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Cuando fui violada en malla en gimnasia

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Les dije que este finde viene cargadito de sexo virtual.

Esto fue unos años atrás, una mañana, muy temprano que fui al gimnasio en ayunas para mi rutina matinal. Como siempre, me cambié en el vestuario y me puse una excitante malla de lycra fucsia, las medibachas negras y mis zapatillas. Salí despacito del vestuario, caminando con mi silueta perfecta hacia las máquinas. Y después de mi rutina, uno de los hombres que hacía complementos y más me llamó para charlar un rato cerca del vestuario.

Cansado y algo transpirado, pero de rico perfume por su buen desodorante, habló un rato conmigo y me invitó a desayunar al bar del gimnasio. Desayunamos café con leche y tostadas con queso blanco y mermelada. Y entre mi silueta, mi malla, mi físico y el nutritivo desayuno, el tipo no pudo más y se vino con tutti.

Me llevó engañada a otro sector donde estaban los baños para cambiarse, y cuando entré con él, me estrujó contra la pared y me manoseó la malla, las tetas y la cola. Yo quise resistir, pero él era más fuerte, me obligó a sacarme la ropa, me descalcé, me saqué la malla y me apretó las tetas.

Y mientras me decía de todo y jadeaba excitado, me sacó las medibachas, se quitó el short, peló una poronga de no sé cuántos centímetros y me la dio de parado por la cola, bañándome de semen. Después me dijo “colorada, quedate quietita”, me dio vuelta, me besó en la boca, me manoseó las gomas y me cogió por la vagina. Y me frotó adentro hasta volver a eyacular tremendo semen. Después me dijo que la mujer lo dejó y que yo estaba bárbara, y me pidió disculpas. Yo se las acepté, y le dije que cuando quisiera me podía dar bien dada ahí en el gimnasio, total nadie se enteraba.

Y bueno, cuando un hombre te enchufa semejante salchichón hay que aprovecharlo.

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