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Dany y su profesor de Geografía (final)

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Pero el señor Abaroa no volvió a usarlo ese día. Se limitó a sobarlo un poco antes de asegurarse de que el chico hubiera comprendido cómo serían las cosas de allí en más.

Para eso, luego de palpar por última vez el culo gordo, redondo y firme de Dany, le ordenó que se vistiera y mientras el chico lo hacía se sentó en el borde de la cama.

-Bueno, Aguirre, oíme con mucha atención.

-Sí, señor…

-Parate firme y pone las manos atrás.

-Sí, señor…

-Bien, como ya oíste hace un rato, a partir de ahora sos nuestra putita. Mi putita, la putita de Legnani, la putita de Reggiardo, la putita de Lencina.

-S… sí… sí, señor Abaroa…

-Y la putita de cualquiera que te tenga ganas. ¿Oíste, Aguirre?

Esto último estremeció al chico y luego de tragar saliva contestó con voz temblorosa: -Sí… sí, profesor…

-A partir de ahora te vamos a llamar putita, porque eso sos, una nena putita.

Dany volvió a tragar saliva, humillado y caliente a la vez ante la impiadosa y perversa actitud de su profesor.

-S… sí… sí, señor Abaroa, lo que… lo que usted diga…

-¡Perfecto!... sos una buena nena. ¿Tenés mail? –preguntó el profesor de Geografía mientras tomaba del cajón de la mesita de noche un bolígrafo y una pequeña agenda.

-Sí, señor Abaroa, anote. –y el profesor anotó y después llevó a su alumno hacia la puerta del edificio, donde lo despidió con una palmada en el culo.

Al llegar a su casa Dany se dirigió a su cuarto, encendió la computadora y en su cuenta de correo electrónico encontró un mensaje de su profesor de Geografía: “Prestá atención, nena putita. Vas a abrirte otro correo: soyunanenaputita@... y vas a usar esa dirección nueva conmigo y tus tres compañeros. Creá ya esa nueva cuenta y escribime desde allí inmediatamente.”

Con el corazón latiéndole aceleradamente Dany hizo lo que el señor Abaroa le había ordenado y en cuanto tuvo activa su nueva cuenta le escribió: “Ya está, señor, ya tengo la nueva cuenta. Estoy a su disposición.”

El profesor recibió muy complacido y excitado el mensaje de su alumno y al día siguiente dejó sobre los pupitres de Lencina, Legnani y Reggiardo un papel con el siguiente mensaje: “Anótenme sus mails para mí y nuestra putita.”

Los tres alumnos obedecieron y una vez en su casa el profesor les escribió un mismo mail: “Nuestra putita va a escribirles.” Y de inmediato le mandó un mail a Dany: “Te mando las direcciones de mail de esos tres. Escribiles diciéndoles que estás a su disposición.”

Y Dany les escribió, claro. Ya estaba completamente domado por el señor Abaroa y obedecerle en todo lo excitaba sobremanera: “Hola, Legnani, estoy a tu disposición.” “Hola, Reggiardo, estoy a tu disposición.” “Hola, Lencina, estoy a tu disposición.”

Y después de ponerse de acuerdo por mail los tres le respondieron en términos similares: “Mañana en el recreo largo te llevamos al baño y nos chupás la pija, putita.” Y Dany les contestó: “Sí, lo que ustedes quieran.”

De pronto le llegó una orden del profesor, que seguía tejiendo su telaraña en torno de su presa: “Reenviame todos los mails con esos tres.” Y Dany se los reenvió, para regodeo del señor Abaroa, al que se le hizo agua la boca al pensar en lo que ocurriría al día siguiente en ese baño durante el recreo largo.

Lo que ocurrió fue que en uno de los cubículos del baño se apretujaban Lencina, Legnani y Reggiardo de pie, con los pantalones bajos y Dany de rodillas entre ellos mamando las tres vergas hasta que de ellas brotaron los chorros de semen que el putito tragó.

-Espero que el profe nos llame pronto, porque tengo muchas ganas de darte pija en ese culazo que tenés, putita. –dijo Reggiardo cuando volvían al patio del colegio.

Y así siguieron las cosas, con Dany usado a fondo casi a diario en el apartamento del profesor Abaroa, donde tragaba pijas y más pijas por el culo y por la boca. Además, en los recreos largos era llevado al baño por Lencina, Reggiardo y Legnani para que les hiciera una buena mamada.

Por fin llegó el final del año lectivo y Dany vio, con alivio, que el profesor Abaroa lo había aprobado y no tendría que dar un examen recuperatorio. Terminaba la preparatoria y lo angustiaba por esas horas el no saber que pasaría con sus dueños. ¿Querrían seguir teniéndolo y dándole pija?

Asumió en medio de la angustiosa incógnita que el profesor y sus tres compañeros lo habían convertido en un adicto a la verga y que le resultaría muy duro vivir sin ese goce.

Pero muy pronto todo se aclaró, para su felicidad. El profesor de Geografía citó a los cuatro chicos en su casa y cuando tuvo a Dany desnudo y a los otros tres con las vergas duras bajo los pantalones dijo:

-Bueno, chicos, mañana terminan las clases. ¿Piensan entrar a la Universidad? Vos, putita, ¿qué vas a hacer?

-Voy a cursar el profesorado de Historia, señor…

-¿Vos, Legnani?

-Abogacía, profe.

-¿Reggiardo?

-Medicina.

-Vos, Legnani?

-Profesorado de Educación Física.

-Perfecto, veo que todos van a seguir estudiando y me parece muy bien.

Fue entonces que Legnani preguntó: -Profe, ¿y qué vamos a hacer con la putita?

-Va a seguir siendo nuestra, por supuesto.

-¡Grande, profe! –gritaron casi al unísono los tres chicos mientras Dany estaba encendido de calentura.

-Date vuelta, putita. –ordenó el señor Abaroa y cuando Dany obedeció dijo: -Por nada del mundo me perdería ese culazo.

Las expresiones de entusiasmo se reiteraron entre Lencina, Legnani y Reggiardo y éste preguntó: -¿le vamos a dar, profesor?

-¡Claro! –fue la respuesta del pervertido docente de Geografía: -¡A desnudarse, muchachos! –ordenó y en un santiamén los cuatro estuvieron tal cual Dios los trajo al mundo para usar a Dany, que a esa altura clamaba interiormente por pijas y más pijas, por leche y más leche, y tuvo durante varias horas pijas y más pijas y mucha leche y más leche.

Cuando dos meses después se aprestaba a inscribirse en la Universidad recibió un mail de su ex profesor de Geografía: “Prestá atención, putita. En cuanto empieces a cursar quiero que veas si alguien te mira con ganas, profesores o compañeros, y me contás, ¿entendido? Y otra cosa, a partir de ahora vas a usar pantalones bien ajustados, para que se te marque bien ese gran culo de putita que tenés. ¿Te queda claro, nena putita?”

Dany debió esperar un poco para contestarle, porque sus manos temblaban de excitación, hasta que por fin pudo escribir: “Sí, señor Abaroa, le voy a contar y ojalá me miren.”

Y de inmediato le llegó otro mail del señor Abaroa: “Muy bien, putita, y mañana a las cinco de la tarde te venís. Legnani, Reggiardo y Lencina ya están citados.”

“¡Que lindo, señor Abaroa! Sí, mañana a las cinco de la tarde estoy ahí. Gracias por todo, señor.”

 

Fin

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