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Acción en la carretera: La motero salvaje

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El sol se movía lentamente en el cielo, concluyendo el mediodía e iniciando la tarde; la temperatura descendió lentamente, haciendo el ambiente más fresco; el viento soplaba, moviendo algunas nubes, las cuales bloquearon el sol y dieron un poco de sombra. En aquella región semidesértica, se podía apreciar una vasta llanura, llena de vegetación seca, cactus y pequeños arbustos; al fondo había unas montañas, con vegetación más abundante.

Este agreste paisaje, era atravesado por una carretera; esta estaba en perfecta condiciones, bien asfaltada y pavimentada; estaba bien pintada, marcando los límites de la carretera; también mostraba todas las respectivas señalizaciones, indicando el límite de velocidad y otras indicaciones. No había nadie en el lugar, únicamente se escuchaba los sonidos de la naturaleza. Eso fue hasta que comenzó a escucharse, un particular sonido procedente de la carretera. Este poco a poco fue acrecentándose, hasta que apareció lo que lo ocasionaba. Se trataba de una patrulla de caminos, la cual iba recorriendo la carretera en su jornada habitual.

El vehículo iba a velocidad reglamentaria y era tripulado por un patrullero. Este bajó la ventanilla, para que la brisa le alcanzase. Era un hombre de alrededor de treinta años, fornido, recio y marcial. Conducía poniendo atención, a lo que pasaba en la carretera. Su patrulla era un malibú clásico, que lleva los emblemas, las sirenas y la parafernalia correspondiente. Iba vestido con su uniforme, chaleco antibalas y todo el equipo reglamentario.

Parecía que la tarde iba a ser tranquila, cuando divisó algo delante. A unos cincuenta metros, vio algo que no pudo distinguir bien. Poco a poco, fue acercándose a lo que le llamó la atención. Paulatinamente, pudo ver que era una motocicleta, pero no vio la marca. El conductor vestía chamarra de cuero negro, con un gorro. No vio nada anormal, excepto de una cosa. El vehículo no tenía placa, ni ningún otro tipo de identificación. En consecuencia, había una clara violación, así que encendió la bocina y las luces.

Esa era la señal de alto, el motociclista giró la cabeza mirando atrás, tenía gafas negras y era una mujer. Tenía el cabello largo, liso hasta los hombros y una gorra de plato negra. La motocicleta se orilló, comenzó a bajar la velocidad, la patrulla hizo lo mismo y finalmente ambos se detuvieron. La conductora, bajó el pedal, luego se inclinó a un lado para apoyar la motocicleta.

El oficial se bajó del auto y caminó hacia ella con precaución. Se acercó más y lo detalló detenidamente. La motocicleta era una Chopper, era un tipo de motocicleta modificada, para tener un ángulo de lanzamiento mayor, con horquilla más larga, lo que le da una batalla y avance más grandes que el resto de los tipos de motocicletas. Tenía un manillar más largo a lo alto, lo que le da una posición a las manos más alta que los hombros del piloto. Este tipo de motos, podían estar basadas en un modelo de producción o ser creadas desde cero. Con respecto a las motocicletas tradicionales, las Chopper suelen ser más livianas, tienen tanques de combustible más pequeños, y sus parabrisas, luces, guardabarros y asientos son más pequeños o directamente fueron quitados.

La motocicleta, estaba limpia, todo el motor estaba limpio y en buen estado. Daba la impresión de ser nueva, aunque no pudo identificar el modelo. En el tanque combustible, estaba pintado de negro y tenía unas llamas dibujadas. El vehículo era toda una máquina del infierno.

Luego se fijó en la conductora, esta vez al tenerla de cerca, pudo verla bien. Se trataba de una mujer joven, calculó entre veinticinco y treinta años; lucía bastante peculiar, como una «versión femenina erótica» de un miembro del elenco de Rebelde Sin Causa; usaba una gorra de plato de cuero negro, que a primera vista, la hacía parecer una oficial Nazi o de una Dominatrix; usaba unas gafas de sol Ray-Ban Aviator Classic de color negro, él las había visto en películas, eran las tradicionales gafas negras; llevaba una chamarra de cuero negro, una clásica propia de su tribu urbana; llevaba la chamarra con la cremallera cerrada, hasta casi el cuello; llevaba pantalones de cuero negro, que iban cubiertos por polainas del mismo material; pudo identificar botas de cuero con cierre.

No pudo ver bien su rostro, porque la gorra y las gafas escondían gran parte; lo poco que pudo notar, fue unas facciones masculinas severas; su cabellera era de castaño clara, la cual caía por debajo de su gorra, era lisa y llegaba hasta lo hombros; percibían un cierto aire marimacho, pero curiosamente, aquello no le molestaba:

–Buenas tardes, ¿sabe por qué la pare? –dijo el oficial.

–No lo sé. –respondió sin inmutarse, no podía leer la expresión de su rostro.

–¿No nota algo, en la parte de atrás de la motocicleta? –dijo el oficial.

–¿Algo? –mostró duda.

–¿No ha revisado?

Ella extrañada, se bajó de la motocicleta, miró atrás unos segundos y respondió:

–Pues yo no veo nada.

–Ese es el punto, no hay nada. Debería haber una placa que identifique al vehículo… ¿entiende?

–Bueno, es que la acabo de comprar, iba a hacer todo el papeleo luego. –dijo ella.

Típico caso de conductores imprudentes, habría que hacer revisión del caso:

–Por favor permítame su licencia de conducir. –dijo el oficial.

La chica se metió la mano atrás y en el acto sacó su credencial, el oficial la tomó y la revisó, pudo ver la foto y el nombre:

–Julia Jentsch. –la miró de nuevo, la chica le observaba con las gafas. –Por favor, puede quitarse las gafas, es para la identificación.

Ella se quitó las gafas, seguida de la gorra:

–¿Así está mejor? –dijo, su tono mostraba un poco de hastío ante la situación.

El oficial chequeó el rostro con la foto, concordaba a la perfección. Pudo ver sus rasgos con claridad. Tenía unas facciones gruesas, especialmente el mentón; eso le daba un cierto aire marimacho, aunque no opacaba el atractivo; sus ojos eran del mismo color, que su cabello; el cabello era liso, sencillo, bien peinado, cuidado, no era muy largo y llegaba hasta los hombros.

Um… es linda… pensó en el momento.

–Voy a chequear en el sistema, aguarde un momento. –dijo el oficial.

El oficial volvió a la patrulla, metió los datos de la licencia en la computadora y lo chequeo. No había nada irregular, además de circular sin placa, por lo que todo se reducía a una multa. Se devolvió y le regresó la credencial. Ella se volvió a colocar la gorra y las gafas de nuevo. Él respiró profundo y dijo:

–Aquí tiene, pero, le tengo una mala noticia.

La chica lo miró sin entender:

–Conducir un vehículo sin placa, es un ofensa, voy a tenerla que multarla.

–¡QUE!... oiga, espere… voy a hacer papeleo para colocarle la placa, lo juro… –la expresión del chica cambio a incomodidad.

–Me parece bien, pero me temo que igual voy a tener que multarla. –dijo el oficial.

La chica se incomodó por completo, no podía creer esto:

–Oiga, no me multe, tiene que haber algo que pueda hacer… –dijo ella con desespero.

El oficial recorrió su cuerpo con su mirada, gracias a las gafas negras, lo hacía disimuladamente. La ropa de cuero, no mostraba mucho, aunque presentía que abajo había algo muy bueno. Independientemente de todo esto, había que cumplir el deber. Él sacó su libreta para la multa, cuando ella extendió su mano y la puso en esta:

–Espere. –dijo ella mirándolo directamente. Tenía las gafas negras, por lo que no sabía si miraba a sus ojos o no. –discutamos esto con tranquilidad, ¿vale?

Se levantó, bajándose de la moto y colocándose al frente de él. Lo miró directamente a los ojos, tenía aún las gafas negras, pero él sintió su mirada:

–Oiga, no hay necesidad de llegar a esto, digo… podemos buscar solución, ¿no cree?

El oficial la estudió, vio su chamarra de cuero, estaba ajustada un poco a su cuerpo y su busto resaltaba…

Linda chica… pensó en ese momento.

No podía perder la concentración, estaba ante una infractora. Tenía que cumplir su función, sin importar lo demás. Disimuladamente, pudo observarla a través de sus gafas negras, era atractiva:

–¿Y bien?... –dijo ella.

–Ehh… sí, claro. –respondió el oficial, dándose cuenta, que no podía quitarle los ojos de encima. –Bueno, la realidad es que tengo que aplicarle la multa… no queda otra.

En ese momento metió su mano para sacar su libreta de infracciones, la chica se acercó a este y puso su mano impidiendo que levantase su libreta:

–Escuche, sé que debe haber algo que pueda hacer.

El oficial carraspeó, se quedó mudo, no sabía cómo llevar el asunto. Se la estaba buceando, pero tenía que aplicar la ley. Ella se mantuvo neutra, tenía las gafas puestas y no podía interpretar lo que pensaba…

Dios, ¿se dio cuenta de que me la estaba buceando?... pensó en ese momento.

La chica cambió a una fría y maliciosa sonrisa. Se apartó un poco de él, la chica respiró profundo y sin dejar de mirarlo dijo:

–Creo que ahora hace un poco de calor, déjeme ponerme un poco más cómoda.

Se llevó la mano al cuello, tomando el cierre de su chamarra, lo jaló hacia abajo lentamente, abriendo la chaqueta…

¿Y que hay abajo?... pensó el oficial con extrañeza.

Se lo bajó completo, luego se abrió la chamarra y lo que había lo dejó mudo. Ella tenía el torso desnudo, a excepción de un top; esta prenda era de cuero negro, tenía la perfecta forma de un brasier y estaba «decorado» con lo que parecía ser «púas metálicas»; los senos pasaron por una intervención estética, eso se podía apreciar; lo verdaderamente impresionante era el torso, estaba perfectamente ejercitado; se apreciaban los abdominales marcados y la absoluta carencia de grasa corporal; su piel estaba perfectamente bronceada, pudo ser en un salón especializado; al parecer, estaba ante una atleta fitness, o algo similar. Él quedó sorprendido ante el espectáculo, no esperaba eso…

Guau, pero que nena, esta buenísima… pensó en ese momento, ya olvidando lo que tenía que hacer.

La chica sonrió diciendo:

–Creo que ya conseguimos, una forma de resolver esto. –Se acercó un poco más, contorneándose un poco. –¿Te gusta lo que ves?... ¿No quieres tocar?, aunque sea un poco… Vamos, ven…

Ella con suavidad, tomó la mano del oficial y la llevó a su seno derecho. Puso la mano en su teta, que estaba enfundada en cuero negro, con pequeñas púas metálicas. El oficial estaba en silencio, mientras su respiración se aceleraba. Él comenzó a manosear su seno, con suavidad y lentitud.

Él policía rápidamente olvidó su deber, la multa y su trabajo. Solo podía sentir esa teta en su mano, sentir su consistencia y el cuero. Su respiración se agitó aún más, su boca se entreabrió. Soltó la libreta en su mano libre y la puso en su otro seno y ella soltó un ligero gemido.

Sus manos estaban en sus senos, con suavidad, los palpó, manoseándolos, sintiéndolos, sentía el material con que estaba hecho el top. Se dejó poseer por el deseo, en su totalidad. Continuó manoseando los senos, esa vez con más intensidad:

–Oh, veo que te gusta... –exclamó ella satisfecha.

Él se acercó para besarla, ella abrió su boca y comenzaron a besarse. Sus bocas se conectaron, mientras sus lenguas se entrelazaban. La acción duró unos segundos, entonces, el hizo un movimiento bajando el top de cuero y dejando al descubierto sus senos. Inmediatamente se lanzó a devorarlos, chupándolos y lamiéndolos. Aquellas tetas eran espectaculares, redondas, proporcionadas y bronceadas. La respiración de ella se aceleró, lanzaba ligeros y suaves gemidos. El policía realmente disfrutaba aquello.

Continuó degustando un poco más, hasta que ella le detuvo, apartándose un poco:

–Oh, bueno… ya que nos estamos poniendo en confianza, si no le importa voy a servirme.

Puso su mano en su abdomen, la deslizó por encima del uniforme, hasta su entrepierna. Una vez ahí con suavidad, acarició su «paquete» tomándose su tiempo:

–Mierda… –dijo el oficial gimiendo.

Ella acariciaba la entrepierna del oficial y eso surtió efecto. La erección se manifestó en forma de un bulto:

–Se te puso duro… ¿no? –dijo ella jadeante. –Creo que es hora de ver, de que esta hecho… oficial.

Besó el cuello del oficial, luego empezó a desabotonar la camisa, mientras besaba su pecho desnudo, en ningún momento se quitó las gafas negras:

–Hmmm… –exclamó la chica, mientras besaba el pecho desnudo del oficial.

Bajó la mano por la cintura, hasta la entrepierna y ahí manoseó su «paquete». Este estaba bastante abultado, ella se apartó, contemplándolo. El oficial vio su bulto, reflejado en los lentes de las gafas de ella:

–Por lo que puedo ver, voy a disfrutarlo mucho… hmmm…

La chica se agachó, poniéndose de rodillas, lista para entrar en acción. Ella desabrochó el cinturón, abrió el botón y bajó la cremallera. Frente a ella, había un bulto grande, era los calzoncillos conteniendo el pene del policía. Ella los bajó y ahí estaba el pene erecto:

–Vaya… –dijo la chica mientras levantaba el rostro y lo miraba.

El miembro, medía alrededor de quince centímetros. Era grueso, se veían las venas surcándolo, la erección era potente. Los testículos estaban contraídos, perfectamente limpios y afeitados. Ella tomó el pene y lo masturbó un poco. Luego con calma, le pasó la lengua suavemente al glande. Luego lo chupó, ligeramente. Dio un par de sacudidas más, para estimularlo y luego se lo metió en la boca. El oficial lanzó un ligero gemido, mientras ella se lo metía en la boca.

–hmmm… –la chica degustaba el miembro.

Luego de chuparlo un poco, lo miró detenidamente, estudiándolo. Comenzó a lamer el miembro, recorriendo cada una de sus partes. El oficial cerró los ojos y levantó el rostro al aire, aquello era simplemente increíble. Luego la chica pasó la lengua por el resto del pene, bajó hasta llegar a los testículos, comenzó a lamerlos y chuparlos, mientras masturbaba el miembro. Luego volvió a la felación, pero esta vez lo hizo más enérgico:

–Mierda… –dijo el oficial en voz baja, mientras perdía los sentidos.

Ahí estaba, con su ropa de cuero negro, arrodillada y engullendo aquel «trozo de carne». Llevaba la chamarra abierta, mostrándola por completo. Su top de cuero, lo tenía en la cintura, mostrando unas espectaculares tetas. Tenía un abdomen esculpido, con sus músculos marcados, en un perfecto six pack. Su piel estaba perfectamente bronceada, señales de que se mantenía en forma y se cuidaba. Su gorra de plato, del mismo color y material, continuaba en su cabeza, al igual que sus gafas Ray Ban.

Engullía la verga con pasión, lo introducía en su boca, lentamente, acariciando y frotándolo con sus labios. Lo engullía con esfuerzo, porque estaba bien dotado. Estuvo un rato más dándole, hasta que el oficial la interrumpió:

–Ahora me toca a mí. –dijo el policía con expresión de lujuria. Miró hacia la motocicleta y le dijo:

–Voy a hacer una revisión más a fondo, vamos, contra la motocicleta.

Tomó a la chica por un brazo, la levantó, trayéndola hacia así violentamente y la besó. Luego la llevó a la motocicleta:

–Por favor apóyese en el vehículo. –dijo con autoridad.

–Sí, oficial, lo que usted diga. –dijo la chica.

Ella fue hacia su bólido, se quitó su chamarra, colocándola encima del vehículo, luego se inclinó apoyando las manos en el asiento. Arqueó la espalda, pronunciando la cintura, abrió las piernas y se dejó ver con su esplendor. Estaba en «cuatro patas», mostrando su torso desnudo y esculpido. Su culo estaba enfundado en cuero negro, no solo tenía sus polainas, sino que tenía unas leggins del mismo material y color.

Él puso su mano en la espalda de ella y acarició suavemente. Palpó su piel suave, sus músculos y contemplaba su desnudez:

–Vaya… te gusta ejercitarte, ¿no?

–Así es…

Se masturbó un poco, para mantener la erección. Le manoseó el culo, palpando el cuero con cuidado:

–Verga, tienes el culo duro…

Se arrodilló, acercándose al culo. Lo contempló maravillado, la luz del sol brillaba sobre el cuero negro. Lo miró unos segundos, para luego lanzarse a degustarlo. Comenzó a lamer directamente, el cuero negro, luego lo besó y mordisqueó con desesperación. Atacaba directamente el cuero negro, ese material en el cuerpo femenino le enloquecía. En aquella faena percibió algo…

Creo que no tiene bragas, es cosa de averiguarlo…

Dio un par de lamidas, tomó el legging, empezó a bajarlo lentamente y acertó en su teoría. La chica mostraba un culo, bronceado, tonificado y sin bragas. La vagina y el ano, se mostraban en todo su esplendor…

Por dios…

Ambas nalgas parecían brillar por la luz solar, se mostraban redondas y afeitadas. Entre ellas se veía el ano y la vagina, las cuales estaban limpias y depiladas. Era algo extraordinario, se sentía privilegiado por tenerlo para sí. Luego de verlo un poco, se lanzó a degustar.

Lamió delicadamente, la punta de su lengua, acarició los labios vaginales. Ella respiró agitadamente, para luego soltar un suave y ligero gemido. Continuó lamiendo, mientras que con su dedo índice sobó el ano. Estuvo así unos segundos, para luego aumentar la intensidad. Metió su lengua entre los labios vaginales, «comiéndose» la vagina.

Ella soltó un ligero gemido, aquello surtía efecto. Él degustaba el sexo de la patotera con desesperación, mientras introducía su dedo en el ano. La chica, al poco cogió ritmo y se puso a disfrutar:

–Ohh… sí. –dijo mientras se inclinaba adelante. Aún mantenía su gorra de plato negro y sus gafas. Su boca estaba entreabierta, respiraba aceleradamente y gemía ligeramente.

Luego de unos minutos, cambió de modalidad. Lamió su ano e introdujo su dedo en la vagina. Gracias a los estímulos previos, la vagina estaba húmeda y dilatada. Metió su dedo con suavidad y comenzó a moverlo lentamente. Ella recibió más estímulos, su sexo se humedeció aún más. Pronto, él movió su dedo, para ubicar el «punto G»…

Voy a volarle la tapa de los sesos… Pensó maliciosamente.

Mientras metía el dedo, con cuidado comenzó a explorarlo, a lo segundos dio con el blanco…

Ahí estás… Sonrió maliciosamente, para luego ir a la faena.

Frotó con la yema de su dedo el punto G, lo hizo con cuidado:

–Ohh… que… ¿Qué haces? –dijo la motero volteando a mirar atrás.

El la miró, viendo su rostro reflejado en sus gafas:

–Tranquila vas a disfrutarlo…

Continuó con el dedo, mientras lamía el ano. La chica, volvió a su postura para recibir placer, luego de unos minutos surtió efecto. Ella soltó un ligero gemido, mientras el placer iba acrecentando. Él libro una mano, para proceder a masturbarse, no quería perder la erección. Al rato, se detuvo, se levantó y dijo:

–Es hora de embestir.

Sacó un preservativo de su bolsillo y se lo puso. Luego lo metió suavemente, en la vagina, para luego empezar el movimiento pélvico. Gracias al trabajo previo, la vagina estaba dilatada y lubricada. Los gemidos de ella, comenzaron a ser más frecuentes y formales.

El oficial posó las manos en las caderas de ella y aumentó el ritmo. La chica gemía suavemente, con las manos apoyadas en la motocicleta. El oficial bajó la mirada, viendo ese extraordinario culo desnudo y a su verga entrando entre esas apetitosas nalgas. Aquello le llamaba para darle con más fuerza y ánimo.

Quiso ponerse más intimó, así que se acercó más y la abrazó por detrás. Sus manos recorrieron su cuerpo, manoseó sus senos, tomó su entrepierna y empezó a chupar el lóbulo de la oreja. Todo eso, sin dejar de penetrarla, porque no quería perder ritmo. Para ese momento, ya habían logrado acoplarse, por lo que todo marchaba bien. Poco a poco, fue acrecentándose el placer, acercándose al orgasmo. Llegaron al culmen, ahora iban por el final.

–¡Ughhh!... dale, dale… –dijo ella mientras la embestida continuaba.

Sus sexos acoplados, interactuaban perfectamente, llevando a cabo la penetración. La fricción de la penetración, se traducía en un curioso sonido. Era el característico «tic... tic... tic…», que se apreciaba en el porno. Él escuchó aquel sonido y no pudo evitar una ligera sonrisa de satisfacción:

–Siii… bien… –el policía exclamó con placer mientras se acercaba.

Continuaron hasta que llegó la explosión final. Los dos lanzaron un largo gemido de placer, mientras tenían un espectacular orgasmo. El policía, dio tres embestidas rápidas, en la última se quedó con el pene adentro y terminando de expulsar toda su energía.

Ambos se desplomaron sobre la motocicleta, bañados de sudor y jadeantes. Se quedaron en silencio, mientras recuperaban el aliento. El policía tenía los pantalones abajo y la camisa desarreglada. Él miró abajo, contempló el preservativo usado, colgando de su miembro flácido y aun lleno de semen. Se sintió ridículo, por lo que se lo quitó y acomodó los pantalones.

Ella se subió los leggins y se acomodó las polainas. Se sacó su gorra, se pasó un pañuelo por el rostro, el cuello y por último a sus senos. Se quitó su gorra, para tratar de acomodarse el cabello, con sus manos. Una vez se terminó de quitarse el sudor, comenzó a acomodarse el top de cuero:

–Estuvo estupendo… –dijo él.

–Sí, claro…

Se quedaron un momento más, él terminó de acomodarse mientras la miraba. Iba a comentar algo cuando de repente, sonó la radio de su patrulla:

–Atención unidad 45… Aquí central… cambio… –Luego de ello, se produjo un ligero ruido de interferencia.

–Mierda. –Fue rápidamente a la patrulla, aún jadeante, con la ropa desordenada, tomó la radio y respondió. –Sí… eh… unidad 45, adelante.

–Unidad 45, tenemos un 315 en la gasolinera de la 45.

Conocía ese lugar estaba a unos cinco kilómetros de donde estaba.

–Enterado… voy a proceder. –dijo el oficial recuperando la compostura.

Volvió a colgar la radio y la contempló de nuevo. Ella terminaba de arreglarse, poniéndose su chamarra, sus gafas y su gorra. A estas alturas, continuar insistiendo con lo de la infracción, era una estupidez:

–Bueno… puedo ver que estás ocupado, afortunadamente ya terminamos… –dijo ella fríamente, luego se montó en su bólido –Ha sido un placer… Ando siempre por esta zona, de hecho, tengo a unas amigas que les gustan divertirse también. Podríamos cuadrar en un futuro… Hasta entonces…

Prendió su Chopper, hizo rugir los motores, miró el camino a ambos lados y arrancó. Levantó una pequeña nube de polvo y tierra, mientras se iba a toda velocidad. La observó alejarse por la carretera y perderse en el horizonte. Él se quedó pensativo por un momento, había sido genial aquello, suspiró, dirigiéndose a su patrulla para encenderla y seguir con su camino.

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