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El primer encuentro

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Ahí estaban por fin frente a frente desde que ella lo vio sintió escalofríos de esos que estremecen el alma, el por su parte creía que estaba soñando no lograba hacerse a la idea que ella estuviera ahí en verdad.

Se saludaron amablemente dándose un abrazo lleno de desesperación, sus labios apenas se tocaron el nerviosismo se apoderaba de ellos.

Hablaron del clima tomándose de las manos camino a su destino, los dos se sentían fuera de la realidad.

Llegaron al lugar prometido donde el nerviosismo comenzó a retirarse y la curiosidad ganaba terreno.

Él encendió las luces, ella solo miraba estudiando el lugar. 

El fuego de sus miradas dio paso a un cálido y húmedo beso donde sus lenguas exploraban las bocas ansiosas y desesperadas.

Ambos sentían la excitación en sus cuerpos, el deseo se volvió más intenso cuando él la tomó de las nalgas, le dio un apretón y la atrajo hacia él. Ella al sentir la notable erección sentía derretirse, separaron sus labios ella delineaba suavemente la boca de el con su lengua, avanzaba por las mejillas hasta llegar a su oído penetrándolo con la lengua y diciendo sensualmente…

—¡hazme el amor, poséeme, hazme tuya!

Estas palabras lo volvieron loco se abalanzó rápidamente a su cuello devorándolo a besos mordiéndolo, encajando los dientes suavemente, haciéndola gemir desesperada de puro deseo.

Ella intentaba torpemente deshacerse del cinturón que mantenía en su lugar los jeans de su amado.

Las manos del chico se apresuraban a desabotonar la blusa sin éxito entrando en desesperación de un tirón arreglo el problema y algunos botones cayeron al suelo al tiempo que el cinturón dejo de ser barrera.

Él se quitó la camisa en un movimiento ágil quería sentir con su piel la piel de ella.

Por encima del brassier de encaje se notaban los pezones duros de ella, el los mordió y con su mano le separó un poco las piernas acariciando sus muslos y comenzó a explorar ese sexo caliente por encima de la delgada tela que cubría la parte inferior de la chica.

Sus corazones latían acelerados, desde hace tanto tiempo deseaban estar juntos, coger hasta desvanecerse, era tanto el deseo que dolía... El chico con los dientes fue bajando el diminuto bóxer de encaje empapado ya por la miel de su amada hasta deshacerse de él, con un movimiento suave volvió a abrirle las piernas para admirar su vulva húmeda esa deliciosa fruta que pedía a gritos ser devorada, el acerco su rostro al suave sexo y lo lamio lentamente provocando el estremecimiento de la chica, acto seguido recorrió la húmeda raja con el dedo pulgar rosando el clítoris, volviéndola loca cuando el dedo encontró la entrada a la vagina y se hundió en el caliente agujero brutalmente, su boca dio el beso más apasionado a su vulva dejando que su lengua explorara ese cálido sitio succionando su clítoris probando cada centímetro de aquel manjar ella no paraba de gemir escandalosamente nunca había sentido algo así, los orgasmos se desencadenaban furiosamente.

La erección de él era impresionante disfrutaba ver el placer de su amada lo hacía sentirse orgulloso. Ella despertando del éxtasis en el que se encontraba tras recibir ese maravilloso oral  se levantó y se quitó el brassier se observaron mutuamente él se excitaba tanto viéndola desnuda y ella no dejaba de mirar con deseo la hermosa verga, la chica pidió al chico que se sentara al borde de la cama y abriera un poco las piernas, ella se puso de rodillas y comenzó a lamer lento los testículos acariciando con sus manos la entrepierna recorría con su lengua esa deliciosa verga la apretaba entre sus labios lamia suavemente el glande hasta hacerlo gemir y lo besaba frenéticamente enseguida abrió la boca y comenzó a meterse cada centímetro de esa verga hasta sentirla en su garganta, sus labios apretaban más fuerte y su boca hacia ese movimiento de deliciosa succión sus ojos verdes volteaban a verle la cara lo disfrutaba realmente a él le excitaba verla comiéndose toda su verga ahí a sus pies dándole una mamada que nunca olvidaría.

Cuando sentía que no podía más que su verga estaba a punto de explotar tomo del cabello a la chica y la puso boca abajo sobre la cama, nuevamente recorrió con sus dedos la húmeda concha, puso en la entrada de su vagina la dura verga y la embistió con fuerza abriéndose paso bruscamente a su estrecho agujero, ella sentía tanto placer por fin se sentía llena ¡dame más duro papacito! gritaba y él le azotaba las nalgas dejándoselas rojas, la vagina engullía la verga y la apretaba deliciosamente,  paso un momento para que ambos sintieran las contracciones alucinantes de sus orgasmos eso que tanto deseaban sentir el cálido semen derramándose en el interior de ella, sus sonrisas al sentirse satisfechos el sudor cayendo por sus cuerpos...

—¿No estuvo nada mal para ser la primera vez verdad? —dijo ella.

—Fue rico, pero podemos mejorarlo mamacita...

—Estaré solo unos días aquí, tengo que regresar mi esposo me espera.

—Lo sé, por eso tenemos que aprovechar, te voy a coger hasta desvanecernos... Aranisse...

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