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La fantástica fantasía de mi amigo Arturo

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Todos se han ido en la oficina excepto tú, que estás muy excitado porque la nueva secretaria de opulentas formas anatómicas y ajustado uniforme, volteó a verte y se despidió de ti con un guiño de ojos y una sonrisa prometedora. Te metes al internet buscando relatos eróticos y encuentras en mi perfil uno que te encantó, pues sabes que aprendí a hacer gozar a los machos con mi culo y tú nunca has incrustado tu garrote entre nalgas voraces como las mías. Me piensas tanto que poco a poco mi imagen toma forma justo sentada en tu escritorio con las piernas cruzadas y enseñando muy cerca de ti mi suave piel bajo aquella minifalda ajustada que usó ese día la nueva secretaria.

Observas extasiado mis curvas y subes tu mirada siguiendo mi contorno hasta detenerte en mis ojos profundamente azules cargados de libido contenida; tu pene crece demasiado y tu pantalón ya no lo puede contener ahí sentado, entonces te levantas y me llamas por el nombre de tu secre... Irina; si, ahora soy Irina y me regresé a cumplir tus deseos que tengas para mí; soy completamente tuya y solo me iré hasta que hayas saciado todos tus bajos instintos en mí.

Me pides que me siente en tu silla, y tú bajas tu pantalón y tus calzoncillos dejando ver un garrote que se eleva hacia el cielo... ¡esta es una erección en toda la palabra! Tomo el fierro con una mano y lo bajo con algo de resistencia porque está durísimo e inicio con besos apenas rosando la piel de tu glande, rosado y brillante de tan hinchado; te recargas en el escritorio y dejas caer tu ropa, enseñando unos huevos gordos, seguramente cargados de leche especialmente elaborada para mí. Con mi mano libre los acaricio mientras sigo el juego de besar tu pene con besos cada vez más apasionados y ensalivados... oigo tus primeros gemidos de satisfacción, paso mi lengua por todo tu garrote y mis babas se confunden con las gotitas de agüita que empiezan a salir de la boca de tu glande. A estas alturas ya tengo hambre de verga y la tuya es un hermoso plátano macho, sabroso y nutritivo, lo veo con lujuria y lo engullo vorazmente, lo mamo, lo muerdo, lo paseo por entre mis dientes, lo obligo a que me acaricie las partes más profundas de mi garganta... se oyen guturales sonidos de la tuya y me imagino tu cara distorsionada con la boca abierta y tus párpados temblando mirando al cielo. 

Saco tu verga y bajo a chupar tus huevos metiendo a ratos mi lengua bajo ellos casi llegando a tu ano, abres tus piernas y llego más lejos; resuellas y tu boca se reseca, me apartas la cabeza con tus manos pues sientes que viene un orgasmo y no lo deseas aún. Veo tu verga palpitar sacudiéndose violentamente aguantando la salida del semen. Tomas una botella de agua y le das un trago largo, luego bañas tu garrote con el resto del agua para bajar tus ansias.

Me tomas de los hombros y me levantas, me quitas blusa y brasier y mis tetas crecen, se hinchan como melones para que las desees y sí, me embistes con chupadas, lengüetadas, mordiscos... mis pezones grandes y duros son una tentación que hechiza y te roba la voluntad; me aprietas por la cintura y no dejas salir mis pezones de tu boca, uno y otro son víctimas de tu voraz sexualidad. Yo acaricio tus cabellos y ronroneo como gatita al tiempo que mi vagina ya ganosa suelta su lubricante porque sabe que pronto recibirá un cilindro de carne dura y caliente. Finalmente, sueltas mis senos y, totalmente despeinado, babeando y con mirada lujuriosa, me pides que baje a mamar de nuevo tu garrote, lo cual hago fascinada, pues es hermosa y muy firme. Me arrodillo y me prendo repitiendo la dosis hasta que de nuevo me separas de tu fierro, ahí hincada y casi rogando, te pido que ya me envergues porque siento un gran hueco en mi vagina y urge ser llenado. 

Me levantas y me desnudas completa, me pides que suba de rodillas y de espaldas a la silla, pensé que me darías por el culo y tomé lubricante de mi coño para embarrármelo en el ano antes de subir a la silla. Me subí y levanté mis enormes nalgas dispuesta a una culeada, pero te acercas y con su miembro paradísimo acaricias mis labios vaginales sin penetrar, te mueves adelante-atrás suavemente y yo desespero, tomo tu garrote con una mano y me lo meto jalándote; creo que ye te tengo pero lo sacas y haces lo mismo, desesperada repito la penetración y muevo mis caderas hacia ti para que entre toda; lo logro pero de nuevo me la sacas, jugando con mi ansiedad. Me bajo de la silla y me vuelvo, tomo tu garrote y me lo ensarto, me cuelgo de tu cuello y me subo a tu tronco, abrazándote con mis piernas, trastabillas y casi caes, afortunadamente nos detuvo el escritorio; ya te tengo y no te voy a soltar, te cabalgo con movimientos violentos gozando cada roce de tu verga dura con la piel de mis adentros, doy gritos enajenados y tu jadeas y me aprietas por la cintura. Entonces me convulsiono y me aferro a ti como leona a su presa... entre rugidos y alaridos de placer, lleno de jugos tu verga y se hace un río por tus piernas hasta el piso. 

Aflojo el cuerpo y me retiras de ti, sentándome en la silla, encuentras otra botella de agua y bañas de nuevo tu garrote que está palpitando al ritmo de tu agitado corazón. Me pides que abra la ventana para refrescar la oficina, ya que la refrigeración fue apagada hace rato; lo hago con los ojos entrecerrados y me sigues, me abrazas por atrás y me pides que separe mis nalgas porque viene la parte final de nuestra fiesta sexual. Aún sin mucha fuerza, te ofrezco mi culo y mis redondas nalgas son perforadas rápidamente, me tomas de los hombros y me dejas caer tu cohete, impulsado por el fuego de la excitación... me quemas, me arde el culo y me duele dulcemente; entre quejidos y suspiros, me llenas de verga el recto, me abrazas y me hablas al oído, soy tu sueño imposible hecho realidad. Abro mis ojos y me doy cuenta que enfrente hay otro edificio y en una ventana hay gente viéndonos; un hombre cincuentón que se masturba sobre el pantalón viendo como me follan por el culo mientras le enseño mis tetas; una mujer joven que también trae uniforme de secretaria, que se acaricia las tetas sobre su blusa mordiéndose el labio inferior con sensualidad... me da igual, esa es tu fantasía y la hago mía.

Tomas mis tetas y empiezas a bombear tu cilindro dentro de mi tubo anal, lenta y cadenciosamente me haces sentir la satisfacción de comprimir y descomprimir mis entrañas; tus metidas y sacadas me causan resuellos y gemidos que suben de volumen con la rapidez que imprimes a tus embestidas, sueltas mis tetas, me aferras fuertemente por las caderas y me taladras con furia... se oyen los ¡splash! de cada golpe remojados con nuestros sudores que ya nos bañan por el exceso de calor que tenemos. Mi gemido ya es uno solo y tus jadeos me hacen imaginar tu boca abierta y expulsando espuma de satisfacción. 

Me llega otro orgasmo, suavecito, relajante; me faltan las fuerzas y me recuesto en el alféizar mientras, ya excitado al máximo explotas dentro de mi entre estertores y alaridos; toda la lava que tu volcán contenía se vació en mis intestinos en una serie de erupciones hirvientes que me acariciaban al ir penetrando y llenando cada pequeño hueco de mis adentros.

Te tiemblan las piernas y me sacas tú ya flácida pero aun crecida verga; te sientas en un banquito cercano, volteamos a ver a nuestros espectadores y vemos que el señor cincuentón le está dando ferozmente a la secretaria en la misma posición que nosotros lo hicimos. 

Volteo a verte con mi cara llena de felicidad y la tuya de satisfacción... nos sonreímos, ya estaba cumplida tu fantasía conmigo y me empiezo a desvanecer de tu vista; se oye un tocar de puerta y preguntas quien es, mientras te vistes rápidamente... "soy Irina", responde una voz cantarina y sensual. Desaparezco totalmente esperando que puedas recargar tu cohete para que a tu secretaria también la puedas llevar a la luna de placer como lo hiciste conmigo.

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