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Una noche de verano

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Todo sucedió una noche de verano, en las fiestas de un pequeño pueblo de la España profunda. Yo nunca había vivido nada así, el, lo cambió todo.

Como ya he mencionado aquella noche mis amigos y yo nos disponíamos a irnos de fiesta, una vez más. El objetivo de aquel día emborracharnos y pasarlo bien.

La noche comenzó un tanto apagada, pues en el pueblo no había ni un alma, todo cambió cuando la campana de la iglesia toco las 2. Los ancianos que pululaban desaparecieron y la gente empezó a salir de sus escondites. 

La plaza del pueblo se fue llenando y la verbena cada vez nos parecía mejor. Los litros se acabaron y entonces con ganas de continuar la fiesta nos dirigimos al único garito del lugar. Un pequeño antro regentado por un pueblerino.

La noche continuo mientras alternábamos el bar con la verbena. Entonces todo cambió. En una de mis incursiones a por cerveza le vi, y el a mí también. 

Un camarero rubio, de ojos verdes alto y, sobre todo, guapo. Nuestras miradas se cruzaron, yo no sabía que me sucedía, jamás había sentido eso por un chico.

Entonces me decidí a pedir una birra y fue el quien me atendió. Tan amable y simpático como aparentaba, el chaval me sirvió. 

Volví con mis amigos, pero yo ya no me lo podía quitar de la cabeza. Termine la cerveza lo más rápido que pude y regrese a por más. Esta vez le invite a una y nos pusimos a hablar.

La excusa la terminaron nuestras gargantas y me marche, sabiendo que volvería a por más. La noche siguió, pero esta vez no fui yo quien le busco, apareció detrás de mí con dos cervezas. 

Nos las bebimos y entonces me invito a dar una vuelta, acepte de inmediato. Fuimos a la iglesia que estaba un tanto apartada y allí siguió nuestra conversación.

Yo no podía dejar de pensar en él y mis ganas de besarle aumentaban por momentos, entonces tome la decisión y no aguantando más le plante un beso. Él se sorprendió, pero enseguida me respondió y nos fundimos en uno.

Yo no me lo podía creer, estaba besando a un chico, pero no me importaba estaba en el séptimo cielo. Una cosa llevo a la otra y no podía estar más cachondo, no podía dejar de pensar en lo que él tendría entre las piernas.

Él fue quien tomó las riendas y lentamente fue besando mi cuello, después quitándome la camiseta y por último llegando a mi paquete. Note como mi cinturón se desabrochaba y como me la saco del calzoncillo. 

Me moría, cuando se la metió en la boca, los besos que la daba me volvían loco. El seguía y yo no podía para de gemir hasta que me corrí.

Me miró con una sonrisa, que solo supe corresponder con un beso. Entonces me dejé guiar por él, fui agachándome hasta llegar a su paquete. La saqué y siguiendo mi instinto le empecé a dar besos, que se transformaron en lametazos y terminaron por metérmela en la boca.

Jugaba con la lengua, como a mí me gustaba y como intuía que al también pues sus gemidos iban en aumento.

Me interrumpió y dijo que me diese la vuelta.

Yo le hice caso y el bajándome los pantalones, comenzó a chuparme el culo, nunca había sentido algo parecido y entonces me metió la punta. Al principio me dolió, pero la sensación de tenerla dentro de mí me volvía loco. El comenzó a envestirme y el placer de ambos iba en aumento. Sentía como recorría mi culo y el placer que esto me daba, cada vez más fuerte y placentero.

Tomando las riendas le tumbé en el suelo y me la metí, dispuesto a cabalgarle. Así fue, subía y bajaba como antes me lo habían hecho, tratando de darle el mayor placer posible. Me encantaba y cada vez queríamos más.

Nuestros gemidos aumentaban cuando decidí agarrarle del cuello, "estrangularle", a la vez que mis movimientos eran más rápidos y profundos. No podía dejar de mirar su cara de placer y el la mía mientras nos sincronizábamos en la penetración. 

Mis gemidos le llevaron al orgasmo y los suyos al mío, se corrió dentro de mí, yo sentí como sus chorros me daban placer mientras los míos le daban en la cara, nunca antes había sentido algo así.

Nos dirigimos al pueblo, nos despedimos y nunca más volví a ver a aquel precioso camarero que me abrió... Los ojos.

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