Nuevos relatos publicados: 12

Cecilia, la Secretaria

  • 4
  • 14.797
  • 9,59 (27 Val.)
  • 1

Se me hacía tarde, no contaba con mucho tiempo. Espero que no hayan cerrado, tengo que hacerlo hoy sí o sí. Llegué a la oficina central, debía recoger mi pasaporte para irme de viaje a Brasil. La seguridad en la puerta me dijo que entrara, pero que no me garantizaba que iba a estar atendiendo. Me dirigí al tercer piso por las escaleras porque el ascensor se demoraba mucho. La oficina se encontraba cerrada. Toqué la puerta y nadie abría. Pero la luz estaba prendida.

Volví a tocar y la puerta se abrió un poco, aproveché para asomarme y observar si había alguien realmente. La oficina era amplia y había dos habitaciones más dentro de ella. Realmente no había nadie, entré al que se encontraba al lado derecho y era el baño, pero no había nadie. Al salir escuché un ruido en la otra habitación. Me acerqué lentamente, me dio algo de temor primero, pero continué, ya estaba metido en esto. Abrí lentamente la puerta y vi una sombra de una mujer sentada en el escritorio, con algo grande en la mano, con sus piernas abiertas, en el suelo una braga lila, muy delgada y se notaba empapada de lascivia por la mujer que se encontraba ahí, sola, disfrutando del placer y sin percatarse que yo estaba allí.

Observando como si fuese mi primera vez que observaba un video porno. Empecé a excitarme, de pronto un bulto se empezó a notar a la altura de mi sexo. A los segundos ella dio un giro, sus gemidos fueron cambiando de velocidad y su dildo se lo metía cada vez más y más, y, al rato se vio caer el chorro de su orgasmo en su máxima expresión. Yo sin darme cuenta tenía mi falo en la mano, corriéndomela, estaba a punto de llegar y vaciarme; pero justo en ese momento se levantó y se dirigía hacia la puerta, entonces salí de la habitación, salí de la otra habitación también y decidí esperar afuera con las ganas de seguirla observando, pero mi sexo ya no quería observar, no sé cómo iba a mirarla con todo lo que había visto.

Después de unos minutos, abre la puerta y me pregunta:

—¿Qué desea?

—Bueno, estoy aquí esperando para que me entregue mi pasaporte. —Respondí.

Ella continúo:

—Si, pero ya no es hora, tiene que volver mañana de 8am a 5pm.

No me quedé callado y le repliqué diciéndole que estaba aquí esperando hace como media hora y nadie salía, pero como vi la luz prendida pensé que aún había alguien ahí. Fue cuando ella me miró fijamente y se puso a pensar un momento, y me dijo:

—Pasa.

Me hizo pasar y me dijo:

—espere aquí un momento —volvió entrar a la oficina donde se estaba masturbando, salió y me dijo— No encuentro sus documentos, me puede ayudar a buscar, por favor.

Entre rápidamente, me señaló que busque en una torre de documentos. Empecé a buscar, de pronto del montículo de papeles, cayó su braga y su dildo. Ella se quedó perpleja no sabía qué hacer, ni que decir. Yo volví a excitarme porque eso me hacía saber que estaba sin forro.

Tomé su braga y su dildo y se lo entregué.

—esto te pertenece, ¿creo?

Ella lo tomó, al mismo momento nos tomamos de la mano y se notó de inmediato el bulto que crecía, mi sexo, ella lo notó, y también sucumbida en el éxtasis con su otra mano cogió mi sexo. Y empezamos a besarnos, mientras su mano dejo caer su braga y su dildo, metí mi mano por dentro de su mini falda y sentí su sexo húmedo y al desnudo. Mis sospechan eran reales. Ella se arrodilló y sacó mi sexo, se lo posó en la boca y empezó a lamerlo y chuparlo con todo y bolas. Después yo hice lo propio con sus senos, con su vagina, con su culito apretadito y estrecho. La coloqué en el mismo sitio donde se estaba masturbando.

—ahora vas a conocer un verdadero pene y dejaras ese dildo y lo reemplazaras por mi sexo, que te hará desangrar de puro gemidos y placer.

Se lo metí por su culito, ¡uhmm! Que rico. Ambos disfrutamos del momento hasta que ya era hora de retirarnos. Nos dimos cuenta de eso, cuando la seguridad tocó la puerta y ella, Cecilia, le respondió que estaba ocupada revisando algunos documentos. Así la llamó la seguridad. También le preguntaron por mí, y, ella se hizo la desentendida.

—seguro ya se fue, porque yo estoy ocupada aquí sin salir hace un buen rato.

Se retiró la seguridad y nosotros ya estábamos listos para salir.

—Toma tu pasaporte y espero volverte a ver pronto. 

—Adiós Cecilia —le dije— Y ojalá que nos veamos de nuevo.

Ambos sonreímos siendo cómplices de nuestra travesura.

(9,59)