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Ajustando cuentas (ll)

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Asustado y preocupado por mi reputación acepté no de buena gana volver, esta maldita mujer podría destruir toda mi vida por completo de un plumazo. Golpeo la puerta antes de entrar ¡Adelante, y cierra la puerta detrás de ti perrito! ¡Si señora! Obedezco de inmediato y aprovecho la oportunidad para suplicar, ¡Por favor Clara, no continúes con esto! su voz es dura y cortante ¡Escucha al perrito! ¡Primero no tienes derecho hablar, segundo si quieres decir algo levanta la mano!

Un segundo después, una bofetada resuena en mi cara ¿crees que no voy en serio? ¡acepta que eres mi esclavo! ¿entiendes?, mientras continúa reprendiendo la puerta de la habitación se abre ¡Clara no quisiera molestarte! ¿puedo pasar? ¡desde luego entra! Perplejo miro a Clara que me está mirando con una sonrisa traviesa. Andrea la hermana mayor de mi suegra después de cerrar la puerta, como si fuera la cosa mas normal del mundo entra y toma asiento. Clara se dirige a mi ¡desnúdate no quiero ver ese ridículo traje, señor importante! ¡y tráeme las bridas del cajón! Dudo por un instante, ¡tú decides, pierdes todo o mantienes todo! me recuerda Clara. No tengo elección a regañadientes comienzo a desnudarme en silencio.

Clara sonríe segura de su victoria, me doy la vuelta situando los brazos a la espalda para que Clara pueda ponerme las bridas. Mi vista se posa en Andrea sentada en el único sillón de la habitación, sonríe descaradamente cuando mis atributos aparecen a la vista. Con el dedo me hace un gesto para que me acerque a ella ¡así que decidiste convertirte en el esclavo de mi hermana! ¡Por cierto, ayer tenías la polla notablemente rígida, teniendo en cuenta que estabas atado y con la polla del marido de Clara en la boca! Bajo la cabeza de vergüenza, es evidente que ha visto las fotografías que Clara me saco el día anterior.

Andrea comienza a desnudarse de cintura para abajo mostrándome sus generoso muslos gruesos y pies con las uñas pintadas de rojo, vuelve a sentarse abriéndose de piernas y me muestra su coño rico en vello púbico ¡Y bien, entonces espero tu decisión O, mejor dicho, arrodíllate! Las dos mujeres se miran con complicidad. ¡Vamos no me gusta que me hagan esperar! Ella se desliza hacia adelante y tira de mis cabellos llevándome hasta su coño, comienzo a lamer suavemente el clítoris, ella se retuerce gimiendo descaradamente recorro cada rincón de su sexo. Sus gemidos son incontrolables, se frota el coño contra mi boca jadea y sacude el cuerpo salvajemente se aferra a mis cabellos y explota, y aun así sin dejar de frotar su coño en mi boca, me pide muy excitada que continúe lamiendo ¡Oh, Dios! ¡aa! Sigo lamiendo, meto un dedo en su vagina ella aferrándose a mi cabeza curva el cuerpo hacia delante sobreviniéndole otra gran corrida gimiendo muy fuerte ¡Aaah, aaah!

¡Eso es, muy bien! Me dice Clara mientras acaricia mis nalgas ¡Qué lindo culo tienes! ¡vamos a desvirgarlo como a una señorita! Con ayuda de su saliva introduce primero un dedo y después dos, mis músculos palpitan por como me ha metido los dedos, dejo de lamer y grito de dolor. Cuando giro el cuello Clara me muestra un consolador de goma negro que pretende introducirme, suplico como si mi vida se fuera en ello respiro hondo cuando siento esa cosa abriéndose paso en mi culo. Andrea sujeta con firmeza mi cabeza entre sus muslos Clara mete el consolador de goma hasta el fondo ¿te gusta?¡señor importante! ¡una buena polla en el culo! el dolor es intenso me voy a volver loco.

Aun no puedo creer que mi suegra me viole el culo. ¡Me encanta cuando gritas! ríe Clara, no puedo más todo el cuerpo me palpita me falta el aire y mi rostro esta ardiente Clara retira el consolador de goma de mi culo dolorido sollozando continúo arrodillado cuando Clara se acerca a mi y me agarra por la parte posterior de la cabeza y me atrae hacia ella se ríe de mi humillación. ¡Te comportas como un cerdo con mi hija, pero mi poder absoluto te purificara!

¡Bueno entonces no quiero molestar más! Dice Andrea, se levanta, me guiña un ojo maliciosamente y se dirige a la salida. Clara me libera de las ataduras con una sonrisa me dice ¡acabas de hacer feliz a tu ama, puedes estar orgulloso de ti mismo! y sin mediar palabra se retira, pero no sin antes recordarme que mañana tendré que volver.

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