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Violada

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En cuanto giré la llave me di cuenta de mi error. Sin embargo no pude hacer nada, un violento empujón me lanzó contra la puerta del comedor, mientras dos hombres se abalanzaban sobre mí. No pude hacer nada y en un instante me habían atado las manos a la espalda.

Oí ruido en las escaleras y grité a Alicia que no bajase, que se escondiese, que hiciera lo que sea. Pero era inútil, la única salida de la casa estaba bloqueada por esos dos tipos que habían cerrado la puerta con llave.

- Vamos, me dijeron, que nos vamos a divertir.

- No tenemos dinero, si es lo que buscáis.

- Venga pimpollo. Sabes de sobra lo que buscamos. Queremos hembra y arriba la tenemos. Vamos a ver cómo está el mercado hoy.

Me empujaron escaleras arriba. Cuando llegamos a la planta alta, otros dos hombres tenían sujeta a Alicia que me miraba con desesperación.

- Tranquila mi amor, no va a pasar nada, le dije.

Ella tenía puestas unas medias negras, con unas bragas de encaje y una liviana blusa que dejaban intuir rápidamente el vaivén de sus tetas. Los tacones, su cara pintada, le daban un aspecto tremendamente excitante. A veces hacíamos estas pequeñas fiestas particulares, ella se vestía para mí con ropa sexy, bailábamos, jugábamos y terminábamos haciendo el amor como dos animales en celo.

Cuando el que parecía el jefecillo la vio, dijo:

- Joder, que bien, si parece que nos estabas esperando. Así me gusta, que te vistas de zorra para nosotros.

Y cogiéndola por la cintura apretó su paquete contra el culo de Alicia. Ella se giró y le dio una bofetada en la cara a la vez que yo gritaba, - déjala en paz cacho cabrón. Intenté lanzarme contra él, pero dos de ellos se lanzaron contra mí, tirándome al suelo y empezando a propinarme un sinfín de golpes, de los que sólo me pude defender encogiéndome sobre mí mismo.

- Dejadlo ya, que lo vais a matar. Quiero que vea cómo nos follamos a su mujer. A ver si aprende cómo se da placer a una jaca como esta.

Se volvió a acercar a ella y comenzó a manosearla, el culo, la tripa, las tetas. Ella se resistía, pero la fuerza de ese hombre era tremenda, además el cuarto tipo, que hasta ese momento se había mantenido al margen se acercó a Alicia y la sujetó los brazos en la espalda, de manera que poco podía hacer.

Los otros dos me cogieron del suelo y me ataron a la barandilla de la escalera, de manera que pudiese ver bien todo el espectáculo. Me dolía todo el cuerpo y apenas si pude gemir cuando apretaron con fuerza las muñecas con esa cuerda que me estaba destrozando.

Los cuatro comenzaron a manosear a Alicia, a chuparla, a meterla la lengua en la boca. Cuanto Alicia más se resistía, más fieros se ponían ellos. Parecía que, en esa ceremonia de la violencia, su excitación aumentaba a la par que ella trataba de defenderse. La polla de uno de ellos empezó a buscar el coño de Alicia, mientras los otros la sujetaban sobre la mesa. La penetró de dos empujones y los gritos de Alicia fueron acallados por otra polla que se metió en su boca. Con varios movimientos violentos se corrió de modo inmediato sobre su cara. Las lágrimas, mezcladas con el semen y el rímel de ojos le daban un aspecto realmente grotesco.

Los otros dos individuos no paraban de manosear, pellizcar y chupar sus tetas esperando su turno. Entonces, los gemidos de animal salvaje del que la estaba follando, se convirtieron en gritos para sacar su polla del coño de Alicia y correrse encima de su cuerpo.

Sin dejar que pasara ni un minuto, la tumbaron encima del que tenía el pelo más oscuro, que ya estaba esperando con su polla dispuesta a perforarla de nuevo. Alicia ya no oponía ninguna resistencia, mientras que yo me debatía entre la desesperación y la impotencia más absoluta.

Los movimientos de Alicia se hicieron más lentos sobre su obligada cabalgadura, porque en aquel momento uno de ellos se acercó por detrás, ensalivó sus dedos comenzó a frotar su ano. Alicia se revolvió, pero de nuevo la volvieron a sujetar con fuerza. Los dedos de aquel individuo ya entraban en el culo de Alicia, cuando escupió con fuerza sobre su polla, que se acercó a la entrada del ano despacio. Mientras la penetraba Alicia gritó, me duele, me haces daño animal. Mejor, respondió él, eso es lo que más me gusta, ya verás cómo terminas pidiéndome que te folle como a una perra. Y siguió empujando su polla contra el culo de Alicia, que acabó por moverse acompasando los movimientos de los dos miembros que la estaban penetrando.

Por un momento me pareció creer que había en aquello algo de excitante, que Alicia, dentro del dolor y la vergüenza parecía estar disfrutar de todo eso. No sabía muy bien que pensar, ni que sentir, sobre todo porque noté como mi polla estaba completamente tiesa viendo como cuatro desconocidos se follaban a la fuerza a mi mujer.

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