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Dominando a una puta

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Los dos éramos principiantes en este mundo.

Decidimos probar, aunque sólo fuese una vez.

Jamás me sentí como una sumisa, no soy capaz de ceder el control, amo el placer de controlarlo todo y a todos.

Pero acepté probar.

Al principio es cierto que las órdenes eran nimias y no me importaba aceptarlas.

Desnúdate para mí. Tráeme la cena y siéntate de rodillas a mi lado en el suelo esperando a que acabe de cenar...

A él le gustaba mucho el roll de dominante, yo el de sumisa, lo aceptaba, pero no me convencía del todo.

El plan era comenzó en ser la su sumisa por un día y si la cosa iba bien alargarlo una semana. A partir de ahí lo iríamos hablando.

Al día siguiente a la segunda orden ya me cansara, por lo que me volví desafiante y desobediente.

Y el primer castigo llegó.

Fueron escasos diez azotes, los cuales fui contando uno por uno.

Después no hubo un bonito beso, ni un te quiero ni nada por el estilo, esto no es 50 sombras, eh, jajaja.

De ahí me mandó para casa.

Ya en casa me llegó un mensaje, el castigo no terminaba allí, seguía con la imposibilidad de poder correrme hasta vernos.

Era un martes y hasta viernes no podíamos quedar.

De madrugada me despertó el móvil.

Era él.

Su voz era susurrante. Me exigía que lo calentase porque no podía dormir.

Fui relatándolo cómo le chuparía la polla el día que lo viese.

-Lo dejaría tumbado en la cama, amo. Le quitaría los zapatos. Le haría un buen masaje en ellos, con crema. Sé que viene cansado de trabajar. Después le quitaría los pantalones y le masajearía cada pierna, apretando con fuerza sus definidos músculos.

-Que buena perra eres.

-A que sí amo.

-Sigue, no di permiso para que parases.

-Sigo con sus piernas, pero delante de mis ojos resalta el gran bulto que hay bajo su bóxer. Agacho la cabeza muy cerca de su polla aún tapada. No hago nada, espero su aprobación.

-La tienes zorra, te estas portando muy bien esta noche.

-Entonces le morderé la polla por encima del bóxer, dejándolo todo humedecido en saliva. Poco a poco con los dientes lo iré bajando. Su polla sale disparada después de liberar la presión que ejercía el bóxer y golpea mi cara. Sonríe con malicia.

-Así es perra, me gusta usarte y que te sientas una puta barata.

-Comienzo a comerle la polla. Sé que es lo que más le gusta de todo. Lleno la boca de saliva, la abro y dejo caer toda sobre ella. Corro a recogerla desde abajo con la lengua y subo de nuevo hacia arriba. Meto la punta de la lengua en su glande y doy vueltas suavemente. Cierro los labios con fuerza apretando la punta y tiro hacia abajo hasta ver su capullo. Subo de nuevo hacia arriba y repito la jugada, cada vez con más saliva en mi bica y en su polla.

-Quiero que la comas toda, zorra.

-Lo que usted ordene, amo. Se la como toda sin piedad, quiero oírle decir que soy la mayor puta que le haya comido la polla.

-Lo eres.

Oír esas palabras hace que no pueda contener las ganas y me meta dos dedos en el coño. Sé que tengo prohibido correrme, pero no ha dicho nada de masturbarme y ahora relatando esto, sintiéndome una puta de verdad, hace que me sea imposible comportarme.

-Quiero más, puta.

-Le araño los huevos, se los agarro y tiro suavemente de ellos hacia mi boca. Ahora los meto dentro de ella y dejo que noten el calor y la humedad que guardo. Con la mano le masturbo la polla. Es mi obligación tenerle contento.

-¡Sí!

Última palabra que escuché y la llamada se colgó.

Me quedé a las puertas de correrme, y menos mal, porque si no tendría un nuevo castigo y no estaba por la labor de cumplirlo.

Amparada en la soledad y el silencio de mi habitación y sabedora de la imposibilidad de que lo supiese, me corrí dos veces yo sola.

Imaginaba ser su sumisa, pero sin dejar de tener ese poder que tanto me gusta.

Y lo hice.

En mi clase había la mítica chica frígida y estirada que lo que necesita es que le den una buena dosis de polla y de disciplina.

El viernes, tenía una cita con mi amo, pero lo dejé plantado con un simple mensaje.

“Te veo mañana”

Ya me daba igual el castigo o el enfado, la idea que tenía me enloquecía y no puedes quitarle a un controlador el poder.

Me fui de cena con los compañeros de clase donde estaba la estiradilla.

Nos emborrachamos todos y en un momento que ella se fue al baño fui detrás.

Cuando iba a cerrar la puerta a bloqueé y sin mediar palabra le tapé la boca con una mano, con la otra subí su corta falda. Aparté el tanga y comencé a meterle los dedos en el coño.

La muy puta se me resistía, pero notaba que cada vez estaba más mojada.

Llegó el punto en que dejó hacerse y yo aproveché para colarme entre el olor y sabor de sus piernas.

Lamía todo aquel flujo que salía de su coño y lo dejaba dentro de mi boca mezclándose con mi saliva.

Cuando ya noté que iba a correrse me aparté, le coloqué el tanga junto a la falda, le di un largo beso devolviéndole su sabor y me fui.

Al día siguiente por la noche fui a su casa.

Me abrió la puerta con un escueto pijama rosa.

Entré sin esperar invitación.

Le ordené vestirse como una buena puta barata y salir conmigo.

Veinte minutos después de salir estaba timbrando en la casa de mi amo.

Llevaba a la estiradilla de la mano, toda asustada.

Me conocía muy bien aquella casa, y sabía que había un “juguete” muy particular en la habitación de “invitados”.

Abrí la puerta, arrastrando a la chica de la mano.

Y la obligué a meterse.

El “juguete” era una jaula.

La encerré allí. Sentía un gran placer viéndola asustada y humillada, y más que la iba a humillar.

Mi amo detrás de mí no sabía que decir.

Normal, en el fondo siempre me gustó tener el control a mí y cedérselo a él sólo era otra forma más de control, puesto que él mandaba sólo y sólo si yo quería.

Obligué a la chica a desnudarse. Se resistía por lo que cogí una fusta y comencé a golpearla a través de los barrotes.

Al final accedió.

Yo me desnudé sin más preámbulos, también, indicándole al amo que hiciese lo mismo.

Le dije a la zorra de la tía que se acercase un momento al borde y que esperase.

Fui a por una corre y se la pasé por el cuello dejándola inmovilizada.

Rodeé la jaula para ver su redondo culo a cuatro patas.

Qué ganas de estrenárselo.

El amo se acercó al borde de la jaula con su polla toda dura.

La perra enjaulada no hacía nada y tuve que fustigarla para que empezase a chupar.

Para nada era yo, pero el amo tendría que conformarse.

Fui por un vibrador. Lo metí en la boca, lo chupé y lo llené de saliva.

Poco a poco fui abriéndole el culo a mi perrilla.

Le gustaba, a la muy zorra le gustaba.

Cambié la correa de sitio y la até al techo.

Abrí la puerta de la jaula y me asomé dejando mi culo a merced del amo.

No tardó en follarme el coño mientras yo masturbaba el coño de mi particular puta.

Aquellos tiesos pezones como disfrutaban de mis pellizcos y mordiscos.

Aquel coño empapado que pedía que le metiese un dedo más y el culo abierto por el vibrador que no se cansaba nunca.

Sí, era mi particular puta.

Hice que se corriese para mí y cuando lo hizo la obligue a masturbarse para tenerla muy caliente.

-Cuando te necesite volveré. Mientras tanto no pares de masturbarte, puta.

Llevé al amo a la cama y me lo follé.

Estaba embriagada de poder y más húmeda que nunca.

Lo follé de todas las maneras que se me ocurrieron. Quería correrme sin descanso, pero sin dejar que él se corriese.

Detrás oía a mi puta gemir descontroladamente.

Se iba a correr sin mí y eso no estaba bien.

Me metí dentro de la jaula debajo de sus piernas y dejé que se corriese en mi boca.

Cerré la puerta de la misma y le supliqué al amo que se acercase y nos bañase con su leche espesa y blanca.

Así termino la noche.

Enjaulada con la cara llena de leche y una puta obediente a mi lado.

Debería aprovechar que no puede escapar para usarla un poco más, ¿no?

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