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Fionna

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Luego de varias charlas por chat, llegó el día en que habíamos quedado de vernos. Yo amanecía e iba a trabajar cuando me llega un sms, “¿nos vemos esta noche?”.

Yo juro que me había olvidado que nos íbamos a ver, pero más rápido que ligero tomé el celular y la llamé diciendo que obviamente nos veíamos en el bowling donde habíamos quedado a las 23. De ella yo solo había visto una foto que era el perfil del Messenger. Ella había visto un par mías. 

Cuando llegó la hora yo estaba impaciente esperando en la esquina del bowling como si recién llegara, era 1 de agosto y por eso hacía frío en Uruguay.

Cuando veo que viene caminando y se sonríe, una rubia de 1.65 ojos claros, seguro menos de 70 kgs, 28 años piel blanquita, sin dudas era ella, tal cual había dicho en las charlas muy parecida a Fionna por su buena delantera y curvas pronunciadas en su retaguardia.

Fuimos al bowling, pero no había ninguno disponible por lo que decidimos ir a un pub cercano. Conversamos un rato en el pub, buena música, alguna cerveza, yo no perdía oportunidad de comerla con la mirada hasta que nuestros labios se cruzaron.

Al rato los dos coincidimos que lo mejor era ir a un hotel que estaba a un par de cuadras. En cuanto pasamos la puerta de la habitación empezamos a quitarnos los abrigos y quedaron al descubierto sus redondos y grandes senos y sus pezones rosaditos bien duros demostrando su excitación. No perdí segundos para lamerlos y seguir sacándole ropa para ir bajando por su vientre hasta llegar a su cintura, no precisé mucho esfuerzo para sacarle sus ajustados jeans y seguir recorriendo sus piernas con mi lengua para luego empezar a subir por la otra y llegar a su espalda. Seguí subiendo hasta su cuello y le busqué la boca y nos fundimos en un beso.

Ella me pidió que parara que quería tomar su turno. Me pidió que me quedara al pie de la cama y fue así como me empezó a sacar la ropa mientras bajaba por mi pecho mi estómago hasta llegar a bajarme el bóxer. Ahí me corrió un poco más lejos de la cama y se puso de rodillas y me empezó a lamer los huevos, subiendo y bajando por mi verga y saboreándola tal cual un helado. Fue luego de unos minutos cuando no aguanté más la levanté en brazos y la arrojé sobre la cama para comenzar a penetrarla.

Cuando nos quisimos acordar ya eran más de las 7, desayunamos y nos fuimos a casa.

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