ya en esos momentos estaba dispuesta a ayudarlo en todo, me sentía su puta, me hice hacia atrás sintiendo como se abría espacio en mi culo, quería todo su tronco adentro, empuje con fuerza hasta que sentí su panza en mis nalgas, pinche puta que rico coges me decía, se salía y entraba cada vez con más fuerza haciéndome pujar a cada embestida, Jorge me acercó su verga y la empecé a chupar, Arturo me azotaba contra el tocador sin piedad, me miré en el espejo y me agradó lo que vi, estaba irreconocible, inclinada, siendo cogida de una forma tan rica y salvaje que nunca hubiera imaginado, empecé a frotar mi clítoris con mi mano, deseé en ese momento que estuvieras ahí para ver mi cara desencajada de cansancio y placer,  seguí chupándosela a Jorge que se corrió sin avisar y me tragué todo el semen que pude.

Arturo sacó su verga de mi culo y la metió de un golpe a mi conchita embistiéndome violentamente, me jaló del pelo levantando mi cabeza hacia atrás haciéndome ver en  el espejo como me penetraba, y me montó como un semental a su  yegua hasta venirse dentro de mí, sentí sus chorros inundar mi concha, se salió y me puse de rodillas frente a él chupándole la verga hasta sacarle toda la leche mientras con mi mano recogía en mis muslos su semen que brotaba de mi concha y lo untaba en mis pechos, en ese momento solo pensaba en darle placer como él  lo hacía conmigo, se la lamí hasta dejar todo su tronco limpio, me olvide de ti, me olvide de todos, solo me importaba ese momento, nos acostamos en la cama rendidos, yo en medio sintiendo la verga de Arturo en mi culo y en mi mano la verga de Jorge.

Después de un rato lo hicimos de nuevo de diferentes formas, me encantó, no sé cómo logré despertarme, me puse solo el vestido, abrigo, tomé el dinero que me gané y salí de ahí”.

Levantó mi cabeza y mirándome tiernamente me dio un beso, se giró y se quedó dormida, ya había eyaculado de sólo escucharla.

Fui al hotel, esperé hasta las 10 que salieron muy contentos.

—¿a donde vamos a ir a desayunar? —preguntaron.

Ya en el desayuno me dijo Arturo:

—¿podrías llevarnos de nuevo esta noche a la putita de ayer?

—claro que sí —respondí sonriendo.

(9,59)