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Me chantajearon − Parte 3

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Así que me incorpore del escritorio donde estaba recostada le pedí al sargento que me diera algo para limpiarme rápidamente y me dio un viejo trapo que se encontraba en la gaveta del escritorio, me lo pase por mi ano y nada mas pasármelo sentía ardor, por la tremenda follada que me dio por mi agujerito anal, que ya mas nunca seria virgen, así que procedí a limpiarme con cuidado, mientras que sentía que salía un pequeño chorro de su semen todavía, luego me puse mi short y cuando me disponía a ponerme la franela se me acerco y agarro otra vez mis tetas

Sargento: Sra. Rodríguez déjeme por última vez echale una mamadita a sus bellas tetas.

Sra. Rodríguez: ya está bueno sargento ya complací todas sus peticiones repugnantes y mi esposo esta fuera esperándome, así que cumpla con el trato y libere ya a mi hijo.

Sargento: bueno Sra. Rodríguez tiene usted razón y yo soy hombre de palabra así que así lo hare, pero déjeme decirle que usted es una mujer extraordinaria uy está muy buena y si quiere que alguna vez le de otra buena follada no dude en buscarme.

Me puse rápido la franela y salí apresurada a buscar a mi marido, allí estaba en la sala esperándome y esta vez note que si tenía en la mano la chequera, lo abrace fuerte y le dije que lo quería mucho, mientras se me salía una lagrima. 

Salió al rato mi hijo lo abrazamos los tres y luego nos fuimos al fin a la casa, esa semana siguiente no dejaba de pensar y llorar por lo que me había echo ese degenerado del sargento, y todavía me dolía y ardía mi culito, y tanto así que deje de tener relaciones con mi esposo ya casi un mes.

Ya mi esposo empezaba a preguntarme que me pasaba, porque no quería estar con él, y yo para disimular le decía que por la aprehensión de nuestro hijo estaba muy angustiada y molesta, pero que no se preocupara que este fin de semana tendríamos relaciones.

Él se puso muy contento me beso y se fue a su trabajo, llego el fin de semana  cenamos y al terminar mi hijo nos dijo que se iba a una fiesta y que no regresaría a dormir, así que cuando se fue me acerque a mi esposo y al oído y le dije que esta noche te voy a regalar algo, para que veas lo mucho que te quiero, así que no tardes te espero en la habitación.

Yo ya recuperada por lo que había pasado en la comisaria estaba dispuesta a tener relaciones anal con mi marido, ya que no era virgen y se lo había dado primero a otro hombre, y mi esposo tenía derecho a penetrarme por mi culito, así que me mentalice y me puse sexy para el me puse un pequeño baby doll, que dejaba casi afuera mis pequeñas tetas y unas braguitas de encaje y lo espere en la cama.

Al rato subió él se quitó la ropa y se vino a la cama conmigo, enseguida sentí su erección y me vino a la mente el pene del sargento, aunque no era tan grueso como el de él.

Me empezó a besar por el cuello mientras ya mis vellos se me estaban erizando, luego me acariciaba las tetas y con sus dedos mis pezones, que no tardaron en ponérseme duritos, pero yo tenía la imagen de aquel degenerado que de una se puso mis pezones en su boca y me los chupaba, y yo quería que mi esposo lo hiciera igual, pero como se lo podía decir si siempre lo hacíamos igual y no tenía el valor de decirle que me chupara mis tetas.

Mientras yo seguía imaginándome cosas que me había pasado con aquel sargento degenerado, me daba cuenta que aquella situación me había gustado mucho y que si lo había disfrutado, cuando de repente siento que mi marido me estaba bajando mis bragas y se me estaba poniendo encima mío me abrió las piernas y de una empezó a metérmela y sacármela, que rico me estaba sintiendo cuando al ratito siento con sus gemidos que ya se había venido dentro de mí, mientras que yo apenas lo empezaba a disfrutar, y como siempre me quedaba con muchas ganas de seguir, pero no lo comprendí hasta que estuve con aquel degenerado que con su pene más grueso me hizo sacar varios orgasmos muy ricos.

Al terminar el, me dijo oye mi amor que me ibas a regalar y yo con mi frustración le dije, que le iba a permitir tener relaciones anales, se emocionó mucho y me empezó a besar, diciéndome que teníamos que esperar un buen rato hasta que otra vez tuviera otra erección.

Y otra vez me vino la imagen con el sargento y me acorde que me lo puse en la boca y se lo empecé a mamar y enseguida tubo una erección, y quería mamárselo a mi esposo para que se pusiera duro rápido, pero no me atreví y como él no me decía nada, menos se lo iba a decir yo.

Cuantas cosas pervertidas me venían a la mente, aquel degenerado sargento me había hecho una mujer satisfecha y quería que fuera el sargento que estuviera conmigo y no mi esposo, y me daba cuenta que aquellos recuerdos me estaban excitando mucho, quería ser follada como aquella vez, me sentía mas mojada en mi sexo ahora que en el pequeño momento que mi esposo me había penetrado.

Como extrañaba ese pene grueso de aquel degenerado quería ser otra vez follada por él no le podía dar crédito aquellos alocados pensamientos que me venían en mente, estaba pensando como una puta tenía que parar de pensar.

Al rato fui a buscar otra vez a mi marido, a ver si ya estaba listo porque la calentura de mi cuerpo estaba muy alta, cuando me di cuenta que se había quedado dormido, eso me enfureció mas todavía porque estaba ansiada de tener sexo, no me quedo más que levantarme e irme a echarme un baño de agua fría.

Al día siguiente me hice la dormida para no despedirme de mi esposo, ya que estaba muy furiosa todavía y a media mañana pensando las dos situaciones que había vivido, no sé cómo me atreví que agarre el auto y me fui a la comisaria y me pare enfrente, tenía ganas de bajarme y que me follara otra vez aquel sargento, pero estaba indecisa si bajarme o no y que le diría para que no pensara nada malo de mí, así estuve un buen rato en el auto… ?

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