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Alfredo un maduro ardiente

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Alfredo es un hombre de más de 60 años, pero que a pesar de su edad aún conserva un estado físico impresionante, producto de su vida como deportista. Solía pasar una vez por mes por nuestra casa a cobrar la cuota del club del cual somos socios con mi marido.

Normalmente solo cruzamos algunas palabras y algún que otro comentario sobre cosas diarias de la vida. Ese día hacía calor, y yo andaba preparándome para irme a la pileta, tenía solo un culotte negro, y arriba estaba viendo que me ponía, cuando tocaron el portero de casa, bajé rápido para abrir y solo de pasada me pude una musculosa sin nada abajo.

Abrí la puerta y ahí estaba Alfredo esperando para cobrar la cuota, nos pusimos hablar sobre el día que estaba lindo para la pileta y de otras cosas cuando me di cuenta que tenía media teta fuera de la musculosa, me dio vergüenza y a la vez me sentí morbosa de ver como Alfredo se babeaba con mi teta, la calentura me llevo a decirle que pase que la plata estaba arriba y él no se tardó en entrar.

Subimos las escaleras y como queriendo seducirlo novia la cola exagerando cada paso al subir los escalones, cuando llegamos al comedor, lo miré a los ojos sonreí y sin decir nada él me agarro de la cintura y me apretó contra su miembro, estaba erecto y parecía que no pensaba bajar sin antes coger o conseguir un alivio para su verga, así que me arrodille y le bajé el short que tenía y saque de mi la puta que llevo guardada, me puse la verga en la boca, la sacaba, la recorría desde la cabeza al tronco, y el gemía y suspirando me dijo que quería más, entonces me levanté y me saque la ropa.

Me quedé desnuda y me acosté sobre la mesa del comedor de forma que mi culito quedará bien parado, solo me agarro de la cintura y puso saliva en la entrada de mi culo, y me fue penetrando, esa verga entraba cómoda, se sentía muy bien, entonces empecé a moverme acompañando sus movimientos, hasta que se me escapó un orgasmo, me había hecho acabar con la verga en el culo, y lo estaba disfrutando tanto que no quería que se detuviera, pero no duro mucho más, y largo su semen por mi interior, y siguió empujando y yo no quería que saliera.

Cuando ya no pudo más, y la verdad la verga se salió sola. Quedé apoyada en la mesa, sintiendo como su semen caía gota a gota por mis piernas, escurría mi culo dilatado y agradecido por tan linda cogida, solo dije “gracias Alfredo que linda verga para mi culito, ¡quiero más! sabes? Pero la próxima te quiero en mi cama, y que me cojas más”.

Alfredo agarró la plata de la cuota y lo acompañé hasta bajar las escaleras y le abrí la puerta, cuando se iba me dijo que él la pasó bien y que le encantaba mi culito. Me sentí bien putita y feliz.

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