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Tercer encuentro con sumisa

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Sucedió un par de días antes de terminar el año, la cité en el mismo sitio de la última vez, fuera de la estación Salto del Agua del Metro, ya que desde unas horas antes, me había avisado que iría con algo atrevido para ir conmigo. Quedamos de vernos a las 2:30 p. m. en ese lugar y cuando iba en camino, me mandó un mensaje diciéndome que ya estaba ahí y que, por favor, no tardara porque estaba entre ansiosa y nerviosa; esto se me hizo una buena señal, ya que quería saber cómo me estaría esperando.

Llegué sobre la hora al lugar y decidí ir por fuera, así que cuando llegué, la vi, iba con una falda corta a cuadros, apenas estaba un par de dedos debajo de sus nalgas y un abrigo que cubría el resto de su cuerpo. Cuando me vio, nos saludamos y empezamos a caminar rumbo al hotel que está a tres calles, ella iba con paso apresurado, nerviosa porque nunca acostumbra a usar ropa así, íbamos hablando de lo incómoda que estuvo mientras me esperaba, ya que, aunque le gusta y disfruta que los hombres la observen, no le agradaba como la miraban las mujeres.

Llegamos pronto al hotel, enseguida pagué la habitación y nos dieron una en el segundo piso, pero al subir el primero, le ordené quitarse el abrigo, cosa que hizo de inmediato, ahí pude observar bien lo que había comprado para agradarme, ya que la falda se la acomodó perfectamente, subiéndosela un poco; de esa forma, le quedaba justo arriba de donde empiezan sus nalgas, además que solo traía un bra a juego con los cuadros de la falda. De esa forma, subimos al siguiente piso y al llegar, le ordené ponerse en cuatro, así fue hasta la habitación, aunque por desgracia, nadie salió en ese momento para verla humillada de esa forma por el pasillo del hotel.

Entramos a la habitación y le ordené quedarse en cuatro, con la frente en el suelo, lo que no hizo como me agrada, así que dejé mis cosas y me le acerqué, agachándome y tomando su cabeza, presionándosela para que la apoyara contra el suelo, diciéndole “así quiero que estés, perra y esta será tu posición siempre, a menos que te ordene lo contrario”, contestándome de inmediato “sí, amo”. Luego, me levanté dejándola así mientras preparaba mis cosas, enseguida me acerqué de nuevo y le ordené hincarse; cuando lo hizo, le coloqué el collar de perra y la puse de nuevo en cuatro, empezando a pasearla como la perra que disfruta ser y como sabrán también, por relatos anteriores, es de lo que también disfruto y siempre hago con ellas. 

Después que la hice dar varias vueltas a la habitación, la levanté jalándola del cabello, colocándola de rodillas frente a mí y le di un par de bofetadas mientras me bajaba el cierre del pantalón con la otra mano y al sacarme mi verga, de inmediato se la coloqué en la boca, diciéndole “mámame la verga, perra, que para eso viniste”, al tiempo que dirigía sus movimientos aun jalándola del cabello y ordenándole “mírate en el espejo lo puta que eres, mamando una verga, perra” mientras observaba que no apartaba la vista del espejo, mirándose hincada y chupando. Pasaron unos minutos así hasta que decidí levantarla por la correa y la puse empinada, apoyándose en la cama y levantando bien las nalgas, la dejé ahí mientras me quitaba la camisa y también, mi cinturón.

A continuación, me acerqué de nuevo a ella y empecé a azotarla en las nalgas, haciéndola gemir en cada azote hasta que después de octavo, empezó a gritar suplicándome que parara y por respuesta, le di dos más, con mayor fuerza. Luego de esos azotes, la dejé ahí gimiendo, me quité mi pantalón y me coloqué detrás de ella, ordenándole levantar más las nalgas, lo que hizo de inmediato, empezando a penetrarla con fuerza en esa posición. También, ella empezó a gemir con fuerza, diciéndole mientras agarraba la correa “viniste a esto, ¿no, perra?, a que te metiera la verga como mi puta” y me respondí “sí, amo, me coges duro” entre gemidos y gritos, ya que le agarraba y le apretaba sus nalgas, que estaban rojas por los azotes.

Transcurridos unos pocos minutos de estarla penetrando, me dijo que estaba a punto de terminar, dándole permiso y continué penetrándola duro; en ese momento, gimió más fuerte y enseguida, empezó a gemir con menos fuerza, con lo que me di cuenta que terminó. Dejé de penetrarla y sacándole mi verga, la tomé de la cintura y la volteé, aventándola a la cama, luego le abrí sus piernas y volví a penetrarla; esta vez, me subí sobre ella, le levanté sus piernas, apoyándomelas en mis hombros y le recargué todo mi peso, para penetrarla con más fuerza y en ese momento, volvió a gemir con fuerza.

Ya que pasaron algunos minutos así, le saqué mi verga, me coloqué al pie de la cama y jalándola de los tobillos, la acerqué, abriéndole de nuevo sus piernas y volví a penetrarla, de inmediato le levanté su pierna derecha y la pasé al otro lado, quedando con sus piernas juntas y yo, apoyándome en sus muslos, haciéndola que me la apretara con más fuerza. Así la tuve un tiempo, solo para tomar su misma pierna derecha y levantársela con mi brazo, para así cogérmela más duro y volvió a gemir fuerte.

También le tomaba los senos con la otra mano y se los apretaba con fuerza, preguntándole “¿así te coge tu esposo, perra?” mientras la agarraba de los pechos más fuerte, contestándome “no, amo, no tan duro, no me coge como tú” mientras gemía con más fuerza, agregando “soy tu puta, amo”. Luego de unos minutos, dejé de penetrarla y me acerqué por mis cosas, agarré las correas y el gag, me acerqué a ella y volví a ponerla empinada, al pie de la cama, luego se las coloqué en los tobillos y en las muñecas, la jalé del cabello y le puse el gag en la boca, sujetándole las muñecas por la espalda y así, empecé a penetrarla de nuevo, gritándole “así no harás tanto escándalo mientras te meto la verga, puta” al tiempo que la jalaba de su cabello, para penetrarla con más fuerza y ella solo gemía mientras me la cogía.

Pasado un rato, le solté su cabello y empecé a nalguearla en cada embestida hasta que decidí que era suficiente, luego la levanté para aventarla boca abajo en la cama, enseguida le agarré sus piernas, se las doblé y sujeté los seguros de sus tobillos a los de sus muñecas, colocándole su cabeza en la orilla de la cama y empecé a azotarla de nuevo. Después de otros 10 azotes, me acerqué y le quité el gag, en ese momento le agarré su cabeza y empecé a penetrarla, moviéndosela de arriba abajo mientras ella se esforzaba por hacerlo y solo gemía.

Cuando me cansé, le saqué mi verga, le desaté las manos y los tobillos y me senté en el sillón, indicándole “ven aquí, puta”, enseguida ella se levantó y antes de que le diera la orden, empezó a mamármela, ya que sabe que es lo que me gusta que haga mientras estoy sentado; en ese momento, me puse a revisar el teléfono y mis mensajes mientras continuaba. De pronto, se me ocurrió repetir algo de la vez anterior.

 

Aquí terminaré la primera parte, amigos, pronto publicaré la siguiente parte y como siempre, para sus comentarios o dudas, pueden comunicarse por correo. [email protected]

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