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El vecinito de Mario

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Mario tiene 19 años y vive en Carrasquilla. De vez en cuando me llama para fumar un porrito y este día llevó a su vecinito, un chico con carita de malo, con pinta de maleantito, medio achinado con el peinado de mango chupao. Bajito, con cuerpo bien formado, un culito estrechito y su pantalón caído, casi no hablaba y se la pasaba chateando en la parte de atrás de mi auto. Joel se llama el chacal.

Cuando llegamos a buscar la yerba resulta que no había nadie en la casa y comenzó a caer un chaparrón. Nos pusimos a dar un par de vueltecitas y ya yo cabreado les digo que me iba de regreso a mi casa. Le digo a Mario que me deje una perdida para saber si mi teléfono funciona (viejo truco) y me dice que no tiene saldo.

—Dale Joel, déjame una perdida. —Pum. cayó directo.

Al día siguiente me chatea Joelcito. Tiene un problemita y quería saber si lo podía ayudar.

—A ver, échame el cuento.

—Que tengo que pagar una vaina y no tengo plata

Y si yo tengo algún trabajito para él. Claro, nos encontramos en la calle del IPA y ahí vemos. Se sube a mi carro y comienzo a manejar.

—Bueno ¿y qué trabajo me vas a dar?

— La verdad es que yo creo que mejor nos vamos a un lugar más privado y ahí conversamos.

—Aaahh, es que yo nunca he hecho algo así —(el mismo cuento de siempre).

—Bueno entonces creo que mejor dejamos esto hasta aquí y yo me regreso a mi casa.

—Bueno vamos.

Llegamos al push. Este me gusta porque tiene espejos en el techo. Nos acostamos y quedamos en calzoncillos. Yo soy velludo, piernas gruesas y blanco, pálido. Cabello corto y tengo una verga de siete y media pulgadas, gruesa, venosa, recta. Me cuelgan unas bolas bien responsables.

Joel tiene los musculitos bien marcados y un abdomen que es una tabla de planchar. Su piel trigueña no tiene ni un solo vellito, ni una cicatriz. Solo un tatuaje de un alacrán en el pecho. Comienzo a sobarlo y se pone tieso. Se pone a ver la porno mientras yo lo sobo todo, de arriba a abajo, las piernas, los pies y le bajo el pantaloncito de nylon y el calzoncillo pirata. Veo que solo tiene un poquitito de vello púbico arriba de la verga, de ahí, nada. Una pinga chica, nada del otro mundo.

Comienzo a acariciársela y a sobarle los huevos. Suaves. Me le acercó y le lamo la oreja, tiene un olorcito a recién bañado que me arrecha de extrema manera. Le acaricio el cabello, suave y lacio y se lo alboroto. tengo la pinga durísima, solo de ver ese ejemplar tan macho a mi disposición. Él no dice nada, solo se deja llevar. Le doy vuelta y aprieto sus nalgas, duras, musculosas, redondas. Seguro que este hijueputa juega básquet. Las pantorrillas marcadas y le sigo mordisqueando las orejas. Bajo por los hombros mientras le toco el culo. Se queja, pero se deja.

Bajo y comienzo a mamarle el huevo, Se siente tan rico, tan duro, me cabe todo en la boca. Este machito tiene una pistolita, pero deliciosa. Él me agarra la cabeza para que siga mamándolo. Le chupo los huevos y se los lamo. La baba me chorrea entre sus pelotas lampiñas. Entonces hago que mi lengua juegue en la entrada de su culito y el me hala el cabello. Luego vuelvo y paso la lengua más abajo y se queja, pero no dice nada. A él no le gustan esas cuecadas pero se deja. Le voy levantando las rodillas y comienzo a meter la lengua cada vez más adentro. Se queja y se deja.

Le doy vuelta y ahora si le meto la cara completa en esas nalgas tan ricas, tan olorosas a joven. Siento el culo como se le relaja y aprieta cada vez que le separo las nalgas para meterme ahí en ese culito de gloria.

Me le pongo encima. Mis 80 kilos sobre sus casi 65, siento como se tensa y le digo al oído que le va a gustar.

—Quedate tranquilo, esto te va a gustar.

—Pero ¿no le vas a decir a nadie? Yo tengo novia.

—No te preocupes, esto queda entre nosotros, somos frenes, no vamos a contar nada.

Se va relajando mientras le hago una brochita. Saco la crema y se la pongo en el culito. Ya está listo. Le voy metiendo la pinga poco a poco. Un llantito y un quejido y le entra poco a poco. Siento el anillito de su culo estirándose, abriéndose, pero al momento lo aprieta.

—Relajate Joel, respira hondo.

—Me duele man, dale suave.

Entro y salgo. Entro y salgo. le aprieto las nalgas y se las abro con las dos manos. Entro y salgo cada vez más rápido. Le toco la pinga y no la tiene parada. Pero yo estoy gozando de ese culo tan rico. Se siente bien poder mantener dominado a un tipo tan rudo. Estoy viéndome en el espejo del techo. Mis nalgas suben y bajan, y solo siento el jadeo de este chico que me gusta tanto.

—Donde quieres la leche?

—donde tú quieras, dale man, dale. 

Siento como se me van contrayendo los huevos y la leche sale con fuerza. Me le vengo adentro del culo, súper rico. Me saco la pinga y le chorreo el ojito del culo con mi leche caliente. Él se queja, pero no se mueve.

Lo mejor de todo es que grabé con mi celular toda la acción y me he hecho la paja como 40 veces viendo como me cogí ese día a Joelcito.

(9,10)