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Hotel I

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¿Quién no tiene una fantasía que le gustaría cumplir?

Yo tenía una, y un día sin mediar palabra, vi cómo se cumplía.

Por fin veía mi meta cumplida, había terminado la carrera y como regalo había concertado un viaje por varios lugares que tenía pendiente visitar. Mi mejor amiga iba conmigo, éramos inseparables desde el primer año de universidad.

Un día que subí a la habitación a cambiarme de ropa vi que teníamos un nuevo “vecino “de habitación.

Me quedé mirando a hurtadillas a aquel hombre, alto, elegante y fornido.

Sentía ganas de arrodillarme ante él, pero ni siquiera sabía si venía con compañía.

Un par de encuentros fortuititos más y me cercioré de que viajaba solo.

Por mi cabeza bullían miles de ideas, pero no sabía cómo llevarlas a cabo, o peor aún, si él querría tener un escarceo conmigo.

Aún es el día de hoy que me pregunto si fue o no casualidad.

Si vio la lujuria en mis ojos cuando cruzábamos miradas, o si no hubo razón para lo que sucedió.

Pero sucedió.

Una noche me armé de valor y en vez de ir hacia mi habitación fui hacia la suya.

Me encontré la puerta abierta, por un momento titubeé.

Pero no iba a desperdiciar tremenda “oportunidad”.

Entré de puntillas para no hacer ruido.

Él estaba dormido, por como respiraba diría que profundamente.

Muy suavemente me metí bajo las sabanas, cuidando mucho el no rozarme para que no descubriera que estaba allí.

Una vez dentro empezaron a asaltarme dudas, pero, ¿a quién no le gustaría que lo despertasen así?

Con este pensamiento en la cabeza me interné más aún bajo las sábanas y con mucha suavidad rocé con la lengua su polla.

Estaba totalmente en reposo, succioné con muchas ganas, cada vez con más fuerza y rapidez.

Me gustaba mucho aquella situación, él dormido, yo con aquella polla en la boca.

Estaba tan excitada, que libre una de las manos con las que sostenía, para poder masturbarme sin dejar de comérmela.

Quizás fue el que no paraba de jadear y gemir por lo bajo, que cuando alcé la mirada por encima de las sábanas vi que se había despertado y me miraba con una expresión de completa satisfacción.

No habiendo resistencia alguna me quedé bajo las sábanas y seguí regalándole un inolvidable despertar, no sin olvidarme de darle placer a mi coño que cada vez notaba más húmedo y excitado.

Mi lengua recorría su polla desde lavase a la punta. Apretaba con la mano la base para mantenerla aún más firme, con los labios apretaba con mucha fuerza la punta y con la punta de la lengua no paraba de dar vueltas sobre su glande.

Estaba tan dura y yo tan húmeda que quería sentarme sobre ella, pero decidí mejor seguir masturbándome hasta correrme.

Tras hacerlo, comencé a subir.

Le lamí los huevos, luego la polla, llegué al ombligo… seguía subiendo cuando alguien toco a la puerta.

Era el servicio de habitaciones… se había hecho de día y no me enteraba bajo la oscuridad de las mantas.

Entró a dejar las toallas limpias, yo seguía abajo.

No quería que esa pequeña interrupción hiciese que dejase de disfrutar por lo que volví a comerle la polla con más ganas que antes.

Podía notar su gran excitación.

En un momento oigo que se acerca la asistenta, me sobresalto y aparto rápidamente la boca de su polla, justo cuando él se iba a correr dejándome la cara toda manchada de semen, viscoso y caliente.

Cuando la asistenta se fue, subí a la superficie, toda manchada aún.

Cogió un dedito mío, me lo llevó a mi cara, cogió un poco de él y me obligó a llevarlo a la boca.

Me excita la situación.

Le pido que lo repita, pero esta vez con dos dedos y suyos. Cuando los acerca a mi boca giro la cara y los dirijo a mi coño.

Quiero que me lo humedezca, pero no con saliva, si no con el semen que inunda mi cara.

Mete los dedos con fuerza y los mueve con rapidez.

Gimo, en parte por el gusto y en parte por la situación.

Le mando repetirlo.

Cada vez estoy más excitada.

En la siguiente vez que sacó los dedos, no solo había restos de su corrida, esta vez había además restos de una segunda mía.

Escupo un poco de saliva sobre sobre su polla, y la refriego con las dos manos.

No paro hasta notar que está muy dura, y entonces me siento sobre ella.

Le obligo que me agarre del culo, clavándome las uñas un poco de forma que me ayude a rebotar sobre su gran polla.

De vez en cuando me lo suelta para pegarme o pellizcarme las tetas.

Sigo follándolo sin descanso.

Me da la vuelta. Me tumba boca abajo y me clava la polla hasta lo más hondo.

Ahora es él quien manda y yo estoy atrapada sin poder ni querer escapar.

Cuando noto que estoy a punto de correrme me saca la polla dejándome con las ganas.

Él se corre sobre mi culo, algo rojo de los cachetes que me fue dando.

Me levanta por el pelo, me dirige al balcón que hay en la habitación.

Se sienta en una tumbona.

Yo la rodeo y me siento de espaldas sobre su polla.

Sigue muy excitado y eso me gusta.

Salto sobre ella. Me coge de la cintura y me levanta.

Sale de la tumbona. Me obliga a ponerme a cuatro patas para metérmela hasta lo más profundo.

Se oye un gemido, no soy yo, es mi amiga en el balcón de al lado que está masturbándose. El verla me excita demasiado y me corro.

Él me obliga a comerme su corrida. No la trago, tengo una idea en mente y comienza yendo los dos desnudos a la habitación donde yo dormía con mi amiga…

(8,90)