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Pasión de Mundial (Capítulo 6)

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Nos dirigimos la palabra lo justo durante toda la tarde. Ni una sola mención a lo que había ocurrido durante la comida, pero con la tensión siempre presente, y no la sexual. Le veía muy sonriente cuando hablaba con algunas administrativas, como coqueteando con ellas y dejándose halagar. Ellas debían pensar que era mi hermano pequeño, por lo que se deshacían en halagos y le dedicaban cariños y guiños maternales. Él era siempre así. Sociable por naturaleza, hablaba con todo el mundo como si tuviera la confianza ganada por años de relación, aunque fueran pocos los minutos que hubieran pasado desde que se conocían.

Me dediqué a lo mío, y por fin tuve la visión final de la operación. Llamé a Javi, le pedí que me hiciera una fotocopia de un cuaderno contable, y sin más, lo volvimos a colocar una vez que estuvo copiado y en mi poder. Le indiqué que me hiciera un par de fotocopias más de los primeros libros de registro que encontré, sólo por joderle. Bueno, no sólo por joderle, sino también para despistar al personal, ya que no había dado mayor importancia de cara al exterior al cuaderno que había fotocopiado al inicio Javi, pero las cuentas que en él había eran, cuanto menos, llamativas, y por supuesto, cuadradas de forma irregular. Tenía en mis manos la llave para abrir la puerta, ya que nada más verla la había cogido. Punto positivo para mí.

A las 7 de la tarde nos despedimos de la gente y nos dirigimos al hotel, donde nada más llegar, le indiqué a Javi que nos quedaríamos en el saloncito revisando un cuaderno fotocopiado. Javi dejó las bolsas que portaba (una de una tienda de ropa para jóvenes y otra de una marca un poco más apañada) en la otra habitación, donde el conductor del coche había llevado la ropa que había recogido de Charme y me había traído al hotel, y me siguió al saloncito. Nos sentamos en un sillón cada uno y desperdigué varias hojas por encima de la mesa, a modo de mantel. Le explicaba a Javi, o más bien repasaba en voz alta, dónde y de qué cuantía eran las partidas que debían estar alteradas.

  Mira Javi, ¿ves esta anotación? – dije por fin sonriendo y señalándole una línea de gasto de 50.000 euros aproximadamente.

  Sí, "Perfect Unit Tom Allback-Swayer, S.A.- Cargo por almacenaje y custodia de valores" – leyó sin complicaciones y sin caer en la cuenta - ¿Qué hay de especial?.

  Perfect Unit Tom Allback-Swayer, S.A. fue un proyecto ficticio que inventé una noche de juerga con un amigo de la universidad, y que él llevó a cabo bajo mi asesoría, y con un éxito que no nos esperábamos.

  Ah sí…¿y qué? – me cuestionó levantando una ceja no comprendiendo el porqué de tal misterio.

  Pues que cuentes los cargos que les pasan de manera mensual – dije queriendo alargar más la intriga.

  Pues la verdad es que bastantes… - dijo después de sumar mentalmente durante un rato – deben ser aproximadamente 190.000 euros en el mes de agosto…120.000 en septiembre…80.000 en octubre…210.000 euros en noviembre…

  Déjalo ya. Son casi dos millones al año, ¿verdad?.

  Sí, más o menos por ahí andará.

  Pues dos millones de euros al año en putas.

  ¡No jodas!, ¿y cómo lo sabes?.

  P.U.T.A.S., S.A. – afirmé orgulloso con una amplia sonrisa.

  ¡Coño!, es un acrónimo – vio la luz finalmente.

  Eso es. Voy a llamar a mi amigo Tom para que me de más información…

La casualidad había querido que el pobre infeliz del dueño de la Sociedad 47 fuera un putero redomado, y que además, le fueran las putas de lujo. Y para más casualidad, el pobre había ido a gastarse el dinero de la empresa en la sociedad que creó mi amigo Tom a raíz de la coña de que las iniciales de su nombre y apellido era la mitad de la palabra putas. Me había propuesto ir a medias, ser socios, pero me vi teniendo que dar demasiadas explicaciones a Sofía, y finalmente decidí rechazar su oferta. Moralidad.

A las 8 ya sabía quienes eran su putas preferidas, que le iba la dominación y el marraneo en general. Ahora sólo me quedaba plantearme cómo haría la operación, si vía chantaje moral, o si vía "economista razón en mano – no te puedes gastar el dinero de la empresa en putas". Un poco de las dos sería ideal.

Estaba realmente exultante. Aún no había cerrado la operación, pero me veía volviendo a Madrid con la propiedad de la Sociedad 47 a un precio de chiste. ¡Tenía que celebrarlo!, y Javi estaba muy a mano...

Le cogí de la mano y le llevé hasta la cama. Hoy sería yo quien llevara la voz cantante. Comencé a besarle de manera apasionada sin que él mostrara mayor resistencia. Se ve que con la intriga y el rato en el salón se le había pasado el mosqueo conmigo. Mejor, así no tendría que trabajarme el polvo. Suena muy fuerte decirlo así y luego quizá me arrepienta, pero cuanto estoy en modo shark financiero activado, no soy capaz de desactivarlo tan fácilmente.

Desde que habíamos salido de la tienda mi visión hacia Javi había cambiado. Me había llevado yo sólo al engaño de que era más adulto, su polla me mandaba señales equivocadas. He de reconocer que me excitaba mucho con su cuerpo, pero le veía demasiado niño como para plantearse en ningún caso complicarme la existencia. Este sería uno de nuestros últimos polvos.

  Servicio de habitaciones – nos sorprendieron al llamar a la puerta.

  Coño...- susurré arreglándome un poco la ropa, ya que al menos no nos habíamos despojado ni siquiera de los zapatos. Javi fue a abrirlos y se encaminó hacia la otra habitación, disimulando. Yo salí para ver qué querían.

Les traemos la cena – se metieron en nuestro cuarto – y el mensaje de Doña Pira Tiniz de que desea que sea de su completo agrado – dijo señalando un jarrón con muchas flores de colores llamativos.

  Ehmmmm… ¿gracias? – dije extrañado de que la mujer del dueño de la Sociedad 47 nos enviara la cena y unas flores.

  Se la serviremos en la terraza, usted quédese tranquilo si quiere en el salón, que ya salimos por la puerta de la habitación – y se adentraron en mi habitación casi sin dejarme decir nada.

Fui al salón y me puse a revisar por última vez los papeles de la operación. Por 9 millones la tenía, punto final. Me encendí un cigarro mientras miraba de reojo cómo servían la comida en la terraza. Las ostras tenían muy buena pinta, y las almejas a la marinera también, por no decir de las navajas o la langosta. Pusieron los cubreplatos en todos ellos, trasparentes en los alimentos fríos y de plata en los calientes. Uno de ellos cogió el jarrón y miró al otro preguntándole dónde ponerlo. Ambos se encogieron de hombros, y decidieron llevarlo de vuelta a través de la habitación, donde lo debieron dejar, ya que cuando vinieron a indicarme que ya estaba lista la cena no lo portaban.

Avisé a Javi y comenzamos a cenar. La mariscada estaba muy buena, y el Albariño que la regaba tenía un gusto al principio un poco raro. Olía como picante, pero se fue pasando según fuimos comiendo.

En una hora habíamos dado cuenta de la comida, y mire a Javi, que se había puesto perdido con los percebes…

  Una ducha para quitarnos el olor – intenté sonar lo más picantón que pudiera.

Me parece perfecto – me miró insinuante mientras repasaba tímidamente sus labios con su lengua, para finalmente morderse ligeramente un lateral.

Nos fuimos al baño, encendí el grifo y puse el tapón de la bañera. Cuando me incorporé Javi se me lanzó al cuello y comenzó a despojarme de la camisa. Botón a botón fue bajando hasta desabrocharla por completo mientras su boca exploraba mi cuello. Lentamente, sus manos iban abriendo camino a su boca en la exploración hacia mi vientre y más abajo. Besándome de manera inquieta los abdominales, que estaban ligeramente marcados, no mucho, pero sí marcados, mientras con sus manos quitaba la hebilla del cinturón y comenzaba a desabrochar mis pantalones. Cuando estaba en mitad de la operación, con los pantalones abiertos y a punto de caerse, le levanté de los hombros, comí con ansias su boca, y le aparté para quitarle el polo que le había comprado por la mañana. Completamente despeinado, con los labios enrojecidos por los besos, y sus antaño pálidas mejillas, ahora teñidas por el rubor de la excitación, completaba un cuadro que daba infarto.

Javi tenía una cara como anhelante, estaba nervioso y hasta se le notaba compungido de lo excitado que estaba. Se quitó los náuticos con los pies, pisándose uno y después otro apoyando su mano en mi pecho. Acto seguido, se desabrochó los pantalones y se los bajó junto a los boxers, quedando únicamente con los calcetines. La bañera seguía llenándose mientras yo me senté en el retrete tras bajarme los pantalones para quitarme los zapatos y los calcetines. Me levanté cuando ya se había quitado Javi los calcetines y estaba metiéndose en la bañera con la polla completamente empalmada. Me apresuré a quitarme los pantalones y los calzoncillos, y me uní a él.

La bañera con hidromasaje era bastante grande, cabíamos los dos tumbados en ella con amplitud. Javi se tumbó boca arriba y cerró el grifo que llenaba de agua con un pie. Yo me puse a cuatro patas y comencé a hacerle una salvaje mamada. Cada vez se me hacía más fácil realizar este acto. Subía y bajaba sobre su hinchada polla con mi lengua, llegando cuando la recorría hasta sus huevos, con los que me detuve durante un rato a olerlos y lamerlos. El olor de Javi era muy peculiar, pues se podría llegar a decir que olía a bebé mezclado con el aroma propio de un hombre. Y es que él era la viva imagen del camino de transición entre la niñez y la vida adulta. Inmaduro en algunos aspectos, pero en los órganos sexuales y los conocimientos sobre los mismos un verdadero maestro.

Me cogió la cabeza con las manos y me hizo subir hasta sus labios. Nos perdimos en un beso apasionado durante un rato. El agua apenas nos cubría nada, parecía que estábamos tumbados en un charco.

  Me haces daño, pesas mucho – me dijo Javi tras un rato, y era verdad, yo mido más de 1’85 y peso 75 kilos, mientras que el debe rondar el 1’72 y los 55 o 56 kilos.

  Perdona, vamos a mojarnos para limpiarnos y salimos a la cama.

  Mejor – dijo Javi recuperando la sonrisa.

Agarré la alcachofa de la ducha y le enchufé a Javi con ella. Cuando le tuve completamente mojado y riéndose por la impresión, cogí jabón con mis manos y comencé a enjabonarlo concienzudamente. Cuando llegué a su trasero, un par de dedos quisieron hacer una incursión en su agujero, pero me detuvo diciéndome que no, que luego le escocería. Seguí con mi labor por sus huevos y su aún dura polla. Cuando terminé le aclaré y me preparé para que me hiciera lo mismo. Antes de comenzar a enjabonarme, y una vez que ya me tenía completamente mojado, se bajó hasta mi polla para metérsela en la boca con maestría. Sus manos en mi culo acompasaban el ritmo que estaba marcando con la mamada. Yo estaba en la gloria, eufórico, no quería que se detuviera pero necesitaba que llegáramos a la cama para continuar. Estaba de un cachondo extremo. Necesitaba más. Javi lo entendió y comenzó a enjabonarme rápidamente mientras yo mismo me lavaba el pelo, queríamos llegar ya a la cama, lo necesitábamos.

Salimos de la ducha una vez aclarados, y tras un breve secado con caricias, besos, y breves mamadas de por medio, vi a Javi salir disparado en dirección a la otra habitación, para coger algo, y estar de vuelta inmediatamente en la habitación en el tiempo que me había dado a terminar de secarme. Dejó un bote en la mesilla y me llamó a la cama con unas palmadas sobre la misma.

  ¿Qué has traído? – dije mientras me acercaba a la cama y gateaba hasta donde él se encontraba tumbado con las piernas abiertas y esperando que llegara hasta él.

  Luego lo descubrirás – contestó justo cuando mi boca atrapaba su polla.

Estuvimos en esa postura hasta que Javi me avisó de que estaba a punto de correrse, retirándose de mi alcance, pues no quería terminar tan pronto. Me tumbó boca arriba en la cama, y comenzó a comerme la polla de manera magistral. Subía y bajaba la cabeza de forma que la visión que tenía ante mí hacía que no respondiera de mis actos.

En un momento de pausa, cogió el bote que había traído y en ese momento caí en la cuenta de lo que era. Lubricante. Con los dedos empapados con el gel, dudé un momento cuál sería el culo del destinatario, si el suyo o el mío. Yo era virgen anal de forma más que absoluta: sólo salida ponía en el cartel imaginario que indicaba el sentido del túnel.

  Javi – dije con sus dedos a escasos milímetros de mi entrada, ya que, en efecto, era yo el que se suponía que iba a ser penetrado – no sé si esto es una buena idea…

  Dime que no lo deseas… - dijo introduciendo un dedo dentro de mí, con el consiguiente sobresalto en todo mi organismo. La electricidad en mi interior volvía a hacer su entrada en escena.

Mmm… - no era capaz de decir otra cosa que incoherentes gemidos. De hecho no era capaz de pensar ni siquiera con claridad. Ahora, toda mi vida se resumía en ser penetrado por Javi y su inmenso pollón.

  Dani, estoy demasiado cachondo… - dijo añadiendo un segundo dedo al interior de mi organismo, que sorprendentemente lo recibió de manera cálida y ansiosa.

No me dolía en absoluto. No sabía si era a causa del lubricante o qué era lo que pasaba, pues los dolores que había oído que acompañaban al sexo anal en general no los sentía. Sólo sentía placer. De hecho, el roce con las sábanas era de lo más placentero…todo en mi ser era placer.

Javi añadió un poco más de lubricación a sus manos, y añadió un tercer dedo a la penetración. Mi cuerpo se movía sólo por el placer. En un momento que no sé muy bien describir, le paré el brazo de la mano con la que me estaba penetrando para decirle que me follara. Sí, era lo que más deseaba y creo que estaba a punto de llorar si el niño no me llenaba con su polla inmediatamente.

Con un chorreo abundante en su polla, sudando ambos, y con la cara absolutamente enrojecida, Javi dirigió su potente herramienta a mi ano, que parecía estar preparado para entrar en una nueva era.

  Va – fue lo único que acertó a decir.

Los siguientes segundos fueron extraños. El dolor quería hacer acto de aparición, pero el placer, y la maestría que Javi tenía en el dominio de su herramienta hicieron que pronto estuviéramos inmersos en la mejor follada de mi vida, y eso que era yo el que estaba siendo follado. De manera absurda su polla estaba casi alojada por completo en mi interior, y como yo estaba boca arriba, con las piernas abiertas y un menor empujando hacia mi interior entre ellas, tenía una visión privilegiada.

Mi polla estaba a reventar, y Javi de vez en cuando se acordaba de ella, y le dedicaba unos cariños, como no queriendo hacerla sentir mal por no estar participando hoy de la fiesta, pero es que los verdaderos protagonistas eran una pálida cabezona de 23 centímetros y un botón que en este momento se encontraba recibiendo la mejor visita de su vida.

Estuve en el cielo cerca de media hora, recibiendo en esa postura primero, y luego yo subido encima de él, con lo que los centímetros que se introducían en mí eran más. Finalmente, y por primera vez en mi vida, noté una humedad nueva en el interior de las paredes de mi intestino, acompañando a la salida con unos gemidos de satisfacción y unas convulsiones. Ahora todo tomaba sentido. Se había corrido y la función había llegado a su fin. Cuando fui a echar mano de la gran olvidada de la noche, me sorprendí de verla en estado lamentable, pues estaba flácida y con la punta manchada de semen, que debía haber escupido sin darme cuenta. Miré al pecho de Javi y vi que estaba lleno de semen. ¿Me había corrido sin darme cuenta y sin ni siquiera tocarme?.

Javi, por su parte, se incorporó lo que pudo y me besó con gratitud en la barbilla. Me bajé de encima de él, y lentamente, como sin ser yo quien manejaba mi cuerpo, tumbé a su lado. Y así, abrazados y sucios de sexo a más no poder, nos quedamos dormidos hasta que sonó el teléfono despertador a las 7 de la mañana.

Una resaca tremenda me invadía, como si me hubiera tomado 5 o 6 copas en un garito de mala muerte donde sólo sirven garrafón y al día siguiente quieres tirarte por la primera ventana abierta que encuentres para morir en la primera acera que caigas, así te desnuques y mueras acabando con tu sufrimiento.

Me sentía fatal, y me acordé de la cena. Ahora me daba asco todo lo que habíamos comido la noche anterior. A Javi también le había sentado mal la cena, y según se levantó, se encerró en el baño de la otra habitación. Salió con cara de haber vomitado hasta el estómago. Le cogí de las manos y le besé en la frente para ver si tenía fiebre, como hacía mi madre. No parecía tener, así que le dije que mejor nos ducháramos y que se quedara si quería en la habitación del hotel mientras yo preparaba la reunión con el dueño para el día siguiente.

Cuando levanté la pierna para meterme en la bañera a ducharme, sentí un puntazo de dolor en el culo. Como si me hubieran clavado una aguja en ese momento, me llevé la mano de inmediato al epicentro del dolor, para ver si tenía algo… pero no lo tenía. Fue entonces cuando empecé a tener flashazos de lo ocurrido en la cama la noche anterior. Sabía que había disfrutado mucho, pero no me acordaba bien de cómo. Cuando retiré la mano del culo me di cuenta que no tenía nada, absolutamente nada en el. Ni virginidad. Miré inmediatamente a Javi, que me miraba desde la puerta con mala cara, pero más pálido aún si cabe cuando vio que me llevaba la mano al culo.

  ¿Estás bien? – me preguntó preocupado.

  Si seguimos así alguna vez tenía que ser la primera… - decidí no dramatizar, ya que, al fin y al cabo, su culo ya había alojado mi polla en varias ocasiones, y esto tarde o temprano tenía que pasar – vamos a ducharnos, venga.

Javi sonrió levantando únicamente una parte de la boca, satisfecho con mi reacción, y se centró en asearse para que bajáramos a tomar algo en el desayuno, y luego una aspirina o calmante del dolor.

Ese día preparé la reunión que tendríamos al día siguiente en la sede central de la Sociedad 47, no en la oficina del puerto, y en cuanto hube determinado todos los detalles, y ultimado algunos papeles y cuadres de cifras, me volví a la habitación del hotel.

Cuando llegué, sobre el mediodía, Javi aún estaba acostado, pero se ve que ya habían hecho la habitación, pues estaba tumbado sobre la propia cama hecha. Me tumbé a su lado y pasamos el resto del día sin hacer nada. De vez en cuando me levantaba al salón, preparaba algo de la reunión, pero inmediatamente me volvía con Javi a la cama a ver la tele.

No teníamos cuerpo para sexo. Debíamos haber cogido un virus, o alguna ostra de las que nos trajeron no debía estar del todo limpia. Ese día, comimos arroz blanco, y para cenar una manzana. Dentro de lo que cabe, nos lo pasamos más o menos bien, teniendo en cuenta la situación, pero estábamos juntos en esto, y entre uno y otro lo superamos. Finalmente, nos quedamos dormidos cerca de la una de la mañana, tras haber visto la cuarta película del día. Eso sí, llegaría a la reunión del día siguiente la mar de descansado, pues apenas había estado de pie desde que pise la habitación.

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