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49.2 Un nido para amarnos

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Encendí el ordenador y me dispuse a trabaja mientras él volvía. Se cargaba el sistema operativo y pensaba que yo era el motivo de su disputa, me sentía mal por ser la causa de su discusión. Llevaba trabajando un rato y llamaron a la puerta. Entró Borja y vino hasta la mesa, me iba a poner en pie y lo impidió.

-No te voy a entretener, quería entregarte estas tarjetas.  –colocó dos tarjetas encima de la mesa, una la conocía porque era de mi banco HSBC, y la otra no tenía nada que ver con entidades financieras que yo conociera. Esperé su explicación.

-La de HSBC es tú tarjeta de crédito para que cargues tus compras que irán como gastos de la casa, y la otra es para tu acceso a las propiedades de la familia, la casa, las oficinas; para que te permitan el acceso a cualquier lugar.  –descansa un momento mirándome, esperando de mi no sé qué.

-Vamos a cambiar de empresa de seguridad y hasta que los nuevos guardas nos conozcan te pedirán la tarjeta para identificarte, lo mismo en las oficinas de Gonzalo o si necesitas usar alguna vez los apartamentos, ya lo iras viendo todo. –no dejaba de mirarme.

-Llévalas siempre contigo, las necesitarás y quería pedirte perdón por lo de la cena, no volverá a suceder.  -iba a darse la vuelta y le detuve poniéndome de pie.

-Eso me preocupa más Borja, no quiero que discutáis por mi causa.  –llegue hasta él y le abracé.

-No te preocupes Daniel, es posible que hoy tuviéramos que discutir y tú has sido la disculpa, para otras veces haré mejor las cosas.  –en ese momento entró Gonzalo y nos encontró abrazados.

-Lo que pensaba, quiere meter a su hijo y no hace más que joderlo todo, tiene que quitárselo de su lado. Cuando quieras puedes hablarme y darme los detalles de  actuación.  –Borja se soltó de mí para acercarse a Gonzalo.

-Me falta  algún pormenor que tendré en unas horas, quizá para primera hora de la mañana lo tenga todo preparado.  –se marchaba  y antes de llegar a la puerta se vuelve.

-Creo que hemos preocupado a Daniel con nuestras voces. –Gonzalo va hasta él y le abraza, los dos ríen.

-Perdóname otra vez, tienes razón el viaje no es para tanto, así dejo tranquilo a Daniel por un día.  –se marchan los dos para tomar algo antes de ir a dormir y les digo que iré cuando cierre el ordenador sin llegar a trabajar en él como quería.

Y a la noche vuelve a hacerme el amor, creo que va a volverse una constante al estar juntos y seguir deseándonos de esta forma tan fuerte, casi brutal y salvaje.

********************

 

Había estado casi toda la mañana trabajando, escuchando las explicaciones de Renan con Samy al lado, oyendo también atento las sabias palabras del sénior ingeniero, hasta que paramos para descansar un momento.

Miraba por la ventana, con la taza de té en mi mano, el denso tráfico que padecía Cheapside hoy, y elevé la mirada buscando los huecos entre las nubes que permitían ver el azul del cielo. Mis ojos tropezaron con la inmensa cúpula de la Catedral de San Pablo y escuché la voz de Samy cerca de mí.

-Hoy hace un buen día para pasear. –le miré fijándome más en él, le había calificado de intelectual y estirado en un principio y comenzaba a darme cuenta de que me había equivocado ligeramente, era su innata elegancia y posturas corporales lo que desoriento mi inicial estimación.

Ahora veía en él un aire de exquisita distinción, con su piel blanca como si fuera porcelana, un poco sombreada en algunas partes por su barba, cuando llegué a su mano derecha que sostenía la taza, observé la alianza de casado en su dedo anular, todo él perfecto con su otra mano dentro del bolsillo de su pantalón y cierto aire soñador, parecía un poeta en lugar de un ingeniero. Debía de haber equivocado su profesión.

-Seguramente podrías acompañar a tu esposa en sus compras y disfrutar la mañana más que aquí, encerrado entre cuatro paredes.  –vio como miraba su alianza y él también la miró, un rictus de amarga tristeza cubrió su rostro un segundo y volvió a su peculiar tranquilidad en un instante.

-Sí, ¿verdad?, sería muy hermoso.  –fue milagroso el poder escuchar su apagada voz.

Habíamos vuelto a la mesa donde trabajábamos con Renan y vibró mi teléfono en el bolsillo, volví a levantarme para atender la llamada de Gonzalo.

- Dani, amor tengo que hablar contigo, mira a ver si puedes salir un poco antes de la hora de la comida, te esperaré en la planta baja.  –le pedí permiso a Renan y el resto del tiempo lo pasé preocupado, no me había dado explicación alguna sobre su urgencia.

Estaba en la calle paseando despreocupado y tranquilo, diferente a su estado cuando me habló por el móvil y fumando un cigarrillo, cuando le vi pensé que no era él, no recordaba haberle visto fumar nunca pero era evidente que lo hacía, lo estaba viendo y no era una alucinación.

Vino hacia mí y me besó, olía a tabaco rubio y no me desagradó el olor de su aliento.

-Gonzalo, ¿qué haces fumando?  -miró sorprendido el pitillo que tenía en su mano derecha y buscó con la mirada la jardinera con arena colocada en la entrada,  varias colillas apagadas aparecían entre ella y allí la apagó.

-No lo sé, al salir me lo ofreció una persona y lo cogí sin más.  –parecía confundido y un poco humillado.

-Pero amor, si tú no fumas, creo que nunca te he visto hacerlo, pero tampoco me disgusta tanto.  –no quería que se preocupara por una tontería.

-Alguna vez lo hago, casi nunca y además no llevo tabaco conmigo, pero en este caso, no lo sé Daniel, sé que a ti no te gusta.  –sujetó mi mano con ternura y caminamos hacía el edificio del restaurante.

-Puedes hacerlo si te place, y si es en tan contadas ocasiones no lo veo peligroso,  me gusta como hueles, el olor no está mal si es ligero, y no vas a dejar tus costumbres porque a mí me guste o no lo que haces.  –cuando llegamos ante el edificio se dirige a la entrada de los apartamentos en lugar de al restaurante, retengo mi caminar y tira de mi mano.

-Glenn va a venir a buscarme para llevarme al aeropuerto y marcharé a Bergen, quiero pasar mis últimos momentos contigo, ¿te importa?  -le miro y en lugar de contestar le abrazo y le digo con la mirada que estoy de acuerdo, que sí, que encantado de pasar esos momentos con él y que me parece un detalle extraordinario.

En el mostrador de recepción pide la llave de un departamento, y entrega al uniformado señor la misma tarjeta oscura que Borja me entregó junto con la del banco.

En los ascensores pulsa para ir al sexto piso, al bajar hay un descansillo y un pasillo a izquierda y derecha, tomamos el de la izquierda, con numeraciones impares en las puertas y nos detenemos ante la puerta 603.

-La empresa dispone de cuatro apartamentos en esta misma planta, pero yo uso siempre este, si alguna vez lo necesitas pídelo con la tarjeta que te habrá entregado Borja.

Entramos en un enorme recibidor que enfrente tiene un salón con puertas correderas y que están abiertas, pero Gonzalo va directamente hacia una situada a la izquierda, detrás de ella hay un dormitorio, mayor que mi estudio de Lille completo.

-Ponte cómodo.  –mientras me hablaba se quitaba la chaqueta y los zapatos.

Realicé una inspección visual de la habitación, contaba con sus butacas, escritorio y una espléndida cama matrimonial, un lujo en el centro de Londres, pero claro estaba destinado a los grandes directores de la empresa cuando venían a la ciudad.

-¿Aquí es donde traías a tus…, amantes circunstanciales?  -me divierte la prisa que se da en quitarse la ropa, y ahora deja de desabotonar su camisa para mirarme.

-No tenía que habértelo dicho.  –voy hacia él y abrazo su cintura metiendo mis manos debajo de su camisa y acaricio su cintura.

-Amor mío, quiero que me lo cuentes todo, que tengamos confianza hasta hacernos daño, es lo mejor y no he venido a tu vida a cuestionar lo que hayas podido hacer o hagas.  –voy quitando los botones de su camisa y liberando su pecho para podérselo besar.

-Solamente ha sido sexo, descargar mi excitación y deseos carnales, no puedo amar a nadie más que a ti.  –muerdo su tetilla, que ciertamente la comería y pongo mi mano en su boca.

-¡Para ya!, ¡detente!, lo sé y me conformo con lo mejor, tu amor Gonzalo, es lo que necesito y anhelo, puedes follar con quien quieras cuando lo necesites, cuando deje de gustarte o me haga viejo y desagradable, pero tu amor que sea mío para siempre.

-Mi amor, eso siempre lo tendrás, no hay alguien a quien se lo pueda entregar como a ti, te adoro Dani.  -me acercó a él y comenzó a besar mi cuello.

Los minutos que pasaron mientras besaba y lamía mi cuello me enervaban y comencé a jadear, hasta que no pude soportarlo y busque su boca para besarle, me sentía morir de placer sintiendo sus brazos rodeando mi espalda por debajo de mi chaqueta que en un instante me quité.

Levantó mi camisa para apretar mis carnes con sus tibias manos y las recorría delicadamente con suavidad que me llevaba a desear más.

Le abracé del cuello para bajar su boca hasta la mía y lamió mis labios, su aliento abrasaba mi rostro y sus manos, metidas por la cintura de mi pantalón corrían deseosas por mis nalgas. No me podía contener y gemí como un depravado vicioso.

Parecía un pulpo, como si tuviera seis manos y mis pantalones cayeron sobre mis tobillos empujados por él, sentía un placer tan dulce que de mi glande manaba el precum abundante.

Gemíamos los dos con nuestras bocas prendidas lamiendo nuestras lenguas en un placer irreal e inigualable, mordió mi cuello susurrando palabras obscenas en mi oído.

-Pídeme que te folle, lo quiero escuchar de tu boca.  –volvió a morderme en el cuello haciéndome temblar, quería  que me penetrara ya, sentir su polla dentro de mi cuerpo.

-Pídeme que te la meta, que me deseas y que soy tu macho, ¡dilo!  -sus palabras me excitaban y no se daba cuenta de que no podía hablar.

-Sí, Gonzalo, eres mi macho. –estaba descontrolado y yo también, era un juguete entre sus poderosos brazos.

-¿Y qué hace un macho a una puta como tú?  -era un pervertido y sus groserías me encantaban y me llenaban de lujuria.

-Follarla, tomarla como sea, ¡ayy! Gonzalo, me enloqueces.  –cogió mi mano para llevarle a su caliente y babosa polla.

-¿Te gusta puto? Te das cuenta de lo que es un hombre.  –la acaricié con mi mano, amaba su gorda y larga polla.

-Me gusta, me encanta que me la des, soy esclavo de ella. –seguía su argumentación muy excitado, me volvía loco su forma de contralar mi cuerpo y mi mente.

Se inclinó dejándome sin mi tesoro adorado y comenzó a besar mi pecho después de quitarme la camisa por la cabeza para empezar a comer mis tetas y gemía gritando de placer.

Me cogió elevándome en sus brazos y me llevó a la cama, se tiró encima de mí y seguía mordiendo mis tetillas y chupando de ellas, besaba y lamía como un animal salvaje sin darse cuenta de que a veces causaba daño.

Continuaba queriendo que me penetrara de una vez, o al menos que mi polla estuviera cobijada en un cálido lugar, besaba mis abdominales que temblaban y llegó con su cara hasta mi verga, pasó su lengua por ella varias veces y al final se la metió en su boca, proyecté mi pelvis queriendo entrar más y gemí casi llorando de gozo.

Era una locura de sensaciones las que sentía mi polla en su boca, era un chupete que succionaba como un niño pequeño el pezón de la teta de su madre, o su dedo pulgar en su sueño deseoso de seguir mamando.

Me absorbía y rodeaba mi glande apretándolo con fuerza con sus dulces labios, cada segundo me sentía más de él, como un animal al que se controla y domina pero era a base de inhumano placer.

Me besaba la verga haciendo ruidos sonoros, de chapoteo que producía su saliva y los flujos de su boca y lo que mi polla iba soltando en él, se notaba delicioso cuando mi glande era apretado en el paladar de su boca y cuando lo llevaba hasta el fondo de su golosa garganta para succionar queriendo arrancarlo de mi ser.

Comenzó a acariciar mi ano a la vez que seguía mamando mi pene, eran dos placeres combinados increíbles de explicar con palabras, las sensaciones placenteras y extrañas de dos gustos diferentes actuando al mismo tiempo.

Continuaba sin cansarse hasta que acercó nuestros rostros y me besó metiendo profundamente su lengua en mi boca.

-Quiero meterla en ti, necesito follarte ya.  –me embriagaba su aliento que olía a mi pene y al tabaco de su cigarrillo.

Sí, sí, tómame, usa mi culo, soy tuyo Gonzalo, para que hagas lo que quieras de mí, por favor métela ya, adoro tu polla. –volví a besar sus labios apasionado, loco de deseos y sentimientos que iban más allá del mero placer.

No podía dejar de gozar con su placer que expresaba en hondos gemidos, me sujetó para darme la vuelta y colocarme como él quería, me montó colocándose encima de mí.

-Eres mío Dani y siempre lo serás aunque sean otros los que follen tu culo, tú me perteneces y te tengo marcado.

-Sí, Gonzalo mi amor fóllame ya, deseo ser tuyo para siempre.  –metió su pene de golpe y abrió del todo mi culo, el dolor me desgarró al golpear su glande en el fondo de mi cuerpo y emití un lamento.

Escuchó mi quejido y se quedó quieto.

-¿Te he hecho daño?  -estaba sinceramente preocupado a pesar de su locura.

-No mi amor, no te preocupes por mí, gózame.  –comenzó a entrar y salir de mi culo procurando no llegar al fondo de mi ser.

Me olvidé de mi dolor, el mundo desapareció y solo podía escuchar sus placenteros gemidos que me hacía gozar de felicidad. Era maravilloso sentirle feliz disfrutando de mi cuerpo, girar mi cara y ver su rostro iluminado de amor y a veces tan lujurioso, como un dios que me llevara volando al sumo placer.

Descansó un momento para bajar y apoyarse en mi espalda para morderla, besarla y lamerla.

-Te amo putito mío, me tienes loco.  –me besaba desesperado. Mordiendo y chupando mi cuello.

Comenzó a gemir en mi oído y ahora si quería meterse todo lo que pudiera, el dolor se había evaporado y solo sentía placer en mi culo, cosquillas inolvidables que ayudaban a mi entrega y me abriera más para recibirle entero.

-Así. Sí. ¡Qué culito más rico!  -movía sus caderas a derecha e izquierda abriéndome más con su poderosa verga.

Sus movimientos se hacían más rápidos y me hablaba sin poderle entender lo que me decía con su voz entrecortada.

-Te amo, estás muy bueno, quiero follarte siempre así, tu culo me vuelve loco.  Y muchas más cosas que me excitaban tanto como el roce de su verga en mi ano.

Sabía que iba a terminar por sus largas y profundas estocadas atravesando mi carne, llevé mi mano a mi vientre y sentía debajo de mi piel como su polla me recorría por dentro, a pesar de su dureza temblaba, sentía los estertores de su venida y ya eran muchas las sensaciones que me llegaban, exploté a la vez que él me llenaba con su semilla y rugía victorioso montado en mi, cabalgándome sin cesar, apretando su pecho en mi espalda y entrando y saliendo para depositar la carga de sus testículos en mi vientre.

Fueron momentos increíbles y temblando me dejé caer arrastrándole a él en mi caída, respiraba entrecortado y sudando como un manantial de agua caliente que pronto se volvía fría.

Puso su mano cerca de mi cara y se la sujeté con la mía para llevarla a mi boca y besarla.

-Gracias Gonzalo, has estado genial.  –no podía casi articular palabra alguna, pero tenía que decírselo.

-Si no trabajaras te llevaría conmigo, te haría el amor en el aire mientras llegábamos al destino.  –su polla se iba escurriendo y saliendo de mi ano.

-Tenemos que ducharnos mi príncipe, Glenn vendrá a recogerte en poco tiempo y tenemos que prepararnos.

El baño era inmenso, mayor que el de su habitación en la casa de los abuelos y tenía de todo, nosotros utilizaríamos la ducha, nunca teníamos tiempo  para pasar en el baño si no era follando o limpiándonos debajo de la lluvia de la ducha.

-Deberías pensar lo de dejar de trabajar y tener más tiempo libre.  –le abracé con ternura, resbalando mis brazos sobre su cuerpo por la espuma del gel que le cubría.

-Sobre eso no vamos a discutir amor, yo te lo agradezco, pero no puedo hacer eso. No soy rico como tú, tengo que ganar dinero para vivir y además me gusta y me entretiene. Quiero ser útil y ganarme la vida, de otra forma, ¿para qué he estudiado tan duro y tanto tiempo?  Sería un despilfarro de medios. No me pidas eso.

Le quería tanto que a pesar de todo no deseaba que insistiera, temía no poder negarle lo que tanto anhelaba aunque a mí me doliera.

-Puedes tener un trabajo a mi lado y entonces podrías acompañarme a todas partes.  –le entregué una toalla para que se secara, estaba de pie ante mi implorando.

-Sabes que yo desconozco todo lo que son negocios, te arruinarías si me tuvieras a tu lado.  –se echó a reír y yo le abracé comenzando a secarle la espalda.

-¿Gonzalo?  -quería que mi voz sonara a caricia.

-Sí.

-Te quiero, te pertenezco vida mía y esperaré siempre a que vuelvas a mi lado muerto de ganas, tú haces muy bien tu trabajo solo o con Borja, y a mí me mataría, tantas responsabilidades no podría soportarlas, lo mío es más fácil.

Pude ver de mala forma el resto del apartamento que, además del baño, la habitación y el salón, contaba con una cocina y pequeño comedor añadido. No tenía más piezas y todo ello muy amplio, y bello en su minimalista simplicidad.

Gonzalo partió para su viaje y volvería mañana. Iba a ser un día sin él pero así debía ser y teníamos que aceptarlo.

No sabía lo que tenía que hacer para volver, Gonzalo no me dijo nada y cuando tomé el ascensor para bajar de la oficina se lo comenté a Samy.

-No sé si van a venir a recogerme, tendré que coger un taxi, en el metro me perdería, aún no conozco muy bien los transportes públicos de la ciudad.  –fue un comentario casual, por hablar de algo mientras bajábamos.

-Puedo acercarte hasta tu casa, si lo deseas.  –no permitiría que perdiera su tiempo por mi pudiendo coger un taxi, pero no hicieron falta ninguna de las dos soluciones. Glenn me esperaba en la acera tan atento como siempre y pude despedirme de Samy.

Me senté un rato con los abuelos para tomar un té con ellos, el beso a los dos se había convertido en norma, y hoy que Gonzalo no estaba, lo necesitaban más.

-Voy a ir a nadar un rato mientras Gonzalo trabaja.  -me había llamado para decirme que llegó bien y ya estaba con Haral.

-Daniel, llévate a Borja contigo, siempre está trabajando el pobre chico.  –miré a la abuela y me enterneció que estuviera preocupada hasta ese punto por él, claro que sus relaciones continuaba sin entenderlas.

-Lo haré abuela, voy a cambiarme de ropa y recoger mi bolsa.  –tuve la suerte de encontrar a Wes en mi habitación y tenía lo que debía ponerme dispuesto, estaba con él un chico menudo de cuerpo y rasgos asiáticos, le miré un segundo, algunas veces le había visto en el comedor o en algún pasillo pero no sabía quién era.

-Wes, por favor tengo que hablar con Borja, ¿donde está su habitación?  -en lugar de contestar Wes lo hizo el oriental.

-El señor no está en su habitación, está en el despacho del señor mayor.  –eran dos señores a los que había aludido y coloqué al primero la cara de Borja y al segundo, el mayor, la del abuelo.

-El es Danilo y se ocupa del ala de la casa de los señores mayores y el señor Borja.  –al menos Wes daba una ligera explicación.

-Pues llévame hasta él señor.  –le pedí a Danilo, éste me guió, con un andar que parecía que no tocaba el suelo, como si fuera sobre un colchón de aire, hasta una puerta por la que había pasado anteriormente, cerca de donde tienen su sala los abuelos y tocó con los nudillos, escuché al otro lado la voz de Borja, miré a Danilo que me sonreía feliz.

-Gracias Danilo.  –me hizo una breve reverencia, me gustaba el oriental con su cara redonda de niño.

-Vengo a rescatarte.  –Borja me miraba desde un inmenso escritorio al lado de un ventanal con las cortinas corridas, y tenía una lámpara de pie encendida al lado de la mesa, miraba atento la pantalla de un ordenador igual al de mi escritorio.

Me hizo un gesto con la mano pero continuó con su trabajo y me acerqué, me coloqué detrás de él, estaba mirando una tabla de Excel con muchos números, era una tabla de simulación de operaciones. Al cabo de un momento la guardó y la envió por mail, vi que era la dirección de correo de Gonzalo.

-Disculpa Daniel, lo estaba esperando Gonzalo, dime lo que quieres.  –me miraba desde el asiento levantando la cabeza y me incliné para darle un breve abrazo pasando mi brazo por su hombro.

-Sacarte de aquí, ¿no te apetece venir a nadar un rato?  -como me miraba dudando añadí.    -Es un encargo que me ha hecho la abuela.  –sonrió ampliamente.

-Encantado de ir contigo, aunque se lo agradezco también a la abuela, me preparo y te recojo a la salida en su sala.  –Wes me ayudó a vestir y unos minutos después estaba en la sala de los abuelos esperando a Borja que llegó enseguida.

En los vestuarios, mientras nos desnudábamos en una cabina los dos, como hacía con Gonzalo y pude ver que tenía un estupendo y cuidado cuerpo, delgado y moreno con bastante vello y no le quise mirar más para no ponerle violento.

-Estás muy bien Borja, como si hicieras deporte todos los días.  –me miró un poco sonrojado, no sé el por qué, si le había visto desnudo, aunque hacia algunos años cuando follaba con Gonzalo.  Me di cuenta de que ya no me dolía para nada y podía recordarlo como si aquello no hubiera tenido relación conmigo. Me alegré.

Cuando volvíamos paramos en un pub donde había estado con Gonzalo, pedí una botella de agua y él un café, estábamos en silencio y sacó su móvil.

-Te voy a enseñar a Blanca a quien no conoces.  –lo puso en funcionamiento y buscó la foto que me quería mostrar.  Se trataba de una chica de negro pelo, rostro ovalado, muy morena de cutis con carnosos y rojos labios que apetecía acariciar con los tuyos, en conjunto la guapa cara de una chica veinteañera.

-Realmente es preciosa. –le devolví el aparato sin pasar las imágenes para buscar más.

-Es mi novia.  –creo que esperaba mi cara de sobresalto.

-No sabía que tuvieras novia, realmente ha sido una sorpresa. Es la primera noticia que tengo y te doy la enhorabuena. ¿No te molestará si te diga que es muy guapa? Y lo que te dije en el vestuario es verdad, pero no quise ofenderte ni molestarte.  –me miraba pero lo hacía más a las fotos que iba pasando en el carrusel de su móvil.

-No me ha molestado Daniel, tranquilo, yo también voy al gimnasio pero a otras horas y lo de Blanca, solo lo sabe Gonzalo, creo que es así, y ahora tú.

La cena transcurrió distendida, antes he trabajado un poco en el ordenador y extraño ver la silla vacía de Gonzalo a mi lado. Su llamada ha sido breve, tenía que salir a una cena preparada por el tal Haral.

********************

 

Llovía ligeramente, también habían bajado las temperaturas y miré distraídamente los edificios que íbamos dejando atrás hasta llegar a nuestro destino, hubiera querido preguntar a Glenn cuándo tenía que ir a recoger a Gonzalo, pero no quise distraerle y esperé hasta salir del coche.

Aún no le habían dado ninguna orden al respecto, pero si había recibido la petición de Borja de ir a recogerle cuando me dejara a mí para que le trajera a la oficina de Gonzalo.

Mi chico no me había llamado y no quise entretenerle así que yo tampoco le llamé. Con santa paciencia Renan nos asesoraba a Samy y a mí, ahora estaba seguro de que éste último se había incorporado hacía pocos meses a su puesto de trabajo.

Samy me parecía de lo más misterioso y despertaba mi curiosidad, un momento que tuve libre miré en la página de la empresa para ver la reseña que hubiera sobre su persona, su nombre: William Samy Russell de Bedfod, total para que se le llamara Samy, era viudo y tenía dos hijos gemelos de seis años de edad. Su residencia habitual la tenía fijada en Edimburgo Escocia, y poco más aparte de la reseña sobre sus estudios y centros donde los había cursado.

No entendía que el abuelo lo conociera, o al menos su nombre y apellidos.

Entendía ahora su extraña actitud de ayer cuando el manto de tristeza nubló sus ojos. Me faltaba la llamada de Gonzalo para llevarme a comer y en su lugar recibí la de Borja, estaba en la oficina, junto a su equipo de trabajo, pasando datos a Gonzalo que iba necesitando para su reunión. Yo estaba preocupado porque no me llamara mientras él no tenía un segundo de tiempo libre.

Caminé hacia el restaurante donde habíamos quedado, Borja no había llegado aún y pedí un zumo de frutas mientras le esperaba sentado en la barra, fui a los servicios para orinar y me estaba lavando cuando unas manos grandes me cogieron por detrás sujetando mi cintura, elevé la cabeza y vi reflejado en el espejo el rostro de Robin.

No había nadie más en los lavabos y sin darme tiempo posó su boca en mi cuello, me di la vuelta y sin secarme las manos me abrazó.

-¡Robin! No esperaba encontrarte aquí.

-A mi me parece más raro el verte, tú estabas en Francia si no recuerdo mal, y yo continúo trabajando en Londres como ya sabes, de momento.

Le miraba y le veía tan elegante como siempre con su traje impecable, tampoco yo estaba mal ahora que Wes se ocupaba de mis cosas. Le pregunté por Neil, su hijo y eso le encantó.  Habían entrado un par de personas y nos dirigimos a la puerta para salir. 

Vi en la barra a Borja que estaba tomando algo cerca de donde se encontraba mi vaso, continué atendiendo a Robin que me explicaba que en Junio marcharía a York, su nuevo destino para nueve meses y le tuve que contar mi traslado a Londres ya fijo.

Fueron unos minutos donde queríamos comunicarnos muchas cosas y no había tiempo suficiente, me despedí de él, no esperaba su gran abrazo y su mensaje en mi oído.

-Dejamos algo pendiente aquella noche y me gustaría reanudarlo. -luego me beso en la boca mordiendo mi labio en un gesto muy rápido, mis ojos estaban fijos en Borja que miraba la escena a unos metros de distancia, ahora quería reanudar lo que no puedo ser cuando le esperaba como un tonto para que me follara y al final llegó borracho.

Robin se encaminó a una mesa cercana de la barra donde estaba sentada una rubia y llamativa chica mientras yo me dirigía al encuentro de Borja.  Un intenso rubor cubría mi cara,  tenía que decirle algo para intentar justificar lo que había visto.

-Es un compañero de promoción que encuentro algunas veces en las reuniones de la empresa.  –no le había saludado y me estaba disculpando como si fuera culpable de algo.

Cogió mi mano y la acarició levemente.

-No tienes que darme explicaciones, eres libre, pero te sugiero que lo que hagas sea en privado, te va a conocer mucha gente próxima a Gonzalo y muchos te van a mirar analizando tus actos que no interpretarán correctamente.  –le miré y bajé la vista avergonzado, no por el beso de Robin, por escuchar recordarme lo que yo tuve que haber evitado.

-No es lo que pueda parecer, entre ese chico y yo no hay nada más que una relación de trabajo.  –su mirada es incisiva, como el bisturí que abriera mi carne para encontrar el tejido ponzoñoso necesario de extirpar.

-Pero lo ha habido, eso ha sido evidente para cualquiera que os observara. Perdona que intervenga en cosas que quizá no son de mi competencia, aunque ahora eres uno más de la familia y creo que puedo aconsejarte bien desde ese punto de vista.

Dejó un momento de hablar como si esperara mi reacción.

-Continúa por favor.

-Las relaciones íntimas con amigos y próximos casi siempre traen problemas, yo mismo soy el ejemplo como bien sabes. Si alguna vez necesitas desahogarte hazlo con alguien a quien no conozcas, le pagas y te olvidas de lo que ha pasado. Como tú eres te va a resultar difícil, y debes luchar por controlar ese fervor cariñoso que sientes por la gente.   –creo que le ha supuesto un gran esfuerzo hablarme como lo ha hecho.

-¿Amigos, verdad?  Te quiero Daniel a ti y a Gonzalo y deseo con toda mi alma que no tengáis problemas de tipo alguno.  –dio por concluida la charla levantándose de su asiento y le hizo un gesto al camarero para que tomara nota de lo que habíamos consumido.

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