Nuevos relatos publicados: 18

Josy, Prostituta. Su marido testigo del inicio con su jefe. Parte 1

  • 18
  • 21.740
  • 9,53 (55 Val.)
  • 0

Relatar la historia de Josy es poner en secuencia su auténtica realidad, sin concesiones y sin culpas, enfrentó la crisis económica poniendo su sexo a trabajar como forma de superar el mal trance. Pero la realidad tiene secretas forma de descubrir las vocaciones, ella descubrió la suya en esta circunstancia, su espíritu lujurioso y el placer de la promiscuidad sexual. Dueña de un cuerpazo, exuberante y voluptuoso que despierta la lujuria, deseo y codicia en los hombres, le hicieron comprender que ser prostituta era su auténtica vocación. 

Entregarse por dinero y encontrar el disfrute del sexo como nunca, variedad y cantidad conseguían llevarla a niveles de placer inéditos, su esposo consiente y autoriza, no hay culpas ni secretos.

Es mexicana, del DF, nos hicimos algo más que amigos, compartimos placer y disfrute, durante las cuales surgió la idea de plasmar en un relato su historia de vida.

Todo se inicia su lugar de origen, el estado de Tabasco (México) y continúa ejerciéndolo, tiene un grupo de clientes habituales y otros ocasionales con quienes ejerce en su rol de prostituta.

Se siente una mujer feliz, hace lo que más le gusta, con la anuencia y consentimiento de su esposo, ambos viven del dinero ganado honradamente con “el sudor de su sexo”.

Llevar a texto su historia, solo fue darle forma a su relato pormenorizado con los modismos y el gracejo de forma de expresarse, gran parte de la historia me la fue dictando arrimando el calor de su cuerpo desnudo. La exuberancia de sus grandes tetas (creo que más de 110 de contorno) apoyadas sobre mi cuello aportan sabor e intimidad al presente relato que se inicia así…

Dejar trascender las vivencias personales, sobre todo las inconfesables, bajo la forma de un relato de ficción siempre tiene un efecto liberador.  Seré el intermediario entre Josefina (Josy), la protagonista y ustedes, los lectores, relatarles el prólogo del comercio sexual, esta parte es el inicio y el comienzo de su vida en la prostitución, totalmente cierto y absolutamente auténtico.  Nos conocimos e intimamos, establecimos una amistad que trascendió el comercio sexual, por eso se gestó la idea de contar su con su verdad contada de primera mano y a su manera. 

Su forma de ejercer el oficio más antiguo rompe con los paradigmas conocidos, ella es distinta, no esconde el placer que puede provocarle el ocasional cliente, tampoco se niega a besarlos en la boca.  Pagar por sexo tiene sus derechos, ella es una trabajadora sexual y retribuye con placer el dinero abonado por sus servicios.

Era una esposa como tantas otras, con las mismas monótonas y recurrentes expectativas como tantas otras, hasta que una situación laboral de su esposo produciría el cambio de timón en su vida familiar…

El matrimonio de Rafa (32) y Josy (27), sin hijos, afrontan las contingencias y los avatares de la vida cotidiana de cualquier pareja, hasta que una circunstancia laboral de Rafa torció el rumbo de sus vidas.

Josy es una muchacha de buen ver, de esas que jamás podrán pasar desapercibidas, alta y exageradamente tetona, buenas caderas y un culo para el aplauso, en ocasiones suele llegarse hasta el trabajo de Rafa para acercarle el almuerzo que suele olvidar. Siempre bien arregladita, la discreción para vestirse no va con ella, justificándose en los dichos de su tío: “teniendo tanto para mostrar esta bueno que exhibas bien tu mercadería”. Como venía relatando, viaja subida a unos zapatos de tacón bien alto que realza aún más la belleza de sus piernas largas y torneadas, le agrada mostrar sus generosas formas vistiendo de minifalda cortita y un top (camisa ombliguera), disfruta el juego de la seducción, mostrar “las carnitas para los lobos” y por qué no, volverlos locos de deseo. En una de las últimas ocasiones que se llegó al trabajo de Rafa para acercarle el almuerzo, captó la “atención” del jefe de él. 

Rafa, el esposo de Josy trabaja desde hace 8 años en una empresa de distribución de bidones de agua y otros productos afines, en México DF, como preparador de las entregas. 

Se enteró que dentro de dos semanas se realizará un festejo empresarial y que necesitaban edecanes (azafatas) para asistir a los invitados a la cena.  Al regreso de la jornada laboral, le comenta a Josy que habló con su jefe al respecto y que éste le había dicho que te preguntara si querías participar, que habían asignado una aceptable remuneración.

Lo hablaron esa noche y acordaron en aceptar la propuesta, ese dinero extra servía para tapar algunos agujeros en el presupuesto familiar.

Rafa va con la noticia y la anotan para la selección, con ella suman ocho las solicitantes, en tres días serían entrevistadas para darles las instrucciones.  Les indicaron que debían atender a la mesa principal, solo conducir a los invitados a la misma desde la entrada y permanecer a sus espaldas para lo que necesitaran, tarea bien sencilla, y seguidamente nos darían la “ropita” y los zapatos que vestirían para la ocasión. Fueron por la ropa prometida y les entregaron un envoltorio del tamaño de una caja de zapatos, claro está que en la primera vez les habían pedido el número de calzado, no así de la “ropita” pues era talla única, ella y las demás tomaron la caja pensando en unos shorts o vestidos cortitos, pero... solo les habían entregado el paquete en cuestión poco más grande que el estuche para una estilográfica (sic), que como estaba envuelta ninguna tuvo la ocurrencia de abrirlo ahí mismo, tampoco tuvo curiosidad por verla cuando regresó a su casa hasta que llegara el marido.

Al regreso de Rafa, éste le preguntó si les habían entregado la ropa, respondió que sí, que la había dejado en el tocador.

Luego de la cena quiso mostrarle a su marido el vestuario recibido, tenía la bolsa con un par de zapatos color rojo fuego con un tacón de no menos de 18cm que ella denomina “pata de gallo” de las que usan las “teiboleras”, además había una cajita del tamaño de un estuche para estilográfica, deshizo el lazo y abrió la cajita, dentro una tanga y un mini sostén que solo le cubriría los pezones. La tanga, de hilo dental que se le metería entre las nalgas, dejando en libertad los pulposos y exuberantes cachetes. Vale decir que con ella serían solo cuatro postulantes que aceptaron presentarse con esta escueta vestimenta. 

En la noche de la cena, ella fue la más codiciada por los ojos masculinos, los silbidos y piropos de los asistentes no se hicieron esperar, tampoco las insinuaciones y propuestas.  El jefe de Rafa la estuvo radiografiando sin perder el más mínimo detalle anatómico, obviamente la había reservado para sul “atención persona”, cuestión de poder regodearse la vista y deleitarse con las codiciosas intenciones, como el más sabroso postre de la cena, tampoco hizo demasiado para evitar que no se le notara el deseo que se estaba gestando dentro de él.

Dos semanas más tarde el jefe en cuestión hace llamar a su marido, para notificarle que desde la gerencia de recursos humanos y “por instrucciones de la Dirección se haría una racionalización de personal, que lamentablemente estaba en la lista de los prescindibles” … Como podrán imaginar esa noche la cena sabía a desencanto y pesar.  El pensamiento de ambos transitaba por los accidentados caminos del cómo afrontar las obligaciones pendientes, los gastos diarios, los servicios, cómo superar la contingencia, el desempleo de la zona lo hacía por demás complicado.

Con este oscuro panorama, vuelve su marido al trabajo, y es justamente cuando Javier, su jefe, lo hace llamar a su oficina. Le ¿sugiere?... que él puede darle una ayudita... si…. 

-Rafa… tengo que decirte que esta racionalización de personal puede que no te afecten si te reasigno a otro sector, en ese caso no solo conservarías el empleo, sino también un incremento del sueldo por cambio de categoría. –se apresuró a agradecer el favor, pero el jefe sin darle tiempo, continuó diciendo: - Sí..., bueno... te lo digo ya mismo, este gran favor tiene su segunda parte… No quiero parecer un aprovechador de la situación, pero… tu entenderás que te hago un favor tan especial... pero… no puedo quitarme de la cabeza lo impactado que me ha dejado conocer a tu mujercita... –ahora más entonado siguió: - Este favor especial tendría como contrapartida un favor que tu deberías hacerme… (pausa, para influir en la decisión de Rafa), permitirme… acostarme con tu mujercita. Sólo sería por una noche... – Parecía algo más aliviado sacarse ese lastre que pesaba tanto en su deseo como en la expresión. No pasó por alto la turbación del Rafa y se apresuró a cerrar el delicado y sensible tema: -Tómate tu tiempo para pensarlo, esto quedaría solo entre nosotros dos y tu esposita. Y.… mañana me respondes…

Esa misma noche planteó la novedad y el disgusto con Josy. La muchacha quedó tan desconcertada, ni sabía qué pensar, las deudas sumaban, urgían los pagos, el silencio se hizo “escuchar”, pero la urgencia podía sobre lo importante. Rafa volvió sobre el tema diciendo que había quedado en llevarle una respuesta en la mañana, nueva pausa y el pesado silencio.

-Atiende, si te despiden de la planta no saldremos de esta situación, de todos modos, es una facilidad que nos da tu jefe y que si será tan solo una vez... no se dañaría a nadie... y además nadie más sabrá de esto. –Josy se extrañó de lo fácil que pudo decir toda la explicación.

-Pero... tú… ¿estarías de acuerdo en consentir?...

-Sí..., siempre y cuando tu aceptes –con gesto de resignación dijo: - Sí.

Como siempre es la mujer la más rápida en las decisiones.  Para terminar con el tema, pidió que le comunicara al Jefe que aceptamos la propuesta “indecente”, esa imagen de la película vino a su memoria como ilustración erótica, pero no quiso decirlo.

Esa noche hicieron el amor, era distinto, había un feeling distinto, una sensación de piel que no tenían las otras veces, la situación crítica había conseguido una pasión de intensidad poco usual, seguramente el morbo de la conversación previa tenía mucho que ver en este cambio de actitud a la hora del sexo.

Rafa regresó del trabajo, más temprano, tipo 5 de la tarde, cuando lo habitual es a las 8, pero... solo venía de pasó para comentarle que había platicado con el jefe y que esa misma noche sería el encuentro acordado, que se estuviera preparada, y se volvió a la planta.

Josy quedó con el nerviosismo de ser la primera vez que estaría con alguien que no fuera su marido, mantenerse ocupada, no pensar en ello, bañarse y ponerse atractiva, fueron las actividades que ocuparon su mente, pero algo de morbo se hacía sentir dentro de ella, sobre todo cuando decidió “vestirse” igual que cuando fue a trabajar a la cena.

A eso de las ocho y media escucha que se abre la puerta, son Rafa y su jefe, está en el dormitorio con todo el nerviosismo de esperar al señor, esperó que su marido volviera a llamarla por segunda vez:

-¡Josy, te están esperando mi vida!. – la voz le sonó con una ternura distinta.

Abrió y se asomó, enmarcada en el vano de la puerta del cuarto, ataviada como una diosa del sexo, avanzó unos pasos y el señor se llenó los ojos con este “hembrón”, pero fue verla y levantarse del sillón sin más ojos que para llenarlos con esas carnitas que le hacían agitarse el deseo golpeando sus sienes y haciendo crecer sus genitales. Rafa seguía pasmado con la visión del morboso cuadro de la lujuria en carne viva y del erotismo en la cima de los placeres terrenales.

Los hombres estaban bebiendo una copa, se le acerca al señor, dándole la mano, pero él, obnubilado con esa visión mágica solo atinó a dejar que su deseo hiciera la presentación, la besó en uno de sus pechos y se retiró un poco para poder abarcar tanta belleza junta.

-Estás tan linda “mamacita”.  ¡Mira nada más!, lo que ¡me voy a cenar!... –hablándole al Rafa.

El jefe había perdido la noción del tiempo y espacio, nada más importaba que poseer a esa hembra tan especial. Dejó la copa y ahí mismo, delante del marido, la abrazó y la besó con apasionado deseo, dijo que le metió la lengua dentro de su boca como para hacer una exploración. Josy se encontró respondiendo, sin pensarlo, del mismo modo, el hombre le contagiaba toda la calentura y la afiebrada pasión que lo quema por dentro.

Josy tomó conciencia de cómo y porqué estaba ahí, y se prestó a cumplir del mejor y más leal modo con el trato convenido.

Javier, el jefe, no paraba de abrazarla y apretarle las nalgas, hasta meter sus dedos entre las nalgotas para ir teniendo un adelanto de lo que se comería. Repite:

 - ¡Estás buenísima ricurita!, ahí mismo le quitó ese accesorio que parecía el soutién y comenzó a mamarle los pechos con increíble entusiasmo.

Ponía pasión en la brutal mamada que le hacía imposible controlarse, metía la cabeza entre las tetotas, engolosinado de tal modo que le contagia a su calentura, comienza a sentirle el gusto, aprecia la sensación de los labios húmedos y febriles en sus tetas. Tal vez fuera la sensación transgresora de hacerlo con un extraño, el señor de unos… 50 años estaba “sacado” (descontrolado) se desprendía como podía de sus ropas, era un lobo hambriento que no podía soltar la presa. La pasión lo había superado, le urgía cogérsela ya mismo, sin sentido de prudencia y pudores, nada más que sus ganas existía ahí y ahora, uso y abuso de su propiedad por esa noche.

En un santiamén quedó desnudo, el marido de Josy, hacía de gran cornudo, mudo espectador del increíble acto de deseo y desenfreno de su jefe, la verga del hombre totalmente “al palo” erectó rapidísimo, se la pone en la mano.  No era muy larga pero suficientemente gruesa y cabezona para hacerle sentir una buena cogida.

-¡Anda, dale unos besitos! -pide el señor, señalando su poronga.

Ella se arrodilló delante de su macho, la besó, paseó la lengua por toda su extensión, la toma en sus manos, acaricia y comienza a agitarla.

- Sacude la verga, sacude, despacio.

Obedece, sin dejar de mirarlo a los ojos, controlando cada gesto, cada movimiento, sabe que a los hombres les agrada que mientras los maman estén mirándolos. Los besos se hicieron más intensos y húmedos, la boca se le llena de saliva, algo se escurre por la comisura de sus labios, el hombre aprecia el gesto y la calentura lo conmueve y sacude. Sentía una agradable sensación de ternura, verlo excitado, brutalmente expresivo, como si estuvieran solos en el mundo, sin saberlo ella había saltado a otra dimensión, otra vida, otra forma de ver la vida, otra forma de disfrutar del placer de la carne, otra forma de gozar y hacerse gozar. Este hecho marcó un antes y un después en su vida, jamás renegó de esta forma de vivir y sentir el sexo, convertirlo en una forma de trabajo placentero. 

En ese momento se dio cuenta que siempre dentro suyo sintió esa vocación de prostituta, de servir al hombre en todos sus deseos.

El señor había podido transmitirle su calentura, contagiado de modo inusual mientras sacudía el miembro dentro de su boca, sentía como su cuca comenzaba a mojarse. Sin poderse contener por más tiempo, el hombre la jaló de los hombros, la levantó y con autoridad dijo:

-¡Vamos a la cama amor! –mirando al cornudo marido que seguía de pie observado el fogoso espectáculo como si fuera otra gente y no su esposa, siguió:

-Llegó el momento Carlos, me voy a comer a tu esposita, nos vemos mañana…

Entraron al dormitorio matrimonial ofrecido para que el jefe goce de ella.  El señor, casado y habituado al sexo marital, ahora trastornado por las voluptuosas formas, afloran en él los instintos primarios del deseo, se siente toda una fiera para el amor.

Los colores le habían subido al rostro, los ojos abiertos incrédulos se llenaban de carne trémula, dispuesta a poder hacer todo lo que su fantasía había pergeñado en esas noches de febril calentura: Su gran hora había llegado. Le rompió el tanga, de un tirón, la tumbó en la cama, de espaldas, ella se abrió de piernas para mostrarle todo lo que se comería.

Como un poseso se volcó sobre la boca vertical, toda depilada, besos ardientes, luego le dio lengua, paleteando una fogosa y alucinante lamida que la hicieron sentir ricas sensaciones, por momentos atenazaba la cabeza del señor.  Ella arde por el desesperado señor que la excita a morir, él se llena la boca en el manantial de jugos. Se dejó acomodar, sus piernas descansan sobre los hombros del hombre, para poder comerle la conchita con más comodidad, hasta casi ahogarse, por dos veces, en los profusos jugos que la inundan.

El Jefe se desprendía de su historia, se vuelca sobre la hembra, llena la boca con su lengua, lame, chupa, muerde, nada es suficiente, aprieta, estruja, toda su vida jugada en este instante.  Es una brasa, la mujer siente la piel del hombre caliente, sudada, fregarse sobre la suya, nervioso, ansioso, alucinó desde que la vio semi desnuda en la fiesta y perdió la razón, ahora la tiene toda para sí. Ella se gradúa de hembra con un hombre que no es el suyo, aprende el leguaje del sexo, este hombre es todo urgencia, y codicia por cogerla.

El siente que ha llegado el momento, se monta sobre ella, entre sus piernas y se la dejó ir hasta el fondo, responde rodeándolo con sus piernas, enlazadas en su espalda, una hiedra de carne aprisionando a ese hombre que la penetra en forma salvaje. Diría ella, fue un “lindísimo metisaca” una y otra vez, con vehemencia y brutal deseo, entraba al fondo y sacaba para volver a repetirlo produciendo maravillosas sensaciones en la cueva pletórica de jugos y deliciosas sensaciones.

-¡Estás rica, estás sabrosa! ¡Hmmm que ricoooo… Mamacita!… -vocifera y grita.

Repetía sin parar de moverse en la conchita, disfrutando a la mujer, sin haberlo considerado el particular entorno, el marido cornudo del otro lado de la puerta escuchando los gemidos, imaginando como se “come a su mujercita” genera un ambiente de lujuria, el morbo lleva la libido a niveles máximos. Josy está llegando al momento culminante, no reprime sus gemidos, el hombre siente como la vida se le escapa en un tropel de semen blanco que explota dentro de ella.

No pregunta si puede venirse dentro, nada le importa menos, sobre todo en ese instante mágico y vital. Varios chorros riegan el interior, la vagina complaciente agradece comprimiendo el pene del hombre luego que cesan los latidos de la acabada estrepitosa del señor. Las acabadas las sintió todas, fue una bonita sensación, el tipo le ponía ganas y eso podía sentirlo y el disfrute era distinto a cuando el Rafa se venía, este tipo le ponía garra, era un delicioso cabron, muy cogelón.

Descansan, tomados de la mano, en silencioso recogimiento hasta que el deseo del tipo vuelve por sus fueros, ella siente como comienza a parársele nuevamente, le dice que se coloque a cuatro patas, de perrita, desea enchufarla desde atrás, accede y se abre completamente, levanta el culo, bien empinado para recibir las primeras nalgadas.  Extasiado, acaricia besa y juega a morder esas nalgas que lo ponen tan excitado, nuevas nalgadas.

-¡Estás culona pinche puta! ¡bien nalgona como me gusta, te voy a dar una cogidota y llenarte de mecos!…

Pasaba de los elogios a la guarrada sin parar, era su forma de expresar como apreciaba esas “carnitas” ofrecidas en banquete al señor jefe.

-¡Esta noche eres mía!, me voy a coger a la mujer de ese pinche cabrón cornudo que está escuchando como te lleno el

culo con mis mecos. “nadie me quitará la cogidota” repetía sin cesar cómo y cuánto se la cogería.

Ella volvió a excitarlo empinando y moviendo el culito, en círculos, el señor se agarró la verga como si fuera un ariete y fue directo al centro de la vagina que se exponía como nunca, brillosa de jugos y restos de semen en su interior, levemente abierto esperando la embestida que no se hizo esperar.  Se la hundió desde atrás con renovados bríos, ¡hasta el fondo! De un solo envión.

La penetra con enjundia, con ganas y vehemencia, nalguea con fuerza, varias veces, la incita a moverse más y mejor, sigue nalgueando con fuerza hasta dejarlas bien enrojecidas.

-¡Así puta! ¡Así perra! ¡yegua puta, muévete! ¡Muévete putita!

Montado sobre ella, asido de las ingles, la penetrando y nalguea con fuerza y pasión descontrolada.  De pronto lo sintió irse, dejarse perder en una “corrida estrepitosa”, los latidos de la verga dejando salir el semen dentro de ella taparon los gemidos de la hembra que instantes antes había comenzado a sentir el ahogado grito del orgasmo ocultado por tamaño despliegue del hombre que la montaba.

El descanso trajo un poco de paz al exigente derroche de energías.

Salieron del cuarto, ella ahora se sentía algo más liberada, se abrió de piernas para que pudiera ver sus mecos manando de su vagina, luego contenidos en una toallita el desborde de los mecos del Jefe que se escurría de la vagina. Rafa se había ido al otro cuarto, bebieron unos tragos, desnudos, ella sentada sobre sus rodillas, volvieron a la cama.

Los tragos abrían un impasse en la actividad sexual, fue un momento casi de ternura, de contención de ella hacia el hombre que mostraba su faceta más intimista, acariciaba la mano y se llenaba los ojos con esa carne que lo había hecho disfrutar como ninguna, decía y parecía no mentirle.

-¡Con este culazo (palmea suave) puedes hacer mucho!...

Ahora es el tiempo de Josy, manejando la ansiedad, comienza a mamarlo, acariciando y dejándolo entrar en su boca, lamiendo el glande que reluce de jugos, los prueba para sentir el sabor salado de algún resto del semen que broto momentos antes de ese “ojo mágico”, acompaña el movimiento de la pelvis de señor pugnando por entrar hasta el fondo de su garganta, deja enredar los dedos de sus manos en sus cabellos tomarla con fuerza, acompañar el vaivén, dejarse estar atorada, con la verga bien metida dentro cuando el hombre la aprieta para que sus labios queden pegados a la piel, al mejor estilo de garganta profunda, enterrada de tal modo que se ahoga y hasta lágrimas le salen.

No es momento de acabar, merece sentir sus enormes tetas apretadas, atenazando, al miembro ensalivado, apretadas aguanta los enviones del macho, no parece que momentos antes se había acabado dos veces, aprieta sus nalgas y no puede resistir demasiado a la mamada. Se fue dentro de la boca de la mujer que no soltó su presa hasta dejarla bien limpia y haberse degustado el semen de su hombre.

Lo miró a los ojos mientras terminaba de digerir la leche masculina, se dijo a si misma: -Este tipo sí me tenía ganas.

Durmieron juntos, en “cucharita”, hasta la mañana siguiente, una noche plácida luego de una agitada relación.

En la mañana, Mary preparo el baño, se cruzó con el marido, el beso fue primero, la mirada y la sonrisa lo segundo, luego la pregunta casi obligada del esposo:

-¿Ya todo ha pasado?

-Sí, todo está resuelto.

En ese momento salió el jefe y la pareja de la noche se metió a bañar, enjabonadas y mimos mutuos ponían el broche a una noche de pasión y sexo sin control.

Rafa les había preparado el desayuno, los tres juntos, ¡Sí, los tres juntos!  Ella desnuda entre sus dos hombres el marido vestido, el jefe en bata de baño. Si se le antojó ser Sonia Braga en Doña Flor y sus dos maridos, en ese momento el jefe dijo:

-Rafa, ya está todo arreglado, ahorita que llegues te presentas en la Dirección y le dices que te mando yo para el

nuevo puesto. Ya está arreglado, saben de qué se trata. -Rafa se fue rumbo a sus nuevas tareas, mientras el jefe terminaba el desayuno… 

Josy había sabido sacar lo mejor de su hombría, lo hizo sentir el macho de la creación y ella misma sentía un placer inimaginable, se sentía bien consigo misma, no sentía a ese hombre que se había aprovechado de la situación, por el contrario, sentía casi una deuda de gratitud por haberla hecho experimentar a otro hombre y de ese modo, tan excitante, algo que jamás olvidará. Hasta considera que le debe el haberla hecho descubrir su vocación de ser prostituta.

En estas cavilaciones la encontró la despedida del señor, pero sintió deseos de pagar esa deuda, ahí mismo, nuevamente se hincó delante del hombre, desprendió el pantalón, bajo el bóxer y comenzó a acariciar, masajear y mover la verga, para proceder a darle una soberana mamada que lo dejó exhausto cuando se fue dentro de la garganta de la muchacha que volvió a sentir ese agradable sabor, ahora más salado que en la noche. Tragó, limpió y guardó el objeto que la hizo más mujer esa noche.

Los hechos sucedieron tal como se relataron, luego en la intimidad de su hogar se habló del tema con su marido, sin ocultamientos, ella le confió que el jefe solo había gustado de su carne, pero no de sus sentimientos, que esos viven en el corazón de su marido.  Solo había vivido un momento de calentura entre ella y Rafa, sólo había entregado “sus nalgas” y nada más.

-¿Dime, has sentido gusto y placer al hacerlo? –dijo el Rafa.

-Claro, no quiero engañarte, sí sentí placer y gusto de hacerlo, me calenté mucho cuando me sentí acariciada y deseada. No voy a negar que siento real gusto de sentir la verga en la vagina o en el culo, los disfruto de verdad, pero tan solo fueron momentos, luego tú vienes a mi mente y a mi corazón.

El jefe la siguió cogiendo, pero ahora en otra etapa de la relación, como visitante amigo, un estado preparatorio antes de hacerse prostituta. El jefe “agradecía” las “atenciones sexuales” con regalos, ropa y dinero fueron la forma de pagar sus servicios femeninos, más tarde le ofrecería presentarla con algunos amigos.

Así comenzó la historia de Josy, una prosti con principios y sin engaños, besa en la boca, tiene orgasmos y disfruta del sexo como pocas, por eso Josefina es única, o al menos, distinta de muchas. Contarlo una forma de desahogo, sin pecado y sin culpas.

Me agradaría, bueno, también a ella, saber tu opinión como mujer, de cómo fue esta versión testimonial, de primera mano que Josy me contó para darlo a conocer en forma de relato erótico o para los fines que consideren los lectores, en modo especial la mujer por una cuestión de género. El Lobo Feroz en [email protected] estará encantado de saber que te ha parecido el relato.  Esta entrega es el inicio, parte 1 los siguientes son la continuación de la historia.

 

Lobo Feroz

(9,53)