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Biberón para dos amigas. Entre las dos hacen sexo oral como nadie

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El sexo es una disciplina que nos mantiene con ganas de vivir, nos ocupa y preocupa, nos obliga a mantener buen estado físico y mejora el mental, es por excelencia el mejor y más eficiente método para hacer sentir joven a hombres y mujeres por igual. El sexo y el poder son los dos ejes que mantienen al mundo en movimiento.

El sexo porque es la esencia misma de la vida, ésta necesita de él para seguirla generando. El poder (o el poder del dinero) porque es necesario para conseguir el primero. Bien acertado es el dicho de que “todo lo que hace los hombres es solo para conseguir mujeres”

El devenir de los tiempos se ha encargado de avalar esta afirmación. Para conseguirlo es necesario tres condiciones: estrategia, predisposición y oportunidad. Las dos primeras se corresponden con la actitud y habilidad para conseguirla, la tercera requiere estar alerta, como el cazador, siempre con la escopeta cargada y al hombro, preparado pues en “cualquier momento salta la liebre”. La liebre saltó delante de mí, yo estaba alerta, de esto se trata este relato, que no por breve y simplista fue menos gratificante.

Les voy a contar una lo que sucedió hace poco tiempo, para ser más exacto a comienzo de este verano en mi ciudad, Buenos Aires. Tengo un negocio de fotografía social, que hace las veces de oficina donde vienen losque requieren de mis servicios.

Era una tarde más que aburrida, estaba decidiendo si quedarme un poco más o retirarme, cuando llegaron dos chicas jóvenes, diría que casi ni llegaban a los veinte, Rosita y Lily, con la primera de ellas nos conocemos hace poco tiempo, un par de veces, hasta me ha sacado las ganas a mano limpia en el auto, aunque en la última ocasión Rosita se esmeró tanto que terminó por hacerlo con la boca y tragarse el final feliz.

Después de los saludos y todo lo común de circunstancia, alguna broma y nada más, mis vitales cuarenta y seis años estaban en alerta esperando el momento de lanzarles el zarpazo. En ese momento se encendió la luz de alerta, delante del cazador no saltó una liebre, salaron dos, estaban dadas todas las condiciones. Estrategia ya la había pensado, así en un tris, la predisposición representada por la excitación que se gestaba por dentro y la oportunidad se había consumado, llegaron justo en el momento de cerrar.

- Si me esperan… cierro me voy para mi casa y las acerco.

- Bueno… ¡vamos!, nos llevas a las dos.

– Claro, por supuesto –dije con alegría, mientras pensaba la forma de cómo integrar a la amiguita en lo que se diera entre nosotros.

Mientras nos dirigíamos al garaje a buscar el auto no le podía quitar los ojos al trasero de Lily, que lo movía de manera significativa, seguro intuía que venía un para de pasos detrás para que sus caderas llenaran mis retinas con el zarandeo dentro de una mini para el infarto.

Las primeras sombras de esa cálida tarde de verano daba el clima ideal para cualquier cosa, por la zona donde viven hay lugares con poco tránsito, elegí ir por ese lado, despacio para dar tiempo a la charla trivial y juguetona, que nos condujo por el tema del sexo. No fue difícil conseguirlo, Rosita se mostraba dócil y accesible como siembre, venía delante conmigo, tan pronto arranqué mi mano buscó su muslo, enseguida la devolución de atenciones, se giró de costado, mirándome, mientras con la mano derecha me frota sobre la bragueta, despertando al “amigo” del letargo. Me acomodé en el asiento para favorecer el rescato del miembro atrapado. Por el espejo retrovisor observo como Lily esta al tanto de todo lo que sucede al otro lado del respaldo, se miran entre ellas, sonríen.

Un par de agitadas y ya me tenía dispuesto para algo más trascendente.

–¿Me parece que necesitas mi ayuda? –dijo Rosita.

-Sí, lo parece.

- Estaciona de una vez… -zona poco transitada y mal iluminada para detenerme.

–¡Vamos ayúdame!

Corrí el asiento, recliné el respaldo para facilitarle la tarea, bajó un poco el pantalón para tener la verga bien liebre, a voluntad y comenzó a frotarla primero, masturbarla luego, me estiraba cuanto podía para ayudar en la tarea y por el goce que me daba, con la mano derecha trataba de empujarla para entrarle toda en la boca, con la punta de la lengua hizo los primeros mimos, a la segunda lamida estiré la mano por entre los asientos delanteros y me encontré con las piernas de Lily, se las toqué sin preguntar nada, subí por ellas, se arrima abriéndolas para poder llegar hasta la bombacha, jugué con la punta de los dedos en la humedad de su almejita, hasta donde me alcanzaba la mano y la posición.

Todo estaba de maravilla, como si lo hubiéramos hecho desde siempre.– ¡Che!, tu amiga parece que tiene ganas también, está calentita…, ¿la invitamos?

-Pero no hay lugar, dijo Lily.–entrando al juego por primera vez.

Me salí de la boca de Rosita, ¡Todos atrás!, yo en el medio de las dos. Mi pobre humanidad fue rehén de dos fieras hambrientas de leche, dos terneras golosas acosan a un calentón como yo. Rosita le comentó lo calentón y “larguero”, cómo y de qué manera me gustaban los mimos bucales. Lily tampoco parecía una improvisada en estas lides, ambas flanquearon mi cuerpo, Lily bajó el pantalón para mayor libertad de movimientos. Se acomodaron de modo de poder tener acceso al único majar: la pija bien dura y parada.

Rosita estirada sobre el asiento, Lily arrodillada, de modo tal que mientras ellas hacían su tarea podía acceder a su parte más húmeda, que también requería mis atenciones. Comenzaron una mamada de antología, las dos manos para un mismo trozo de carne, dos bocas que succionan a buen ritmo, alternándose, turnándose en la tarea encomiable, se le notaba que lo estaban disfrutando, a este paso no duraría mucho más de cinco minutos para eyacular.

Para perder la concentración y disfrutar más tiempo, estiré la mano libre, pude meterme dentro de la tanga de Rosita e incursionar en su vagina. La otra mano, la derecha, había perdidos tres dedos, devorados dentro la cueva de Lily. La situación era por demás tórrida, las mamadas sin solución de continuidad, una disputa incesante y alternante, cada chupada superaba a la anterior, las manos agitan y aprietan para yugular la venida, tenerla controlada aumentando mi gozo a límites inexplicables. Las calenturientas pendejas que se debatían entre dar y recibir placer a “manos llenas”.

Lily fue la primera que avisó que esta cerca de venirse, por simpatía la siguió Rosita, ambas se afanan por hacerme llegar al final feliz. Una carrera para llegar los tres juntos, Lily llegó justamente cuando se la tenía bien el fondo de su garganta, se retiró a punto de atragantarse, tomó la posta Rosita que apuro el trámite de ordeñe.

Mientras mis pobres dedos eran estrujados por el ogro vaginal de Lily, me transmitía en los casi adormecidos deditos la maravillosa sensación de sus latidos en húmedo orgasmo. La otra joven abandonada a realizar sola los momentos finales de una antológica mamada, fue la que se llevó el premio mayor. Levanté la pelvis, malamente y como pude, y se la incrusté bien el fondo, apretó los labios conteniendo la máxima expresión masculina, sentía los latidos perentorios de la erupción y recibió el caliente chorro de semen contra el paladar, aflojó la presión para moverlo y liberar el resto del semen.

No se cuántos, pero fueron maravillosos, cuando retiró el miembro la ración de leche aún estaba sin deglutir, pero tan pronto como me retiró de ella, acudió Lily a reclamar su parte como asociada al placer de la mamada, juntaron sus labios compartiendo mi regalo, probaron el sabor de mi lechita.

Ahora podía devolverle, por primera vez, a Rosita su merecido orgasmo que por la devastadora mamada se había pospuesto, ahora era el momento propicio para satisfacerla. Cambié de mano y reacomodó para más y mejor acceso a su cachuchita, calentada a más no poder, hice las delicias digitales de su cueva, los mejores gemidos de placer eran los que salían de su garganta, que seguía con mi sabor en ella. Lily acudió en auxilio de su amiga para liberar sus tetas y meterme una en la boca. No fue necesario mamar mucho no bien cambié para la otra teta, la joven se vino en un orgasmo incontenible, los dedos se ahogaron en un fluido espeso y caliente manado desde las profundidades del deseo, orgasmo intenso, rápido y furioso, luchado a mano limpia hasta la victoriosa venida.

Tardamos un poco en recomponernos, no solo de la incómoda postura, sino de la agotadora sesión, quedamos agotados por la intensidad con que se nos dio. Debo mencionar que las chicas se portaron de maravilla, primero me limpiaron a lengua el “arma mortal”, y hasta el estropicio de jugos de ellas que volcaron sobre los maltratados asientos.

Las dejé en la casa de una de ellas, nos besamos y despedimos hasta una próxima oportunidad de repetirlo, en el regreso a mi casa fui acompañado por el delicioso aroma a sexo, que aún persistía en la mañana siguiente, llevar el auto al lavadero para quitarlo fue la primera tarea del día.

Aquí terminó esta historia, que tenía olvidada, quizás por esta calentura momentánea me vino a la mente ese recuerdo y me gustó contártelo.

Anda, límpiate las manos, que no se note que has manoteado en la conchita. Princesita, si la lectura te ha gustado, si te pude transmitir mi calurosa experiencia, podemos compartirla, intercambiar experiencias, estaré esperándote en mi [email protected] quédate a saber un poco más…

 

Nazareno Cruz 

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