Nuevos relatos publicados: 0

El anhelado encuentro

  • 4
  • 5.855
  • 9,21 (28 Val.)
  • 2

Un nuevo escenario para nuestro encuentro:

Son las calendas de julio y en esta ocasión estamos en un balcón rústico y amplio, a unos 12 pisos de altura, con la vista hermosa de un paisaje selvático colombiano. El mar en el horizonte a lo lejos, acaba de terminar el ocaso y se observa el titilar de las luces de cuatro buques mercantes. Tú estás apoyada sobre la baranda del balcón, absorta con la imponente vista. Luces un traje de una sola pieza suave y fresco, tu pelo negro y crespo atado por un resorte, contrasta con tu colorido atuendo, mientras yo te saco del trance abrazándote desde tu espalda por la cintura, coloco mis labios debajo de tu mejilla derecha y corre un escalofrío desde tu cuello hasta la base de la espalda. Giras la cabeza buscando mis labios, puedo sentirlos tiernos y húmedos entre los míos, y siento como recuestas tus nalgas hacia mi pelvis, ahí nos quedamos en un largo beso…

Luego, te volteas y quedamos frente a frente, nos miramos directamente a los ojos por unos segundos antes de darnos otro gran beso. Finalmente decidimos entrar a la habitación, tú tomas la iniciativa y me llevas de la mano hasta el centro de la misma, viras quedando de frente a mí y con un solo movimiento de tus manos cae el vestido, mostrando tu preciosa desnudez, me acerco y empiezo a disfrutar tus pechos mientras ellos recíprocamente saborean mis labios, pocos  segundos después la nave de mis labios empieza a descender por la valle de tu abdomen, sobrevuela tu ombligo antes de la trayectoria definitiva hacia el planeta Venus -Planeta más emocionante que jamás haya visitado-, ahí es la estación principal de la nave, que interactúa con el planeta por varios minutos, mientras tu dedos aprietan suavemente mi cabeza, indicando que en algún lugar hay una fiesta a la que fui invitado como espectador. La celebración llega a su clímax con el lanzamiento de fuegos artificiales. Terminado el acoplamiento con Venus, la nave de mis labios sigue su viaje en descenso por entre las dos fronteras de la incubadora de estrellas, buscando otro destino, al otro lado de Venus, los montes Olimpos, que se levantan engreídos sobre el horizonte, lo que representa un reto para un viajero como yo…

Todo eso pasa por la mente de Arthur, mientras aguarda por el desenlace de una historia real que lo ha tenido en vilo hace tiempo. Está en la cama esperando que suene el timbre, se ha quitado la camisa a causa del calor abrasador de las tres de la tarde, recién tomó una ducha, pero ahora lo que inicialmente eran gotas de agua se había convertido en sudor, mira el reloj y se pregunta si definitivamente está dañado o si se encuentra ante uno de esos fenómenos en los que el tiempo se detiene. A las 3:24 escucha el tan anhelado sonido agudo que avisa su llegada, al verla parada en la puerta, con un vestido amarillo que termina encima de su rodilla, los labios rojos y el cabello recogido dejando a la vista su largo cuello, se da cuenta que ese encuentro va a ser más apasionante de lo que pudo imaginar... 

Sin perder tiempo, pero sin prisa aprovechan la cama de la habitación para dar curso final a este encuentro. Antes de empezar los manejos íntimos, ambos se miran fijamente a los ojos y se dan un apasionado beso –como si fuera el último o el primero-. Las ropas de ambos caen al piso y ella se recuesta en la cama en la posición conocida como "perrito" apoyando sus brazos y cabeza sobre una almohada, de tal forma que Arthur tenía una excelente vista de su ser y de su culo, pero primero los labios y lengua de él recorren la cara interna de los muslos de la chica, buscando el vértice inferior de sus labios mayores, ya estando allí con la punta de la lengua, juguetea con la entrada de su sexo, mientras sus manos aprietan los glúteos de la fémina de forma trémula, luego de unos 3 minutos hace leves mordiscos de sus nalgas a la vez que lubrica su culo con la lengua. Sus dedos índice y corazón entran juntos a la vagina húmeda y tibia de Mayeya, en busca de su centro de placer, una vez localizado y confirmado por sus gemidos, su tarea es hacer estallar su ser; por otro lado, el miembro erecto y duro se posa entre las nalgas de ella y empieza un meneo cual "paja rusa", su pene y dedos se sincronizan en un movimiento alterno de adelante-atrás, lo cual da la sensación de ser uno solo de forma continua, el resultado es gemidos fuertes de Mayeya, sabanas apretujadas por sus manos y una porción de esperma tibia en la base de su espalda, mientras el cuerpo de Arthur se contrae en una implosión de placer...

(9,21)