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La prima de mi amigo

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Desde hace 10 años que conozco a Jorge y somos muy grandes amigos. Un día estaba pasando por su casa y decidí ir a visitarlo. Él justo se encontraba ahí. Conversamos largo rato en su casa escuchando algo de música y con unas cervezas bien heladas. Le comenté que quería un descanso médico para la próxima semana (Lo que sucede es que la próxima semana es San Valentín y tenía planeado ir de viaje con mi enamorada) Después de explicarle todo eso, el me sugirió que tenía una prima que es médico y podía ayudarme y darme el descanso que yo quería para que pueda salir con mi enamorada de viaje.

—¡Así, que bien!  —Respondí muy emocionado y feliz.

Él llama a su prima. No sabía que estaba en su casa, pensé que estábamos solos y un estupor sentí en ese momento porque habíamos conversado ciertas cosas que solo se hablan entre hombres y me avergoncé cuando ella sale de una habitación cerca de la sala en donde nos encontrábamos. Solo esperaba que no haya escuchado nada, o al menos nada, cochino que haya dicho.

Ella sale y se acerca hacia nosotros, Jorge nos presenta.

—Javier, ella es mi prima María.

—¡Hola! —me dice.

—¡Hola! —Le respondí

Mi amigo le explica la situación y le dice si podía ayudarme, mientras tanto yo no dejaba de mirarla y de observar lo hermosa que es, ese cuerpito tan formadito, no es tan alta; pero tiene unos pechitos bien paraditos y su trasero de igual forma. Me percaté que ella también me miraba de otra forma, sentí que me seguía el juego de miradas.

Ella dijo que podía ayudarme y yo le agradecí mucho. Solo me dijo que consiga algunas cosas y que mañana venga con eso y que ya lo tenía listo. Y así fue. Al día siguiente fui y justo me abre la puerta María. Le pregunté por Javier y me dijo que tuvo que salir. Me invitó a pasar y me ofreció un refresco. Le dije:

—Aquí están las cosas que me pediste.

Ella los tomó y se acercó a un escritorio y empezó a escribir, estaba en posición de perrito y con una mini bien chiquita que se veía su braguita de color rosado y transparente; tanto así que no sabía si el rosado fuerte era su sexo o el diseño de su braga. Estaba también con una blusa negra transparente y se notaba su brasier y su escote dejaba ver la mitad de sus pechos. Ella me hace una señal con la mano y me pide que me acerque. Yo algo nervioso acudí a su llamado. Me acerqué y me dijo:

—Ya está. Toma, esto lo entregas en tu trabajo y te lo van aceptar.

—¡Muchas gracias! —Le dije— ¿Cómo puedo pagártelo?

Ella me miró y su mano la puso por encima de mi short a la altura de mi pene. Yo no entendía nada en ese momento. Ella sobaba con su mano mi pene por encima de mi short y al mismo tiempo me lanzó una mirada fija y coqueta. Después deslizó el cierre de mi short y metió su mano, cogió firmemente mi sexo, bajó mi short, empezó a besar y lamer mi sexo por encima de mi bóxer y yo cada vez sentía que se ponía más duro, firme, consistente y crecía sin parar. Después bajó mi bóxer y empezó a chupar mi falo, a lamer el glande muy lentamente, seguido por el cuerpo de mi sexo hasta que llegó a los huevos y se los comía uno por uno. Luego se metió mi sexo en su boca y poco a poco se lo introducía en su boca y por dentro de su boca, su lengua jugaba y me acariciaba mi sexo que estaba a punto de expulsar su primer lefa. ¡Que rica felación! Nunca en mi vida me han hecho una cosa así, como lo hacía esta mujer. Y yo seguía sin entender. Solo sé que mi pene quería penetrarla.

La cargué y la puse encima del escritorio. Ella ya se había desabotonado la blusa y se le veía su brasier y la mitad de sus pechos, pues yo le ayudé con el resto de botones y con el brasier. Y ver esos pechos rosados y esos pezones erectos que me excitaban, sin pensarlo le di una mamada sin parar. ¡Que ricos pechos! ¡Por Dios!

Luego llegué hasta su vientre, bien plano y durito. Sin lugar a duda practica deporte y está como una Diosa. Le bajé su mini y vi ese hilito que tenía como prenda que protegía su más preciado tesoro y dejaba al descubierto parte de su sexo y a su vez se perdía entre su piel. Ya tenía su braga afuera y solo quedaba hacer lo propio; es decir, lo mismo que ella hizo con mi pene. Empecé a acariciar con mis manos y con mis dedos parte por parte, muy lentamente y después de un suspiro saqué mi lengua y empecé a recorrer cada parte de su sexo, de su vagina, de su clítoris, de su pelvis, de su trasero, de sus muslos, etc.

Una vez que ella estaba bien húmeda y mi pene daba señales de sus primeros lefazos. Ambos caídos en la lascivia. Proseguí a rozar mi falo con su sexo, y sentía como se convulsionaba y estallaba en placer y deseo. Era momento de penetrar su vagina, rosadita, depilada, tierna, suave y muy húmeda. Fue el momento en que penetré mi pene en su vagina y fue el clímax de los más delicioso y rico que mi sexo y yo habíamos probado.

Que mejor antesala para un San Valentín en el sur con mi enamorada; que tirarme a la prima de mi amigo. Después de un par de horas de full sexo, de diferentes posiciones, se pone encima mío, coge mi pene y se lo mete por su culito selladito y apretadito. Bien despacio y empieza a gemir y gemir como si nunca hubiese sentido un pene entre su culo. Y mi falo y yo éramos los más felices.

Al cabo de un rato ella estaba vestida y yo también satisfechos por lo sucedido. Y yo le dije:

—Ahora, hablando en serio ¿Cuánto te debo por lo que has hecho? (refiriéndome al descanso medico).

Ella me dijo:

—ya está pagado —me quiño el ojo y me sonrió.

Salí de ese lugar a regañadientes. Ella por la ventana me arrojó un papel.

—Toma es para ti.

Era el numero para ubicarla y decía “llámame, quiero que rompas mi culito de nuevo.”

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