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Un ligero ruido me despertó, abrí los ojos y aunque no veía muy bien siento que hay alguien descorriendo las cortinas y también encendiendo las luces que en un primer momento me deslumbran.

-Vamos pequeño, hoy es tu gran día.  –Gonzalo me habla eufórico y es el que ha encendido las lámparas que me ciegan con su luz.

El que corre las cortinas es Wes que nos da los buenos días al ver a Gonzalo despierto. Ese salta de la cama desnudo como se encuentra y que ya estoy viendo normal en él.

-Queremos un desayuno rápido Wes.  –tira de mi para que me levante y le siga, yo llevo puesto un pantalón corto de dormir, me va a resultar difícil acostumbrarme a que me vean desnudo en cada momento del día.

Nos preparamos con rapidez y cuando volvemos a su habitación Wes ha dispuesto una mesa con humeantes jarras de té y leche, pastas, plunkey de frutas y zumos.

-Vamos a desayunar rápido, quiero acompañarte hasta tu trabajo en tu primer día.  –me divierte su entusiasmo.

-Dijiste que estábamos cerca el uno del otro, puedes dejarme en el edificio donde tú vayas y me indicas cual es el mío.  –bebe y come con rapidez, le veo feliz y no me preocupa, quiero verle comer y que continúe recuperándose.

Wes sirve para todo, cuando volvemos de lavarnos la boca tiene dispuesta la ropa que tenemos que ponernos, ahora cada uno en su habitación. No tengo que ocuparme de nada ha escogido desde los zapatos a la corbata.

Me comienzo a vestir y escucho a Gonzalo que le pide que venga para ayudarme a mí, y en dos segundos tengo a Wes tendiéndome la camisa, ayudándome a abotonarla y el pantalón, como si yo fuera un inútil. Tenía la intención de decirle que podía hacerlo solo y recordé las palabras de Gonzalo, que le dejara hacer su labor y así lo hice.

Pensándolo bien resultaba muy práctico, en poco tiempo estábamos en el porche trasero de la casa esperando el coche para ir al trabajo. Creía que Gonzalo conduciría, pero era el chófer quien nos iba a llevar.

-Glenn, lo primero de todo iremos a la oficina de Daniel.  –sus órdenes eran precisas parecía que lo tenía todo controlado.

El trayecto me pareció largo a pesar de no tener que dejar la ribera del Támesis, y quizá fueran mis nervios, pero respiré aliviado cuando bajamos del coche ante un alto edificio en Cheapside.

-Aquí está tu oficina y donde trabajarás y aquél, -me señalaba otro cercano de cristal oscuro y menor altura.  –es donde estoy yo, vamos que te voy a acompañar.

Caminó decidido hasta la entrada y después al mostrador del gran hall donde estaba una chica uniformada, le miraba y no podía creerlo, parecía que fuera él quien tuviera que presentarse en su nuevo trabajo. Le detuve agarrándole del brazo.

-Gonzalo, por favor, tengo las instrucciones precisas de donde debo ir y a quien presentarme, van a creer que llevas un niño contigo a su primer día de escuela.  –le reprendía, pero a la vez me parecía tan tierno y dulce su forma de protegerme y llevarme.

-Déjame solo y ve a tu oficina, todo me irá bien y de lo contrario te llamo.  –parecía avergonzado y se puso un poco rojo, perdió de repente su autoridad y firmeza.

-Tienes razón, te llamaré para que tomemos algo juntos a la hora de comer.  –me abrazó y me dio un beso arrebatador antes de marchar con prisa. 

Ya no había duda para la chica del mostrador, que me miraba a mí a pesar de la mucha gente que había y no sonreía para nada, sin querer sabía que el nuevo personaje era homosexual o lo que fuera.

Pregunté por el departamento de ingeniería de mi empresa y le di el nombre del responsable, como no nos entendíamos le mostré la documentación que me habían enviado, donde figuraba la tercera planta y el nombre de Vergil, director del departamento.

El que sería mi jefe o ya lo era, resultó un hombre amable, calvo y fuerte, de gafas sin montura con el que ya había hablado, pero no conocía.  Llamó para que vinieran otras personas y me sorprendió que conociera mi trabajo en Francia.

-Habréis comenzado las pruebas y ahora estará más tranquilo André-  -notó mi extrañeza, aunque sabía que se estaba refiriendo al nuevo sistema de filtrado.

Según lo que me explicó, mientras esperábamos la llegada de las personas que tenían que incorporarse a la reunión, nuestra labor en Londres radicaba en controlar los trabajos de las ingenierías que elaboraban, para nosotros, nuevos proyectos de fábricas o reformas y ampliaciones de los que ya funcionaban. Ese era el motivo de que conociera algo de lo que yo estaba haciendo en Lille.

Se interrumpió cuando llamaron a la puerta, llegaron dos personas a las que me presentó, una de ellas era también mayor, Renan, responsable de procesos y Samy que hacía poco se había incorporado al departamento, este era joven quizá más joven que yo, con aire intelectual y estirado pero guapo, no puedo negar que causaba una grata impresión.

Estas tres personas serían con las que me relacionaría mayormente en mi trabajo además de las de otros departamentos de distintas ramas de ingeniería. Me imaginé una especie de oficina como la de Leeds pero que no trabajaba para clientes de encargo, eran trabajos de la propia empresa.

La reunión se prolongó y antes del descanso para la comida recibí la llamada de Gonzalo, me puse un poco nervioso y decidí que tenía que cerrar el móvil en las reuniones, estaba aprendiendo de los fallos.

Cuando bajé estaba esperándome en recepción, la chica del mostrador no nos hizo caso porque tenía otra gente ante ella preguntándole para orientarse. Al verme me sujetó de la mano y me llevo a la salida.

-Ven, te voy a enseñar donde podemos encontrarnos otras veces.  –no pude responder arrastrado por su enérgico brazo. 

Anduvimos poco tiempo y lo cierto es que hoy hacía calor en Londres con nubes y mucha humedad, no era para andar corriendo. A mitad de camino entre sus oficinas y las mías se detuvo ante un edificio que no era tan moderno como los otros.

Tenía carteles de distintos restaurantes y bares o pubs, aparte de la entrada central que daba acceso a los apartamentos que contenía en los pisos superiores, además tenía otros muchos servicios como gimnasio y no pude verlo todo.

El bar al que me llevó, en el lado izquierdo, después de la entrada de apartamentos, tenía algunas ventanas que daba a la calle, pero él fue hasta el final donde había unas mesas reservadas y en una de ellas me ofreció asiento.

-Cuéntame cómo te ha ido, he estado toda la mañana pensando en ti y en como estarías.  –resultaba ser peor que Nicolás cuando comencé mi trabajo en Lille.

-Solamente he conocido a mis jefes y a un compañero con los que voy a tener más contacto, no he tenido tiempo para más.  –la comida fue ligera a base de ensalada y pescado.

-Aunque en vuestras oficinas tenéis un bar para comer, quiero que vengas aquí todos los días y podamos comer juntos, o para estar un rato. Será nuestro lugar de encuentro en el trabajo.  –terminamos y la corta hora pasó en un suspiro, nos despedimos en la puerta y vi que el camarero le pidió que firmara una nota en lugar de abonar la comida con dinero.

A la tarde me presentaron a otros compañeros más alejados de mi principal actividad, y al final una reunión conjunta como culminación de la presentación, aquí tuve que explicar los distintos trabajos en los que había estado relacionado, que según me pareció no le interesaba a la mayoría de ellos.

A partir de mañana vendría el detalle de mi trabajo específico y en el que podría ayudar con mis conocimientos. Habían sido muchos nombres para recordar en un primer contacto.

Gonzalo me llamó antes de salir de su oficina y después desde recepción para recogerme y volver a casa. Me apoyé en su pecho y dejé todos los papeles que me habían entregado en el asiento de al lado.

-No he hecho nada durante todo el día y estoy cansado. –separé la cabeza para mirarle y su sonrisa me recompensó.

-Es la cabeza, mañana será diferente cuando te centres en algo concreto.  –le di la razón y me abracé de su cintura elevando mi rostro mimoso.

-Quiero que me beses, estoy tan bien a tu lado.  –nos besamos sin descanso hasta el que coche se detuvo dentro del recinto de la casa.

Dejé lo que llevaba sobre el escritorio para poderlo ver más tarde y pasé a la habitación de Gonzalo. Se había quitado la chaqueta y me tiré en sus brazos.

-Me gustaría meterme en la cama y estar toda la tarde muy juntos.  –le obligaba a bajar la cabeza para poder besarle en la boca, respondió mordiendo mi lengua y comenzó a respirar entrecortado.

-Quiero llevarte al gimnasio para que veas si te gusta, pero me estas provocando y antes voy a hacer otra cosa.  –se soltó de mí y fue hasta la puerta para cerrarla, también la que comunicaba con la mía, suspiré contento, al menos para ciertas cosas quería privacidad.

Sabía lo que sucedería y me senté en la cama para ir quitando mi ropa, no había terminado y estaba junto a mí con su pantalón en los tobillos y el bulto de su entrepierna muy cerca de mi cara.

Alargué la mano para tocarlo y se arrodilló antes de que mi mano se acercara, tiro de mis pantalones y bóxer dejando mi polla al aire, no está aún dura del todo y sin tocarla con la mano comenzó a besarla y lamerla desde los testículos hasta el glande.

Su aliento estaba caliente y salía agitado de él, cogió mis testículos y acerco su boca para meterlos en ella, mi cuerpo respingó por la impresión, tuve una sacudida ante lo inesperado y no sabría decir si lo que siguió era dolor o placer, los aspiraba tan fuerte hasta llevarlos al fondo de su boca y luego soltarlos repentinamente, que me producían sensaciones encontradas que me hacían gemir y sujetar su cabeza para que no continuara.

Después de tratarlos varias veces de esa manera, los dejó cubiertos de sus babas y se tragó toda mi verga de un golpe, chupaba desesperado y apretaba mis huevos con su mano, se le escurrían por la saliva que antes depositó en ellos.

Lograba que mi abdomen se contrajera marcando y poniendo tirantes mis abdominales y haciéndome respirar angustiado, era como si quisiera comerme, sin ver el límite de lo que puede producir dolor o placer y esto a veces resultaba doloroso.

-Gonzalo amor, más despacio.  –tiré de él por debajo de sus sobacos.

-Ven sube a la cama y cálmate.  –terminé de quitarle el resto de su ropa y la mía para tumbarme junto a él, coloqué mi pierna aplastando su verga que era un prodigio de dureza y acaricié su pecho y lo besé.

-Por favor se más suave, creía que me dejabas sin testículos y sin pene, ¿qué iba a ser de mi después de eso?, convertido en un eunuco.   –una risa que era un rugido salió de su boca mientras me apretaba contra él, aplastando mi boca contra su tetilla.

Se había calmado y nos besábamos, deleitándonos con nuestros interminables besos, intercambiando nuestra saliva, lamiendo nuestro sudor hasta que me dijo que deseaba metérmela, la sujeté con mi mano y la metí en mi boca para lubricarla con mi saliva y saborear sus fluidos antes de que llegara a darme placer en otra parte del cuerpo.

Me colocó mirando hacia arriba y elevé mis piernas abriéndolas al máximo, alcanzó un cojín que colocó debajo de mis caderas y se tumbó sobre mí sin penetrarme aún.

-Eres un ángel de guapo, te amo Dani.  –me besaba mordiendo mi labio con suavidad y luego metía su lengua, notaba su polla muy dura rozando mi ano hasta que el deseo fue mutuo por lo excitado que estaba.

-Tómame Gonzalo, penétrame.  –parece que no quería elevarse y perder el contacto de nuestras bocas ávidas la una de la otra.

Fui a buscar su verga con mis manos y se la coloqué en la entrada de mi culo.

-Empuja, solo empuja mi amor, la quiero dentro de mí.  –se elevó sobre sus codos y bajo mi dirección sentía como resbalaba entre mis manos, para entrar en mi culo hasta que las tuve que retirar para que entrara del todo.

Quedé unos segundos sintiendo su inmenso tamaño ocupando mi espacio intestinal, llenando mi recto, estirando los pliegues de mi ano, notando como palpitaba cuando llenaba su cuerpo cavernoso con su sangre, como se henchía excitado, todo un cúmulo de las más placenteras sensaciones que me llevaron a pasar mis brazos por su cuello para que bajara su rosto hasta tocar el mío.

-Es maravillo tenerte así, eres increíble mi amor, me llenas todo de ti.  –besaba con dulzura sus labios y se los humedecía con la punta de mi lengua, luego besaba con delicadeza su cara, adoraba a mi hombre y me sentía en el paraíso o pensaba que así debió ser algún día.

Sacaba su verga despacio y volvía a meterla, con su lengua en mi boca, a veces tenía que detenerse ahogado, luego se colocó de rodillas sujetando mis tobillos con sus manos y me abría para meterse profundamente en mí, otras veces cerraba mis piernas para dejar su polla aprisionada, despacio, deprisa, como un reloj de precisión logrando que todo mi ser participara de la cópula increíble de sensaciones y sentimientos a flor de piel.

Contrajo su rostro y sentí correr por su conducto seminal el esperma que expulsaba su próstata a velocidad de vértigo, se quedó rígido sujetándose en mis piernas, solo se movía su pelvis muy deprisa, con cortos movimientos como los preliminares de un terremoto, hasta sacar por su boca un grito sofocado y ronco.

Cayó sobre mi convulso metiendo su polla ahora con fuerza, en estocadas profundas y certeras, dejando su pene un momento quieto para descargarse y volver a salir y entrar para repetir el proceso.

Me llenaba de su leche y era delicioso el recibirlo y abrazar su cuerpo tembloroso y cubierto de sudor, maravillado otra vez de poder lograr este milagro de amor, donde todo él se me entregaba rendido sobre mí, para poder besarle y cobijarle entre mis brazos.

-Gonzalo, mi amor, mi vida.  –su cuerpo más grande que el mío me cubría, pero era yo el que acariciaba y mandaba en ese momento en él, y mi pecho se hinchó de gozo hasta sentirme explotar de placer.

Mi pene aplastado por su cuerpo se debatía a vida o muerte queriendo eyacular sin lograrlo, necesitaba que se moviera un poco, solo un poco para llegar al clímax y moví mis caderas como pude, me contraje y mi semen brotó ente las dos carnes apretadas en el abrazo.

Temblé bajo él y me sentía morir de placer, respirando entrecortado mientras me besaba apasionado.  El tiempo se detuvo unos sublimes instantes hasta que reaccioné aceptando su beso, lamiendo su lengua dentro de mi boca.

Moví mi mano por su ancha espalda y las dejé resbalar acariciando sus costados.

-Es genial estar así, pero me ahogas amor.  -me besó y al moverse su verga salió de mi llevando consigo parte de su semen que resbalaba mojando mis testículos.

Nos dimos una rápida ducha, en mi habitación tenía preparada una bolsa de deporte que no sé lo que contenía, la habría preparado Wes. Antes de marchar pasamos por la sala donde estaban los abuelos para despedirnos de ellos y acercarnos a donde quería llevarme.

Después de Gonzalo besé a la anciana sin que se levantara del asiento y luego de que él besara a su abuelo, le di la mano. No sé lo que me sucedió en ese instante, igual me dejé llevar por la alegría del momento, me incliné y besé su mejilla, mi arrepentimiento fue instantáneo y se acompañó de una súbita coloración de mi cara, elevó su mirada y su mano resbaló de la mía, me sentía mal y apenado.

-¡Perdone!, no debí hacerlo.  –no hizo gesto alguno que delatara sus sentimientos, solo dijo dos palabras.

-¡Gracias, hijo!  Y me sentí perdonado. Tendría que tener más cuidado y no ser tan expresivo, pude haberle ofendido, aunque él me confirmó lo contrario.

El centro particular al que acudía Gonzalo estaba cerca y no necesitábamos coche para ir, andábamos por la calle como dos jóvenes alegres y en apariencia despreocupados, pero yo si lo estaba y bastante, seguía pensando en mi desliz afectivo con su abuelo.

-¿Qué habrá pensado tu abuelo de mí? No sé en lo que estaba pensando, me salió sin dame cuenta, al ver que tú lo hacías...  –Gonzalo cogió mi mano para apretarla.

-Le ha encantado, no he visto muchas veces al abuelo así de emocionado, ha sido un gesto espontáneo y muy bonito, te lo has ganado para siempre, tú eres así Daniel, espontáneo para demostrar tu cariño a todos, te amo y mereces lo mejor.  –me sujetó por la espalda y me apretó muy fuerte dándome un beso en la mejilla.

Realmente el gimnasio no se encontraba muy lejos, cerca de un pub donde ya me había llevado, mostró dos tarjetas de acceso y me entregó una en la que figuraba mi nombre.

-Guárdala es para tu uso personal.  –me lo seguían dando todo hecho y debo de haberme convertido en algo a lo que hay que preservar de todo riesgo.

-¿Y a quién se la ha ocurrido?, ¿lo tienes todo preparado?  -me mira mientras me dirige hacia una sala.

-Todo absolutamente, pero algo siempre se olvida, le hice el encargo a Borja entre otras cosas, aquí tienes de todo para hacer ejercicios, masajes, tratamientos de piel, lo que desees. -se aproxima para decirme al oído.

-También tienes chicos y chicas si alguna vez lo necesitas.  –tiene una sonrisa irónica que rebosa burla en su boca y que me hace pensar que se trata de una broma.

-Es cierto créeme, también en el bar donde hemos comido hoy y en los que hay al lado.  –no soy tan ingenuo y sé que todo eso es posible, pero me parece demasiado.

Mi cara debe expresar mis dudas, se divierte ante el simple candor que al parecer manifiesto.

-Donde se mueve el dinero es donde todo esto abunda, la prostitución, la droga, todo lo que se pueda conseguir con el poder, y los billetes de banco son el mayor poder del mundo.  –se ha puesto serio al hablarme sobre esto y le miro compungido, sé que todo esto es así pero no quiero que me lo recuerden.

-Tú sigue así, inocente y candoroso, te hace más hermoso ante los demás, pero no olvides lo que te termino de decir.  –quiero que la conversación termine, me deprime y desalienta ver la vida de esta forma.

-¿Tienen piscina entre sus instalaciones?  -hemos llegado ante un monitor o alguien que hace esa función, le va a hablar, pero antes me responde.

-Claro que sí, ya te he dicho que aquí tienes de todo.  –completan mi ficha con algún dato que falta y Borja no les ha dado, como los deportes que practico y ya puedo comenzar a usar las instalaciones.

-Gonzalo puedes hacer natación conmigo, antes te gustaba.  –quiero tenerle al lado y hacer el deporte juntos.

-Y me sigue gustando, ¿Quién ha dicho que no? Vamos a la tienda para adquirir bañadores.  –tienen una tienda en el recinto que contiene todo lo que se pueda necesitar o desear para el deporte. Recojo un folleto de los que hay encima del mostrador, allí se enumeran los distintos servicios que prestan y Gonzalo señala uno de ellos: “La compañía que necesita”, suelta una risa en mi oído.

-Te lo dije.  –guardé el folleto en el bolsillo, por otros servicios que ofrecían.

Volvemos un poco tarde a casa para cenar, pero llegamos duchados y solo tenemos que dejar a Wes nuestras bolsas.

Los abuelos han dejado su sala cuando pasamos delante de ella para ir al comedor y cenar en familia, llevan una amena charla donde soy el que menos interviene, aunque todos me preguntan por mi trabajo y los nuevos compañeros.

El abuelo levanta la cabeza para mirarme con curiosidad al nombrar a mis tres compañeros de departamento.

-¿Has dicho Samy Russell?  -parece que el nombre le suena de algo.

-Sí señor, aunque su nombre completo suena a la antigua nobleza: William Samy Russell de Bedfod.  –hace un gesto de asentimiento, pero no tiene comentario respecto a ello.

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-Tengo sueño Gonzalo y no he podido mirar la documentación que me han dado en la oficina.  –también él está cansado, ha estado en la piscina y su falta de práctica le está reclamando un descanso, pero…

-Te adoro Dani, no entiendo cómo puedes soportarme, esta tarde he resultado un pedante.  –me vuelvo hacia él para besarle y calmarle con las caricias de mi mano.

-No digas eso, además no podría vivir sin ti y no me importan lo que seas, siempre serás tú, mi Gonzalo.  –sus brazos me envuelven para estrecharme en su varonil pecho temblando de deseo.

Muy lentamente me coloca de espaldas a él, mete su pierna entre las mías para tener acceso a mi ano que acaricia sin cesar con sus dedos, hasta comenzar a pinchar con la puta de su polla en la entrada del culo hambriento de él.

Gonzalo demuestra una enorme vitalidad y potencia sexual, no se cansa de follarme y yo tampoco, aunque el mayor esfuerzo lo realiza él casi siempre.

Deseo que me posea y levanto más mi pierna para que pueda meterla, le ayudo relajando mi ano y con extremada placidez me va invadiendo, me folla muy lentamente y a veces lo suspende para acariciar mi pecho, o giro mi cabeza y unimos nuestras bocas en tiernos besos.

Está un largo rato follándome a distintas velocidades, hasta que llevo mi mano para tirar de su nalga y pedirle que me penetre más profundo porque me voy a correr.

El orgasmo que me llega hace que encoja mi cuerpo y cierre mi ano apresando con fuerza su polla, y sin moverse noto como me va llenado con su leche.

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Mi segundo día de trabajo es una continuidad del primero, observar lo que Renan me va indicando, y quizá por afinidad de edades, tomar con Samy un té a media mañana.

Me había vuelto a traer los papeles que llevé a casa para trabajar con ellos, me indicaron la mesa que iba a ocupar, cerca de la de mis compañeros Renan y Samy con los que podría hablar sin necesidad de levantarme del asiento.

Atendí a un técnico informático que me orientó sobre el funcionamiento del ordenador y pude pedirle algunos cambios, también participé de oyente en una reunión hasta que Gonzalo me llamó para que bajara a comer.

Todo resultaba muy normal y más tranquilo hoy. A la tarde volvimos a nadar y correr en la cinta. Cuando nos despedimos de sus abuelos, observé la reacción de su abuelo en el momento de despedirse de él, se me quedó mirando y mentalmente le di la razón a Gonzalo en lo que había apreciado, su abuelo necesitaba que le mimaran como todos los ancianos abuelos por importantes que puedan ser, y sin pedirlo deseaba que le diera un beso.

Hubiera resultado un día de maravilloso ensueño si en la cena Gonzalo y Borja no hubieran discutido.  Le veía nervioso e indeciso levantando la cabeza para mirar a Gonzalo, como si quisiera hablarle y no se atreviera, fue éste el que le interpeló.

-O dices lo que deseas o no te aprovechará la cena, venga, ¿qué es lo que sucede?  -Borja me miró a mí y terminó de comer lo que tenía en la boca antes de hablar mirando a Gonzalo.

-Haral insiste en que tienes que ir allí, te necesita en Bergen.  –miraba fijamente a Gonzalo y desviaba la mirado hacia mí, estábamos sentados enfrente de él en la mesa y tenía a la abuela a su lado, me giré y Gonzalo tenía apretada la mandíbula en claro gesto de tensión.

-Lo siento Gonzalo, insiste y dice que es imprescindible que vayas, no puede gestionar el encuentro él solo.  –Gonzalo depositó los cubiertos sobre el plato y vi los nudillos de su mano, que apretaba en el borde de la mesa arrastrando ligeramente el mantel, como blanqueaban.

-Está aquí Daniel para una semana, ¿y me tengo que marchar?, te dije que no quería moverme esa semana de aquí.  –su tono se escuchaba irritado y ácido. Borja dejó también sus cubiertos y le miró retador.

-He hecho todo lo que he podido y sé cuáles son tus deseos, solamente te llevará un día, y como mucho igual tienes que pasar la noche allí.  –Borja le miraba enfadado.

-Si tan fácil es para ti, ve tú, tienes todos los poderes y puedes hacerlo.  –Borja bajó la mirada y antes de que la ocultara vi el dolor reflejado en ella.

-Si hubiera podido ser de esa manera sabes que estaría ya con Haral para no disgustarte.  –seguía con la cabeza baja y la abuela colocó su mano sobre la de él.

-Chicos vamos a cenar tranquilos y luego lo discutís.  –el abuelo no hablaba solo miraba a ambos, lentamente la tensión se fue aflojando con algunas anécdotas del día que contó la abuela, Gonzalo seguía apretando el borde de la mesa y metí mi mano debajo de ella para colocar la punta de mis dedos en su pierna.

Aflojó la tensión y volvió a coger los cubiertos, pero sin llevar la comida a su boca.

-Está bien, prepáralo todo y ya me dirás cuando tengo que estar en Bergen.  –cedió, pero su voz seguía mostrando su enfado.

Terminamos de cenar y cuando el abuelo se levantó le habló a Gonzalo.

-Tengo que hablar contigo, ven luego al despacho.  –al pasar cerca de Borja seguía mirando su vaso vacío y toque ligeramente su hombro.

Al lavarnos la boca no hablábamos hasta que Gonzalo estalló.

-¡Joder!, ya lo sé, no tenía que haberle hablado así, pero no quería separarme de ti esta semana.  –no le hablé solo lo abracé.

-Le pediré perdón, ahora voy a ver al abuelo para ver lo que quiere.  –yo me temía que le llamara la atención por su comportamiento.

-Te reñirá y volverás a enfadarte.  –me miró enarcando sus cejas.

-No te preocupes, el abuelo está acostumbrado y no le preocupa lo que has visto, a veces Borja y yo discutimos, porque no siempre estamos de acuerdo, será para hablarme sobre Haral.

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