Nuevos relatos publicados: 0

Paulina, historias de una adicta al sexo 1

  • 4
  • 13.802
  • 9,25 (40 Val.)
  • 0

Hace años que note que los hombres no dejaban de verme, para la mayoría de las mujeres, esto les es incómodo y hasta ofensivo, pero a mí me encanta, más cuando me tocan sin que me dé cuenta, cuando me acercan sus vergas en el camión, cuando algún viejo me mira las tetas o cuando me gritan obscenidades, solo deseo que me tomen en ese instante, todo esto se desato en mi cuando tenía una semana de recién cumplir 18 años.

Era una noche como cualquier otra, regresaba de la casa de una amiga, vestía bastante sexy ya que su hermano me gusta y lo quería dejar boquiabierto, una blusa con un tremendo escote, a mis 18 los senos estaban muy firmes y soy copa 36C, una mini falda que era casi como un cinturón, estaba cerca de mi hogar así que camine, pero nunca imagine lo que pasaría.

Pasaba por un parque, faltaban unas pocas cuadras para mi casa, estaba en mis asuntos por lo que no note a un grupo de chicos, estaban observándome en las sombras, corrieron hacia mí, eran 6, vestían como chopos, eran todos delgados excepto uno que pesaba unos 100 kilos o más, me empezaron a decir lo deliciosa que me veía, lo que me harían, pensaba solo en llegar a casa pero una parte de mi quería que me tomaran, a esa edad no era virgen pero tampoco estaba experimentada, cuando les dije que me dejaran tranquila, el más gordo me sujeto por la espalda y me arrastraron a una casa abandonada, me tocaban todos al mismo tiempo, al tratar de zafarme me golpearon en el estómago, y con una navaja me dijeron que cooperara ya que se divertirían mucho conmigo esa noche, sabía que no sería la misma jamás.

Con la navaja rasgaron mi ropa, al sacarme el brassier el gordo me sacudía para que los demás vieran mis tetas bailar, me las apretaban, tiraban mis pezones, los lamían mientras que me seguían desvistiendo, varias manos tocaban mi vagina y mis nalgas, metían sus dedos en mis dos hoyos, me besaban, lo que más me inquietaba era que quería más, el gordo saco su verga, no era larga pero si muy gruesa, me arrodillo frente a él y me hizo devorar su miembro, no me dejaba respirar, cuando sentía que me desmayaba me saco la verga de la boca para correrse en mi cara, al sentir su caliente semen caer en mi cara y en mis tetas casi me vengo, de inmediato otro me hizo tragar su verga, esta si era larga, me la metía tan adentro que me follo hasta la garganta, así todos me obligaron a mamárselas y tragar su leche.

No me dejaron descansar y me pasaron a un colchón viejo que apestaba a orines y a otros fluidos, me percate que no era la primera que tenían para ellos por la cantidad de panties que vi en el piso, me abrieron de tal modo que mi sexo quedaba a su merced, los dos con las vergas más largas me comenzaron a coger al mismo tiempo, uno mis tetas las cuales me apretaba y cogía con fuerza, otro mi coño, todavía recuerdo sentir ese miembro destrozar mi coñito, el maldito gordo me abrió las nalgas y forzando su verga gruesa me rompió el culo, el dolor solo era superado por el placer, sentía que moriría por la tremenda cogida que recibía, uno más me metió su verga en la boca, otro tomo una de mis manos y me obligo a pajearlo, y hasta agarraron mis pies para masturbarse, sentía como los abundantes chorros de semen bañaban mi cuerpo, era como si me bautizaran para ser una puta insaciable, cada uno gozo de mis hoyos, viniéndose dentro de mi o en cualquier parte de mi ser, al final me bañaron con sus orines calientes, estaba destrozada y muy feliz en el fondo, me tomaron fotos y me dijeron que se las mostrarían a todo el mundo si no volvía cada semana, a la misma noche para hacerme lo mismo, con miedo acepte y cada semana durante 6 meses fui su puta, me amarraban, me sodomizaban e incluso cobraban para que me cogieran, hasta que la policía los atrapo por otras chicas que también usaban, nunca fui la misma, era una chica inocente y ahora soy toda una ramera y me encanta, esta historia es mi nacimiento como ramera y créanme les contare más.

(9,25)