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Tres enormes y musculosos negros llenaron mis huecos con sus vergotas y su semen

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Un día que fui a Los Ángeles, Estados Unidos de vacaciones con una amiga, su novio y su hermano que gustaban mucho del basquetbol me invitaron a un partido de la NBA y acepté, aunque a mí no me gusta ese juego, solo quería divertirme. Eran pases especiales que un influyente amigo de los muchachos les había regalado, entonces estábamos cerca de la cancha. Así las cosas, salieron los jugadores de los equipos a hacer prácticas y pronto me admiré con algunos de ellos que lucían tremendos bíceps y me empezó a gustar "el juego"; de pronto mi vista se quedó fija y mi quijada caída al ver el rostro de uno de ellos, me fascinó su cara tan perfecta y tan simpática. Pronto supe que se llama Karl Malone y durante el partido no hacía sino verlo que se movía vigorosamente y a veces sonreía angelicalmente con sus compañeros. En el otro equipo pude admirar otros 2 negrotes corpulentos que parecían unas moles de carne dura. Al terminar el partido mi negro precioso iba de salida me levanté y le dije adiós con mis manos, él volteó me enseñó su dedo pulgar arriba y me hizo un sensual guiño de ojo que hizo que mi vagina se retorciera, mi piel se pusiera chinita y mis pezones se endurecieran con las ganas que me dieron de poseer aquel gigante de ébano.

De camino al antro después del juego me distraía mucho pensando en "mi" Karl y mis pensamientos volaban hacia mi cama donde podía admirarlo completamente desnudo. Mis ganas de tenerlo iban creciendo y poco a poco fui mojando calzones y pantimedias y hasta me dieron ganas de conformarme con el hermano de mi amiga; pero no, el tipo era guapo y agradable, pero yo necesitaba algo en extremo grande y él estaba un poco esmirriado, aunque alto, así que me aguanté y ya terminada la salida que fuimos al hotel, de nuevo me asaltaron pensamientos bestiales con mi macho Karl. En el elevador iba deseando fuertemente que me estuviera esperando en mi cuarto para deshacerme son sus brazotes y su -me imagino- enorme y grueso garrote.

Y sí, al abrir la puerta esperanzada, vi que en mi cama había un bulto cubierto con las sábanas que empezó a moverse al sentir que se abría la puerta; prendí la luz y él asomó su cara para pedirme que apagara la luz regalándome otro guiño baja calzones. Asombrada apagué la luz y me acerqué esperando que no se desvaneciera entre las sábanas quedándome prendida y alborotada. La poca luminosidad que llegaba de la ventana entre las persianas me sirvió para sentarme en la cama y tocar aquello que estaba arropado; bajé la sábana y ahí estaba mi macho, sonriendo coquetamente... hechizándome... busqué su boca con la mía lentamente y al contacto de nuestros labios empecé a chorrear con ligeras convulsiones en el vientre. Mi negro tomó mi cabeza y me besó con fruición, moviendo mis labios y mi lengua a su antojo con su jugosa boca y su movediza lengua. Con una mano bajé la sábana al tiempo que acariciaba su tórax lleno de músculos hasta llegar al lugar indicado, topé con algo que parecía un tronco durísimo el cual manoseé con furia y lo masturbé mientras gozaba de sus largos y deliciosos besos... solo se oía una variedad de ruidos húmedos de bocas y lenguas, además del roce de mi mano con la sábana al maniobrar aquel garrote a mi antojo.

Entonces mi hombre me volteó y me arrastro bajo su cuerpote que ya estaba sudando igual que en el juego; me puso su cosa dura en la panza y se movió suavemente aplastándome y cubriéndome con todo su cuerpo casi haciéndome desaparecer entre su celestial anatomía y mi cama. Mis gemidos y respiración entrecortada acompañaban su ronroneo de león excitado, luego bajó a merendarse mi piel desde el cuello y hasta mis caderas pasando su boca una y otra vez por mi sensible piel que ya me hacía exhalar profundos suspiros y ayes de placer cuando me lenguaba los pezones, más parados que nunca.

Entonces él se levanta al lado de la cama y me hace señales de que me acerque, lo hago y me hinca en la cama mientras mi deseo aumenta al ver su hercúlea figura y su pedazote de carne sexual apuntando hacia mi vagina. Pone la cabeza de su miembro entre mis piernas y me jala hacia él; me penetra con dulzura y mi vista se nubla de felicidad, su gordo y acerado glande abre camino hacia mi fuente de placer y nos abrazamos, sus brazotes me levantan y me presionan logrando que su sexo me llegue hasta los más profundo de mi ser causando un temblor en mi cuerpo que me hace abrazarlo herméticamente con brazos y piernas. Empieza el vaivén de la sexualidad y con él, de nuevo los gemidos, los suspiros... mis jugos calientes que fluyen, se mezclan con el sudor de mi macho precioso y bañan sus piernotas.

Mi culo empieza a latir sintiéndose discriminado y entre sofocos le digo a mi hombre que después quiero que me ensarte su palo entre mis nalgas. Me dice que no es necesario porque ya llegó otro macho a sofocar mi fuego anal; volteo hacia atrás desfallecida y ahí está uno de los corpulentos negrotes que jugó esa noche, sin ropa y enseñando su montón de músculos y masturbándose el enorme pene. Mi ano goloso se empezó a aflojar como con magia, la mole se puso en mi espalda y me estrujó con sus manotas y me comió la espalda dándome chupetones y mordiscos que me hacían tener contorsiones. Mi Karl me soltó sin dejar de meterme y sacarme su palo para que me tomara el corpulento que me manoseó burdamente las tetas causándome estertores sexuales; me recargué en su hombro y le pedí ronroneando que me despedazara el culo con su fierrote, lo cual hizo de inmediato. Me lo arrimó entre las nalgas y encontró pronto el palpitante y humedecido agujero; sin piedad me incrustó de un empujón su palo provocándome un dolor extremo que me hizo gritar entre placentera y sufridamente, entre mi llanto y mi sonrisa empezó a rasparme el recto con violentas sambutidas tomándome de las tetas mientras Karl seguía con su ritmo lento. Mi cuerpo agradecido tuvo una erupción de placer en forma de chorros de jugos vaginales y contracciones anales.

Después de un minuto de sexo anal brusco bajó su velocidad y me cogió con ritmo lento, así como lo hacía mi Karl, parecía haberse puesto de acuerdo pues mientras uno me penetraba, el otro sacaba su miembro... gemidos, jadeos, suspiros, gruñidos... ¡qué hermosa sintonía!; mis machos me tenían en el cielo y así fue por varios minutos hasta que de nuevo aumentaron la rapidez de sus embestidas, haciéndome resollar y gritar de placer. Entonces los 2 me abrazaron y me aplastaron entre ellos impidiéndome respirar, y entre poderosos rugidos me invadieron con litros y más litros de semen con gruesos y abundantes chorros de sus vergotones totalmente incrustados en mis adentros; yo les pedía más, mássssss y másssssssss... y más me daban, llegué a sentir que sus leches calientes me querían salir hasta por los ojos de tanto que llenaron mi cuerpo con sus borbollones de semen. Me sentía quemar por dentro y por fuera, pues sus sudores calientes también me bañaban por fuera... la gloria total apachurrada entre aquellos 2 sementales humanos.

Casi moribunda me bajaron y me acostaron en la cama, quedando despatarrada y llena de flujos corporales entremezclados. Con una gran sonrisa les agradecí por esa noche de pasión desenfrenada, pero en eso aparece la otra mole negra que me llenó el ojo en el juego; Karl y el otro negrote se difuminaron y el nuevo negrotón subió a la cama y me puso su glande en la boca, acariciando mis labios con esa piedra que colgaba de su palote. Poco a poco empujó su cosa para que abriera mi boca y yo gustosa le di cabida, dándome cuenta que también mi garganta merecía ser acariciada por una mole así; al principio mi nuevo macho solo movía su cabezota entre mi lengua y paladar haciéndome salivar excesivamente, golosamente le daba chupadas y mordisquitos que le provocaban ronquidos de satisfacción. Pero luego vino el movimiento de entrada- salida que me ahogaba al atravesar mi garganta casi quedando atorada su gran glande cada vez que lo sacaba, hubo un momento que retiré su macana de mi boca para vomitar, pero más pronto me la volvió a meter y continuar con su trabajo que me hacía sufrir-gozar.

Entonces el negrotón se acostó verga arriba y me dijo que le mamara hasta tener su orgasmo en mi boca, gustosísima tomé su garrote y al tiempo que lo masturbaba lo succionaba con gran fuerza; hacía que su cuerpo se levantara de las caderas al jalar su verga con mi boca. Se oía un ruidoso ¡aaaaaaaahhh! cada vez le daba su chupada, aunque un rato después me empezó a doler la quijada, afortunadamente ya se veían venir sus chisguetes de leche, así que lo hice con más fuerza. Entonces él tomó mi cabeza y me ensartó su verga todo lo que pudo y le vino... una manguera de bombero envidiaría la manguera de aquel hermoso negro que sacaba con sacudidas violentas sus chorros de semen, teniéndome que tragar todo pues no había salida por mi boca. Me fascinaron sus alaridos de satisfacción al irme vaciando su tanque de leche en mi garganta; pronto llenó todo mi tracto digestivo de leche tibia y nutritiva, me pregunté si a esas alturas me corría semen en las venas en lugar de sangre; ¡qué noche con mis negros divinoooosss!... ¿se me hará realidad esta fantasía si voy a ver un partido de sementales y les ofrezco mis huecos para que me los llenen de verga y semen? ¡mmmmmhh, que rico ha de ser!...

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