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Fantasía cumplida

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Mi mujer es chaparrita, pero de un cuerpo bien formado y muy sexi, unas nalgas redondas y muy bonitas, atrae las miradas lujuriosas de los hombres y envidiosas de las mujeres, sobre todo porque las sabe lucir y viste siempre entallada para que resalten. Sus pechos son también muy atractivos, grandes y muy acariciables, aunque el escote sea discreto se le ven maravillosos. Siempre llama la atención y más porque sabe destacar su figura y ponerse la ropa adecuada para lucirla.

Es sensual por naturaleza y le encanta el sexo, pero se da su lugar, es selectiva y en público juega el papel de recatada. A pesar de que ya anda en los 40, muchos jóvenes la asedian, hombres mayores también, y ella se da el lujo de jugar con los que le gustan.

Hace algunos años, platicamos de fantasías y sexo abierto y salió a relucir la posibilidad de un trío. Se excitó, pero luego dijo que no, que eso no le parecía porque podría ser peligroso. Después seguimos platicando la posibilidad, pero siempre terminaba evadiendo el tomar una decisión.

Teníamos un amigo y una vez me dijo que si con él podríamos intentar el trio, confesando que lo que le llamaba la atención era una doble penetración. Una noche coincidimos con en un lugar donde estábamos solos los 3 y de repente vi que ella hacía movimientos como para llamar su atención, dejándole ver el nacimiento de sus pechos, hablándole con cierta picardía y buscando el modo de ponerle a la vista su trasero en todo su esplendor.

Yo me quedé sorprendido un poco porque no esperaba que de repente se decidiera. Ella enfocó la plática hacía cuestiones picaras y de sexo, hablando a veces en doble sentido pero sin descararse mucho, dejando un orilla para retirarse si veía que nuestro amigo no tomaba bien las cosas y hacer pasar todo como un juego atrevido pero sin llegar a más.

El amigo comenzó a aceptar que tenía algunas fantasías y que tenía ganas de hacerlas realidad. Más con alguien, dijo, que como ella estaba tan buena, se trató entonces lo del trío y el amigo dijo que ese era un sueño suyo pero que su mujer lo paró en seco las veces en que quiso hablar de algo así.

Mi mujer se veía muy excitada y yo también, excitado por la posibilidad de hacer algo así y también por la reacción que pudiera tener al tener que dejar a mi mujer coger con otro. No es lo mismo fantasear que hacer las cosas realidad y ese momento en que debe pasarse de la imaginación a los hechos se vuelve bastante contradictorio y lleno de emociones muy fuertes.

Nos fuimos rápido para la casa de nosotros, y al llegar ella se tomó una copa de tequila, la necesito, dijo, y luego empezó a acercarse a mi amigo en una actitud de que se aventaba y no. Le dijo que no fuera a pensar mal, que era la primera vez que hacíamos algo así y que le jurara absoluta discreción.

Como yo veía que no se decidía y había venido directo de mi trabajo a la reunión en que estuvimos, me sentía sudado y cansado y quería refrescarme. Decidí entrar a tomar un baño, para dar también tiempo a que solos hicieran confianza y se animaran. No me tarde gran cosa, el corazón me latía por la excitación y pensé que al salir todavía estarían entre el sí y el no pero ya más decididos a aventarse.

Cual sería mi sorpresa que ya estaban sobre una colchoneta que colocaron en la sala, ella con las piernas abiertas y levantadas sobre los hombros de nuestro amigo, gimiendo y pidiendo más y más, mientras él bombeaba con fuerza dejándole ir la verga hasta adentro, en un entrar y salir que la hacía decir: así, así, así, más, más, más.

Cuando sintieron mi presencia, él como que se detuvo momentáneamente, tal vez temiendo alguna reacción mía adversa, pero ella se le pegó y le exigió síguele, síguele, métemela toda, no te detengas.

Mi excitación fue mayúscula. Ella estiró la mano para hacerme señas de que me acercara y mientras se la seguía dejando ir, ella me agarró la verga y me jaló para que se la pusiera cerca de la boca, me dio una mamada sabrosa, como nunca. El amigo terminó y ella también, pero quiso que enseguida se la metiera yo, mientras al amigo se la mamaba ahora para que se le volviera a parar. Enseguida le puso la verga otra vez bien dura y le dijo ahora acuéstate tú, que yo me voy a subir para sentirla toda adentro. Me hizo una seña y un guiño, que yo entendí de inmediato, en esa posición su trasero quedaría expuesto y yo podría buscar la penetración anal, para que sintiera ello lo que quería, tener dos vergas adentro haciéndola sentir placeres insospechados.

Así lo hice y aunque el anal siempre lo había rechazado, en esa ocasión estaba tan excitada y tal vez relajada que le entró mi pene sin dificultades y con mucha facilidad.

Disfrutamos de lo lindo, bastante sexo y ella, como dijo, quedo bien cogida y por todos lados. Nuestro amigo se fue y nos quedamos solos, ella a veces diciendo que tal vez no estuvo bien que llegáramos eso, pero luego se acordaba de lo que gozó, diciendo que aun sentía latidos en su panochita y en su culito, así como el sabor de las vergas en la boca y decía entonces que había valido la pena y que hasta debíamos buscar repetirlo.

Nos dormimos un rato y al despertar, cogimos como nunca, muy excitados porque habíamos vivido emociones fuertes y compartidas por los dos, sin engaños y dándonos una muestra de amor al permitirnos que cada uno viviera su fantasía. Fue para darte gusto, me dijo. Lo mismo te digo yo, le dije: “lo que quería era que tu gozaras y sintieras lo que querías sentir”.

Después hicimos otras cosas y al final de cuentas mi mujer me dijo que gracias a mi se ha atrevido a sacar la puta que toda mujer lleva dentro. La pasamos muy bien, y ella sigue tan buena como cuando la conocí.

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