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Poema a todas mis niñas amadas.

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No dejaré de decir que las nenas son preciosas. Este escrito es para expresar mi sentir por ellas. Poema a todas mis niñas amadas:

Me gustan tus senos blancos o morenos.

Me gusta el fuerte contraste del blanco de tus pechos con el moreno del resto de tu piel tomado del sol.

Me gusta el contraste en la entrepierna del blanco y el moreno. Me gusta mucho.

Me gustas toda tú, blanquita, y más si todas las chicas están morenas. El contraste, siempre el contraste.

Me enamoras, blanca, blanca como la leche.

Me gustas morena por el sol, con contrastes blancos allá donde ni el sol ni nadie miró.

Te amo así.

Me gusta ese trasero que paseas con gracia. Me gusta tu pelo al aire, moreno.

Me gustan tus pechos redondos, no muy grandes. Suaves, delicados. Deliciosos. Cuyo elixir bebería con placer, extasiado.

Me gustan tus pezones, cuando se ponen duritos de excitación. Entonces me ponen en éxtasis. Me gustan mucho.

Me gusta succionar con pasión, delicadeza y entrega absoluta esos pezones deliciosos, que me ofrecen su jugo precioso... Cuando tú echas la cabeza hacia atrás, y te sujetas (o sin sujetar) el pecho con una mano mientras me sacio de él y dices en bajo: "siii".

Me gustan tus manos suaves, delicadas, de niña. Esas manos que agarran mi miembro, suavemente, notando su palpitar, su dureza, su grandeza, su poderío. Esas manos que agarran mi rabo y se quedan maravillosamente pequeñas en él. Como un brazalete. Esas manos preciosas. Mmmm.

Me gustan tus pies. Los adoro. Bajo a ellos y los beso. Chupo tu dedo gordo, como si chupara una verga dura. Y tú lo sientes así, mi niña amada. Y te gusta. Y echas la cabeza hacia atrás, saboreando el momento. Apoyada en tus codos. Mi vida, Mi amor. Te amo.

Me gustan tus muslos. ¡Qué preciosidades, mi reina!. Cuando los beso, en éxtasis. Los lamo, en éxtasis. Me enamoran tus piernas, desde los pies hasta donde estas terminan. Me encantan tus piernas ahí, en la entrepierna, antes de juntarse en tu tronco. Esa parte es divina. Es el comienzo del placer.

Me gusta tu chumino. Tu coño. Tu gruta. Húmeda o seca. Tierna siempre. Jugosa. Delicada y deliciosa. La amo. La cuido. Y por ahí te hago definitivamente mía. Te poseo. Te tomo. Te incorporo a mí. A mi vida. A mi alma. A mi ser. Cuando estás depilada... ese coñito tuyo es precioso. Y cuando tiene vello es precioso. Me gusta igual, porque sigue siendo él.

Amo. Y cuando digo amo lo digo con todas las letras y todo el significado que amar tiene. Amo el contraste entre el moreno de la piel de tu cuerpo tomado del sol y el blanco impoluto de tu coñito precioso. Esto me vuelve loquito, mi amor. Y lo sabes.

Y por último amo tus axilas. Me vuelven loco. Me encanta que te las depiles. Pero casi me gusta más cuando no están depiladas. Me gusta cuando salen los nuevos vellos de tus axilas. Y están en punta. ¡Cuántas veces metí mi miembro debajo de tu axila, para sentir el calorcito! Para sentir el atrevimiento de esos vellos nacientes. Todo con suavidad. Que es como disfruto plenamente. Ya te he dicho que la axila de una nena es lo más parecido a su chocho.

Besos a todas. Mis amadas nenas. Mis mujeres. Mis hembras. Mis niñas. Mis delicias. Os amo. Me amáis.

(9,20)