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Entrevista humillante

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Era la oportunidad de mi vida, (o eso creía) para entonces tenía 23 años, recién llegada a Madrid, y con muchísimas ganas de triunfar como modelo
o actriz, mis medidas casi perfectas 60-85-60, chica con estudios, con estilo, mona de cara con mis labios carnosos y mis grandes ojos marrones.

El anuncio decía:

“IMPORTANTE EMPRESA NACIONAL: ACTRICES MODELOS Y AZFATAS:

Busca chica joven, con aspiraciones a artista, para promocionarla como Modelo Actriz o Azafata. Dispuesta a pasar un duro plan de selección y tras un período de formación exhaustivo de un mes en Segovia, cobraría un sueldo fijo de 200.000 ptas. al mes, más 50% comisión sobre los trabajos a realizar.”

Parecía hecho a medida, no tenía problema por desplazarme fuera y total sólo un mes y qué pedazo de contrato sería. Llegué a la empresa de modelos, situada en el centro de Madrid, me había citado con una señora llamada Almudena Sánchez, unos 40 años, alta, fuerte, morena, vestida en plan ejecutivo. Me hizo mil preguntas, algunas me parecieron fuera de tono, pero las ganas podían conmigo:

—¿Eres virgen?

—Sí bueno tocamientos, pero nada más.

—¿Te masturbas?

—Eh bueno me he acariciado, pero, esto no.

—Muy bien ahora quiero ver tus aptitudes como actriz, espera por favor. —Llamó por interfono— Juan avisa a Pablo que igual os puede interesar la entrevista, venir por favor.

Entraron Juan y Pablo, no hubo presentaciones se sentaron y me miraron, uno era joven unos 30 años, guapo, vaya muy interesante, el otro era un gordo con cara de salido.

De repente me dijo Almudena:

—Bueno veamos que tal actriz eres: coge este libro, vete al centro de la sala y lee el primer párrafo.

Me esmeré todo lo que puse leyendo con atención, me sentía observada.

Una vez leído el primer párrafo me callé esperando nuevas órdenes y llegaron, ya lo creo que llegaron:

—Muy bien —dijo el gordo— ahora haz lo mismo, pero desnuda.

Mire directamente a Almudena a la cara y me hizo un gesto como diciendo venga que esperas. Era verano y tan solo llevaba un vestido azul celeste mi sostén y mi tanga.

Me miraban esperando a que empezara a realizar un pequeño striptease, me retiré los zapatos, retiré de mis hombros las dos tiras del vestido y este
cayó dejando poco a poco ver mi impresionante cuerpo hasta caer
al suelo, di un paso adelante, me agaché para recogerlo y lo coloqué
en la silla, me volví al centro de la habitación y cogí el libro, cuando iba a empezar me paró y con tono enfadada soltó:

—Rosa te han pedido desnuda y no lo estás, ¿realmente te ves capacitada para este puesto?

—por supuesto —contesté yo, desabrochando mi sujetador, saliendo mis bien formadas tetas con esa aureola perfecta y pezones semi erectos por el frío del aire acondicionado.

Estaba nerviosísima, pero quería el puesto, me coloqué en el medio y bajé mi tanga hasta las rodillas levantando el pie para que pudiera salir y cogiéndolo con la mano lo tiré en el sillón.

Traté de taparme con el libro, pero tenía que leer y eran letras pequeñas por lo que me arrimé el libro mostrando mi monte de Venus perfectamente aseado y depilado suficientemente para broncear gran parte de mi zona sexual.

Los ojos de los dos hombres se clavaron en mi sexo, ella me miraba con una pequeña sonrisa sádica. Empecé a leer y para los nervios que tenía no lo hice mal.

—Muy bien, ahora siéntate en ese sillón que tienes detrás —Me ordenó Almudena.

Era un sillón de madera tipo clásico para una persona. Me senté aprovechando la posición para taparme con libro brazos, manos.

—Bien, ahora a ver si tienes memoria esta es la prueba final, no es fácil, pero estoy segura que la pasarás. Quiero que sueltes el libro y me recites el primer párrafo, es muy cortito o sea que esmérate, porque a cada olvido, te diré lo que viene a continuación, pero deberás de empezar de nuevo y en posturas y situaciones distintas.

—¿lista? Empieza.

Empecé, tenía gracias a los estudios bastante capacidad de memoria, pero claro, falló.

—Bien la continuación es "y la vi florecer" empieza de nuevo, pero antes sube tus pies al borde del sillón y colócalos a cada extremo del mismo.

¡¡¡QUE HORROR!!!

Pero ya estaba casi al final y lo hice, separando inevitablemente mis muslos y piernas, subí a cada extremo del sofá, mis pies.

—Vente más al borde.

Cosa que hice exponiendo absolutamente mi vagina entreabierta con sus labios superiores lo suficientemente separados como para ver mi clítoris, toda mi zona rosita y mi cueva, así como más abajo podía ver mi estrellita o sea mi ano también entreabierto.

Histérica por la situación, deseaba acabar y empecé a recitar, pero los nervios me volvieron a traicionar y vi como Almudena sacó una cámara de vídeo del cajón.

—Vamos a ver Rosa —me dijo el de 30 años que no había abierto la boca y al cual se le veía un buen bulto entre los pantalones— ¿tú quieres ser actriz no es cierto? Pues esto no es más que una cámara, tranquila que la tendremos apagada, es para ver como actúas con presión.

Dicho eso me coloqué una vez más, pero esta vez noté cómo mi sexo estaba humedecido no entendía el por qué, pero esa situación me excitó.

Empecé de nuevo mi recital, Almudena sujetaba la cámara y la arrimaba entre mis piernas y al subir la cámara para sacar mi cara vi como el piloto rojo de grabación estaba encendido y por supuesto paré y me quejé.

—Vamos a ver me estoy empezando a cansar, no te preocupes que la cinta te la entrego al final si no quedas contratada —me dijo Almudena— pero ves por tonta ahora te toca una complicación más. Arrimaos aquí —les dijo a ambos hombres, se colocaron de rodillas frente a mi sexo, notaba en mis muslos la respiración de ambos, Almudena grababa— Bien, empieza, es probable que notes algo ahí abajo, pero te confirmo que como vuelvas a pararte o equivocarte no quedaras contratada.

Me esperaba cualquier cosa, empecé y no había acabado la primera frase que tenía cuatro manos en mis muslos a escasos centímetros de mi sexo abierto y brillando por el flujo de mi excitación. Me callaba dos segundos seguía como podía, hasta que noté como un par de dedos separaban mis labios inferiores, abriendo así mi cueva vaginal. Me callé, Almudena me miró y conseguí continuar está el puesto en juego. De repente entre los dos dedos sentí uno más grueso, me imagino que el del gordo y empezó a restregar las paredes de mi cueva y cada vez lo hacía más dentro, hasta que noté el dedazo entero, los otros dedos jugaban con mi clítoris, obligándome a soltar ciertos quejidos, pero continuando con mi trabajo.

Con la misma mano del dedo que tenía dentro de mí noté que seguramente sería el pulgar intentaba abrirse paso por mi ano, pegando un ligero saltito, éste al ver la estrechez de mi culo, optó por un cambio drástico, sacó su dedo de mi dolorido, pero mojado chocho y me metió sin contemplaciones 2. Me dolió muchísimo, grité y paré.

—Chica aquí acabas de arruinar tus proyectos de cara a ser actriz —me dijo Almudena— te puedes vestir y marcharte.

—No por favor —me puse a llorar estaba en el medio de la sala desnuda— haré lo que queráis, pero darme una última oportunidad.

—Muy bien, chicos iros desnudando —ella estaba sentada, se levantó de su silla sin levantarse en exceso la falda estrecha que llevaba se bajó y quitó las bragas —quédate de rodillas y así ven hacia mí, quiero ver y oír como recitas cuando tienes un trabajo que hacerme en mi adorable coco.

Pretendía que le chupara el ¡¡¡coño!!! Ok me fui de rodillas hacia ella, ya tenía subida la falda y con su coño peludo entreabierto, el delgadito cogió la cámara y se puso a grabar, estaba desnudo, tenía un cuerpazo y un miembro fino pero muy largo y lo tenía en plena erección. A mi derecha vi al gordo asqueroso con una barriga horrible, lleno de pelos y un mini miembro.

Mi cara estaba pegada al sexo de mi futura jefa, olía a flujo y notaba hasta el calor, saqué la lengua, ya no había marcha atrás posible, empecé a lamerme la zona clitorial, esta cerró los ojos, me acerqué a su túnel y le introduje mi lengua, ella me presionó más la cabeza hacia su sexo para notar como entraba más y más mi dolorida lengua.

De repente el de 30 años le entregó la cámara al gordo que se estaba masturbando y no tardé en notar por detrás como un miembro durísimo trataba de abrirse camino por mi coñito, quizás deseoso de que le hicieran caso, notaba como sus testículos me golpeaban los muslos y nalgas la tenía totalmente dentro, de repente noté como mi cueva se encharcaba con su líquido, yo seguía mi trabajo.

—Bueno qué ¿recitas o no?

¡Dios! pretendían que recitara con la excitación que tenía, empecé entre lengüetazo y mordisqueo de clítoris a recitar. Cuando iba por la mitad vi como el de 30 años sujetaba la cámara y tenía su pene hecho una birria. Mi sorpresa fue cuando sentí dos manos en mi cintura y al gordo por detrás mío.

—Sigue, sigue.

Cuando ya notaba su glande en mi agujerito negro, la cámara se dirigió allí, que es donde venía el plato fuerte, casi de dos hincadas me clavó su dura pero afortunadamente pequeña herramienta, grité, pero seguí y acabé de recitar, sacando bruscamente de mi culo la pichita de aquel elemento y diciéndoles:

—Ya está, cuándo empiezo.

Almudena recolocándose la falda saco de su carpeta un contrato, que leí y firmé.

No volví a ver a Juan ni a Pablo, sí a mi jefa la cual me hizo partícipe de varias entrevistas, pero esto ya es otra historia.

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